Los golpes del siglo XXI apelan al caos, a aplicar terapias de choque mediante la guerra económica, sicológica, cultural y si es necesario entran a desempeñar su papel las fuerzas armadas, siempre como libertadoras o tras el manto de la «ayuda humanitaria»
La violencia contra el pueblo en los golpes de Estado se justifica como «estado de necesidad». Foto: AFP
En la madrugada del 10 de marzo, previo a las elecciones de 1952, un golpe de Estado perpetrado por Fulgencio Batista instauró una cruenta dictadura en Cuba.
El régimen implantado por el «hombre fuerte» de EE. UU. fue uno de las más bárbaros en el continente. Los órganos represivos articulados dentro del Ejército, la Policía y la Marina, bajo la asesoría directa del FBI y la CIA, sembraron el terror y la muerte en la Isla.
A partir de 1947, una ola de asonadas se había extendido por el continente americano.
No debemos olvidar que, en 1946, se creó el Western Hemisphere Institute for Security Cooperation, nombrado Escuela de las Américas a partir de 1963; se instituyó en 1948 la Organización de Estados Americanos (OEA), y el 2 de septiembre de 1947, en Río de Janeiro, se firmó el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR).
En los años 60 y 70, en el marco de la Estrategia de Contención de Washington, y de la Doctrina de Seguridad Nacional, se produjo, de nuevo, una constelación de cuartelazos en numerosas naciones latinoamericanas, entre ellas Brasil, Bolivia, Argentina, Uruguay, Paraguay y Chile.
Los regímenes creados a partir de las asonadas militares de esos años, bajo la fuerte presión de las denuncias internacionales sobre violaciones de Derechos Humanos, pero, sobre todo, por la resistencia cada vez más organizada de los pueblos, comenzaron en los 80 a dar paso a transiciones democráticas, muchas de ellas mediatizadas, para impedir el triunfo de procesos radicales que afectaran los intereses de Washington en la región.
Sin embargo, ¿el regreso de la «democracia» significó el fin de los golpes de Estado?
Si definimos estas acciones como «la toma ilegal del poder por parte de una facción política, una secta, un grupo rebelde o militar, por cualquier medio», como lo precisan varios manuales y especialistas del tema, pudiéramos llegar a la conclusión de que, lejos de desaparecer, las tomas violentas del poder solo han cambiado de matices.
¿Cómo definiríamos lo sucedido en Bolivia en 2019, o en Brasil, contra el gobierno de Dilma Rousseff; los intentos por derrocar a Hugo Chávez en Venezuela y a Daniel Ortega en Nicaragua?
Hoy las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones permiten trasladar las acciones a un terreno diferente y mucho más efectivo.
Los grandes conglomerados mediáticos, las redes sociales digitales y la ciberguerra entran a desempeñar un papel primordial en las asonadas actuales, elementos a los que se suman métodos más tradicionales, como el uso de paramilitares, grupos criminales, etc.
En el caso de América Latina y el Caribe, hay que tener en cuenta el papel que tienen el lawfare, las ong al servicio de la comunidad de inteligencia yanqui y los militares.
No exentos de violencia, a pesar del apellido impostado de «suaves», los golpes del siglo XXI apelan al caos, a aplicar terapias de choque mediante la guerra económica, sicológica, cultural y si es necesario entran a desempeñar su papel las fuerzas armadas, siempre como libertadoras o tras el manto de la «ayuda humanitaria».
No es más que un eufemismo para un tipo de guerra imperialista, que busca aplicar una nueva forma de agresión con el menor costo posible en recursos humanos y materiales
El término de Guerra de cuarta generación nació en octubre de 1989, cuando un grupo de analistas militares del Ejército y del Cuerpo de Infantería de Marina de EE. UU. publicó un documento titulado El rostro cambiante de la guerra: hacia la cuarta generación, en una edición del Military Review y la Marine Corps Gazette.
En realidad, no es más que un eufemismo para un tipo de guerra imperialista, que busca aplicar una nueva forma de agresión con el menor costo posible en recursos humanos y materiales.
Forma parte de la doctrina militar estadounidense y comprende la guerra de guerrillas, la creación de grupos paramilitares, el terrorismo de Estado, las operaciones encubiertas, la guerra civil y la propaganda en combinación con estrategias no tradicionales de combate, que incluyen el uso de las nuevas tecnologías de las comunicaciones y las redes sociales.
