El bloqueo es un acto de guerra en tiempo de paz

Por Redacción Razones de Cuba

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Las pérdidas por los daños acumulados del bloqueo económico, financiero y comercial impuesto por el Gobierno de Estados Unidos a Cuba superan los 150 410 millones de dólares, y, atendiendo a la depreciación del dólar frente al oro, la cifra llega al billón de dólares.

Así expresó a los diputados el miembro del Buró Político del Partido y ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez Parrilla, al intervenir en la Segunda Sesión Extraordinaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP), y en la cual hizo un repaso por la historia del impacto de esta política hostil contra la Isla.

Se refirió a las distintas etapas del recrudecimiento del bloqueo, en las que la Ley Torricelli, la Ley Helms-Burton, el Plan Bush y las medidas de máxima presión adoptadas por el Gobierno de Donald Trump han generado perjuicios considerables a la economía nacional, que han repercutido sensiblemente en la calidad de vida del pueblo cubano.

Hay una primera etapa del bloqueo que dura hasta los años 90, explicó, que se caracteriza, en primer lugar, porque empieza prácticamente con el triunfo de la Revolución.

«En 1959 ya hay medidas de bloqueo, después de las reformas generales. Se oficializa unos años después el Memorándum de Mallory, que consistía en deprimir los salarios nominales irreales, provocar hambre, desesperación y sufrimiento, y con ello el derrocamiento del Gobierno». Sin embargo, agregó el Canciller, «reconocieron que la mayor parte de la población apoyaba la Revolución».

Precisó que luego se continúa intensificando, pero en condiciones de relaciones económicas con la Unión Soviética, y de relaciones con los países del campo socialista. Su impacto en la economía cubana era difícil, además de ser menor su alcance extraterritorial.

A principios de la década de los 90, la Ley Torricelli corta los vínculos, dificulta las compras –sobre todo de alimentos y medicamentos con compañías subsidiarias– que pertenecen a matrices estadounidenses, pero que son registradas en Europa. «Es un paso muy agresivo contra terceros países y contra las relaciones económicas de Cuba en otras latitudes», señaló.

El ministro de Relaciones Exteriores recordó que, en esa época, a su vez, empieza la votación de la resolución contra el bloqueo de EE. UU. a Cuba en la Asamblea General de Naciones Unidas, en cuya primera ocasión –en 1992– alcanza poco más de 50 votos, en coincidencia, de manera oportunista, con el derrumbe de la Unión Soviética y del llamado socialismo europeo.

Posteriormente, precisó Rodríguez Parrilla, la Ley Helms-Burton en su peor variante, estableció la codificación del bloqueo; en primer lugar, por su carácter extraterritorial y, en segundo lugar, fijó la condición de que el bloqueo no se levantaría hasta que fueran «devueltas» las propiedades norteamericanas que controlaban la economía del país, y que se habían nacionalizado con el triunfo revolucionario.

Por otra parte, mencionó, el Plan Bush estableció, en el año 2000, elementos de intensificación del bloqueo.

CAMBIOS EN LA NATURALEZA DEL BLOQUEO

A partir del año 2000 y hasta 2014, afirmó el Ministro cubano de Relaciones Exteriores, se produjo un cambio en la naturaleza de esa política genocida de coerción.

Destacó que, en primera instancia, las relaciones económicas internacionales de Cuba se producen con países distintos a aquellos con los que tenía un camino labrado.

Dijo que el país comenzó en un sistema de comercio internacional dentro del capitalismo, en su etapa neoliberal más dura, dentro de la unipolaridad y en condiciones mucho más difíciles, y eso está íntimamente asociado al periodo especial.

En ese momento, se cortaron las remesas a Cuba y se prohibió que los familiares de los cubanos visitaran nuestro país.

En 2014, con el proceso de conversaciones con Estados Unidos, y que posibilitó el regreso a la Patria de los Cinco Héroes antiterroristas cubanos, se aprueba una licencia para que los norteamericanos –a quienes el bloqueo hoy priva de la libertad de viajar hasta este minuto– pudieran venir a la Isla en viajes individuales. Se establecen 32 acuerdos de cooperación que hoy existen y son útiles, aunque se aplican muy limitadamente, se reordenan las relaciones migratorias y Estados Unidos se abstiene en la Asamblea General en la votación sobre el bloqueo contra Cuba.

Rodríguez Parrilla comentó que este proceso tiene resultados tangibles beneficiosos para nuestro pueblo, al igual que para el pueblo estadounidense y para los cubanos residentes en ese país.

«Es un bloqueo en el que no se produce ningún relajamiento de las medidas financieras, sin embargo, se dan pasos importantes como excluir a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo, a la que había entrado injustamente desde los años 80, coincidiendo con uno de los periodos más agresivos del imperialismo estadounidense contra la Isla», valoró el miembro del Buró Político.

En la Cumbre de las Américas celebrada en Panamá, un tiempo antes, el General de Ejército Raúl Castro Ruz hizo una vibrante denuncia, de gran impacto, y después tiene lugar la visita del presidente Barack Obama a Cuba.

DE 2019 A LA ACTUALIDAD: UN MARCADO RECRUDECIMIENTO

La tercera etapa arranca en 2019, con las medidas de máxima presión del presidente Donald Trump, de las cuales más de 80 son sanciones directas, con gran impacto económico. Son las mismas medidas que mantiene la actual administración de Joe Biden, desde el punto de vista regulatorio y práctico.

Nueve días antes de salir de la Casa Blanca, sentenció, Trump colocó a Cuba, otra vez, en la lista de países patrocinadores del terrorismo.

Detalló, además, que en ese momento se adoptan medidas escalonadas y eficazmente diseñadas para hacer daño a la economía y generar perjuicios humanitarios.

«Recuerden ustedes –enumeró– las medidas contra el combustible, contra los cruceros, contra los viajes, contra las entidades cubanas sancionadas, entre otras con efecto en nuestra población.

«Se cortan las relaciones consulares, se impide la reunificación familiar y, a su vez, a los cubanos se les dificulta obtener visas para viajar o emigrar desde La Habana», añadió.

Enfatizó en que, durante la pandemia de la COVID-19, el bloqueo atentó contra las importaciones a Cuba, al prohibirlas, y, en particular, impidió la importación de ventiladores pulmonares y la importación de oxígeno desde terceros países, y se tomaron medidas contra el escalado industrial de la producción de nuestras vacunas.

En 2021, cuando el país atravesaba el pico pandémico, y Estados Unidos «relajó las sanciones prácticamente a todos los países por razones humanitarias», el daño del bloqueo a Cuba alcanzó la cifra de 4 363 millones de dólares, apuntó Rodríguez Parrilla.

«El bloqueo provoca daño humanitario, sufrimientos, privaciones, angustia, no solo porque es una violación del Derecho Internacional y del humanitario, sino porque es un acto de guerra en tiempo de paz», sentenció.

«No hay duda de que nuestra economía se desarrolla bajo condiciones realmente opresivas, extraordinarias, que provocan un enorme daño económico, un enorme daño humanitario, pero tengo la profunda convicción de que, como se ha demostrado en estos años, está en nuestras manos, limitando los efectos del bloqueo, avanzar y desarrollarnos por nosotros mismos», aseguró el Canciller cubano.

