El pueblo cubano ha sido víctima del terrorismo de los sucesivos gobiernos estadounidenses, que ha incluido la explosión de un avión en pleno vuelo. Foto: Ricardo López Hevia
La administración de Joe Biden publicó este martes el Informe de Estados Unidos sobre el terrorismo y mantuvo, en la espuria lista, la designación de Cuba como Estado patrocinador del terrorismo.
El verdadero propósito de calumniar a la Isla como «terrorista es justificar el bloqueo ilegal de Estados Unidos contra Cuba», condenó la Red Nacional sobre Cuba, en su cuenta en Twitter, en la que afirma que esa política es cada vez más rechazada en ese país.
Fue el gobierno de Ronald Reagan, en 1982, el que incluyó, por primera vez, a la Mayor de las Antillas en esa relación; en 2015, la administración de Barack Obama la excluyó, y luego, en su última semana en el cargo, y días antes de que Joe Biden asumiera, el expresidente Donald Trump volvió a poner a Cuba en ese catálogo imperial, el 12 de enero de 2021.
Biden ha ratificado esa condición y ahora vuelve a hacerlo, a pesar de que dijo, en su campaña electoral, que revertiría las sanciones más severas de Trump y volvería a las políticas de normalización de la administración de Obama, pero no ha cumplido.
Ni el gobierno de Reagan ni los que vinieron después, y tampoco el de ahora, mostraron evidencias sobre esos «actos». Cuba no tiene un ápice de política terrorista, ha tenido una posición frontal contra a ese flagelo. Lo que sí le ha sobrado son los efectos del terrorismo, auspiciado, justamente, por el Gobierno que se abroga el derecho de acusarla.
Desde 1959, el pueblo cubano ha sido víctima del terrorismo de Estado de los sucesivos gobiernos estadounidenses, que ha incluido la explosión de un avión en pleno vuelo, invasión a su territorio, objeto de guerra biológica y del acto más flagrante de violación de los derechos humanos, un bloqueo que intenta matar por hambre y desasosiego a la población de una nación.
Cuba, en lugar de exportar armas a todo el mundo, tiene una larga historia de internacionalismo de salud en todos los confines del mundo. ¿Por qué un país que esparce salud por todo el planeta es señalado como patrocinador estatal del terrorismo? ¿No es un acto de terror negarle a un pueblo la posibilidad de comprar el oxígeno en plena pandemia de la COVID-19, como hizo Estados Unidos con Cuba?
La verdad se las dijo el líder histórico de la Revolución Cubana Fidel Castro Ruz, el 17 de mayo de 2005: «El terrorismo en el más moderno y dramático concepto, con el apoyo de sofisticados medios técnicos y explosivos de gran potencia, fue creado y desarrollado por los propios gobernantes de Estados Unidos para destruir nuestra Revolución».
Estados Unidos no tiene moral para acusar a Cuba. Tiene el tejado de vidrio.
No existe sustento alguno para que Estados Unidos mantenga a Cuba en su lista de países que patrocinan el terrorismo. Así lo expresaron Noam Chomsky, lingüista, filósofo y activista político, y Vijay Prashad, director del Instituto Tricontinental de Investigación Social, y corresponsal en jefe de Globetrotter Media, en un artículo en ese portal. El texto subraya que la Isla exporta salud, no aquel flagelo, responsable de muerte y sufrimiento para el mundo.
Recordaron que la Mayor de las Antillas, con poco más 11 millones de habitantes, ha sufrido durante más de 60 años un bloqueo económico, comercial y financiero, impuesto, y ahora recrudecido por Washington. Sin embargo, destacaron que, a pesar de ello, ha podido superar las indignidades del hambre, la mala salud y el analfabetismo, las tres plagas sociales que siguen afectando a gran parte del planeta.
La inclusión de Cuba en la espuria lista, en los días finales de la administración Trump, fue un acto de venganza. El magnate, entonces presidente, dijo que era porque la nación caribeña acogió a grupos guerrilleros de Colombia, que en realidad era parte de su rol como anfitrión de las conversaciones de paz de ese país latinoamericano, destacaron los autores.
Durante los dos años del gobierno de Joe Biden «se ha mantenido la política vengativa de Trump, que castiga a Cuba, pero no por terrorismo, sino por promover la paz», sostuvieron Chomsky y Prashad, quienes opinaron que el actual gobernante «puede, de un plumazo, eliminar a Cuba de esa lista. Es tan sencillo como eso. Cuando era candidato a la presidencia, dijo que revertiría las sanciones más duras de Trump. Pero no lo ha hecho».
Con Filo.- Para los revolucionarios, la falta de coherencia es un pecado capital. El oportunismo y el doble estándar son manifestaciones incompatibles con los ideales que debemos defender. Pero para nuestros enemigos, la incoherencia es un signo habitual: los que alguna vez vivieron en #Cuba, ahora solo saben hablar de sus paisajes más grises; los que tuvieron mil tribunas para decir lo que pensaban ahora claman por libertad de expresión a prudente distancia; los que comulgaron o pretendieron comulgar con nuestros principios se tornan en furibundos opositores. De esos cambiacasacas y sus muchos discursos estaremos hablando hoy en #ConFilo.
En tiempos de tempestades, cuando el zapato aprieta, emergen los mejores y peores atributos del ser humano. Prefiero hablar de lo más positivo, que enaltece y nos hace más humanos.
También me gustaría dejar ¨atrapados¨ en el recuerdo las mejores fotografías de acciones que nos perpetúan como personas solidarias y colaborativas.
He apreciado a jóvenes, adultos y otros sin distinción de sexo ofrecerles el asiento en el ómnibus a otros que lo necesitan, me he alegrado cuando alguien de forma natural toma de la mano a un anciano o anciana para ayudarles a cruzar la calle, iguamente emocionado ante ejemplos publicados en las redes en los que sin conocerse, algunos han acudido en socorro de otros hasta ofrecerles un trago de café que no es lo que sobra en estos tiempos pero se comparte de corazón.
