Cumbre de las Américas: dominación imperialista y exclusión

No existe una sola razón que justifique la antidemocrática y arbitraria exclusión de país alguno del hemisferio de esa cita continental. Es algo que las naciones de América Latina y el Caribe advirtieron desde la VI Cumbre celebrada en Cartagena de Indias, en 2012

Autor: Granma | internet@granma.cu

Foto: Tomada de la cuenta en twitter de, El Necio

El Gobierno de los Estados Unidos, abusando del privilegio que le otorga su condición de país anfitrión, decidió tempranamente excluir a Cuba, Venezuela y Nicaragua de la IX Cumbre de las Américas, que se celebrará en la ciudad de Los Ángeles este mes de junio.  Se negó a atender los justos reclamos de numerosos gobiernos para que cambiara esa posición discriminatoria e inaceptable.

No existe una sola razón que justifique la antidemocrática y arbitraria exclusión de país alguno del hemisferio de esa cita continental. Es algo que las naciones de América Latina y el Caribe advirtieron desde la VI Cumbre celebrada en Cartagena de Indias, en 2012.

El Presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez adelantó el pasado 25 de mayo que no asistiría. Era una decisión firme de Cuba si no se invitaba a todos los países del hemisferio en pie de igualdad.

Entre la soberbia, el temor a que se escuchen verdades incómodas, el empeño en evitar que la reunión delibere sobre los temas más urgentes y complejos del hemisferio, y las propias contradicciones de su endeble y polarizado sistema político, el gobierno estadounidense optó nuevamente por la exclusión como recurso para tratar de lograr un evento sin aportes concretos, pero provechoso para la imagen del imperialismo.

Se conocen las intensas gestiones de alto nivel llevadas a cabo por los Estados Unidos con gobiernos de la región, para contener la intención de muchos de ausentarse del evento si no se invitara a todos. Estas incluyeron presiones inmorales, chantajes, amenazas y sucias maniobras de engaño. Son prácticas habituales del imperialismo que reflejan su desprecio tradicional hacia nuestros países. Merecen el más enérgico rechazo.

Cuba agradece y respeta la digna, valiente y legítima posición de numerosos gobiernos en defensa de la participación de todos, en igualdad de condiciones.

El liderazgo del presidente de México Andrés Manuel López Obrador merece especial reconocimiento. Destacamos la clara y temprana actitud de los países miembros de Caricom en contra de las exclusiones, así como la firme postura del presidente de Bolivia, Luis Arce Catacora, y de la presidenta de Honduras, Xiomara Castro. La posición de Argentina como presidente de la Celac expresa la opinión mayoritaria de la región en contra de una cumbre selectiva, como han expresado en público y en privado numerosos gobiernos de Sur y Centroamérica.

Esa genuina y espontánea solidaridad, ante la acción discriminatoria de los Estados Unidos contra países de la región, refleja el sentir de los pueblos de Nuestra América. Estados Unidos subestimó el apoyo a Cuba en la región, mientras trató de imponer su política de hostilidad hacia Cuba, unilateral y universalmente rechazada, como si fuese una posición consensuada en el hemisferio, pero el debate sobre el proceso de invitación demostró lo contrario.

La XXI Cumbre del ALBA celebrada en La Habana el pasado 27 de mayo, marcó sin ambages el repudio a las exclusiones y al trato discriminatorio y selectivo.

Exclusiones de esta naturaleza confirman que los Estados Unidos concibieron y utilizan este mecanismo de diálogo de alto nivel como instrumento de su sistema hegemónico en el hemisferio, al estilo de la Organización de los Estados Americanos (OEA), el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) y otros entes concebidos en el siglo XX para coartar la independencia, limitar la soberanía de las naciones de la región e impedir las aspiraciones de unidad e integración latinoamericana y caribeña.

Forman parte del esfuerzo por aplicar la Doctrina Monroe y promover la exclusión como arma de división, en función de claros intereses políticos, electorales y de dominación.

No se puede hablar de «Las Américas» sin abarcar a todos los países que integran el hemisferio. Lo que nuestra región reclama es cooperación, no exclusión; solidaridad, no mezquindad; respeto, no arrogancia; soberanía y libre determinación, no subordinación.

Se sabe de antemano que los documentos que se pretende adoptar en Los Ángeles están divorciados de los verdaderos problemas de la región y son en realidad inútiles y omisos, más allá del esfuerzo por otorgar a la oea una prerrogativa supranacional para decidir sobre la legitimidad o no de los procesos electorales y por la imposición a los Gobiernos latinoamericanos y caribeños de conductas represivas, discriminatorias y excluyentes contra los migrantes.