Por: Iris de la Cruz Saborit

La lista de Cuba es la de la paz, no la del terrorismo

La espuria lista de Estados Unidos desconoce que Cuba ha suscrito 19 convenios internacionales para enfrentar el terrorismo; que jamás ha usado su territorio para organizar acciones de este tipo, y nunca las ha financiado. Desconoce también que ha sido víctima de ese flagelo

Autor: Oscar Sánchez Serra | internet@granma.cu

El camino de la Revolución Cubana siempre ha sido la defensa de la paz
El camino de la Revolución Cubana siempre ha sido la defensa de la paz Foto: tomada de Cubasí

Tengo un amigo que, por su trabajo como agente de protección, aprovecha mi llegada, en las primeras horas de la madrugada, tras la labor del diario, para abordar los más disímiles temas del espectro informativo. Gustavo tiene apellido (Fischer) anglosajón y de campeón mundial de ajedrez, aunque no tiene nada que ver con ninguna de las dos cosas.

«¿Me quieres decir cómo se mastica eso de que el país que nos acusa de patrocinar el terrorismo se siente a la misma mesa con nosotros para combatir ese flagelo?». Así, en la más nítida expresión del habla popular, mostró, sin disimulo, su incredulidad, que yo entendí como inconformismo.

Había leído la nota que daba cuenta de una reunión técnica sobre cooperación para el enfrentamiento al terrorismo, incluido el secuestro de aeronaves y embarcaciones marítimas y el empleo de redes digitales con fines violentos, que se desarrolló en La Habana entre el 27 y 28 de abril, últimos. En ella, por la parte estadounidense, participaron funcionarios de los departamentos de Justicia, Estado, Seguridad Interna y la Embajada en Cuba, y por la Mayor de las Antillas acudieron representantes de los ministerios del Interior y de Relaciones Exteriores, así como de la Fiscalía General de la República y de la Aduana General de la República.

Le dije que el «cuento» de país patrocinador del terrorismo es mucho más largo, que está políticamente motivado, o lo que es lo mismo: se incluye como piedra angular de los ataques de ese Gobierno contra el pueblo cubano y su Revolución.

Según la Sección 2656f (a) del Título 22 del Código de Estados Unidos, el documento tiene entre sus objetivos la determinación de los Estados patrocinadores del terrorismo, sobre los que recaen cuatro tipos de sanciones: prohibición de las exportaciones y ventas de armas; controles sobre las exportaciones de artículos de doble uso, que requieren notificación al Congreso de 30 días para bienes o servicios que podrían mejorar la capacidad militar del país o la capacidad para apoyar el terrorismo; y, léase bien: prohibiciones de asistencia económica y restricción financiera.

La arbitraria, espuria y unilateral lista se publicó por primera vez con James Carter en la Casa Blanca, en 1979. Entonces aparecieron relacionados Libia, Irak, Yemen del Sur y Siria, y desde entonces –¿casual o curiosamente?– Estados Unidos invadió o apoyó conflictos internos en Libia, Irak, Yemen del Sur, Siria y Afganistán, este último país aun cuando no ha estado en el catálogo terrorista porque la administración que lo engendró no reconoce al talibán como un gobierno legítimo y soberano.

Cuba apareció en el ilegítimo listado imperial en 1982, en época de Ronald Reagan, justo cuando se intensificaron la hostilidad y las ansias de someter a la Mayor de las Antillas por cualquier vía, incluyendo la de la agresión. Esa es una de las consecuencias, podría afirmarse que la más intencional de ellas, del informe sobre la tal «listica», pues pasa por crear un consenso en la opinión pública para implementar sanciones que pueden llegar hasta la intervención militar.

La mayor Isla del Caribe, que no patrocina ningún tipo de terrorismo, sino que lo combate, venga de donde venga, y ha sido víctima de este, incluso del auspiciado y aupado por Estados Unidos, no salió más de esa relación hasta que Barack Obama, en su segundo mandato presidencial, la excluyó, en 2015, no sin antes expresar que «Cuba se ha distanciado del terrorismo internacional; Cuba ha fortalecido su ley antiterrorista, especialmente en lo concerniente al lavado de dinero y financiación del terrorismo; Cuba ha facilitado negociaciones entre las farc y el Gobierno de Colombia; en Cuba continúan residiendo miembros de eta, pero no les han permitido participar en actividades terroristas; en Cuba residen fugitivos de la justicia estadounidense, pero aunque niega devolver a varios de ellos, ha sido de mayor cooperación con los Estados Unidos en los últimos años».

Obama, aunque sacó a Cuba de la lista, repitió la misma matriz de sus antecesores, pese a usar un lenguaje menos agresivo. Luego llegó a la Casa Blanca Donald Trump, dispuesto a barrer cualquier relación con la Isla, y fue eslabonando su tejido de hostilidad y de odio. En 2017 apareció el Memorándum Presidencial de Seguridad Nacional sobre el Fortalecimiento de la Política de los Estados Unidos hacia Cuba, que limitó al extremo la entrada de divisas para lograr la asfixia económica. En el 72 periodo de sesiones de Naciones Unidas calificó a Cuba de «régimen corrupto y desestabilizador».

No le bastó la arbitraria postura, y en 2019 afirmó que la Mayor de las Antillas «mantiene una estrecha colaboración con Estados patrocinadores del terrorismo», aunque no la incluyó en la lista. Pero se cancelaron las conversaciones de paz entre el Gobierno colombiano y el eln, a lo cual se unió el atentado contra la Escuela de Cadetes Santander, en Bogotá, y el ejecutivo que comandaba Iván Duque rompió el acuerdo y reclamó a los del eln que permanecían en Cuba. La Isla actuó de acuerdo con los protocolos.

A solo nueve días de concluir su mandato, el 11 de enero de 2021, Trump decidió incorporar a nuestro país a la injusta relación, a partir del pretexto de las reclamaciones de Colombia.

Biden sostuvo lo que hizo el republicano, con idéntico argumento, y desconoció que el actual presidente colombiano, Gustavo Petro, reanudó las negociaciones de paz con el eln, y desactivó el proceso de extradición para favorecer esa instancia de diálogo.

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Una simple ojeada a las sanciones que imponen las administraciones estadounidenses a los países que están en ese documento es un retrato de la agresividad que sufre hoy Cuba: bloqueo de créditos en el Banco Mundial e instituciones similares; permitir denuncias contra ellos en tribunales estadounidenses por daños civiles a las familias de víctimas del terrorismo; denegación de deducciones fiscales para sueldos cobrados en esos países; eliminación del duty-free a importaciones de esos países; posibilidad de prohibir a ciudadanos estadounidenses entablar relaciones financieras con esos países…

«Entonces, ¿de qué manera pueden compartir mesa acusador y acusado?», volvió a increpar Fischer, como lo haría cualquier cubano.

Es justamente la realización de este intercambio una de las expresiones más claras del compromiso del Gobierno cubano en la lucha contra ese flagelo, y del empeño en dar todos los pasos necesarios para combatir a sus perpetradores. Le recordé que la propia nota que leyó deja claro que con ello no se «contradice el más absoluto rechazo a la lista que emite el Departamento de Estado sobre este tema».

La presencia de Cuba como país patrocinador del terrorismo desconoce los 19 convenios internacionales suscritos por ella relacionados con el enfrentamiento a ese flagelo; que el territorio nacional jamás se ha utilizado para organizar acciones terroristas contra cualquier país; que no ha tenido participación ninguna en financiamiento de este tipo de acciones, que posee un expediente de cooperación bilateral que incluye devolución de terroristas, incluso en años recientes. Además, por esa absurda calificación de la nación caribeña, Estados Unidos prohíbe a los cubanos acceder al Sistema Electrónico de Autorización de Viaje (ESTA).

