Con Filo.- No extraña que los “líderes de la transición democrática” en Cuba se pasen la vida disputándose fondos los unos a los otros, recriminándose y acusándose de ser agentes de la seguridad cubana, ofendiéndose de mil maneras, de orilla a orilla. Sobre la contrarrevolución cubana, esa que vive en el piso, y sobre sus «cuadros», estaremos hablando hoy en Con Filo.
Miguel E. Torres Corona – Granma.- Hay negacionismos que se sustentan en la ignorancia, y negacionismos que son el último reducto de algunas personas para disimular su carácter indigno. Que cada quien concluya, según su parecer, a qué grupo pertenecen los que repiten, una y otra vez, que «el bloqueo no existe»
El negacionismo, como postura ideológica, tiene muchas vertientes. Existen, por ejemplo, los que niegan la evolución, ya sea por motivos religiosos o porque no pueden entender que todos los seres humanos tengamos como antepasados a los simios. Están también los que niegan el cambio climático y tildan de «apocalípticos» a los científicos y especialistas que alertan, una y otra vez, sobre la paulatina depauperación (cada vez más acelerada) de nuestra «única y contaminada nave espacial»: la Tierra.
No hace mucho, una plataforma de streaming estadounidense estrenó una película titulada No mires arriba (Don´t look up), donde dos científicos trataban de salvar al planeta de un inminente cataclismo proveniente del espacio sideral, pero solo hallaban oídos sordos por parte de las autoridades y público en general. Era más fácil y simple decir que aquello no era verdad.
El terraplanismo, a su vez, es una curiosa forma de negacionismo: ante la evidencia apabullante de que nuestro globo terráqueo es… bueno, un globo, con forma esférica (achatada por los polos y abultada por el Ecuador, como se rezaba en la primaria), los terraplanistas se refugian en teorías de conspiración. Las fotos tomadas desde estaciones en órbita son falsas, burdos montajes; todos los astronautas y cosmonautas, desde Yuri Gagarin y Neil Armstrong, son títeres de una elaborada puesta en escena; esos barcos que se hunden en el horizonte solo están bajando una pendiente.
La evolución, la forma del planeta, el calentamiento global, son todos tópicos sobre los que existe un consenso científico y una abrumadora cantidad de pruebas a favor; respaldadas con argumentos racionales, no con prejuicios o conspiranoia. Pero las ciencias naturales tienen un grado de certeza que es poco probable (si no imposible) alcanzar en la política, donde, como toda construcción cultural, los referentes son siempre cambiantes y condicionados por infinidad de variables. Es más fácil convencer a una persona de que la contaminación está destruyendo al planeta que persuadirla de que es la forma en la que nos organizamos como sociedad, en la que jerarquizamos relaciones de producción y distribución de recursos y productos, la conditio sine qua non de esa destrucción planetaria.
Sin embargo, hay cuestiones políticas en las que parece haber un consenso mucho mayor, casi unánime. Todos los años, en la Asamblea General de las Naciones Unidas, se aprueba una resolución llamada Necesidad de poner fin al bloqueo estadounidense contra Cuba, que cuenta con el voto afirmativo de toda la comunidad internacional, con la excepción de Estados Unidos, Israel y algún que otro testaferro de turno. Pareciera que, como con la evolución o la forma del planeta, es propio de seres irracionales negar esa «necesidad». Y, no obstante, existen negacionistas del bloqueo.
Le llaman «embargo», quizá para suavizar el término, y hasta se molestan cuando alguien habla de «bloqueo», llegando a dar lecciones cual diletantes juristas. Niegan que es la onu la que ratifica, cada año, el término «bloqueo» … ¿Qué mayor respaldo formal necesitan? Hablan de un supuesto «bloqueo interno», como si se pudieran equiparar nuestras deficiencias administrativas (que sería igual de irracional negarlas) con un acto deliberado y sistemático que lleva más de medio siglo y no tiene comparación alguna en la historia universal. Si de verdad fueran equivalentes, el Gobierno cubano tendría que ser el más ineficiente jamás visto sobre la faz de la Tierra… ¿y cómo un gobierno tan negligente sobrevive a un bloqueo tan férreo? Paradojas del negacionismo.
Los peores, los más irracionales, son los que, simple y llanamente, dicen que el bloqueo es una excusa más de la «dictadura». ¡Con lo fácil que resultaría quitarnos la excusa…! Y están, por supuesto, los que niegan que el bloqueo afecte al pueblo cubano, que únicamente atenta contra los intereses de «militares y burócratas». A ellos sería bueno recomendarles que se informaran sobre la reciente multa que tuvo que pagar Airbnb, una plataforma digital utilizada por propietarios privados para promover y concretar contratos de arrendamiento para sus viviendas. ¡Curiosa manera de auxiliar al pueblo!
Y es que hay negacionismos que se sustentan en la ignorancia, y negacionismos que son el último reducto de algunas personas para disimular su carácter indigno. Que cada quien concluya, según su parecer, a qué grupo pertenecen los que repiten, una y otra vez, que «el bloqueo no existe».