Son pequeños ejemplos, simples, cotidianos, que ofrecen color a la vida, la hace diferente y más llevadera, que actúan como ¨amuletos¨ de resistencia y esperanza en el orden espiritual para ratificarnos que la solidaridad y el sentido humano de quienes habitamos este gran archipiélago está latiendo fuerte en el corazón de muchos, frente al mal ejemplo de otros que se llenan de egoísmo pensando que solo lo material es lo único que vale en esta vida.
Es lo que verdaderamente nos salva, el amor por los demás, que significa también amarnos a nosotros mismos para poder acumular fuerzas y caminos insospechados emprender cada día desde nuestras familias y con el apoyo de vecinos, amigos y otros seres queridos.
¿Quién dijo que en materia de solidaridad y humanismo todo está perdido? Solo quienes tienen esa capacidad infinita de asirse a lo mejor de ellos mismos en tiempos difíciles, logran mirar con mente positiva el presente para comenzar a labrar futuros.
Solo aquellos que ven en el bien colectivo también su realización personal son capaces de entender cada minuto de resistencia frente a las adversidades, solo los bienaventurados que ofrecen sin pedir nada a cambio compartiendo simplemente lo que tienen, logran llenar esos vacíos espirituales que solo los puede mover el amor.
Son tiempos difíciles, complejos, donde las almas deben llenarse de confianza, amor y luchar cada día por el mejoramiento humano que es posible.
Tenemos muchas razones, porque la sociedad donde vivimos no está diseñada para ejercer actitudes individualistas ni huérfanas de solidaridad. Al contrario, la vida lo demuestra y ratifica en ejemplos grandes y más pequeños. Cuando el zapato ¨aprieta¨ u otros necesitan ser socorridos no hay que decir, ni convocar a nadie, de manera espontánea ese bichito que llevamos dentro se activa para tenderle la mano a quienes lo necesitan.
Son tiempos de amar, y sobre todo de ayudarnos en la construcción del bien común.
El 5 de agosto de 1994 Fidel no lo dudó y salió a la calle con el único chaleco antibalas que siempre usó: su vergüenza, su moral, y la confianza en que el mismo pueblo que hizo con sus manos la Revolución no sería capaz de destruirla
La fuerza moral de Fidel se impuso en los disturbios del 5 de agosto de 1994. Foto: Archivo de Granma
Esas coincidencias son, para algunos, dignas de recordar; pero, para otros, constituyen sinónimo de la vergüenza que arrastran quienes, erróneamente, piensan que los muros de mentiras pueden protegerlos del descalabro.
En la prolífica historia de Cuba existen no pocos de esos instantes que, vale decirlo, tienen sobre todas las cosas algo en común, la fuerza de este pueblo y de aquellos que elige como sus líderes, y la disposición siempre latente de defender a la Patria y de cerrar el paso a la injerencia y el intervencionismo.
Son esas las razones por las que, de manera casi espontánea, cuando el 11 de julio de 2021 la violencia, azuzada por una cruenta campaña mediática e ideológica, pretendió robarnos la tranquilidad y desestabilizar al país, cuando los revolucionarios se dispusieron a hacerle frente a la turba, y cuando el Presidente salió a caminar entre su pueblo y apeló a la conciencia de este para defender el país, muchos no dudaron en afirmar: tal parece que vivimos otro 5 de agosto.
Porque aquel día de 1994, que quedó para siempre en la memoria popular, se conjugaron los mismos factores: incitación al desorden, a atacar las instituciones del Estado, a cometer actos vandálicos, y financiamiento a elementos contrarrevolucionarios para que se colocaran al centro de los disturbios cuyo fin, lógicamente, era echar por tierra la Revolución.
La situación del país resultaba crítica. El derrumbe del campo socialista fue un duro golpe para la economía cubana, y la sociedad en su conjunto afrontaba desde la falta de transporte público hasta la dificultad para llevar alimentos a la mesa. Todo ello, que de forma innegable generaba estrés, descontento, preocupación, creó lo que nuestros enemigos identificaron como un clima propicio para ejercer presión ideológica contra el pueblo, y así lo hicieron.
Esa actitud oportunista, sinceramente, no sorprendió a nadie, y mucho menos a ese brillante ideólogo, inigualable político e irrepetible líder llamado Fidel Castro Ruz. Por eso, cuando la situación se complejizó aquel quinto día de agosto, no lo dudó y salió a la calle con el único chaleco antibalas que siempre usó: su vergüenza, su moral, y la confianza en que el mismo pueblo que hizo con sus manos la Revolución no sería capaz de destruirla.
La madurez de ese pueblo, su respeto por el hombre que hizo realidad los sueños de Martí, y la seguridad de que quienes se presentaban como tabla de salvación eran, por el contrario, la ola furiosa dispuesta a ahogarnos, una vez más le dieron la razón.
Aquel día, mientras el pueblo coreaba «¡Fidel! ¡Fidel!», se apagaban las esperanzas de aquellos que, con ingenua seguridad, anunciaron «el fin».
Díaz-Canel estuvo el 11 de julio en las calles cubanas, como parte de la ciudadanía que se movilizó para preservar la paz y la tranquilidad. Foto: Estudios Revolución
VEINTISIETE AÑOS DESPUÉS, LA MISMA SÓRDIDA ESTRATEGIA
El mundo, sin exagerar, se debatía para hacer la diferencia entre la vida y la muerte, y este país no fue la excepción. Todos los recursos disponibles, todos, fueron puestos a disposición de ese empeño. La propia pandemia generó, como era de esperarse, mucha tensión en la economía y, por si fuera poco, más de 200 medidas pensadas con toda intención para asfixiarnos, y otra vuelta de tuerca al bloqueo, hicieron el panorama mucho más complejo de lo que debería haber sido.