Sabemos que la voz de América Latina y el Caribe, como en el pasado, resonará en esos días en Los Ángeles, con la admirable y vertical ausencia de líderes fundamentales que tienen enorme autoridad política, moral y reconocimiento de sus pueblos y del mundo.

Tenemos plena confianza también en que los líderes de la región que decidan ir, sabrán fundamentar dignamente que los Estados Unidos no pueden tratar a nuestros pueblos de la manera en que lo hizo en el siglo XX.

Cuba respalda los esfuerzos genuinos por fomentar la integración basada en la convivencia civilizada, la paz, el respeto a la diversidad y la solidaridad en todo el hemisferio. Tiene un aval ampliamente reconocido de apoyar y contribuir sin reservas con toda propuesta legítima de soluciones reales y concretas a los problemas más apremiantes que sufren nuestros pueblos. La realidad que hoy se nos presenta dista mucho de esos anhelos.

La Habana, 6 de junio de 2022

Polémica y contradicciones en convocatoria a la IX Cumbre de las Américas

Contra Cuba América Latina Bloqueo

Washington observa cómo su capacidad de poder geopolítico y autoridad simbólica continúa deteriorándose (Foto: Oliver Contreras / Bloomberg)


El camino a la IX edición de la Cumbre de las Américas, a desarrollarse en la ciudad de Los Ángeles (California, EEUU) la segunda semana de junio, ha representado un punto de fricción diplomático de primer orden entre Washington y varios países latinoamericanos y caribeños durante los últimos días.

Choque de trenes

La polémica inició con una declaración del secretario de asuntos del hemisferio occidental de EEUU, Brian Nichols, a principios de este mes. El funcionario diplomático, entrevistado por NTN24, subrayó que no se espera la presencia de Nicaragua, Cuba y Venezuela en la cumbre, en vista de que «no respetan la Carta Democrática de las Américas», razón por la cual los tres países del ALBA resultarían excluidos unilateralmente de la cita.

Días después, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador (AMLO) mostró su disconformidad con la decisión y condicionó su presencia a la invitación de los tres gobiernos latinoamericanos. Luego, saliendo al paso a lo dicho por AMLO, la portavoz de la Casa Blanca, Jean Psaki, intentó matizar las declaraciones de Nichols afirmando que todavía «no se han tomado decisiones finales» con respecto a las invitaciones.

Al acto de protesta se ha sumado el gobierno boliviano de Luis Arce y los países caribeños de la Caricom. Según el embajador de Antigua y Barbuda en Estados Unidos, Ronald Sanders, la exclusión unilateral de los países señalados provocará que los 14 países nucleados en la organización intergubernamental no asistan a la cumbre.

Recientemente también la presidenta de Honduras, Xiomara Castro, manifestó una postura en esta misma línea, al igual que el mandatario argentino Alberto Fernández.

Si bien Psaki parecía dejar la puerta abierta a una posible revisión de las exclusiones, el lobby de la Florida, cuya influencia es decisiva en la configuración de la política exterior coercitiva de Estados Unidos hacia el corazón del eje ALBA, puso un límite a cualquier consideración.

Cálculo electoral

El primer marcaje a presión vino de la mano del senador republicano por Florida, Rick Scott, con el siguiente mensaje, hablando a nombre de Marco Rubio y compañía:

«No deberíamos estar invitando a personas que no creen en los derechos humanos, que no creen en la democracia, que no creen en cuidar a sus propios ciudadanos y claramente el régimen cubano, el régimen de Maduro, el régimen de Ortega no deberían ser invitados».

La narrativa fue secundada por el empresario de medios nicaragüense Carlos Chamorro y por los emisarios de Juan Guaidó en Estados Unidos, en un claro revés a los puntos suspensivos de Psaki.

Las elecciones de medio término a celebrarse en noviembre de este año, en la cual se renovará un tercio del Senado y un número importante de escaños en la Cámara de Representantes, también influye en el paisaje más amplio de la polémica. La coyuntura de inflación galopante y encarecimiento de los combustibles, y también la catástrofe geopolítica y militar en Afganistán, proyectan un resultado favorable a los republicanos, que disolvería la mayoría demócrata en ambas cámaras.

La Florida puede volver a ser decisiva en el mapa general de las preferencias electorales a mediano plazo, ya que el Partido Republicano consolidó un sólido caudal de votos en las pasadas elecciones presidenciales en dicho estado gracias a la retórica belicista de Trump hacia América Latina.