Prensa Latina TV.- El ocho de enero representa para los cubanos la consolidación de un sueño emancipador. Ese día de 1959 entró en La Habana, capital de Cuba, la caravana de la libertad integrada por los héroes barbudos que protagonizaron la gesta de la Sierra Maestra.
La caravana que cambió la historia de Cuba
Los rebeldes venían de Matanzas, donde, ayer, fue revivida por un grupo de jóvenes destacados y combatientes la ilusión que despertaron aquellos hombres y mujeres a su paso por pueblos de la carretera central como Colón, Perico, Jovellanos y Limonar
Ventura de Jesús
Granma
Cuando la Caravana de la Libertad entró en La Habana, el 8 de enero de 1959, la capital se entregó a la euforia para celebrar la llegada victoriosa de los barbudos, encabezados por Fidel, en quienes el pueblo fijó una luz de esperanza.
Los rebeldes venían de Matanzas, donde, ayer, fue revivida por un grupo de jóvenes destacados y combatientes la ilusión que despertaron aquellos hombres y mujeres a su paso por pueblos de la carretera central como Colón, Perico, Jovellanos y Limonar.
Recuerdan los testigos que Fidel se alegró de intercambiar con la gente. En la ciudad cabecera dialogó con el pueblo por varias horas y apoyó la salvación del estadio Palmar de Junco y las soluciones del acueducto. Allí el líder revolucionario interrumpió su recorrido por la carretera central y, acompañado de una pequeña escolta y de Celia Sánchez, se dirigió a Cárdenas para rendirle tributo a José Antonio Echeverría.
Entrada de Fidel a La Habana el 8 de enero de 1959
Un 8 de enero de 1959, La Habana recibía a un triunfante, cansado y sonriente guerrero nacido en Birán a quien se le conocía como El gigante. Para entonces, Fidel Castro Ruz había desafiado a la historia y a la muerte.
En varias ocasiones fue dado por muerto, bien muerto y, sin embargo, una y otra vez, reapareció vivo, bien vivo. Tras el asalto al cuartel Moncada, que él mismo dirigió el 26 de julio de 1953, tuvo que “tirar pa’l monte” junto a varios compañeros. Pretextando su búsqueda, el ejército de Fulgencio Batista dejó una estela de sangre; se rumoraba que el joven abogado de 27 años había sido asesinado. El 2 de diciembre de 1956, el Granma arribó a Cuba y a nivel internacional la noticia fue que “los jefes del movimiento 26 de julio quedaron tendidos bajo una lluvia de proyectiles. Entre los muertos se encuentra Fidel Castro, el principal director de la revolución”. En México, El Universal Gráfico presentó el siguiente encabezado: “Fidel Castro cumplió su promesa: murió por la causa. Consternación en la Isla de Cuba por la muerte del joven cabecilla rebelde, que estuvo refugiado en México, preparando el movimiento que se frustró ayer en la provincia de Santiago de Cuba”. En la Sierra Maestra la derrota del Ejército Rebelde pasó por verdadera en varias ocasiones, insistiendo en la caída final de quien, por méritos propios, era ya el Comandante en Jefe de la Revolución. En 2006, cuando Fidel abandonó formal pero provisionalmente sus funciones como jefe de Estado, las especulaciones acerca de su última respiración apenas se hicieron esperar. A la postre, aquellas falsas notas revelaron que, ante la vida de El gigante, tanta muerte ni siquiera supo hacerse poca.
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Como estudiante de la Universidad de La Habana, Fidel catalizó su participación política; profundizó sus saberes sobre José Martí y empezó a leer a Marx y Lenin. En la célebre entrevista realizada por Ignacio Ramonet, el revolucionario de sonrisa sarcástica y mirada pícara, como con tanto tino lo describió Néstor Kohan, señaló: “La literatura que más me gustaba de Marx, aparte del Manifiesto Comunista, eran Las guerras civiles en Francia, El 18 Brumario, la Crítica del programa de Gotha y otros análisis de carácter político. Me impresionaban su austeridad, su vida abnegada y el rigor de sus investigaciones”. En el periodo de prisión en Cuba, del 1 de agosto de 1953 al 15 de mayo de 1955, cuando las condiciones se lo permitieron dichas lecturas fueron más analíticas y las combinó con obras de Dostoievski, Jorge Amado, Turgueniev, Balzac y Freud, entre muchas más. Junto a otros moncadistas presos, el reo 3859 transformó la cárcel en un espacio de aprendizaje teórico. En noviembre de 1953 –haciendo un cruce reflexivo entre Los Miserables, de Víctor Hugo y El 18 Brumario de Luis Bonaparte, de Marx– anotó: “Poniendo estas dos obras una a lado de la otra, es como puede apreciarse una concepción científica, realista de la historia y una interpretación puramente romántica. Donde Hugo no ve más que un aventurero con suerte, Marx ve el resultado inevitable de las contradicciones sociales y la pugna de intereses prevalecientes en aquel instante. Para uno la historia es el azar. Para otro un proceso regido por leyes”. “Me han servido de mucho mis viajes por el campo de la filosofía. Después de haberme roto un buen poco la cabeza con Kant, el mismo Marx me parece más fácil que el padrenuestro”, escribió con buen humor el 4 de abril de 1954. Ante un amago de retenerle un par de libros, dirigió una carta a un mando carcelario anotando que la situación “me resulta realmente humillante y dura, porque interfiere algo muy íntimo en el hombre que es su deseo de saber”. Para el preso 3859, la cárcel se hizo trinchera de ideas en la que el encierro no terminaba por ser tal si, pese a todo, se podía resistir desde la militancia del pensamiento y la sed de ser en el saber.