Nuestros enemigos, con su «profundo sentido humanista», rápidamente entraron en escena, y «preocupados» por el pueblo cubano (al que negaron oxígeno medicinal para hacer frente a la enfermedad), se dieron a la tarea de abrir los ojos de los cubanos, demostrando que la «cruel dictadura» no era capaz de responder a las necesidades del pueblo.
Otra vez aprovecharon, de la manera más ruin, la dureza de un momento histórico. Se parapetaron tras su muy bien pagada maquinaria mediática, movieron a sus títeres asalariados dentro del país, acrecentaron el llamado a la violencia y utilizaron a su favor, otra vez, las carencias materiales y necesidades, en función de crear un clima de desconfianza y pesimismo.
El resultado fue un 11 de julio, al que, con el descaro que los caracteriza, pusieron el nombre de «estallido social espontáneo en contra del régimen», a sabiendas de que se trataba de un fruto más de su estrategia de golpe suave.
Otra vez marcaron el final, lo habían orquestado todo de forma tan minuciosa, habían invertido tanto que no podía ser de otra manera; tal vez hasta pensaron que sin la presencia física de Fidel, no habría quien revirtiera la situación, y se sentaron a esperar.
Pero para los cubanos existen dos verdades contundentes: la primera es que hace mucho que Fidel es todo un pueblo, y la segunda tiene un nombre: continuidad. Ese día otro líder, hijo de otro momento histórico, pero con mucha fuerza moral también, llamó a los revolucionarios a defender la Patria, y los patriotas respondieron al llamado. Y también él salió a la calle, y lo hizo a pecho descubierto, y se rodeó de pueblo, y llamó a la paz.
Rápidamente, como aquel 5 de agosto, la nobleza y valentía popular hablaron más alto, y la violencia no tuvo más remedio que replegarse ante la firme decisión de proteger la tranquilidad del país.
LAS VERDADES QUE NO PUEDEN OCULTARSE
Si en este país no se pusiera primero al ser humano, sería mucho más sencillo «impulsar» la economía. Se harían inmensos recortes de presupuesto a programas sociales, habría despidos masivos, se eliminarían prestaciones de la seguridad social y, probablemente, la recuperación económica, desde la frialdad de indicadores y números, se vería en un corto plazo.
Así funciona el capitalismo, así ha sobrevivido por siglos el sistema que nos quieren imponer. Dentro de él, las personas no son más que fichas que, como en el ajedrez, se utilizan dependiendo del momento y, de ser necesario, se sacrifican sin miramientos.
Bajo ese, su principio básico, se resisten a creer que aun con su brutal y enfermizo cerco económico de por medio, nuestro Estado siga eligiendo siempre al ser humano por encima de todo, siga sosteniendo la máxima de llegar a cada persona que lo necesite; lo cual, es cierto, no resulta fácil, pero es decisión irrenunciable.
Si nos dejaran hacer, si tuvieran el valor de levantar el bloqueo, la historia sería otra.
Más allá de que se difundan matrices de opinión contrarias y falsas, la mayoría de los cubanos ama a su país, aun si vive fuera de él. Económicos, en mucha mayor medida que políticos, han sido los motivos de muchos hijos de esta Isla para emigrar, aunque se manipule tal verdad.
Ha sido este, sin lugar a duda, uno de los aspectos que forma parte de la agenda de medios y voceros anticubanos, que presentan el tema como «el caos que vive el pueblo cubano para escapar de un sangriento régimen».
Sin embargo, no hablan de sus engendros de leyes para incitar la migración ilegal, de su negativa a respetar y hacer cumplir los acuerdos migratorios rubricados entre ambas naciones, de otorgar cada año las visas que corresponden, ni de cómo entorpecen el derecho de las personas a emigrar de forma segura y ordenada.
Esa es otra realidad que se sostiene en el tiempo, que se manifestaba en aquel agosto de 1994, que se manifiesta hoy y que, al parecer, no dejará de existir, porque les implicaría quedarse sin uno de sus argumentos favoritos para sostener el ataque perenne contra nuestro país.
CUBA SIGUE AQUÍ
Si algo han hecho cientos de veces los enemigos de la Revolución es ponerle fechas para el fin. Cada vez que orquestan una nueva maniobra, dan por hecho el «ahora sí», y a veces parece que en verdad se lo creen.
Lo que no comprenden es que este pueblo no negocia principios, no renuncia, no se cansa, no cede si siente su soberanía amenazada.
Por eso, cada vez que intenta repetir sus estrategias de golpe, reviven el fracaso, se les recuerda la estirpe cubana, se les hace saber que los principios y la moral no se negocian, porque son un baluarte fundamental de esta nación.
Ni 5 de agosto, ni 11 de julio, a la Revolución le queda toda la vida que sus hijos sean capaces de darle. Lo que para ellos es un posible fin, para las cubanas y los cubanos incansables, necios y patriotas hasta los tuétanos, será siempre un nuevo comienzo.
Soy una persona de pueblo, hijo de gente humilde, de procedencia obrero-campesina. Nací con la Revolución gestada en la Sierra y en las ciudades, bajo la indiscutible y certera guía del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.
Tengo plena consciencia de mi papel y lugar en la sociedad: Contribuir, como retribución a lo que se hizo por mí, a la educación de los demás y a defender esta hermosa, colosal obra, al precio que sea necesario.
El costo de ser dignos, libres y soberanos, de cantarle las cuarenta a los enemigos y sus lacayos cuando ha sido necesario, es vivir en un constante acoso, persecución, ataques, medidas y agresiones de todo tipo.
Por eso, me dirijo a ti que te dejas confundir, que crees todo lo negativo que se dice de la tierra donde naciste y de su gente, aunque en la concreta te beneficiaste de los derechos que te dio la Revolución de forma gratuita, con el dinero que aportan todos para el bienestar común y que en otros países van a engrosar las riquezas de una minoría.
Desde que fuiste concebido, velaron por tu salud y la de ella, por tu desarrollo en general. Nunca a tus padres se les exigió un seguro médico para tu atención, porque también es gratuita y con acceso universal para todos los cubanos, sin distinción de raza, sexo, género, edad o credo.