Además, estas elecciones de medio término se proyectan como una especie de referéndum de aprobación sobre el mandato de Biden, entrampado en una crisis económica de alto voltaje y en una conflictividad geopolítica en ascenso con Rusia y China.

En este contexto, la invitación de Nicaragua, Cuba y Venezuela a la Cumbre de las Américas podría significar endurecer la retórica anti-Biden en Florida, a quien presentarán como cómplice de las supuestas «dictaduras» de la región.

Antecedente

Esta no es la primera vez que la exclusión de países latinoamericanos da paso a una protesta contundente en el continente y específicamente desde el ALBA.

En 2012, en medio de los preparativos para la VI Cumbre de las Américas, la exclusión de Cuba por parte de la administración Obama generó una respuesta diplomática encabezada por los presidentes Hugo Chávez y Rafael Correa, dirigida a Washington.

Los mandatarios, enviando una señal de fuerza de común acuerdo dentro del ALBA, se negaron a participar en la cumbre como una medida de presión para facilitar la invitación de Cuba. Finalmente, fueron cuatro los presidentes que no acudieron a la cita en Cartagena de Indias: Hugo Chávez, Rafael Correa, Daniel Ortega y Michel Martelly de Haití.

Contradicciones

En una línea retórica poco modificada desde sus inicios, la IX Cumbre de las Américas, bajo el lema «Construyendo un futuro sostenible, resiliente y equitativo», se plantea como un espacio para abordar «la democracia, las libertades fundamentales, la dignidad del trabajo y la libre empresa», según indica el Departamento de Estado.

Contradictoriamente, estos cuatro ejes temáticos, integrados a la cosmovisión neoliberal estadounidense, son continuamente irrespetados en el marco de la ofensiva de guerra híbrida de Washington contra Venezuela, Nicaragua y Cuba.

Y es que la estrategia combinada de «sanciones» coercitivas, golpes blandos y desestabilización encubierta mediante ONG y medios de comunicación financiados por los brazos civiles de la CIA (NED, USAID, Open Society Foundation, etc.) afecta justamente los «valores liberales» que dice defender la Cumbre.

Resulta paradójico que Estados Unidos presente esta Cumbre como un espacio para discutir y defender la democracia, cuando al mismo tiempo, de forma unilateral y sin ninguna discusión previa, se restringe la participación de actores regionales por haber elegidos modelos de desarrollo y sistemas políticos propios.

El mismo principio puede aplicarse al concepto «libertad de empresa»: las medidas punitivas en forma de «sanciones», embargos y presiones económicas diversas contra Venezuela, Nicaragua y Cuba, precisamente han impedido el comercio en condiciones normales y la libertad de las empresas para hacer negocios con estos países debido a la dinámica persecutoria del Departamento del Tesoro estadounidense.

Mínima caracterización

Como tal, la Cumbre de las Américas es un foro no vinculante adscrito al sistema interamericano marca OEA. Desde su nacimiento en 1994, durante la presidencia de Bill Clinton, se ha enfocado principalmente hacia temas de inversión y comercio, ofreciendo un espacio de articulación informal entre lobbys empresariales y gobiernos del continente afiliados la agenda neoliberal de los tratados de libre comercio.

En sus últimas ediciones, la Cumbre de las Américas ha ido perdiendo perfil y protagonismo, al punto de no poder llegar a una declaración final conjunta que refleje consensos mínimos, por más retóricos y abstractos que éstos sean.

La irrelevancia del foro diplomático patrocinado por Washington ha relegado su perfil a una esfera estrictamente simbólica: es una oportunidad para que Estados Unidos muestre fuerza, poder de convocatoria y hegemonía narrativa en el escenario latinoamericano, pero a la luz de los movimientos actuales, incluso esa apuesta en el plano propagandístico está en tela de juicio.

Consecuencias geopolíticas

Si bien sobre la Cumbre pesa esta atmósfera de intrascendencia, el movimiento de reclamo diplomático a escala continental es significativo en términos geopolíticos.

Washington luce entrampado entre dos opciones con consecuencias negativas: resistirse a ceder y hacer la IX Cumbre con representaciones de segundo nivel que le restarán perfil internacional a la convocatoria, o admitir a los países excluidos, lo que traería consigo la furia del lobby de la Florida (con un evidente costo electoral) y el colapso definitivo de la pantomima del «proyecto Guaidó».