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Un 16 de octubre de 1953, Fidel pronunció el discurso conocido luego con el nombre de La historia me absolverá. Lejos de ser el aventurero irracional, que hasta hoy día sus más conspicuos detractores tanto se empeñan en dibujar, se presentó como el abogado estudioso y conocedor de la historia de su pueblo, capaz de dar cátedra acerca de José Martí, de las gestas de Maceo, de Agramonte, de Carlos Manuel de Céspedes y del espíritu peleón de los mambises; conocedor de las ideas de Martínez Villena, Guiteras y Mella; estudioso a fondo de la vida política, económica y social de la Isla. Rescatando la historia negada de Cuba, Fidel transformó un juicio en su contra en la tribuna ideal para ser él quien juzgara a la tiranía de un país que, a decir de Roberto Fernández Retamar, fue “convertido por Estados Unidos primero en tierra militarmente ocupada, luego en un protectorado, y en una neocolonia, con la complicidad de serviles dirigentes locales entregados a la corrupción más desvergonzada”. Además de un alto contenido teórico –que bien merece estudiarse a fondo para entender por qué Cuba no renuncia a su camino– el discurso destaca también por la confección poética del decir. Fidel enjuició a la sociedad que se conmovía “ante la noticia del secuestro o el asesinato de una criatura, pero permanece criminalmente indiferente ante el asesinato en masa que se comete con tantos miles y miles de niños que mueren todos los años por falta de recursos, agonizando entre los estertores del dolor, y cuyos ojos inocentes, ya en ellos el brillo de la muerte, parecen mirar hacia lo infinito como pidiendo perdón para el egoísmo humano y que no caiga la maldición de Dios”. El acusado que necesitó asumir su propia defensa habló con “sangre del corazón y entrañas de la verdad”, como representante de la “gran masa irredenta, a la que todos ofrecen y a la que todos engañan y traicionan, la que anhela una patria mejor y más digna y más justa”. Marc Angenot ha pensado el “discurso social” como un hecho social convertido luego en hecho histórico porque en él se vuelcan los sentimientos, los dolores y las aspiraciones colectivas de una época. Eso mismo fue lo que La historia me absolverá significó: examen de la historia, manifiesto de vida y proposición de futuro.
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Foto: Archivo.
Luis Báez escribió que en Fidel había “mística y hay pasión: es capaz de convencer porque es el primer convencido de su causa”. Jean Paul Sartre y Gabriel García Márquez coincidían en que los discursos de Fidel Castro eran, ante todo, pedagógicos. Existía en ellos una envolvente manera de hablar, una paciente explicación que convencía al más descreído de los mortales. Discursos con varias tonalidades, con bemoles y crescendos que, como anotó el Che, generaban “algo así como el diálogo de dos diapasones cuyas vibraciones provocan otras nuevas en el interlocutor. Fidel y la masa comienzan a vibrar en un diálogo de intensidad creciente hasta alcanzar el clímax en un final abrupto, coronado por nuestro grito de lucha y de victoria”. En los discursos puede rastrearse al Fidel más teórico, al Fidel más intelectualmente militante, capaz de traducir en términos llanos qué significaba el imperialismo para la cubanía, como cuando el 16 de abril de 1961 –en el sepelio de las víctimas de los bombardeos de un día anterior en San Antonio de los Baños y Santiago de Cuba, apenas un día antes de la invasión a Playa Girón– declaraba el carácter socialista de la Revolución: “Compañeros obreros y campesinos, esta es la Revolución socialista y democrática de los humildes, con los humildes y para los humildes. Y por esta Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes, estamos dispuestos a dar la vida”. En sus intervenciones, lanzaba definiciones que provocaban explosiones reflexivas, como cuando el 1 de mayo del 2000 dijo “Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional; es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio; es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo; es luchar con audacia, inteligencia y realismo; es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas”. Desde sus discursos, Fidel era el crítico más antidogmático, severo, audaz y mordaz del proceso revolucionario, como cuando el 17 de noviembre de 2005 señaló que uno de los errores más importantes cometidos por la dirección revolucionaria era “creer que alguien sabía de socialismo, o que alguien sabía de cómo se construye el socialismo […] Este país puede autodestruirse por sí mismo; esta Revolución puede destruirse”. Fidel fluía en la palabra dicha e influía con la dicha de la palabra, por eso su decir sigue diciendo.