Creciste con naturalidad, con absoluta tranquilidad, seguridad. No viviste con el sobresalto de que alguien llegara con un fusil de asalto y te acribillara a balazos.
Mientras más conocías de lo que pasaba en muchas partes del mundo: masacres, torturas, gases lacrimógenos, chorros de agua, balas de goma, caballos, látigos… aprendiste a amar a ese hombre o mujer, hijo del maestro, del campesino, el obrero, el científico, que día a día combate el delito y defiende ese bien tan preciado que es la tranquilidad ciudadana.
Lo conociste en medio de huracanes, al lanzarse a salvar a una anciana que había quedado atrapada en el sótano de su vivienda, investigando para descubrir al malhechor que se robó el TV de tu aula. Aprendiste a verte todos los días y noches recorriendo el barrio, velando por el bienestar de todos.
Por eso y por muchas cosas más, no resisto y me rebelo cuando difaman la actuación digna, impecable y profesional de las fuerzas del orden cubanas, comparándolas con la escoria y los corruptos que asumen las funciones de preservar el orden en otras latitudes, incluyendo los EE.UU. y la culta Europa.
Por eso no me interesa si te pagan o no por difamar y mentir, como si fueras parte del pueblo que traicionaste. Lo que te trastorna es que en la unidad con el pueblo está la fortaleza de los órganos que en Cuba preservar el orden interior y seguridad de nuestro Estado Socialista, con todos y para el bien de todos. No es casual que Camilo Cienfuegos, el Héroe de Yaguajay, al referirse al Ejército Rebelde lo definió como el pueblo uniformado. Ayer fue así, hoy, también.
Marxlenin Pérez Valdés. Foto: Tomada de Cuba en Resumen.
Graciela Ramírez Cruz / Yaimi Ravelo – Resumen Latinoamericano Corresponsalía Cuba – Tomado de Cubadebate
A la memoria de Abel Santamaría
…«lo más terrible se aprende enseguida
y lo hermoso nos cuesta la vida.
∗∗∗
La última vez lo vi irse
entre el humo y metralla,
contento y desnudo:
iba matando canallas
con su cañón de futuro.»
Canción del elegido, Silvio Rodríguez
A un año de los sucesos del 11J, Cuba en Resumen conversa con jóvenes cubanos para compartir sus análisis, reflexiones y miradas desde este presente complejo y la esperanza de futuro.
Marxlenin Pérez Valdés es graduada de la Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana, Dra. C. y Profesora Titular de marxismo-leninismo. Ha realizado estudios de post grado en París, sus artículos han sido publicados en revistas de ciencias filosóficas y educación. Es colaboradora de Cubadebate y Resumen Latinoamericano-Cuba. Junto a sus tareas docentes, actualmente conduce el espacio televisivo Cuadrando la Caja,“una nueva propuesta televisiva para debatir, cuestionar y llegar a consensos, desde el socialismo cubano”, define en su espacio cada domingo a las siete de la tarde, cuando comienza su programa.
Muchas Gracias Marxlenin, un honor contar con tu apreciación.
Días previos al 11 de julio el país se encontraba en una situación muy compleja. La crueldad del recrudecimiento del bloqueo en medio de la pandemia, provocó la falta de insumos médicos vitales para enfrentar el peor brote de Covid que atravesó la Isla. En paralelo, la dirección del país hacía un esfuerzo sin parangón en la historia, para inmunizar con vacunas propias a todo el pueblo. La escasez de alimentos, medicinas y el colapso de algunos hospitales, fue utilizado perversamente por Estados Unidos en el intento de provocar un estallido social utilizando para ello sectores marginales, en muchos casos con prontuario delictivo, mercenarios, y al que se plegaron también personas confundidas. Previo a estos hechos, desde el 2020, hubo un ataque constante a la Cultura para herir el alma de la nación.
La agresividad de los manifestantes desplegada en las calles el 11 de julio mostró al país el rostro del odio y la brutalidad irracional, en el intento oportunista de asestar un golpe blando, siguiendo al dedillo el guión del manual de Sharp. A la vezse desplegaba en el mundo una campaña mediática sin precedentes que ocupó titulares de prensa, redes sociales e histéricos influencers proliferaban noticias e imágenes falsas, magnificaban los hechos, acusaban a quienes salieron a defender las conquistas logradas y llamaban sin reparos a la invasión. Las redes sociales estallaron en descalificaciones. Las publicaciones en Facebook hicieron alarde de vulgaridad, grosería, ausencia de las más elementales reglas de ortografía y educación, y una enorme agresividad contra la Revolución. Fue llamativo el ataque verbal desde las redes hacia quienes defienden el socialismo y se identifican comunistas.
¿Cómo analizas hoy aquellos hechos?
–Ha pasado un año desde que “aquellos hechos” ocurrieron. Esto puede ser favorable para el análisis, por cuanto nos da la posibilidad del distanciamiento; pero también puede ser tramposo, en tanto bien sabemos desde las ciencias sociales que la memoria histórica borra. Así que trataré de movilizar los recuerdos lo más objetivamente posible, en función de la pregunta inicial.
Me gustaría comenzar por llamar la atención brevemente sobre algo que entonces tuve la oportunidad de comentar en un podcast para Cubadebate, en el que participé junto a otros dos profesores de la UH, y que hoy al parecer no ha perdido del todo validez. Se trata del lenguaje que empleamos para referirnos a los días 11 y 12 de julio de 2021 en Cuba. Todavía, en ocasiones persiste timidez al referirse a ello, y se le nombra desde una abstracción: “los hechos” o “lo sucedido”, en lugar de: protestas pasivas y violentas, disturbios, hechos vandálicos, etc. que afectaron de -un modo u otro- a todas y todos los cubanos. Pero el lenguaje tiene un propósito desde el cual debe ser usado. Llamar por su nombre aquellos “hechos”, presupone un punto de partida un tanto más riguroso desde el cual partir en el análisis de lo en verdad ocurrido.