Con respecto a Venezuela, la paradoja es crítica. Una invitación formal al país implicaría reconocer oficialmente a Nicolás Maduro como Jefe de estado y, además, obligaría a revertir la ilegal orden de captura en su contra emitida en 2020, ya que el foro se desarrollará en territorio estadounidense.

En lo inmediato, Washington observa cómo su capacidad de poder geopolítico y autoridad simbólica continúa deteriorándose, en tanto ha quedado en desventaja frente al cuestionamiento abierto de una importante cantidad de países.

Es un signo de que la apuesta por retomar la idea neocolonial del «patio trasero» vive su peor momento. Mientras tanto, nuevos actores internacionales emergentes como China, continúan ganando terreno al brindar opciones sanas de articulación geoestratégica desde el comercio, las inversiones y los planes de infraestructura, lo cual exhibe a Washington como un referente despótico, egocéntrico y excesivamente politizado.

Este episodio también marca un vuelco importante, escasamente comentado en las últimas horas: esto representa una circunstancia clave para que algunos Estados reanuden los lazos de solidaridad política y diplomática con Venezuela, tras años de distanciamiento y colaboracionismo pasivo (en el «mejor» de los casos) con la ofensiva de acoso estadounidense.

Con Filo: Cumbre borrascosa (+ Video)

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En las últimas horas se ha hecho común el chiste de que la Cumbre de las Américas, al parecer, sucederá sin ellas: sin las Américas.

Sobre el manejo mediático del evento, los «horrores del comunismo» que se imparten en las escuelas de la Florida y  otros temas que se mueven en la web se habló este jueves en el programa Con Filo.

En video, el programa

De la retórica de Trump a la ofensiva de Biden contra Cuba

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Gustavo Veiga – Página 12 – Foto: Página 12 / AFP.- La ofensiva contra Cuba recrudece en estas horas con el gobierno de Joe Biden. La retórica amenazante de Donald Trump abrió paso a políticas de Estados Unidos más agresivas y sostenidas que hoy están a la vista.


La exclusión de la isla en la próxima Cumbre de las Américas. El intento de expulsarla del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas. La inyección de cientos de miles de dólares para cambiar su sistema político y económico por agencias como la CIA, NED y USAID. La persistente negativa a cumplir con las cuotas de visas ya acordadas para cubanos que deben tramitarlas en Guyana. El apoyo de Washington a cualquier tipo de expresión artística disidente con fondos gubernamentales, un caso curioso ya que EE.UU no tiene ministerio de Cultura. Un combo de injerencias en esta época de guerra 2.0 al que se agrega una novedosa tesis sobre los problemas que afectan a la mayor de las Antillas. Hay ONG que operan desde Miami y dicen que existe un “bloqueo interno”, pero del Estado cubano a su población y no de Washington a La Habana que, como se sabe, rige hace poco más de sesenta años.

La campaña de medidas simultáneas para rendir a Cuba por la fuerza – algo que se probó ineficaz durante 63 años de Revolución – continúa con prisa y sin pausa desde que llegó Biden a la Casa Blanca. En el campo diplomático, el subsecretario de Estado Brian Nichols confirmó el 2 de mayo que el gobierno de La Habana, pero además los de Venezuela y Nicaragua, no serán invitados a la IX Cumbre de las Américas programada entre el 8 Y 10 de junio próximo en Los Ángeles. El argumento que esgrimió es que “no respetan la carta democrática”.

Cuba replicó en la voz de su canciller, Bruno Rodríguez Parrilla: “Sobre democracia poco podrá exhibir el gobierno de Estados Unidos en esa Cumbre incompleta”. Las críticas a EE.UU también llegaron desde países con mucho peso en la región. El presidente de México, Manuel López Obrador, le pidió a Biden que invitara a “todos los pueblos de América”. No hubo caso.

Las sanciones unilaterales propuestas por organizaciones de la sociedad civil, y ejecutadas por el gobierno de Estados Unidos después, tampoco son originales. Al bloqueo que se extiende hace seis décadas, sistemáticamente rechazado por una abrumadora mayoría de países en votaciones de Naciones Unidas – con la excepción de EE.UU y su socio, el estado de Israel-, se suma ahora la intención de expulsar a Cuba del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, lugar al que llegó junto a Rusia, China y Pakistán en 2020.