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Antonio Gramsci, inquebrantable pensador del futuro desde la convicción, la necedad y la ética, decía que en la vida política “la actividad de la imaginación debe estar iluminada por una fuerza moral: la simpatía humana” y que “Un hombre político es grande en la medida de su poder de predicción”. El gigante de Birán algo de ello sabía. No por nada, el Che veía en él a “un hombre extraordinario. Las cosas más imposibles eran las que encaraba y resolvía. Tenía una fe excepcional en que una vez que saliese hacia Cuba, iba a llegar. Que una vez llegado, iba a pelear. Y que peleando, iba a ganar”. Fidel supo combinar imaginación y capacidad de diálogo con la historia para adelantarse con ella; así construyó posibilidades y realidades. No era hechicero, pero algo de buena magia había en quien desde hace poco más de tres décadas advertía sobre la necesidad de enfrentar el cambio climático de forma solidaria y humanitaria. Hoy el tema es ineludible: quizá no sea demasiado tarde para volver al mejor hijo de Martí y escucharlo de veras.
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Dicen que lo que no se puede no se puede y, además, es imposible…pero Cuba no entiende de imposibles. Nadie creía en el nacer de una Revolución tan genuina apenas a unos pasos de Estados Unidos, ni que un país considerado como su garito sería libre en serio; ni que ese pequeño territorio resistiría el bloqueo económico más largo y brutal de la historia sin renunciar a sus sagradas conquistas sociales; ni que la Isla soportaría el periodo especial casi en absoluta soledad; ni que ese pedacito de tierra se convertiría en la patria más universal de la humanidad a través del concurso de sus modestos esfuerzos allí donde se necesitan; ni que lo imposible fuese el pan de cada día para que ese país chiquito de enorme y digna existencia siga siendo, aunque críticos y agoreros le exijan olvidar por qué el imperio busca someterlo. Fidel, a quien Eduardo Galeano llamó el “caballero que siempre se batió por los perdedores”, fue el principal responsable de tan porfiada manera de existir. De esas responsabilidades, ¿quién podría avergonzarse?
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Fotografía de Fidel tomada por el Che, 2 de enero de 1964
Al despedirse de Fidel, el Che apuntó que “Pocas veces brilló más alto un estadista” como en “los días luminosos y tristes de la crisis del Caribe”. No le faltaba razón, aunque ya desde los días bravos de Playa Girón Fidel había demostrado su capacidad de estadista. Lo hizo también en 1970, cuando debido al fracaso de la zafra de los 10 millones “en un acto de incalculable amor/ dijo a un millón de pueblo la culpa es mía”, como escribiera Mario Benedetti. Sin embargo, la estatura de Fidel se volvió insuperable el 5 de agosto de 1994 entre las protestas del “Maleconazo”. En aquel momento, enfrentó las manifestaciones como cuando plantaba cara a los ciclones; sin importar los ánimos encendidos, escuchó y dialogó. Y dialogando como uno más entre los más, la manifestación terminó en una lección de lo que la democracia puede ser. La escena es impensable en casi cualquier parte del mundo, pero bien harían en intentarla aquellos mandamases de todas latitudes que, todavía hoy, mucho se desviven en criticarlo. El resultado ni ellos mismos quisieran saberlo.
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Néstor Kohan tiene razón. Desde la propia izquierda, en Nuestra América y en el mundo, a veces se olvida cuán importante es y ha sido la Revolución cubana. Sin ella, el boom no habría sido lo que fue, ni tampoco la teoría de la dependencia, ni la pedagogía del oprimido, ni un cúmulo de discusiones vitales de tan necesarias. Néstor Kohan tiene razón. Los procesos que resisten al imperialismo tienen falencias, varias. Venezuela y la Revolución cubana no son –ojalá– la excepción, pero “frente a la asfixiante, ininterrumpida y creciente agresividad del imperialismo”, ya en su forma más dura o en la más “sonriente” es bueno no perder la brújula. Fidel lo sabía. A él hay que volver. Su longevidad física resultó importante, pero mucho más lo es su longevidad ideológica. Frente al imperialismo, llegan con Fidel los versos de Silvio Rodríguez cuando canta “Mi compromiso es sencillo/ sólo hay dos formas de estar/ o bien cogiendo el martillo/ o bien dejándose dar”.
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El 1 de agosto de 2021, tras ganar su cuarta medalla de oro olímpica en lucha grecorromana, un triunfante, cansado y sonriente guerrero llamado Mijaín López, conocido como El gigante de la lucha, deseaba “agradecer y dedicar este resultado a nuestro Comandante en Jefe invicto, quien fue quien llevó por primera vez el deporte en Cuba”. En la guerra contra la injusticia y la indignidad Fidel Castro Ruz, El gigante de Birán, continúa invicto. En su decir, Mijaíl sigue diciendo.