Lo que se persigue con esa etiqueta es recrudecer más la guerra económica contra Cuba, y engordar el también espurio propósito de tildarla como un Estado fallido. Pero al mundo no se engaña fácilmente, y pide a gritos la exclusión de la Mayor de las Antillas de ese engendro, en base a la manera en que ella se ha entregado por la paz mundial.

Para Cuba hay una sola posición, y la expresó el Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, en diciembre de 2022, en el mismo sitio en que la Patria fue herida por las garras terroristas del imperio, en Barbados. Allí, donde se registró el primer acto de ese tipo contra un avión civil en pleno vuelo, en el cual murieron 73 personas, dijo: «ratifico la más firme condena de Cuba al terrorismo del que hemos sido víctimas (…).  Denunciamos, en cuanta tribuna se abra a nuestra denuncia, que el mismo odio de los que garantizaron impunidad a los terroristas, mueve a quienes, en inaceptable ofensa a las víctimas, siguen causando dolor a Cuba, al poner su nombre en una espuria lista de auspiciadores del terrorismo».

En el Día de la victoria contra el fascismo, ¿trompetas nazis?

El 9 de mayo no puede ser una fecha más en el calendario. Si la humanidad se extravía en el laberinto del olvido, en el que preludian las trompetas del apocalipsis fascista, esta vez no sobrevivirá a la experiencia

Autor: Raúl Antonio Capote | internacionales@granma.cu

Los países europeos le deben a la URSS el eliminar la barbarie del fascismo en los años 40 del siglo xx
Los países europeos le deben a la URSS el eliminar la barbarie del fascismo en los años 40 del siglo xx Foto: RT

El 9 de mayo de 1945 la Alemania nazi capituló incondicionalmente ante el alto mando militar soviético y de los aliados, lo que aseguraba la derrota de las potencias del eje fascista en el teatro europeo.

Después de seis años de conflagración mundial, en la que intervinieron 61 Estados, abarcó a casi todas las regiones del mundo y costó la vida de millones de personas, parecía que la sierpe fascista nunca más volvería a levantar cabeza.

Dolor, sufrimiento y muerte fue el legado de la experiencia. Millones de personas sucumbieron en los campos de concentración del Tercer Reich, concebidos para matar, para quebrar el alma y convertir al mundo en un gran predio dominado por los arios, donde trabajarían como esclavos los de las llamadas razas inferiores.

Prisioneros de guerra soviéticos, comunistas, miembros de los grupos nacionales de resistencia, civiles polacos y soviéticos, judíos, romaníes, testigos de Jehová y homosexuales fueron el blanco predilecto de la barbarie.

En Auschwitz-Birkenau, Belzec, Chelmno (Kulmhof), Majdanek, Sobibor, Treblinka, etc., nunca se detenían las cámaras de gas; el humo de los crematorios anunciaba el destino fatal de las víctimas de la deshumanización y la locura. La maquinaria nazi, con presunción de macabra eficiencia, producía abono con las cenizas de los fallecidos y, aunque parezca espeluznante e inconcebible, hacían jabón con la grasa, aprovechaban la piel, los cabellos, los huesos, las prótesis de oro y plata.

No es un cuento de horror, es el fascismo que floreció al amparo de la ambición, el anticomunismo, el odio y las apetencias, siempre incontrolables, del capitalismo, que nació de la ignorancia y de la deshumanización de capas amplias de naciones «cultas», movilizadas por la xenofobia, el miedo y la propaganda «sabiamente» administrada.

Parecía que la bestia había sido exterminada para siempre. Sin embargo, los huevos de la serpiente fueron incubados en el regazo de la revancha y el olvido.

Renace el fascismo de la matriz generadora, levanta cabeza ante la complicidad de los mismos de antaño, esos que de nuevo asumen la política del avestruz, por connivencia y por conveniencia.

Desfilan con sus estandartes y entonan sus viejos himnos de odio, derriban los monumentos de la lucha contra el fascismo, rescriben la historia convirtiendo en héroes a carniceros sin alma, mientras amenazan al resto de la humanidad, a nombre de una «superioridad étnica» de la que creen ser representantes.

La desmemoria llega a tanto que, incluso, algunas víctimas hoy rinden homenaje a sus antiguos verdugos.

El 9 de mayo no puede ser una fecha más en el calendario. Si la humanidad se extravía en el laberinto del olvido, en el que preludian las trompetas del apocalipsis fascista, esta vez no sobrevivirá a la experiencia.

Girón y el camino hacia la gloria

La historia la escriben los vencedores    

Autor: César Gómez Chacón | internet@granma.cu

GIRON
Foto: Archivo de Granma

La actual carretera que enlaza la Autopista Nacional con Playa Girón debe recorrerse a poca velocidad. Es una sugerencia a quien desee aventurarse por este sendero de belleza natural indescriptible, que conduce a su destino directamente a través de la historia.

Llegar más rápido a la pequeña playa, situada en el extremo oriental  de Bahía de Cochinos, al sur de la región central de Cuba, es hoy mucho menos importante que desandar el tiempo y adentrarse en la leyenda de estos parajes únicos al sur de la región central de Cuba.

De pronto, la vía se convierte en un estrecho terraplén y, a ambos lados, como misterio inaccesible, se extiende la Ciénaga de Zapata, con su rumor de pantanos, mosquitos y cocodrilos agazapados. El sol tardará aún en salir, pero un ruido como de truenos allá en la lejanía, y extraños relámpagos en el cielo, atravesarán de pronto esta apacible madrugada… del 17 de abril de 1961.

Los olores de la guerra lo impregnan todo. La tierra, la pólvora y la sangre se mezclan con el estupor de esta primavera atacada a traición. Los rugidos de los cañones, de los obuses, de los tanques y de las explosiones del fuego enemigo, se confunden con el tableteo de las metralletas de los milicianos, el quejido de los heridos, y el silencio de los muertos. Los aviones pasan rasantes sobre la única vía de acceso rápido hacia Playa Larga y Playa Girón, llevan en sus alas las insignias de las FAR. ¡Son los nuestros! Los milicianos elevan sus brazos en señal de victoria, pero los buitres del odio hacen un giro inesperado y disparan. Lanzan bombas de napalm, y los proyectiles de sus cañones hacen surcos sobre el estrecho terraplén y en la piel de sus defensores. 

Arden los ómnibus, los camiones y los cuerpos. Los sobrevivientes se aferran al suelo y disparan, pero las naves agresoras ya salieron mar afuera. Sobrevuelan despavoridas la Bahía de Cochinos, donde apenas esta madrugada ha comenzado el desembarco.

Los jefes y comisarios políticos no dejan que decaiga el ánimo: ¡Arriba muchachos, Fidel ya viene en camino, Patria o Muerte y pa´lante!

Casi sin comer, a la orilla de la carretera y aún con el asombro en sus pupilas, los jóvenes y viejos milicianos apenas hablan. Un rato después, evacuados los heridos, salen como sonámbulos a desandar, metro a metro, el durísimo camino de la gloria, sí, el de la Patria o el de la muerte.

Aún quedarán largas horas de combate y heroísmo, hasta completar las menos de 70, que serán suficientes para derrotar los planes de la cia y el Pentágono, un intento absurdo por destruir con la fuerza de las armas –y con carne de traición– el deseo mayoritario de los cubanos, de tener finalmente un país libre y soberano.

Aún Nemesia, a sus 13 años, verá cómo el avión también ametralla a su familia, y las balas hieren de muerte a su mamá y a sus queridos zapaticos blancos, aquellos que el Indio Naborí convertirá en poema épico de urgencia y resurrección.