Sin ánimos de hacer el recuento de lo vivido, además porque ha estado bastante cubierto desde distintos enfoques y medios de comunicación, me gustaría solo permitirme algunas notas puntuales, en el orden de las experiencias que nos dejaron aquellos lamentables días de julio:
No fueron iguales en carácter ni intencionalidad, las protestas de los días 11 y 12 de julio de 2021. Protestas espontáneas (para reclamar la satisfacción de necesidades y expectativas cuya realización no excedían los límites del socialismo), se metamorfosearon rápidamente en manifestaciones construidas por la oposición fundamentalmente desde las redes virtuales para desestabilizar, atemorizar, crear caos, confusión, violencia, y en definitiva atentar contra el gobierno y el sistema político cubanos.
Fueron el resultado de la mezcla explosiva resultante de la síntesis de condicionantes internas y externas al país. En lo interno, una cotidianidad saturada por el desgaste y la acumulación de necesidades de la población -muchas de estas insatisfechas dentro del país-; de conjunto con el cúmulo de avatares y preocupaciones que invadió cada familia, por la entonces dificilísima situación sanitaria y epidemiológica provocada por el COVID-19. Paralelo, en lo externo se operó la intensificación de medidas coercitivas unilaterales de Estados Unidos hacia Cuba. Dígase de las tantísimas medidas anunciadas públicamente, pero también de los millones de dólares que se gastan para financiar sus agendas de golpe blando y por tanto a sus propios actores de cambio. Todo lo cual forma parte también del integral bloqueo económico, comercial, financiero y por tanto político de Estados Unidos hacia Cuba, cuyo efecto es determinante en la gestión gubernamental y la vida del país.
A épocas complejas, debe caracterizarle soluciones creadoras. Llevamos años donde las dificultades se nos han multiplicado y las soluciones no siempre se vislumbran a corto plazo. No hay que esperar que estallidos populares -de ningún tipo- sacudan al poder. Sino que debe ser el sistema político socialista cubano, propiciador de nuevos y constantes mecanismos de poder que impliquen una mayor participación colectiva y que permitan el control popular. O dicho en otras palabras: el Estado socialista como sujeto de la constante democratización de sí mismo y de las demás dimensiones de la sociedad.
No se puede comprometer la relación directa pueblo-Estado, convertida en tradición a partir de 1959, que descansó siempre en una comunicación revolucionaria y directa entre el pueblo y sus representantes. Un tipo de comunicación entre los ciudadanos y sus dirigentes, aterrizada por las demandas populares de las mayorías y la imprescindible capacidad receptiva-operativa de los gobernantes.
La trascendencia para el socialismo, de la construcción de sentidos, de conciencia, de símbolos, de líderes, etc., que pasa por la importancia de la comunicación -pero que no se detiene en ella-, en la época de las TIC y de las guerras cognitivas.
El papel central que están desempeñando las redes virtuales, la inteligencia artificial, los algoritmos matemáticos, la manipulación mediática, y la comunicación social en la vida de las cubanas y cubanos entonces, hoy y mañana.
Que el problema real -amén las nuevas manifestaciones- sigue siendo el de la lucha de clases. El enfrentamiento entre un mundo viejo que se aferra a su hegemonía capitalista, y uno nuevo que representa la existencia real de una alternativa diferente para la humanidad. Por ello a la comunicación social aislada, no le es posible trascender este dilema histórico. Hay que acompañarla orgánicamente de otras ciencias.
Que la ausencia de una conciencia histórica y de clase en la actualidad dentro de nuestro país, es una urgencia que debe ser atendida si no se quiere repetir la agonía del 11 y el 12 de julio del año pasado. Las personas saben que lo que “viene” a la bodega no alcanza para todo el mes, pero ¿acaso pueden percibir juicios generales más allá de su compleja cotidianidad? ¿Nuestro sentido del momento histórico rebasa nuestras emergencias individuales?
Hay que hacer confluir las prioridades personales con las del proyecto Nación. O más bien, conseguir que nuestro socialismo continúe representando la vía por excelencia para la realización personal y colectiva de las mayorías, donde lo privado y lo colectivo entren en armonía en pro del bien común y la coexistencia pacífica.
No cambió tras los disturbios del 11 y 12 de julio de 2021, el hecho de que la totalidad de nuestras expectativas están puestas en función del socialismo que garantiza la revolución cubana. No debemos permitir que ambos entren en contradicciones insalvables.
¿Cuál fue la reacción del claustro de profesores de la UH?
–Como se sabe, el claustro de profesores de la UH es bien numeroso y heterogéneo, de modo que, dar una respuesta general a esta pregunta sería difícil. No obstante, al llamado de defender tanto a la Revolución, como a la propia Universidad ante una escalada de la violencia y de los actos vandálicos, hubo una respuesta positiva desde el compromiso y el sentido de pertenencia hacia nuestra Casa de Altos Estudios y el socialismo cubano.
Por otra parte, debe decirse que las reacciones no fueron en singular, ni homogéneas. Y que se iban transformando en la medida en que se fueron desarrollando las protestas. En proporción directa al nivel de violencia que se fue alcanzando. En dependencia del acceso a la información y las comunicaciones. En correspondencia con el desacuerdo ante el temor que por primera vez en mucho tiempo asechó a las calles cubanas. Y como resultado de la amenaza real a la paz en Cuba.
En medio de este escenario, hubo un llamado común desde la dirección de la UH y desde las facultades, en consonancia con el llamado de la máxima dirección del país, para proteger la existencia de la Revolución; el cual fue respaldado por el claustro de profesores y los trabajadores de la administración, con firmeza y compromiso.
Directamente me consta que, desde mi facultad prevaleció el consenso sobre la importancia de defender la independencia y la seguridad del pueblo, allí cuando las condiciones estuvieron pintadas para la consumación de un golpe blando al gobierno cubano. Hubo consenso también, sobre proteger de posibles ataques a la Universidad de La Habana y acerca de ser consecuentes con toda la tradición revolucionaria que ella atesora.
