La vida puede cambiar tremendamente en apenas algunos meses, días y hasta segundos. Eso bien lo sabe mi entrevistado, quien mantiene la capacidad para sonreír a pesar de los tormentos durante 16 años tras las rejas en Estados Unidos.
No podía ver la familia, el anhelo de tener hijos se postergaba…, pero él se mantuvo fiel a las esencias.
Su imagen y las de otros cuatro hombres recorrían gran parte del mundo en periódicos, pantallas televisivas y sitios digitales, muchas veces con tergiversaciones. Ellos y su familia sentían dolor, pero también el cariño de millones de personas que exigían su libertad.
Gerardo Hernández Nordelo, uno de esos seres humanos convertidos en héroes, actualmente camina con tranquilidad por calles cubanas, sonríe, acepta ser fotografiado junto a otras personas, y habla de los recuerdos, como de una etapa de tristezas, pero sobre todo de convicciones y decoro. Sigue leyendo
Debe estar conectado para enviar un comentario.