Aún los niños héroes de las «cuatro bocas» derribarán la nave mercenaria, y el piloto Carreras arremeterá con ráfagas de fuego intrépido contra los buques de desembarco, y cortará de raíz el vuelo de un B-26, que sembró muerte y desconcierto.

Y Fidel, desde el Central Australia, teléfono en mano, dirigirá minuto a minuto a sus comandantes rebeldes y a sus capitanes de combate: el Che en Pinar del Río, Raúl en el oriente, y el «Gallego» Fernández en el avance hacia el sur:

Curbelo, vamos a tumbar aviones, pero hoy hundan los barcos… Que despeguen los chorros… Tumben ese B-26 que está jodiendo, protejan la carretera entre el Australia y Playa Larga… Raúl, no te puedo precisar ahora, pero muy alertas ahí, mucho tanque y mucha antiaérea… Universo, el Che tiene seis baterías de cañones sin personal… Osmany, cuatro batallones, dos ligeros y dos pesados, sí, porque vamos a tomarlo todo… Aragonés, gordo: a las seis de la mañana está limpio todo eso, nosotros vamos a meterle de noche y con todo… ¿Almeida? avanzar algunas fuerzas por Jovellanos, para que combatan en la costa… Del Valle: ordena a Pedrito Miret que movilice por lo menos 12 cañones de los estudiantes universitarios… Fernández, ¿tú ya estás en Pálpite? ¿Seguro? –Seguro Comandante– ¡Ya ganamos!, le respondió Fidel.

El 19 de abril, el Jefe de la Revolución llegaba en un tanque T-34 hasta las arenas de Playa Girón. En la gran ensenada humeaban aún los buques y las barcazas mercenarias.

Por ella nadarían, desesperados, entre los manglares y la tierra firme, para entregarse a los milicianos con las manos levantadas y miedo entre las patas, los «valientes invasores» de la Brigada 2506, que habían recibido a su salida desde Nicaragua el encargo del dictador Somoza de llevarle unos pelos de la barba de Fidel.

Pero la historia la escriben los vencedores. Amanece sobre la carretera que hoy –perfectamente asfaltada– llega hasta el Museo y el centro turístico de Playa Girón. Es una vía de belleza extraordinaria; a cada lado, en el tramo entre el Central Australia y Playa Larga, se alzan, con humildad de lo verdaderamente simbólico, pequeños obeliscos. Es el homenaje de la Patria a los valientes combatientes, quienes en 1961 sellaron con sus vidas el camino hacia la gloria.

Batalla de Playa Girón: Testimonios Parte I

Por Redacción Razones de Cuba

Ramón González Suco (Jefe de escuadra del batallón 339 de Cienfuegos). Playa Larga

En diciembre de 1960 se destacó un grupo de milicianos de Cienfuegos en Playa Larga, en espera de que algo se produjera durante el cambio de gobierno de Eisenhower para Kennedy. Ellos abrieron trincheras en las arenas de la playa, y una de ellas en la roca o “diente de perro” de la punta oeste del citado balneario conocida como la “Punta de Brito” ¡claro, esta trinchera hubo que hacerla con la ayuda de un compresor de aire utilizado en las obras de la Villa Turística que allí se construía!

El 10 de abril de 1961 arribaron a Playa Larga cinco milicianos del Batallón 339 de Cienfuegos ¡Establecer un puesto de observación en la costa fue su objetivo! Junto a Suco (obrero eléctrico) que fungía como jefe, cumplieron la misión Israel Hernández (carpintero), Antonio Quintana (obrero agrícola), Rafael Aramillo (soldador) y Ricardo García (optometrista).

Los cinco milicianos que llegaron a Playa Larga escogieron como local para cumplir su cometido, una caseta de mampostería con techo de fibrocemento donde estaban los planos y la microonda (Motorola) de la obra constructiva, ubicada en la punta oeste de la playa, llamada Punta de Brito.

Cada media hora la planta dejaba escuchar la voz miliciana en su homóloga del Central “Australia”: “¡Playa Larga llamando a Australia… Aquí todo normal!”

Cuando se produjo el desembarco miliciano y después de un desigual combate, la sensatez les aconsejó a los milicianos y tres alfabetizadores, ocultarse en uno de los edificios (taquillas y baños colectivos para mujeres), y esperar la llegada del batallón 339. Esos locales no estaban terminados por lo que los materiales de construcción casi lo ocupaban todo. Junto a los milicianos se habían protegido allí, obreros de la obra y un grupo de guajiros.

Primer Disparo Miliciano Organizado de la batalla de Giron. Muy importante dado que de ahí se le ocasionó las primeras cuatro bajas al enemigo. Ello ocurrió en Playa Larga.

Y a partir de aquí los dejo con el testimonio de Ramón González Suco:

“Camino entre grandes cajas, tenso sin ver a nadie. Una sombra que se me encima me pone alerta. Un golpe en la nuca me hace sentir que se me escapan los ojos de las órbitas y caigo y caigo al suelo. Dos o tres fuertes golpes en la espalda me tienden a lo largo. Pierdo la noción de todo y un sabor a sangre me llena la boca. No veo y casi no puedo respirar. Voy volviendo poco a poco y siento que me llevan en vilo por brazos y piernas. Halan de mis barbas. Alguien grita que me pongan de pié y me enfrento a un mercenario con lentes de gruesos cristales. Es su Jefe de Inteligencia. Veo doble t casi no oigo. Me registran y sacan de mis bolsillos un carné de la Asociación de Jóvenes Rebeldes, un pase para entrar al Distrito Naval del Sur para las prácticas de las milicias y un retrato de mi madre. Ponen esos documentos en una cajita y plantean que ya me llamaran para interrogarme. Entre dos mercenarios me llevan para lo que sería la cocina del balneario, improvisada prisión donde ya hay varios carboneros y sus familias. Me ponen de frente a la pared parado con los brazos extendidos y me ponen un arma en los riñones. La cabeza me duele cuando se oyen los motores de aviones. Gritan alarmados que es avión enemigo. Tiroteo. El Barco Houston es alcanzado y encalla. No siento el arma en mi cuerpo y pruebo virarme y no hay nadie. Están aterrados y corren de un lugar a otro. Hace rato que se dieron cuenta, desde nuestros disparos, de que lo que les había dicho el instructor en Nicaragua era mentira. No desembarcarían y serían recibidos como salvadores, seguirían derecho, doblarían a la izquierda y desfilarían en La Habana como héroes. Los que desfilamos vencedores fuimos nosotros.

Me siento en el suelo como los demás. Creo perder la conciencia, todo se me enreda. Me saca de esa situación la mano de un alfabetizador sobre mi hombro. Se sienta a mi lado y con sus dieciséis años reclina su cabeza en mi hombro. Recuerdo su papel arreglando la ametralladora trabada. Dichosa ametralladora que les hizo las primeras bajas. Lo siento temblar y le pregunto si llora. Me dice que no pero tiembla. Se aprieta a mi lado. Traen a mis compañeros y al resto de los carboneros. Al rato entran dos mercenarios a congraciarse con campesinos y algún que otro trabajador de la Obra. Preguntan a uno de los trabajadores que de dónde era y él dice que de La Habana y del Cerro. El mercenario le pregunta si no conocía al Doctor Tal porque era Presidente del Instituto y novio de la hija de ese médico. El obrero dice que no. Plantean que sólo los militares serían juzgados que después que todo se aclare serían liberados puesto que el Ejército que los combate no usaban uniformes y que si hubiera sido Fidel el que hubiera desembarcado ya los hubiera fusilado a todos. Se fija en el alfabetizador que está a mi lado y le dice: ¿Y de qué es ese uniforme? De alfabetizador responde el muchacho ¿y eso qué es? Enseño a leer al que no sabe recalca el joven ¿Y eres Comunista? No, soy fidelista. Pero todos los que simpatizan con Fidel son comunistas… Bueno, entonces seré comunista sin saberlo pero soy fidelista, concluye el alfabetizador. El mercenario empuja con la punta del fusil al joven y se marchan de mala cara. Buena lección de una nueva generación.