Tres elementos son fundamentales en este tipo de conflicto: la guerra económica, el ataque a la reputación y la subversión política, a lo que se podría sumar, vista la experiencia latinoamericana, el lawfare, el uso de bandas criminales, el paramilitarismo y el narcotráfico.
La guerra económica busca llevar a las personas a un estado de desesperación tal que anule su capacidad de razonar con lucidez, mientras los promotores del asesinato del carácter hacen su trabajo sucio en las redes sociales.
El asesinato de la reputación o del carácter es un proceso deliberado, dirigido a destruir la credibilidad y reputación de una persona, grupo social o país, con el objetivo de aislarlo y dejarlo indefenso ante sus agresores, así como justificar cualquier atrocidad cometida por los invasores.
Por otro lado, construyen líderes de cambio, mediante planes de becas y cursos de liderazgo, organizan y financian grupos opositores, planifican acciones desestabilizadoras y brindan un gran apoyo mediático a sus marionetas políticas.
Un elemento que ha cobrado especial importancia en esta estrategia ha sido el reclutamiento, a través de las redes sociales, de integrantes del lumpen urbano, delincuentes, miembros de bandas criminales, incluso de menores de edad.
Recordemos que, en noviembre de 2019, en Bolivia, bandas violentas amparadas en la narrativa de la «indignación popular», realizaron bloqueos de vías públicas al estilo de los guarimberos venezolanos y de los contrarrevolucionarios nicaragüenses, quemaron instituciones, profirieron amenazas, cometieron asesinatos, torturas, y humillaron en la vía pública a líderes sociales y políticos.
Por esos días también Irán sufrió una oleada de violencia en la cual se repitió la misma táctica empleada en Bolivia.
Cuba vivió escenarios similares el 11 de julio de 2021, que no llegaron al nivel de los antes citados, pero que mostraron regularidades presentes en ellos, en medio de una política continuada de máxima presión y una fuerte campaña de descrédito.
No menos importante es el paramilitarismo, ampliamente utilizado en Sudamérica, que junto al narcotráfico constituye un factor importante de desestabilización en la región.
INTERNET Y LAS REDES SOCIALES COMO ARMAS
El Gobierno de EE. UU. crea, para llevar adelante este tipo de contienda, grupos operativos de internet, también conocidos como Fuerzas de tarea.
Una vez organizados los grupos operativos, contratan netcenters integrados por especialistas altamente calificados que realizan análisis basados en el big data, procesan perfiles de los sujetos de interés, trazan planes de acción a partir de modelos elaborados previamente, y dirigen mensajes sectorizados.
Las nuevas tecnologías garantizan eficacia, nivel alto de convocatoria y rapidez de reacción a los sujetos de estas acciones, que les permite lograr una mayor articulación, mediante la técnica del enjambre.
Otra ventaja que ofrecen está en la posibilidad de crear plataformas digitales de diverso tipo y con fines variados de subversión, así como replicar contenido en otras plataformas y articularse con los medios tradicionales de prensa, televisión y radio.
Según la cia, la naturaleza viral de internet dispone de potencial para afectar, e incluso cambiar el carácter de una persona en cuestión de segundos, y también su futuro a largo plazo, independientemente de quién sea o de su experiencia vital.
Como indican las enseñanzas del coronel Halvey, discípulo del gurú del golpe suave, Gene Sharp, de lo que trata es de generar el caos y la ingobernabilidad; lograr que el Gobierno, desprovisto de los pilares básicos que lo sostienen, implosione.
Entonces «no quedaría más remedio» que solicitar la «ayuda humanitaria» del Gobierno de ee. uu., expresada en la intervención militar de su ejército, para «proteger» la vida de los civiles, restaurar la paz y la democracia.
En los últimos días, plataformas operadas desde los laboratorios mediáticos de Miami han manipulado reclamos sociales de la población capitalina. La principal inquietud estuvo ligada interrupción del servicio eléctrico por afectaciones ocasionadas por el huracán Ian en su paso por la región occidental. A pesar de no encontrarse ligada a cuestiones políticas, esa ha sido la imagen que se ha querido dar desde la prensa contrarrevolucionaria.
Han existido actos de violencia, vandalismo y desorden público en los acontecimientos. Más allá de las exigencias válidas, atendidas por las autoridades correspondientes, pretenden generar un detonante social que permita reeditar los disturbios del 11 de julio del pasado año, en la persecución de su largamente anhelado sueño de destruir la Revolución cubana.