Muchos profesores respondieron con determinación y se movilizaron a favor del proyecto humanista de la Revolución, del socialismo y del Partido Comunista cubanos. Prevaleció la convicción de que nuestros problemas debían ser analizados y solucionados por nosotros mismos, dentro de Cuba, y sobre todo dentro de nuestro socialismo.
¿Es antiimperialista la juventud cubana?
–Sí. Mi apreciación es que nuestra juventud es esencialmente antiimperialista.
Claro, este a su vez, tendría que ser siempre un deber ser no solo de los jóvenes, sino de quienes apostamos por un mundo libre de colonialismos y verdaderamente humanizado.
Pero sin dudas, sobre todas las cosas, la juventud cubana es y debe continuar siendo antiimperialista, y por tanto anticolonialista.
En nuestro caso, las generaciones precedentes a la juventud actual estuvieron profundamente marcadas por el triunfo revolucionario de 1959, de modo que, ellas se desarrollaron en la misma medida en la que se defendían de las constantes agresiones de quien ostenta la insignia imperialista por excelencia del mundo contemporáneo. De manera que, en nuestro país, el antiimperialismo es condición sine qua non para la conquista de nuestra independencia.
Pero no debemos olvidar, que los principios también hay que conservarlos, y en una revolución socialista, la conservación de un principio solo puede estar garantizada mediante su constante perfeccionamiento, y transformación en un nuevo valor que lo contenga superado.
Los sentimientos, principios, valores, tradiciones y costumbres, no pueden ser dejados a la espontaneidad del movimiento cotidiano. Tienen que ser el resultado de un proceso educativo -que trascienda a la escuela-, formador, (re)productivo, consciente de construcción socialista de ciudadanas y ciudadanos revolucionarios; o lo que es igual: antiimperialistas.
Cuadrando la Caja es uno de los proyectos que desarrolla Marxlenin Pérez Valdés. Foto: Cuba en Resumen.
A dos siglos del nacimiento de Marx y 150 años de Lenin, ¿sigue vigente el pensamiento y la acción de los padres del socialismo y el comunismo?
–¡Sin dudas! Ambos, junto a otros revolucionarios como Rosa Luxemburgo, Antonio Gramsci, y Fidel Castro -por solo citar tres-, mantendrán su vigencia (sobre todo, aunque no solamente) mientras que no superemos el “estado actual de cosas” que impone el capitalismo y su fase imperialista.
El capitalismo los conoce muy bien. Les tiene terror, porque sabe la magnitud y el alcance subversivo de sus teorías. La curiosa paradoja reside, en que mientras el capitalismo exista, la obra y el pensamiento de estas figuras, también. Por ello tanto afán del imperialismo por caricaturizarlos, borrarlos de la historia, o mercantilizarlos como han hecho con la imagen del Che.
Sin embargo, sin Marx y Lenin, así como sin el marxismo, no podemos entender el mundo actual. De modo que, ellos continuarán constituyendo punto de partida necesario para los que nos consideramos revolucionarios y comunistas. Sin Marx y Lenin no hay una teoría crítica sobre el capitalismo/imperialismo; sobre la burguesía; sobre el proletariado y su papel en la historia; sobre la lucha de clases; sobre la posibilidad de una sociedad humanizada, libre de enajenación, fetichismo, cosificación, y explotación, donde la justicia social marque el rumbo hacia la dignidad plena de los seres humanos.
¿Cómo trabajan desde la educación y la formación política contra la banalidad, la cultura chatarra, el vacío del pensamiento y la desideologización?
–En estos tiempos, esta es una pregunta crucial que deberíamos formularnos todos y todas. Y permítaseme aprovechar la oportunidad para recordar la importancia de la enseñanza de la filosofía en esta labor. Pero no solo en la enseñanza superior, sino sobre todo, desde edades tempranas. De conjunto con la enseñanza de las artes, todas.
Nuestras niñas y niños, que son los futuros padres y madres, y sujetos revolucionarios de Cuba, necesitan ser educados de forma integral. No basta con que se sepan las tablas de multiplicación, o que tengan buena ortografía, esto sin dudas es importantísimo; pero es vital, que nuestros niños y nuestras niñas de hoy, aprendan como reclamaba Martí, a ser buenos. Hay que reforzar por tanto, la enseñanza de valores; de los buenos modales (que no es lo mismo que reproducir comportamientos burgueses); de las normas de comportamiento social que tributen al buen vivir en colectivo, etc. Educar para la solidaridad, el compañerismo, la bondad, y el respeto.
La educación de hoy tiene que estar a la altura de los retos actuales. Y en ese sentido debemos también operar una revolución dentro de nuestras escuelas y centros de estudio. El mundo cambió, las escuelas y las universidades deben fortalecerse ante la prominencia de un capitalismo que reproduce las condiciones de la enajenación y el empobrecimiento del espíritu a un ritmo delirante.
Por eso necesitamos desde la educación -que no es lo mismo a decir, solo desde las escuelas- concebir espacios que desafíen la industria cultural hegemónica que unilateraliza para dominar mejor. Nunca antes como ahora, la creatividad, y la imaginación fueron tan revolucionariamente imprescindibles.
En este sentido, la labor de los profes de filosofía y de marxismo es esencial. (Como también lo es la de otros colegas desde sus áreas del saber). Tenemos la responsabilidad de ayudar a nuestros estudiantes a que accedan a la teoría crítica; brindarles herramientas para que piensen con conceptos; para que duden, investiguen, desconfíen; motivarlos para que lean; para que escriban; para que participen activamente desde su vida estudiantil.