Contra lo que puede suponerse nadie ha hecho relaciones con los invasores. Un carbonero que siempre estaba borracho llamado “Guasasa”, estaba con nosotros y todavía le duraba la borrachera del día anterior, y en un momento de silencio nos mira y nos dice: ¡Guajiro no te preocupes, que ahorita llega “El Caballo” y se acaba todo esto! Hermoso gesto de confianza en gente tan humilde.

Ya es de noche y un tanque nuestro, aprendido a manejar el día antes, comete un error enciende las luces y es alcanzado en una estera por un bazookazo. Traen preso al tanquista quien entra a empujones con gestos airados. Nos ve y nos abraza. Entra el Jefe mercenario de la Playa y lo manda a buscar. Lo acompañamos. Le pregunta que cuantos tanques vienen. Contesta en alta voz que lo que viene por ahí ni cien invasiones como ésta lo aguantan. El Jefe mercenario calla y al rato pregunta a un campesino con gorra de chofer a qué distancia está Girón. A cuarenta minutos le contestan y exclama sin recato: ¡Nos han embarcado! A las pocas horas abandonaban Playa Larga en dirección a Girón. Hay pánico. Se van, gritan con júbilo los campesinos. Vemos camiones cargados de mercenarios que se atascan en la arena y que golpean con las culatas las manos de los que están en tierra. Se van. Ni nos llevan de rehenes ni el hermano del que murió en el desembarco nos puede ajusticiar como había amenazado”.

Por Julio Antonio Amorín Ponce

Nacionalización de empresas yanquis: Cuba no les debe

Contrario a lo que dicen algunos por desconocimiento, y otros de mala fe, el gobierno cubano no robó las propiedades expropiadas o nacionalizadas de ciudadanos estadounidenses, cubanos o de otras nacionalidades

Autor: Delfín Xiqués Cutiño | archivo@granma.cu

Primera plana del periòdico Hoy.
14 de octubre de 1960.
Consecuente con el Programa del Moncada, el Gobierno Revolucionario promulgó las leyes de nacionalización, en aras del beneficio popular. Foto: Archivo Granma

Luego del triunfo de la Revolución Cubana, en enero de 1959, comenzó en el país un proceso de «confiscación de las propiedades» como medida sancionadora a los principales personeros de la tiranía batistiana, a las personas o sociedades que cometieron delitos contra la economía nacional, y contra aquellos que se enriquecieron ilícitamente al amparo del poder público.

A tales efectos, el 3 de enero de 1959 se constituyó el Ministerio de Recuperación de Bienes Malversados, que era el organismo encargado de proceder a investigar las propiedades que se consideraran susceptibles de ser intervenidas o decomisadas.

La Gaceta Oficial cubana publicó en junio de 1960 un listado con los nombres de más de 3 000 personas jurídicas y naturales cuyas propiedades fueron confiscadas, y de otras 4 000 que estaban siendo investigadas por los auditores en el periodo 1959-1960.

Existe una gran diferencia entre la confiscación, la nacionalización y la expropiación de las propiedades en Cuba. En el caso de las estadounidenses fueron nacionalizadas y expropiadas, no confiscadas.

  • La confiscación, comiso o decomiso, en Derecho, es el acto de incautar o privar de las posesiones o bienes sin compensación, pasando ellas al erario público.
  • La nacionalización es el paso forzoso del derecho de propiedad de un bien de particulares al Estado, en virtud de una disposición de un órgano estatal competente, con derecho a recibir una indemnización.
  • La expropiación es la transferencia de carácter coactivo, de la propiedad privada desde su titular al Estado, con derecho a recibir una indemnización.

La Ley de Reforma Agraria se firmó el 17 de mayo de 1959 en La Plata, Sierra Maestra, por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz y el Consejo de Ministros del Gobierno Revolucionario.

La Ley establecía, entre otras medidas, «que las fincas rústicas mayores de 30 caballerías, según se hallen en producción extensiva, o intensiva, respectivamente, serán expropiadas en cuanto al área que exceda esos límites a los efectos de ser distribuidas entre los campesinos que laboren dichas tierras, y su valor pagado con bonos de la Reforma Agraria, redimibles 20 años con un interés anual del 4,5 %».

A los 25 días de haber sido promulgada la Ley de Reforma Agraria, el Departamento de Estado de Estados Unidos envió una nota a Cuba en la que expresaba, entre otras cosas, su reconocimiento al derecho de la Isla a tomar posesión de su tierra:

«Los Estados Unidos reconocen que bajo la ley internacional un Estado tiene derecho a tomar la propiedad dentro de su jurisdicción para fines públicos en ausencia de un tratado o convenio en contrario (…)».1

Así las cosas, el Gobierno Revolucionario, amparado por el pueblo, dictó la Ley No. 851 de 6 de julio de 1960, que facultaba al Presidente de la República y al Primer Ministro para disponer, mediante resoluciones conjuntas, las nacionalizaciones, por vía de la expropiación forzosa, de las propiedades estadounidenses en Cuba.

Más tarde promulgó la Ley No. 890 de 13 de octubre de 1960, que disponía la nacionalización mediante expropiación forzosa del resto de las corporaciones extranjeras y sus subsidiarias en Cuba, así como de las grandes compañías en manos de ciudadanos cubanos.

En la Ley No. 891 de 13 de octubre de 1960, el Gobierno Revolucionario dispuso la nacionalización de los bancos cubanos y extranjeros, con exclusión de los canadienses (cuya nacionalización se llevó a cabo a través de la compra de sus activos), y la liquidación del Fondo de Estabilización de la Moneda y del de Hipotecas Aseguradas.

Contrario a lo que dicen algunos por desconocimiento, y otros de mala fe, el Gobierno cubano no robó las propiedades expropiadas o nacionalizadas de ciudadanos estadounidenses, cubanos o de otras nacionalidades.

La Ley No. 851 estableció la forma y el modo de indemnizar el valor de las propiedades de personas naturales o jurídicas nacionales de Estados Unidos que fueran objeto de nacionalización. Cuba siempre estuvo, y está, en disposición de resarcir a los propietarios afectados, pero también al Gobierno cubano le deben la mayoría de esas empresas.

Por ejemplo, el valor de una propiedad se determinaba a partir de la cotización en el mercado utilizando el precio de la propiedad declarado por su propietario bajo juramento antes del 10 de octubre de 1958. Es lo legal.

Pero la mayoría de las grandes empresas yanquis desde hacía años, en connivencia con funcionarios corruptos, actuaron de forma ilegal y devaluaron sus propiedades para pagar menos impuestos.

En este sentido, tenemos el caso de la hacienda Sevilla: El superlatifundio de la hacienda Sevilla en el término municipal de El Cobre, lo administraba la firma estadounidense Cuban Development Company. Era una de las primeras propiedades sujeta a trámite legal de expropiación y en sus áreas (8 897 caballerías de tierra) vivían aproximadamente unas 6 000 familias campesinas.

En los documentos oficiales de la hacienda aparecía que se había inscrito en amillaramiento por un valor de 175 000 dólares, y no por el de 5 000 000, que pretendía que ahora se certificara y abonara el Gobierno cubano. Desde hacía años habían devaluado la propiedad para pagar menos impuestos.