Vuelven a emplearse las técnicas descritas en manuales de guerra no convencional, propias de intentos de golpe blando o revoluciones de color. Basta con ver las claras similitudes con eventos de este tipo en naciones como Nicaragua y Venezuela. Razones de Cuba devela, una vez más, el trasfondo de los acontecimientos.
Muchas manos y esfuerzos se han unido para acelerar la recuperación. Foto: José M. Correa
No me van a confundir. No podrán confundir al pueblo de Cuba, que sabe distinguir entre una persona afectada sin la información necesaria, agobiada por el largo apagón (calor, comida en mal estado, niños pequeños en las casas) de quienes intentan aprovechar sus estados de ánimo, para enrumbarlos contra sí mismos, es decir, contra el proyecto social que los ampara.
Estuve allí el sábado, en Línea y F. Parecía ser una concentración espontánea de ciudadanos que reclamaban acción –es cierto que hay burócratas que entorpecen la comunicación y no se mueven según las necesidades del pueblo, sino por indicaciones con firma y cuño (un funcionario de una empresa, por ejemplo, se negó a prestar la grúa parqueada en su patio para mover unos troncos en la cuadra donde radica)–, pero hallé algo diferente.
Cierta prensa extranjera, ocupada en construir la imagen que el imperialismo necesita, había sido convocada. Era un síntoma que movía a sospecha, porque esta no suele acudir a los genuinos actos de protesta contra las agresiones imperiales o contra lo mal hecho.
En los bordes de la concentración era posible el diálogo: se exponían necesidades o inconformidades. Pero otros se negaban y tiraban los tanques de basura a la calle. Las cámaras se enfocaban en ellos. Allí, sin dilaciones, apareció la verdadera motivación de ese grupo: estamos contra el sistema, contra el Gobierno.
Cuando empezaron a gritar la palabra «libertad», en abstracto, según el código de procederes de la guerra suave, la concentración quedó físicamente dividida: atrás los más, desconcertados e inmóviles, los que venían a reclamar la pronta restauración de la electricidad. Los manipuladores cumplían malamente el encargo: politizar ante las cámaras el descontento.
NO ME DES MUELA, DAME LUZ
Las redes sociales, intencionadamente irreflexivas y superficiales, manejadas desde Miami (con sus repetidores en Cuba), cortan la comunicación: llenan el ciberespacio de mentiras y de explicaciones absurdas, e intoxican a los menos informados. «No dejes que te den muela, ¡que pongan la luz!», orientan; es decir, no escuches explicaciones, no admitas argumentos racionales.
Si rompes la comunicación, el diálogo, entorpeces la solución, limitas la participación popular. Muchas personas equivocaron el camino: «si formas bulla, te resuelven el problema».
Rememoro un caso concreto: en un barrio capitalino, desde horas tempranas de la mañana del sábado, las brigadas de Áreas Verdes podaron los árboles caídos y las ramas que se interponían, y junto a la Empresa de Comunales enviaron camiones, grúas y buldóceres para recoger los escombros.
Allí, «a pie de obra», estaban, como debe ser, funcionarios del Partido y del Gobierno. Algunos de ellos tampoco tenían ni luz ni agua, y hasta niños o personas encamadas en sus casas.
Ese trabajo era imprescindible para que los linieros entraran después. Se terminó tarde. Algunos vecinos colaboraron, otros distribuyeron café y agua. Pero un pequeño grupo se mantuvo aislado, observando.
Cuando los trabajadores y los funcionaron se retiraban, preguntaron cuándo, exactamente, vendría la luz. Ya los eléctricos avanzaban en cuadras cercanas al lugar, pero no era ni prudente ni honesto decir una hora: ellos sabían que se trabajaba sin descanso. Entonces, desoyendo la explicación y desconociendo el esfuerzo, amenazaron con salir a la calle a protestar. Algunas de esas personas estuvieron en Línea y f después. Pero esa noche, como estaba previsto de antemano, como se había explicado, fue restituida la luz.
CUANDO FIDEL ESTABA ESTO NO PASABA…
Cada mensaje tiene un destinatario concreto. Para los hombres y mujeres que entregaron sus años de vida a la Revolución, la figura de Fidel es sagrada. Pero esa afirmación es una construcción de laboratorio para confundir, dividir y obstaculizar la continuidad del proceso revolucionario.
Recuerdo cómo se ensalzaba la figura de Lenin en los primeros años de la Perestroika, y cómo dejaron de mencionarlo después, para luego derribar sus estatuas. O cómo los enemigos de Chávez empezaron a elogiarlo y a compararlo con los nuevos dirigentes, poco después de la muerte de aquel.