Prensa Latina.- La plataforma digital de alojamiento Airbnb pagó hoy una multa impuesta por la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) de Estados Unidos por aceptar huéspedes en Cuba y violar las sanciones a la isla.
Según la entidad gubernamental, la compañía turística aceptó pagos de norteamericanos que viajaron al país caribeño fuera de las 12 categorías autorizadas por la Casa Blanca.
El Departamento del Tesoro, al cual pertenece la OFAC, informó este lunes en un comunicado que Airbnb acordó pagar 91 mil dólares para liquidar su potencial responsabilidad civil por la aparente infracción.
El exasesor de Seguridad Nacional del mandatario Barack Obama (2009-2017) Ben Rhodes calificó la multa como “estúpida, contraproducente y trumpiana” por negar a los estadounidenses la capacidad de facilitar ingresos directamente a los cubanos y establecer conexiones entre nuestros pueblos.
Desde 2015 la empresa lanzó sus servicios en Cuba, pero las medidas restrictivas adoptadas posteriormente durante el mandato del entonces presidente Donald Trump (2017-2021) y mantenidas con la actual administración de Joe Biden, limitan el alcance de sus negocios.
El 2021 concluyó para La Habana con el bloqueo de Washington recrudecido con las 243 disposiciones adoptadas por Trump para asfixiar a la mayor de las Antillas, 55 de ellas en medio de la pandemia de la Covid-19.
En su campaña electoral, Biden aseguró que daría marcha atrás a las sanciones del republicano que perjudican a las familias cubanas, restablecería los viajes y abordaría con el gobierno del país caribeño temas de interés mutuo, sin embargo, la política hostil continúa intacta.
Rosa Miriam Elizalde en una nueva presentación de Hasta Siempre Fidel, libro del que es coautora junto a Ernesto Niebla, Premio Nacional de Diseño del Libro 2019. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate. Video: TV Cubana.
Presentaron edición de libro en homenaje a líder histórico de Cuba
La Habana, 3 dic (Prensa Latina) Más de 500 imágenes de 41 fotógrafos y textos en una secuencia cronológica de las honras fúnebres al líder histórico de la Revolución cubana conforman el libro Hasta siempre Fidel, presentado hoy nuevamente.
Según explicó Rosa Miriam Elizalde, Premio Nacional de Periodismo José Martí y responsable de la selección y notas del compendio, el mismo es el testimonio gráfico del suceso que conmocionó a la nación caribeña y al mundo el 25 de noviembre de 2016.
Detalló que el volumen, obra de la Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, parte de esa noche de viernes cuando el general de Ejército Raúl Castro compareció en televisión nacional para informar sobre el deceso de Fidel Castro, jornada seguida por nueve días de duelo oficial.
La doctora en Ciencias de la Comunicación apuntó que el libro llega hasta el 4 de diciembre y recoge la impronta de esos momentos en que más de cinco millones de cubanos despidieron al líder a lo largo del itinerario que portó sus cenizas desde la provincia de La Habana (occidente del país) y hasta la de Santiago de Cuba (oriente).
La Caravana recorrió mil 121 kilómetros, y más de un millón de personas participaron en el acto en la Plaza de la Revolución capitalina, el 29 de noviembre de 2016, al cual también acudieron 23 jefes de Estado o de Gobierno.
El compendio está integrado por datos, un mapa con el recorrido, textos explicativos, los discursos de los actos, las notas oficiales emitidas durante esos días, versos de autores nacionales y extranjeros, así como fragmentos de las intervenciones de presidentes, ministros y funcionarios de distintas partes del mundo.
Elizalde destacó que los grandes protagonistas del libro son la considerada una de las principales figuras del siglo XX y el pueblo, en “una especie de lectura y escritura visual de ese momento en que Cuba dijo Hasta siempre, Fidel Castro”.
La periodista destacó asimismo la calidad de la presente edición, con un diseño exquisito y realización a cargo de Ernesto Niebla.
Elier Ramírez, subdirector del Centro Fidel Castro Ruz, sede de la presentación, señaló el extraordinario valor del texto y la emoción existente en sus páginas, a las cuales acompaña un disco compacto con informaciones e imágenes. “Hasta siempre Fidel es un libro de colección, para guardarlo, y tenerlo para la posteridad”, subrayó Elizalde.
Hasta siempre Fidel, un libro para la posteridad
Yurina Piñeiro Jiménez, Ismael Francisco
Cubadebate
Esta tarde, en el Centro Fidel Castro Ruz, a la doctora en Ciencias de la Comunicación y Premio Nacional de Periodismo José Martí, Rosa Miriam Elizalde, volvió a entrecortársele la voz y ahogársele la mirada al hablar de los días posteriores al 25 de noviembre de 2016 en Cuba, y del libro que recoge los sentimientos de millones de cubanos durante el itinerario de las cenizas de Fidel desde La Habana hasta Santiago de Cuba, donde el pueblo le dio el adiós definitivo a su Comandante.