No obstante lo anteriormente expuesto, los representantes de la hacienda Sevilla presentaron ante la Comisión de Reclamaciones Extranjeras de Estados Unidos en Washington d.c., una Certificación de Pérdida No. 20579 de los demandantes por un monto del valor de la propiedad de 1 250 000 dólares, con fecha 16 de septiembre de 1970, y no por los cinco millones que reclamaban al inra.

También debemos recordar que el 29 de junio de 1960 las empresas estadounidenses Texaco, Esso y Shell se negaron a procesar el crudo adquirido por Cuba en la antigua urss y también fueron intervenidas por el Estado cubano.

En medio de estas agresiones económicas se produce el lockout (cierre patronal), el abandono de los centrales Chaparra (Jesús Menéndez), Delicias (Antonio Guiteras) y el Mercedita (Augusto César Sandino), por parte de la empresa azucarera The Cuban American Sugar Mills Co.

Los habían devaluado y no tenía sentido establecer una reclamación que terminaría en una deuda fiscal del reclamante por encima del costo real de cada uno de los centrales. Por eso fueron abandonados.

Y, por si fuera poco, en un litigio por un cargamento de azúcar valorado en 175 250,69 dólares, que Cuba reclamaba su pago desde agosto de 1960 a los representantes de la Compañía Azucarera Vertientes-Camagüey de Cuba, que había sido nacionalizada, el Tribunal Supremo de Justicia de Estados Unidos fallaba a favor del Estado cubano al dictaminar, el 23 de marzo de 1964, lo siguiente: «Todo Estado soberano está obligado a respetar la independencia de cada uno de los otros estados soberanos y los tribunales de un país no deben juzgar los actos de gobierno de otro país realizados dentro de su propio territorio. La reparación de agravios por razón de tales actos debe obtenerse por medio de los canales abiertos a la disposición de las potencias soberanas en sus relaciones entre sí…». 2

Con la llegada del presidente Donald Trump a la Casa Blanca, se activó el Título iii de la llamada Ley Helms-Burton (que durante 23 años permanecía inactivo), mediante el cual se favorece a los antiguos dueños de propiedades que fueron nacionalizadas en Cuba, incluyendo ciudadanos cubanos devenidos con el tiempo estadounidenses, la posibilidad de demandar ante los tribunales de Estados Unidos a aquellas personas naturales y jurídicas que, de alguna forma, tuvieran contacto con dichas propiedades, a lo cual la ley califica de «tráfico».

Entre los objetivos centrales de la ley Helms-Burton ha estado entorpecer las relaciones económicas, comerciales y financieras de Cuba con terceros países y afectar su capacidad de atraer inversión directa de capital extranjero para su desarrollo. Específicamente su Título iii constituye una agresión a la independencia de Cuba y a la soberanía del resto de los países, por sus intenciones de aplicar la jurisdicción estadounidense extraterritorialmente.

Fuentes:

(1) Revista Bohemia, No. 25, 21 de junio de 1959, pág. 76.

(2) Las nacionalizaciones, los tribunales norteamericanos y la Enmienda Hickenlooper, doctora Olga Miranda, Revista Cubana de Derecho, No. 12, 1997.

Reclamaciones por Propiedades Expropiadas en Cuba: Informe de Recomendaciones Legales, Rolando Anillo-Badía.

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Raúl y Almeida, comandantes del corazón de la Sierra Maestra

Junto al aporte a la victoria supieron ganarse la confianza y el apoyo del pueblo

Autor: Eduardo Palomares Calderón | internet@granma.cu

Dia del Miliciano. Raúl y Almeida compartieron el júbilo con los tanquistas en su aniversario victorioso. Foto: 16/04/1995 Raul6469
Fidel reconoció las altas dotes de jefes militares y políticos que Raúl y Almeida desplegarían, con creces, en los territorios bajo su mando. Foto: Liborio Noval

La historia iluminaría, aquel 27 de febrero de 1958, los nombres de los fogueados capitanes rebeldes Raúl Castro Ruz y Juan Almeida Bosque, con su ascenso al grado de comandante hace hoy 65 años, por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz; orden que, a su vez, los establecía como jefes de las nuevas columnas guerrilleras 6 y 3, respectivamente.

Con la victoria y la elevada moral de los combatientes en el segundo combate de Pino del Agua, había llegado la hora de extender las fuerzas del Ejército Rebelde hacia otros territorios, como el norte de la entonces provincia de Oriente, y el este de la propia Sierra Maestra.

A sus 26 años, Raúl poseía la madurez del Moncada, del Presidio Modelo, del Granma y Cinco Palmas, de La Plata, Uvero y los demás importantes combates sostenidos hasta entonces.

Recién cumplidos los 31 años, Almeida era igualmente el joven asaltante del Moncada, que del Presidio Modelo marchó a México, regresó en el Granma y en Alegría del Pío se irguió como un Maceo al gritar: «¡Aquí no se rinde nadie c…!»; era del mismo puñado de Cinco Palmas, y quien en el violento combate de Uvero avanzó de pie hasta ser paralizado por un disparo en el pecho.

Sobrados méritos reunían uno y otro para la misión recibida. Por la cercanía del punto de partida en el campamento de Pata de la Mesa, Almeida fue el primero en ocupar la zona asignada, y el 6 de marzo crea en Puerto Arturo, con 57 efectivos, el Tercer Frente Mario Muñoz, donde tendrían lugar más de 200 acciones de guerra victoriosas en los 6 000 kilómetros cuadrados que llegaría a abarcar.

Después de un largo periplo que incluyó el cruce de la Carretera Central, el 11 de marzo arriba Raúl con sus 67 combatientes, más 11 incorporados durante la marcha, al sitio conocido como Piloto del Medio, para dejar abierto el Segundo Frente Oriental Frank País, el cual sostendría más de 250 acciones combativas en los 12 000 kilómetros cuadrados que llegó a controlar.

En esa concepción estratégica de lucha, Fidel no solo reconoció el valor y la fidelidad a toda prueba de los nuevos comandantes, sino que, por demás, apreció cabalmente en ellos las altas dotes de jefe militares y políticos que desplegarían con creces en los territorios bajo su mando, donde junto al aporte a la victoria  supieron ganarse la confianza y el apoyo del pueblo.

La base yanqui en Guantánamo es fruto del servilismo hace 120 años

El 16 de febrero de 1903 el Gobierno de Estrada Palma cedió, para la Base Naval en Guantánamo, un área de 117,6 kilómetros cuadrados del territorio nacional, que permanece ocupada desde entonces, en contra de la voluntad del pueblo cubano

Autor: Pedro Ríoseco López-Trigo | internet@granma.cu

Caricatura de la ilegal Base Naval de Guantánamo
Foto: Martirena

El 16 de febrero de 1903 el entonces presidente de Cuba, Tomás Estrada Palma, traicionó las ideas de José Martí y del Partido Revolucionario Cubano que ayudó a fundar, al firmar la cesión del territorio de Caimanera a Estados Unidos, para implantar una base naval contra la voluntad nacional.

De esa manera, hace 120 años, el Gobierno de Estrada Palma cedió, para la Base Naval en Guantánamo, un área de 117,6 kilómetros cuadrados del territorio nacional, que permanece ocupada desde entonces, en contra de la voluntad del pueblo cubano.