Como profesora de marxismo originario, tenemos largas horas de debate en el aula a propósito de los mismos temas del curso. Entonces, las clases se vuelven un verdadero proceso de enseñanza y aprendizaje para ellos y para mí. Por ejemplo, entre las temáticas más debatidas dentro del maravilloso actual grupo de 3ro de filosofía este semestre que está terminando, estuvo la del socialismo como transición entre el capitalismo y el comunismo. ¿Cómo concibieron el socialismo Marx y Engels? ¿Cuáles son sus características esenciales? ¿Qué dice la teoría marxista originaria sobre la relación capitalismo-socialismo-comunismo? Y fundamentalmente, todo esto, ¿cómo se percibe en la Cuba de hoy?
Y así, desde la enseñanza de la filosofía y el marxismo, vamos conectando con otros saberes urgentes de hoy como la comunicación social, la ética, la estética, la política, las artes, la cultura, la economía política, la psicología, etc., en función de formar -como decimos en marxismo- al sujeto de la revolución.
Lenin nos dice que Sin teoría revolucionaria no hay práctica revolucionaria ¿Cómo se revitaliza desde la educación y la formación el pensamiento, la obra y el legado de Martí, Fidel y Ernesto Guevara?
–En Cuba tenemos la dicha de contar con extraordinarios hombres y mujeres, protagonistas de nuestra historia, nuestra imagen del mundo, y también de nuestra conciencia como Nación. Y debe ser una prioridad para la patria, la de conservar, mantener, respetar y revitalizar sus teorías y sus prácticas. Un país sin héroes, es un país huérfano y pobre de espíritu. No es el caso de Cuba.
Una forma de revitalizar el legado de Martí, Fidel, y el Che es volver constantemente a ellos para ponerlos a dialogar con el presente. Estudiarlos a profundidad. Polemizar con sus decisiones. Ser consecuentes con sus enseñanzas. No repetirlos de memoria, sino desde la creatividad y la creación propia en función de un país mejor.
Lenin, que fue un profundo conocedor de la obra marxiana, supo de la importancia que Marx le concedió a la relación dialéctica entre la teoría y la práctica. En este sentido, en nuestro país debemos avanzar desde la educación, pero también, desde otras esferas de la ciencia, en la elaboración de las teorías filosóficas, económicas, políticas, históricas, estéticas, etc., que necesita el socialismo cubano. La creación y fundación de un cuerpo teórico-metodológico propio, que contenga las bases teóricas para la praxis socialista cubana. Este sin dudas, será un modo útil de revitalizar a Martí, Fidel y el Che, entre otras cosas, porque para semejante empresa, ellos son referencia obligatoria.
Los mismos que indujeron y financiaron el 11J apuestan desde el exterior por repetir el escenario de odio y confrontación. ¿Sigue siendo válido el mensaje de Julius Fucick “Camaradas estad alertas”?
–El odio y el odiar, junto a la ignorancia y la frivolidad, se están volviendo prácticas constantes en las sociedades contemporáneas, terriblemente condicionadas por la primacía de las redes virtuales. En Cuba, también lo estamos padeciendo.
Pero, ¿qué enmascara el odio? No es más que el nuevo fetiche de la burguesía para su construcción de subjetividades alienadas, esclavizadas, empobrecidas. Por ello, el discurso y el hacer de la Revolución cubana, no deben transitar ese camino, sino por el contrario, deben distinguirse de él. Que no significa no estar alerta, no saberlo reconocer, no advertir sus peligros, y no desafiarlo cuando sea necesario. Pero este contrapunteo, esta disputa de sentidos, debe dejar siempre en claro, la grandeza de la revolución cubana y del socialismo.
Allí donde el odio y la confrontación aparezcan -y van a seguir apareciendo-, la Revolución cubana -es decir, nosotros-, debemos con ademán cristiano sabernos alzar desde el decoro, y las fortalezas de un proyecto socialista que defiende la dignidad del ser humano como ley primera de la República.
Mientras el capitalismo exista, las relaciones sociales fascistas, colonialistas, imperialistas existirán. Es decir, que la histórica advertencia del comunista checo sigue en pie. “El fiel resiste, el traidor traiciona, el burgués desespera, el héroe combate”, dijo entonces, y debemos sostenerla hoy también.
No alcanzaría todo el papel del mundo para nombrar a cada uno de los contrarrevolucionarios que se han ido del país a “luchar desde tierras libres”. El rancio olor del oportunismo emana de estas supuestas huidas de “la dictadura”. Endilgarse en el cuello el cartel de opositor parece una valla lumínica, donde desde lejos se lee la palabra VISA.
El padrino por excelencia de los vendepatrias desde 2020 ha sido Timothy Zúñiga-Brown, Encargado de Negocios de la Embajada de Estados Unidos en Cuba. Agarraba por los faldones el mismo discurso obsoleto que viene repitiendo su gobierno desde hace más de medio siglo, siempre con cara de buena gente y gesto paternalista. Hipocresía, ni más, ni menos.
Alimentó a su corte de mercenarios, les dio dinero, apoyo logístico, todo con el fin de acertar el golpe de gracia al Socialismo cubano. Empujó la roca sin descanso, pero solo encontró derrota en la cima de la montaña.
Si tenemos en cuenta simplemente los últimos años, una larga lista de sus discípulos ha dejado la Isla. Denis Solís, Yunior García, Carolina Barrero, Saily González…los dedos de la mano no alcanzan. Y ahora, su jefe los sigue. Aunque no pudiéramos llamarlo ni siquiera así, porque el mismo no es más que el reflejo de las aspiraciones hegemónicas de Washington. No tienen voluntad propia.
Para colmo, Zúñiga-Brown se ha montado en el avión el mismísimo 11 de julio, a un año de la devastadora derrota de sus pretensiones de estallido social en Cuba. Se habrá deprimido, el pobre. Por mucho que intentó, a pesar de los camiones de dinero repartidos, de la bolsa diaria de noticias falsas, no pudo con el pueblo cubano. La Revolución sigue en pie, pero Zúñiga se va.