Hasta siempre Fidel, un libro de colección, para guardarlo, y tenerlo para la posteridad. El que me han dado aquí hoy, lo voy a guardar para mis nietos, para mis bisnietos… Porque es una edición realmente de primera. Es muy lindo y además de eso, aunque van a ver poco texto, es muy exhaustivo: a qué hora pasó por cada pueblito, dónde se detuvo el armón, qué pasó, quiénes estaban. Es realmente un libro de consulta y muy emotivo, comentó Rosa Miriam durante una nueva presentación de la obra.
La también Vicepresidenta Primera de la Unión de Periodistas de Cuba, contó que cuando le propusieron a Ernesto Niebla y a ella hacer el libro, ambos estaban en shock, sin haber vivido ni la mitad de las emociones de aquellos días, pues aún no había salido el armón militar de La Habana. Entonces una pregunta los confrontaba: “¿Cómo íbamos a replicar el sentimiento de millones de cubanos, sentimiento que era colectivo, pero a la vez muy íntimo, abrumadoramente personal? ¿Cómo traducir aquel dolor que como diría la poeta matancera Carilda Oliver, era todavía difícil de interpretar y que crecía con una profundidad inplacable?».
Tomaron distancia unos días para armar la arquitectura del libro y decidieron entre todos los implicados, que sería eminentemente gráfico, pensado para el lector que había vivido en primera persona estos acontecimientos o para alguien que en la distancia de los años, o de los siglos, pudiera comprender qué pasó del 25 de noviembre al 4 de diciembre de 2016, en este país.
Sería factual, habría datos, un mapa con el recorrido de la caravana, la hora exacta en qué pasaba el armón por cada tramo de la carretera central, pequeños textos explicativos, los discursos de los actos, las breves notas oficiales que se emitieron en esos días, y también algunos versos. Pero la reina de este volumen sería la fotografía de prensa. Y es por eso que verán aquí 529 imágenes, de 40 fotógrafos que cubrieron los homenajes para publicaciones nacionales y provinciales, además de las que aportó el equipo de Estudios Revolución.
Son fotos seleccionadas entre miles, algunas hechas con cámaras muy sofisticadas, y otras muy modestas, aunque todas en conjunto arman un especie de lectura y escritura visual de ese momento en que Cuba dice: Hasta siempre Fidel; explicó la Premio Nacional de Periodismo José Martí.
Honras fúnebres dedicadas al Comandante en Jefe Fidel Castro. 30 de noviembre de 2016. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.
Un ruido de motores rasgó el mutismo. Lento, sabiendo el peso de la historia que cargaban, iniciaron los autos del cortejo fúnebre la marcha desde el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias con rumbo a Santiago, en el Oriente, hacia donde nace el Sol. Era exactamente las 7:16 del último día de aquel noviembre, un amanecer que olía a humo de velas, sollozos, fotos empolvadas, recuerdos queridos, tristezas…
La Habana, con silencio respetuoso, despidió las cenizas del Comandante Fidel, quien cinco días antes, la noche del 25, había dejado de ser hombre para volverse bandera eterna de sus luchas. Aquella mañana de adioses las calles más céntricas del Vedado lo esperaban desbordadas de gente. En M y 23, frente a la antigua funeraria Caballero, entre la multitud, estaba Marilú Rego Hernández. Ella lo conoció a sus 18 años, cuando en 1959, junto a familiares y amigos de su barrio en Catalina de Güines, en la antigua Habana, hizo una colecta y compró una cadena de oro, su medalla con la efigie de Santa Catalina ―patrona del poblado― y unos yugos con las iniciales entrelazadas de Fidel para regalárselo cuando pasara triunfante.
Entonces lo esperó frente al cuartel de Catalina y al ver el primer auto, donde venía el líder, la muchacha se puso en medio de la calle y el carro frenó. Fidel desde allí conversó un momento con ella y le dio un papel que, el 15 de enero, le abriría a Marilú las puertas del antiguo hotel Havana Hilton, donde, mirando aquellos ojos guerrilleros que no olvidaría jamás, le entregó al Comandante el regalo.
También desafiando los pesares de la vejez salió aquel 30 de noviembre a la avenida principal de San José de las Lajas, capital de Mayabeque, Erundina Fernández. A sus ochentainueve mayos no durmió la noche anterior por la tristeza. Así trasnochada fui junto a mi cuñada Ramona, de ochentaiséis años, hasta la orilla de la Carretera Central. Dije: “eso no me lo puedo perder yo”; y salimos las dos de madrugada.
A Buen Entendedor.- El pasado 25 de noviembre se inauguró en La Habana el Centro Fidel Castro, un espacio dedicado al estudio y la difusión del pensamiento, la vida y la obra del líder histórico de la Revolución Cubana. Ubicado en la céntrica Avenida Paseo de la capital, cuenta con una librería, nueve salas expositivos y jardines, todo pensado en la vida del Comandante Fidel. A Buen Entendedor visitó el centro y te trae este recorrido virtual.
Centro Fidel Castro Ruz presenta su sitio web
Dinella García Acosta – Cubadebate
El Centro Fidel Castro Ruz, inaugurado el pasado 25 de noviembre, presentó este jueves su página web, disponible para todas las personas desde Cuba.