El injerencista Convenio para las Estaciones Carboneras y Navales surgió a partir de la imposición de una enmienda constitucional para Cuba, aprobada por el Congreso de ee. uu. y firmada por el Presidente William McKinley, en marzo de 1901, que se conoció como Enmienda Platt, mientras el territorio cubano estaba ocupado por el ejército de ese país.

La Enmienda Platt fue un apéndice de ocho artículos al proyecto de Ley de los Presupuestos del Ejército, aprobado por el Congreso de Estados Unidos e impuesto a la primera Constitución de la República de Cuba, elaborada por la Asamblea Constituyente de 1901, bajo la amenaza de que, si no la aceptaba, Cuba seguiría ocupada militarmente.

El Artículo VII de esta Enmienda establecía la cesión de porciones de suelo cubano para ubicar estaciones navales norteamericanas «para poner en condiciones a los Estados Unidos de mantener la Independencia de Cuba y proteger al pueblo de la misma, así como para su propia defensa».

Más insultante aún era el Artículo III, que «concedía a Estados Unidos el derecho de intervenir militarmente en la Isla cuando peligraran (a su juicio) la vida, la propiedad o las libertades individuales».

Y advertía al Gobierno de Cuba que «los Estados Unidos pueden ejercer el derecho de intervenir para la conservación de la Independencia cubana, el mantenimiento de un Gobierno adecuado para la protección de vidas, propiedad y libertad individual y para cumplir las obligaciones que, con respecto a Cuba, han sido impuestas a los Estados Unidos por el tratado de París, y que deben ahora ser asumidas y cumplidas por el Gobierno de Cuba».

También, en su Artículo VI se aprovecharon del error geográfico en el Tratado de París de referirse a Cuba como una isla y no un archipiélago, para disponer que el status de Isla de Pinos (actual Isla de la Juventud) sería determinado en un futuro acuerdo con Estados Unidos.

Estrada Palma, luego de la muerte en combate de Martí, quedó como Delegado del Partido Revolucionario Cubano (PRC), y fue nombrado agente en el exterior de la República en Armas, en la Asamblea de Jimaguayú.

Permaneció en Estados Unidos hasta mucho después de ocupada la Isla por el ejército norteamericano. En este periodo, una de sus pocas acciones públicas fue la decisión unilateral, irresponsable e inconsulta de disolver el PRC, en diciembre de 1898, al considerar cumplidos los objetivos que dieron lugar a su creación.

En inteligencia abierta con los estadounidenses durante la ocupación, Estrada Palma le recomendó al General en Jefe Máximo Gómez la disolución inmediata y sin compensación monetaria del Ejército Libertador, y le dijo que sus gestiones para obtener el reconocimiento de los haberes de los militares ante el presidente McKinley habían resultado inútiles.

Sugería que los mambises se emplearan como obreros en los ingenios, solución para la cual estaba ya en trato con los hacendados de Cuba.

Máximo Gómez se negó rotundamente a disolver el Ejército mambí sin una compensación monetaria, y le respondió en una carta: «Razones de orden público, de alta política, de moralidad, me decidieron a oponerme y a seguir oponiéndome a que nuestros soldados, que tantas pruebas de abnegación han venido dando, regresen a sus hogares destruidos, a sus campos yermos, sin un centavo en el bolsillo (…)».

Con el visto bueno de Estados Unidos, Estrada Palma se convirtió en candidato a las primeras elecciones cubanas y las ganó, comicios en los cuales tuvo como único oponente al Mayor General del Ejército Libertador cubano y último presidente de la República en Armas, Bartolomé Masó, quien se retiró, finalmente, por falta de garantías electorales.

Tomás Estrada Palma fue presidente de la República de Cuba de 1902 a 1906, resultando electo en las primeras elecciones celebradas, bajo supervisión norteamericana.  Gobernó con austeridad extrema, pero con absoluto servilismo hacia los intereses de la Casa Blanca yanqui.

Próximo a concluir su mandato, decidió aspirar a la reelección, para lo cual se valió de la fuerza del poder y del fraude, lo que motivó que los seguidores del opositor Partido Liberal se alzaran en armas. Cuando se percató de que la revuelta popular amenazaba con derrocarlo del poder, prefirió solicitar al Gobierno norteamericano la intervención militar. Poco después renunció a la Presidencia para facilitar la entrega de los destinos del país a EE. UU., que ocupó Cuba por segunda ocasión.

La devolución de los terrenos que ocupa la Base Naval de Estados Unidos en Guantánamo ha sido un reclamo permanente de la Revolución Cubana, desde 1959.  Cuenta con el respaldo del pueblo cubano y de la comunidad internacional. Es una espina clavada en el corazón de la Patria.

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27 de noviembre: la inocencia que hasta hoy clama

Por Redacción Razones de Cuba

Imagen de Razones de Cuba

A 151 años del horrendo fusilamiento en La Habana de ocho inocentes estudiantes de Medicina, el 27 de noviembre de 1871, ellos vuelven a la memoria de Cuba y en especial de sus jóvenes, con la fuerza redentora del homenaje a sus vidas truncadas en flor y a la inocencia,  que hoy clama justicia todavía.

“Cadáveres amados los que un día ensueño fuisteis de la Patria mía”, escribió José Martí pensando en ellos, un dolor que le fue muy próximo como cubano y amigo del alma de Fermín Valdés Domínguez, uno de los estudiantes juzgados en el sumarísimo proceso del cual, con suerte casi providencial, saliera con la pena de cárcel.

Ese crimen sin nombre, tal vez la mancha más abominable del colonialismo en la Isla, fue resultado del incremento de la represión y el odio de un sistema carcomido seriamente por la pérdida de la mayor parte de sus vasallos en América,  y desafiado aquí por el comienzo de la primera guerra de independencia desde el 10 de octubre de 1868.

Para ello había creado el famoso cuerpo represivo llamado Voluntarios de La Habana, formado por peninsulares y criollos apóstatas, los más violentos y reaccionarios servidores del gobierno español, que fuera el instrumento más visible de la trama y la ejecución del salvaje escarmiento a los cubanos en plan de rebeldía.

No hay que engañarse pensando, empero, que en un momento dado los Voluntarios se les fueron de las manos a los gobernantes hispanos y los pusieron contra la pared, a fin de conseguir saciar su irracional sed de sangre.

La fuerza paramilitar representaban correspondía fielmente a los intereses de la Corona y ambos eran uno en cuanto a la defensa de los intereses de esta. Ese batallón de infames se desempeñó fundamentalmente, libre y aupado por los gobernantes, desde 1855 hasta 1898.

Así fue como, tras dos juicios de guerra de rapidez fulminante, ocho jóvenes que cursaban el primer año de Medicina en la Universidad capitalina, fueron condenados a muerte y fusilados en la Explanada de la Punta -hoy ubicada en Malecón y Prado-, bajo la acusación falsa de infidencia por haber dañado el sepulcro del periodista y furibundo defensor de la causa española, Gonzalo de Castañón.

Los nombres de los inmolados apenas al llegar a la juventud eran Anacleto Bermúdez, Angel Laborde, José de Marcos, Juan Pascual Rodríguez, Alonso Alvarez de la Campa, Carlos de la Torre, Eladio González y Carlos Verdugo.  Los tres últimos  habían sido incluidos por sorteo en la sentencia, para satisfacer a los Voluntarios de La Habana, quienes veían en Castañón un ícono, cuando realmente era un “hombre de odio”, como lo calificara el Apóstol.

En medio de esa sociedad aherrojada por el colonialismo, ese cuerpo represivo había protagonizado una triste asonada el 22 de enero de 1869, en una representación picaresca del Teatro Villanueva, en la cual masacraron a inocentes. Parece que ya estaban necesitando incrementar el nivel de sus escarmientos y actos comunes de terror.