Al parecer ni siquiera va a alcanzar el estatus de embajador, en el cual su compinche Bob Menéndez tendría gran influencia. No logró ninguna de sus encomiendas. Entonces, no ha de merecer premio alguno. Se apegó fielmente a la retórica de la mafia anticubana, pero ni siquiera así pudo ganarse su favor.
Zúñiga-Brown vuelve a casa con las maletas cargadas de frustración. Quizás no encuentre abrigo ni entre los odiadores de Miami, todavía sedientos de sangre. Solo ha dejado tras sí un rastro de mala reputación y fracaso. Ahora podrá volver a reunirse con los vividores que tanto financió de este lado del mar.
O acaso ni sus propios asalariados lo busquen. Los mercenarios son fieles al dinero, y ahora Zúñiga no ocupa el cargo de mensajero imperialista. Ya los perros estarán ansiosos esperando al nuevo amo. Porque, a fin de cuentas, ellos mismos no son sino emisarios de un odio permanente. Cambia el mandadero, pero la intención persiste.
El 11 de julio de 2021 fue otro de los tantos fracasos sufridos por el gobierno de los Estados Unidos y sus servicios especiales, en sus trasnochados sueños de derrocar a la Revolución cubana. El pueblo cubano no permitió que un grupo de delincuentes retrotrajeran al país al pasado neocolonial, frustrando el plan de fabricar una acción similar a la llevada a cabo en Ucrania, donde el vandalismo y las agresiones físicas contra los partidarios del gobierno pagaron con sus vidas.
El intento de repetir las manifestaciones callejeras en noviembre de ese año con el grupúsculo Archipiélago, encabezado por el actor Yúnior García, fue una prueba más de la ausencia de una oposición real en la Isla, a pesar de que desde 1960 pretenden crearla, tal como se refleja en el Programa de Acciones Encubiertas de la CIA de marzo de 1960, cuyo objetivo dice:
“Provocar la sustitución del régimen de Castro por uno que sea más aceptable para los Estados Unidos”.
Para lograrlo se propusieron como primer requisito:
“Crear (entiéndase fabricar) una oposición responsable, activa y unificada”, apoyada por una poderosa ofensiva propagandística en nombre de esa oposición”.
Durante 63 años nada ha cambiado en la política yanqui contra Cuba, no obstante, sus continuos fracasos.
La campaña mediática ejecutada desde el 11 de julio 2021 no ha cesado, con el propósito de hacerle creer al mundo que en la Isla se vive un caos político, algo apoyado de inmediato por el Parlamento Europeo con resoluciones condenatorias al gobierno cubano y en contra de las sanciones jurídicas sobre aquellos que atacaron a la policía, volcaron autos patrulleros, golpearon a los agentes del orden y saquearon centros comerciales, actos vandálicos que los capitalistas no permiten en sus países.
Sin embargo, el silencio y la ausencia de resoluciones de Estados Unidos, la OEA y países europeos para sancionar al gobierno de Ecuador, que reprimió salvajemente al pueblo durante 18 días de pacíficas protestas callejeras, marca la diferencia y la doble moral de aquellos que dicen “preocuparse” por los derechos humanos.
El gobierno de los Estados Unidos nunca aceptó a Fidel Castro, ni al proceso revolucionario, incluso antes del triunfo de 1959, como consta en documentos oficiales ya desclasificados, donde se puede leer: “Tenemos que evitar la victoria de Castro”.
Miles de millones de dólares malgastados no le han servido para destruir a la Revolución cubana y aunque sí para mantener y enriquecer a los que desde Miami se encargan de vivir de la política anticubana.
Los grupos y organizaciones contrarrevolucionarias dentro y fuera de Cuba, solo buscan llenarse los bolsillos de dólares, comprar residencias, autos lujosos, relojes costosos y ropa de marca, a partir del gastado cuento de “luchar por la libertad de la Isla”, como cacarean los miembros de la llamada Brigada de Asalto 2506, derrocados por el pueblo uniformado en menos de 72 horas y cambiados por alimentos y medicinas para niños.
A pesar de tantos descalabros en más de medio siglo, los yanquis mantienen intactos los conceptos que plasmaron en el conocido Proyecto Cuba, aprobado en 1962 por el presidente J. F. Kennedy, donde afirman:
“La operación está dirigida a provocar una rebelión del pueblo cubano. La sublevación necesita de una acción política fuertemente motivada y arraigada en Cuba, capaz de generar la rebelión. La acción política será apoyada por una guerra económica que induzca al régimen a fracasar en su esfuerzo por satisfacer las necesidades del país, unido a operación psicológica que acrecentarán el resentimiento de pueblo contra el régimen y las de tipo militar que darán un arma de acción para el sabotaje y la resistencia armada en apoyo a los objetivos políticos”.
El 11 de febrero 2021, precedido del plantón el 27 de noviembre del 2020 ante el Ministerio de Cultura y el posterior intento de noviembre 2021 con Yúnior García, prueban que nada ha cambiado en la mente de los yanquis, quienes a toda costa y costo insisten en los mismos objetivos sin analizar sus continuos fracasos, por desconocer los verdaderos sentimientos del pueblo cubano, preparado para resistir esa cruel guerra económica que desea matar de hambre y enfermedades, para sembrar el desencanto y el desaliento, a fin de derrocar al gobierno revolucionario, como si el sistema capitalista no fuese el único responsable del hambre, la muerte por enfermedades curables, la falta de trabajo, el analfabetismo y la frustración de esperanzas en millones de latinoamericanos y de otros continentes, que buscan emigrar para palear sus necesidades.
Visionario José Martí cuando dijo:
“Es la hora del recuento y la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado como la plata a las raíces de los Andes”.
Hoy es el día. Transmitiremos la emisión número 💯 de #ConFilo, la pesadilla de algunos, el programa predilecto de otros, la materia prima para memes de unos cuantos…y todo un reto para nosotros, que en este tiempo hemos luchado contra la desinformación.
Debe estar conectado para enviar un comentario.