Bajo la dirección www.centrofidel.cu, el espacio cuenta, entre otras opciones, con una sección de noticias y una cartelera, en la cual se puede conocer acerca de los eventos que ocurrirán en el centro próximamente.
La sección de salas expositivas, por su parte, está compuesta por la descripción y un carrusel de imágenes de las nueve áreas físicas que muestran la historia de Cuba, desde 1926 hasta nuestros días, contada a través de la vida de Fidel.
Ediciones Alejandro anuncia las próximas presentaciones de libros y tiene disponible títulos, revistas, boletines, audiovisuales y aplicaciones para móviles. En la web el usuario puede acceder a una línea de tiempo multimedia, así como a un libro de visitas, con imágenes y mensajes que han dejado los visitantes del centro.
En uno de los apartados, titulado Contribuya, el usuario tiene la posibilidad de tramitar la entrega voluntaria de objetos y documentos de personas jurídicas o naturales, residentes o no en el país, donde se traspase la propiedad de los mismos a la institución.
“La intensa y activa vida del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz lo relacionó con los más disímiles sectores de nuestra sociedad y de todo el mundo. Muchas personas guardan en su poder objetos o documentos, en diferentes formatos, que dan fe de ello. El Centro Fidel Castro Ruz promueve y acepta las donaciones de documentos u objetos de nuestro Comandante en Jefe, o relacionados directamente con él”, explican en la página web.
El Centro Fidel Castro Ruz también pone a disposición del público una amplia colección de libros, imágenes, videos y documentos originales de la vida de Fidel y la Revolución Cubana.
De igual modo, se pueden programar las visitas, a través del sitio o del teléfono (+53) 7 833 02 92 y el correo reserva@centrofidel.cu. Los días de visita son de martes a domingo, en los horarios: 9:00 am, 11:00 am, 1:00 pm y 3:00 pm. Los domingos el centro abre hasta la 1:00 pm.
Durante tres meses el sitio web tendrá un alcance nacional y luego estará disponible para todo el mundo.
El número 707 de la calle 11 en el Vedado habanero quedó inaugurado oficialmente este jueves en la noche, como institución pública dedicada a estudiar y difundir el pensamiento, la obra y la vida de Fidel.
Esta mañana en el Centro Fidel Castro Ruz también se presentó una visita virtual a la institución, que próximamente estará a disposición de los usuarios en la página web y en todas las escuelas del país, distribuidas a través del Sistema Nacional de Educación.
Desarrollada por la empresa de Informática y Medios Audiovisuales, Cinesoft, la visita cuenta con dos versiones para escritorio (de mayor y menor peso) y una para dispositivos Android. “Aún se hacen pruebas se seguridad y se trabaja para que esté disponible, pero antes de que termine el año la versión ligera estará a disposición de toda Cuba en la página web”, puntualizó el director del centro, René González Barrios.
Fidel preguntó por el estado de salud de los niños y planteó la posibilidad de que el avión de Cubana que hacía el vuelo de Lima a La Habana, hiciera escala en Quito
Un trágico martes 6 de octubre, pero de 1987, en la urbanización Molinos de Viento, cerca de Quito, Ecuador, cuatro niños: Erick Coronel Cadenas, Leiff Coronel Cadenas, Rubén Ramírez Cortez, y Andrecito Pantoja Proaño, de once, diez, nueve y 7 años respectivamente, jugaban en el sótano de la casa de uno de ellos cuando, al encender una vela, estallaron en fuego unos bidones de gasolina y sufrieron todos muy graves quemaduras.
En el primer hospital al que fueron llevados, del seguro social, no quisieron atenderlos porque el seguro no cubría a los familiares de los asegurados. Fueron trasladados entonces al Hospital Metropolitano, recién construido y dotado con casi todos los adelantos de la medicina moderna. Digo “casi” porque no tenía sala de quemados ni especialistas en esa rama. Era, además, un hospital privado donde el costo, 400 dólares diarios (de aquella época) por cada niño, sin contar los tratamientos, estaba fuera del alcance de los padres, a pesar de que éstos pertenecían a la clase media.
Todos los habitantes de Molinos de Viento se movilizaron para recaudar fondos, y numerosos artistas de la ciudad organizaron conciertos con ese objetivo pero, a pesar del éxito obtenido, pronto se vió que lo que podía recaudarse no alcanzaría para pagar ni una mínima parte de la deuda que se acumulaba.
Lo peor era que el hospital sólo sería capaz de proporcionar el tratamiento clínico pero no el quirúrgico indispensable en estos casos, por lo que el pronóstico era muy sombrío. Un periodista ecuatoriano, al realizar un reportaje sobre el caso, indagó con un pediatra del hospital cómo era posible que un centro tan moderno y tan bien dotado no tuviese una sala especializada en quemados. La respuesta fue descarnadamente sincera: “Porque son los pobres los que se queman y éstos no pueden pagar los tratamientos. En las casas de los ricos, son las sirvientas las que se queman. Y cuando algún rico se quema, no viene aquí, se va a curar a Estados Unidos”.