Por eso le vino de perilla el suceso protagonizado por un grupo de jóvenes estudiantes en la tarde del viernes 24 de noviembre de 1871.

Impacientes por la tardanza de su profesor de Anatomía, algunos chicos del primer curso de Medicina de la Universidad de La Habana, decidieron salir del Anfiteatro, en tanto otros cruzaron al cercano Cementerio de Espada, ubicado en la calle San Lázaro.

Unos decidieron recorrer sus patios, mientras otros se dedicaron a jugar con el carro que transportaba los cadáveres desde el camposanto hasta la sala de disección docente. Uno arrancó una flor de una ofrenda depositada en un recipiente.

Aquella algazara inapropiada causó el enojo del vigilante, a quien preocupaba sobre todo  la integridad de los jardines y sembrados. Esto lo llevó, sin embargo, a una acción vil y extrema: acusarlos ante el gobernador político de haber arañado el cristal de la tumba de Gonzalo de Castañón.

Con rapidez en volandas el gobernador ordenó el apresamiento de los jóvenes, que en un principio fueron los 46 estudiantes que esperaban al profesor ausente.

Se realizó el primer Consejo de Guerra y bajo las falsas acusaciones se impusieron penas severas, pero no se llegó al dictamen de penas de muerte. En el juicio a los alumnos inocentes descolló la actuación del abogado defensor, el digno oficial del ejército español Federico Capdevila, quien echó rodilla en tierra por el pundonor y la lealtad al oficio.

Pero entonces entró en acción la barbarie. Los Voluntarios de La Habana no aceptaron el veredicto y se amotinaron con gran violencia, amenazando con revueltas, frente al edificio donde se había celebrado la primera vista.

Rápidamente tuvo que efectuarse un segundo proceso, destinado a complacer a los odiadores y sicarios, que  impuso la pena capital para los jóvenes citados. Once  fueron condenados a seis años de prisión, 20 a cuatro y cuatro a seis meses.

Uno de los encarcelados, Fermín Valdés Domínguez,  pudo terminar la carrera en España tras cumplir la sentencia, y al regresar a la Isla amada ejerció la profesión y se consagró a buscar el sepulcro prohibido y desconocido de sus compañeros, una fosa común fuera del cementerio, inclusive vedada a sus familiares. Lo halló tras una búsqueda larga, riesgosa y abnegada.

Siendo muy jóvenes José Martí y Fermín Valdés Domínguez denunciaron con coraje el crimen horrendo y el inhumano presidio político en Cuba, apenas al llegar a su exilio en la metrópolis, mientras estudiaban carreras diferentes en la Universidad de Zaragoza.

Todavía el alma cubana se estremece y llora por los ocho estudiantes inocentes. Ni muertos ni olvidados, viven en los corazones del pueblo. Y más, en tiempos en que descendientes de aquellos sicarios y mercenarios coloniales, han pretendido manchar, inútilmente, su memoria. 

La guerra biológica contra Cuba

Cuba Contra Cuba Historia Contrarrevolución

La pupila asombrada.- El dengue hemorrágico y su introducción en Cuba por la CIA.

Ciencia cubana vs Bioterrorismo

Martha Pon – Capitán San Luis

El futuro de nuestra Patria tiene que ser, necesariamente, un futuro de hombres de ciencia, de hombres de pensamiento. Fidel Castro

Cuba es ejemplo ante el mundo por los importantes logros en la ciencia y por la colaboración internacional en las diferentes ramas de la salud. Hombres y mujeres que trabajan en los órganos científicos del país y fuera de estos, se esfuerzan diariamente por salvar al género humano de las consecuencias de la llamada “ciencia sin conciencia”, como formulara Rabelais en el siglo XVI. Y es que nuestro pueblo ha sido objetivo de ataques bioterroristas durante los ya 60 años de Revolución. En un estudio realizado en Estados Unidos sobre los aspectos del desarme de la guerra química, biológica y radiológica, se menciona una lista de patologías contra personas, animales y plantas como armas para la guerra biológica y se reconoce el uso de estos medios como muy “efectivos” para acciones encubiertas.

La Editorial Capitán San Luis publicó en el 2008 el libro La guerra biológica contra Cuba, de Ariel Alonso Pérez donde aparecen las historias de esa guerra biológica a la que hemos sido sometidos.

Confesiones de un ex oficial de la CIA sobre las agresiones de bioterrorismo contra Cuba

En agosto de 1983, un ex oficial de la CIA reveló en visita no oficial a Cuba elementos muy interesantes sobre las acciones de bioterrorismo contra nuestro país, así como algunos de sus aspectos metodológicos. Asimismo mencionó hechos relacionados con algunos casos detectados, explicando lo siguiente:

Que conoció sobre la introducción del dengue en Cuba y los preparativos de un dispositivo de enmascaramiento —simulando un bombillo— para entrar, de forma ilegal, parte del material biológico a través del Aeropuerto Internacional José Martí. Justamente a menos de dos kilómetros de ese lugar se produjo el foco inicial en Ciudad de La Habana.

Que una colega le había manifestado que se estaba preparando una acción encubierta contra Cuba, relacionada con el uso biológico, que traería serias afectaciones a la población cubana.

Esta fuente le había dado los nombres de varias personas que participarían en la acción y le habría dicho que el grupo era de unas 10 ó 20 personas, la mayoría médicos y especialistas. Que una parte de los encargados de introducir el material en Cuba lo harían, probablemente, a través de Canadá —como turistas y con pasaporte falso—.

En 1980, en conversación con otra doctora que participó en la acción, ella le había manifestado: “Ahora nosotros tenemos el poder y el control sobre ellos —los cubanos— de la forma que queramos y no pasará mucho tiempo para que tengamos pruebas de lo que nuestros amigos hicieron en Cuba”.

Sobre la fiebre porcina africana manifestó que —aunque no conocía los detalles de la acción— sabe que la CIA tuvo que ver con eso y conoció de un experimento que se efectuó en el propio territorio de Estados Unidos de América, donde se inoculó a un grupo de cerdos, para ver el comportamiento de la cepa.

Sobre los aspectos metodológicos y las normativas para la utilización de los medios biológicos, dio a conocer que:

•       Los oficiales que trabajan contra Cuba hacen la propuesta tomando en cuenta la información que tienen, y la afectación político-económica que produciría esa acción.

•       Se utiliza como manto o fachada para las investigaciones sobre esas enfermedades a las Fuerzas Armadas de Estados Unidos de América, tratando siempre de realizar los experimentos en condiciones similares a las de nuestro país, para conocer cómo se comportaría y se propagaría, así como otros detalles.

•       A tal efecto, la CIA y las Fuerzas Armadas cuentan con casi todas las cepas de las más disímiles enfermedades, dado que la CIA tiene estrechas relaciones con las principales instituciones científicas del gobierno estadounidense.

•       La introducción se realiza a través de personas —o agentes— de alta confianza, a quienes no se les da una clara definición de la actividad que van a realizar. Deben enmascararse para que no aparezcan como estadounidenses ni que proceden de ese país. Utilizan mucho los viajes desde Canadá y la aviación.

•       Se garantiza, además, que estas personas no tengan ningún contacto con las representaciones diplomáticas, en este caso la SINA (Sección de Intereses estadounidense en Cuba).

•       Significó que el aspecto económico se considera mucho, que la acción debe causar grandes pérdidas, y las consecuencias, crear problemas políticos o tener una repercusión en este sentido.