
Por Max J. Castro
MIAMI. Como una bestia ciega y herida, Donald Trump está atacando violentamente en todas direcciones, lanzando gritos espeluznantes. Corretea insultando a todo el mundo, llamándolos monstruos, calumniándolos como comunistas, tachándolos de “desastre”.
Trump llama idiota a la mente más valiosa del país en medio de una pandemia mortal. Todo esto, en especial lo último, me hace recordar una anécdota que me contó mi padre de la época de la política picaresca en la vieja Cuba. Un político no muy inteligente se acercó a un adversario de lengua afilada y, mirando el broche de su solapa, preguntó: “¿Eso es un idiota?” Sin inmutarse, el otro respondió: “No, es un espejo”.
Sigue leyendo
Debe estar conectado para enviar un comentario.