Desesperados, los padres de los niños tocaron en todas las puertas hasta que, creo que fue el Embajador de Venezuela en Quito, les recomendó que buscasen la ayuda de Cuba. Fueron a verme y les prometí que haría las gestiones de inmediato.
A través de la Embajada de Cuba envié un mensaje urgente a Fidel. Pocas horas después me encontraba en casa del arquitecto Alfredo Vera, ministro de Educación, cuando supe que me estaban localizando porque tenía una llamada del Comandante en Jefe, quien volvería a llamarme en veinte minutos. Salí volando más que corriendo hacia la Embajada y, pocos minutos después, llegó la llamada de Cuba. Era Chomi, quien, acto seguido, me puso al habla con el Comandante. Fidel preguntó por el estado de salud de los niños y planteó la posibilidad de que el avión de Cubana que hacía el vuelo de Lima a La Habana, hiciera escala en Quito a recogerlos. Le expliqué que los niños estaban en condiciones muy críticas, que lo más importante en estos casos era evitar la contaminación de las heridas por lo que al menos en una parte del avión había que crear condiciones asépticas y las de una sala de terapia intensiva. Fidel ordenó que al avión de Cubana en Lima le quitaran los asientos de una de sus secciones e instalaran allí los equipos necesarios atendidos por especialistas cubanos. En menos de 24 horas convirtieron la nave de pasajeros en un avión hospital y Chomi me llamó al día siguiente para avisarme que el avión estaba listo para aterrizar en Quito y que debía ocuparme de asegurar el traslado de los niños hasta el aeropuerto.
Como siempre sucede en circunstancias como éstas, muy sensibles para la opinión pública, los políticos salen a escena para convertirse en protagonistas. Una figura clave para el traslado de los niños desde el hospital Metropolitano hasta el aeropuerto, era la Primera Dama, María Eugenia Cordovés de Febres Cordero, Presidenta del Instituto del Niño y de la Familia. Acompañado del padre de uno de los niños, el ingeniero, escritor y poeta chileno Rubén Darío Ramírez Zamorano, gestionamos con la Primera Dama el permiso de aterrizaje para el avión de Cubana y su ayuda para el traslado de los niños al aeropuerto. “… que me llame Fidel” fue la condición que puso. Le explicamos que no podíamos pedirle eso, y que, si el avión no trasladaba a los niños, éstos, con toda probabilidad morirían, que ése era el criterio de los especialistas, y que, seguramente, ella no querría cargar con esta responsabilidad.
Según publicaron los diarios, fue ella la que llamó a Fidel. Sea lo que haya sido, el hecho es que a partir de ese momento todo se desarrolló con precisión cronométrica. Fue autorizado el aterrizaje y cuando el avión se acercaba a Quito, cuatro ambulancias nuevas estaban listas para trasladar a los niños. Habíamos calculado que el traslado demoraría once minutos, por lo que cuando el avión apareció en el horizonte llamé a María Eugenia y ésta dio la orden de subir a los niños a las ambulancias y que éstas partiesen de inmediato hacia el aeropuerto con motos de la policía despejando el camino.
La noticia había trascendido y una multitud se agolpaba en las afueras del aeropuerto para despedir a los niños. Cuando se acercaban las ambulancias, una anciana, llorando, exclamaba en voz alta: “¡Gracias a Dios! ¡Gracias a Dios!, pero alguien del público gritó: “Qué gracias a Dios ni gracias a Dios, ¡Gracias a Fidel!”, pero otro, conciliador, añadió: “¡Gracias a Dios y gracias a Fidel!”.
Sin detenerse, las ambulancias entraron a la pista y los niños fueron introducidos a la nave de Cubana. A su arribo a La Habana, el 22 de octubre, otras ambulancias estaban esperando para su traslado al Hospital William Soler.
Después de evaluar individualmente los casos, desde el segundo día de ingreso comenzaron los injertos de piel cada cuatro días. Se cubrieron las lesiones profundas y los niños evolucionaron de estado muy crítico a crítico, de muy grave a grave, hasta rebasar este último. Desde el principio recibieron tratamiento de fisioterapia activa y pasiva y se les aplicaron medicamentos que ayudan a disminuir las secuelas. Luego vendrían las operaciones de cirugía reconstructiva y estética. Fidel siguió de cerca todo este proceso y los padres se maravillaban de como conocía hasta el más mínimo detalle de la salud de los niños.
La emisora internacional Radio Habana Cuba emitía un parte médico diario sobre el estado de salud de los niños y el barrio entero de Molinos de Viento se reunía ansioso para escuchar los partes. Cuando, antes de finalizar el año, Radio Habana Cuba transmitió que ya los cuatro niños estaban fuera de peligro, estalló la alegría en Molinos de Viento. Fueron a buscarme a Quito, a mi y a mi familia, y la fiesta duró toda la noche.
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