Este propósito venía madurando y tomó impulso en julio de 2021. Una comitiva de las organizaciones Cuba Decide y el Centro para una Cuba Libre se reunió en Washington con Juan González, director de Asuntos del Hemisferio Occidental del Consejo Nacional de Seguridad. Los activistas que proponen desestabilizar a la isla desde Miami, John Suárez, Rosa María Payá y el cantante Jen Carlos Canela, fueron recibidos por el funcionario.

Le pidieron a González que “denuncie al gobierno cubano en los foros internacionales, que aplique sanciones a individuos y sus familiares en la isla, que inste a Europa y a los demás países a copiarlos, que planifique el acceso a Internet del pueblo cubano y que someta todas las opciones a discusión”, entre otras iniciativas. El director del Consejo Nacional de Seguridad les recordó palabras del presidente Biden sobre las protestas del 2021 en la isla: “Son el resultado directo de un gobierno comunista fallido”.

La maniobra para intentar la expulsión de Cuba consistió en el envío de una carta a un puñado de presidentes y foros internacionales. La firmaron – aducen sus organizadores – “más de 600 personalidades” que respaldan la medida. Pero no dieron a conocer sus nombres. La solicitud fue entregada en el despacho de Biden, los primeros ministros de Canadá, Justin Trudeau y de Suecia, Magdalena Andersson, y también se la hicieron llegar a la Alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet.

Una fuente especializada en relaciones internacionales le dijo a este diario que la intención de expulsar a Cuba del Consejo de DDHH “no va a prosperar. La única que puede adoptar una medida así es la Asamblea de Naciones Unidas y es prácticamente imposible que tome una decisión de esas características. Las únicas dos veces que pasó algo semejante fue con Libia y ahora con Rusia después de que la propia Asamblea sacó una resolución diciendo que había violado el principio de no uso de la fuerza invadiendo a otro país. No creo seriamente que ningún estado tome esa bandera sencillamente porque perdería. No hay ninguna probabilidad”.

Las ONG de la diáspora cubana son tantas como las que promueve y financia Estados Unidos para que operen como ariete contra Cuba. Sin ese respaldo su incidencia sería relativa. El Foro Transatlántico por una Cuba Libre, liderado por John Suárez, sostiene sin disimulo que se debe “cambiar el actual sistema político y económico hacia la democracia y el estado de derecho”. Su propósito ignora la votación que se ratifica todos los años en Naciones Unidas. En ese ámbito Cuba impulsa resoluciones continuas contra el bloqueo unilateral de EEUU que repudia la comunidad internacional. La tesis del grupo que ahora pide la expulsión de La Habana del Consejo de DDHH sostiene lo contrario.

Dice que “los cubanos huyen de Cuba por el bloqueo económico interno impuesto por el régimen de la Isla que impide el desarrollo individual y la autosuficiencia económica, ya que los militares controlan los medios de producción y la economía…”. También responsabiliza al gobierno de Miguel Díaz Canel por la problemática migratoria que Estados Unidos no resuelve pese a las medidas draconianas que toma: “el régimen en estos momentos está utilizando a los miles de cubanos que huyen de la isla a través de vuelos a Nicaragua y otros países de Centroamérica para crear una crisis y provocar un cambio en la política norteamericana hacia Cuba”.

En la economía, los derechos Humanos, la migración, la cultura, EEUU apela a las más variadas estrategias para provocar en Cuba un cambio de gobierno. Eso que los estados independientes llaman injerencia. La carta magna con que se rige el estado cubano dice en el artículo 4: “El sistema socialista que refrenda esta Constitución, es irrevocable. Los ciudadanos tienen el derecho de combatir por todos los medios, incluyendo la lucha armada, cuando no fuera posible otro recurso, contra cualquiera que intente derribar el orden político, social y económico establecido por esta Constitución”.

Por si quedaran dudas, el artículo 16 sostiene: “La República de Cuba basa las relaciones internacionales en el ejercicio de su soberanía y los principios antiimperialistas e internacionalistas, en función de los intereses del pueblo y, en consecuencia: a) reafirma que las relaciones económicas, diplomáticas y políticas con cualquier otro Estado no podrán ser jamás negociadas bajo agresión, amenaza o coerción”.

Es apenas una parte de la Constitución actualizada y reformada el 10 de abril de 2019.

Con Filo: ¿A qué le temen? (+ Video)

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Los principales temas abordados en el programa Con Filo este martes fueron la intención imperial de “borrarnos del continente” (dejándonos fuera de los preparativos de la Cumbre de las Américas) y la hipocresía que esconde Estados Unidos tras las cuestiones migratorias. 

En video, el programa