El propósito real –aunque algunos revolucionarios inconformes hayan adoptado con ingenuidad la frase– es descalificar a la actual dirección de la Revolución y negar la posibilidad de una continuidad de propósitos. La técnica de manual se llama «asesinato de la personalidad», y se aplica a los principales dirigentes, para impedir que conecten con las masas.
No solo Fidel es irrepetible (era, lo saben amigos y enemigos, un genio), también lo son las circunstancias históricas. Sin embargo, esa nueva dirección, formada junto a Fidel y a Raúl, es profundamente martiana y fidelista.
UN GOBIERNO REPRESOR, UN ESTADO FALLIDO
Manifestarse no es delito, pero obstruir la vía pública y derribar tanques de basura, sí. La policía acude al lugar, pero es el pueblo el que discute cara a cara con los que intentan politizar el descontento, usarlo para agendas propias.
Sí, es el pueblo el que acude al lugar y defiende la Revolución –con más legitimidad que los que la denigran, porque representan a la mayoría de los cubanos–, ocupen o no cargos públicos.
La mayoría de los revolucionarios que me acompañaban carecieron de agua y luz hasta el último día. Los que reciben dinero de grupos contrarrevolucionarios, ¿son el pueblo?, ¿pueden acaso presentarse como defensores del pueblo?
No se ubica de un lado al Gobierno, a las instituciones, y del otro al pueblo. Ese esquema solo intenta disfrazar la verdadera contradicción: de una parte, los que viven a costa del pueblo y lo manipulan con fines personales, y de la otra, los que defienden el sistema de justicia social que priorizará siempre el bienestar colectivo.
¿Represión? Ya que navegan por las redes sociales, ¿no ven el significado de esa palabra en Estados Unidos, en Europa, en América Latina? «No me interesa lo que pasa en otros países, solo me interesa el mío», respondió iracundo un joven que hablaba de libertad, y no supo explicarla cuando le pregunté por su significado.
No es admisible que se obvien deficiencias propias para hablar de males ajenos, pero es bueno recordarle a los que quieren un cambio de «sistema», lo que ocurre en la meca del capitalismo.
Porque quieren hacernos creer que Cuba es un Estado fallido, cuando fue el único país latinoamericano que creó sus propias vacunas contra la COVID-19 e inmunizó a toda su población con ciclos de refuerzo incluidos, a pesar del bloqueo; el único país en la historia que ha logrado resistir por más de 60 años un bloqueo criminal que pretende, precisamente, hacer que la gente se canse y prefiera el regreso de los dominadores, y que un huracán tan destructivo solo consiga arrebatarle la vida a tres ciudadanos, porque su Defensa Civil logra siempre evacuar a los pobladores más expuestos.
Y aunque sea muy lamentable, hay que decirlo: continúa el conteo de víctimas fatales en la Florida después del paso del huracán Ian (y la cifra de muertos ya supera los cien), y Joe Biden, el presidente del país más rico del mundo, declaró que «costará años revertir los daños causados por el huracán».
Un artículo publicado en The New York Times, el 23 de septiembre pasado, se refiere a Puerto Rico –¡una colonia de Estados Unidos!– en estos términos: «En el último año, los apagones, que a veces pueden llegar a durar días, se han convertido en parte de nuestra vida cotidiana. (…) Sin embargo, a pesar del pésimo servicio, las facturas de electricidad se han duplicado».
Por eso se empeñan en destruir lo que nos salva: la unidad del pueblo y sus instituciones, la que se evidenció durante la pandemia de la COVID-19, en el hotel Saratoga, o en el incendio de los tanques de petróleo en Matanzas.
Y esa unidad es posible porque no son partes contrapuestas, porque las instituciones de la Revolución son del pueblo y existen para el pueblo.
La guerra psicológica desplegada contra Cuba por el gobierno de Estados Unidos se inició en 1959 y lejos de decaer en el tiempo se incrementó con la aparición de Internet, para fomentar una corriente ideológica dentro de la Isla contraria al socialismo. Por esa razón, la guerra económica, comercial y financiera se recrudece a pesar del rechazo mundial.
El objetivo expuesto en sus múltiples documentos desclasificados, es lograr que el pueblo culpe de sus escaseces al sistema socialista, se desencante y desaliente, al no percibir mejorías económicas.
Un documento de la CIA, desclasificado y publicado en junio de 2001, referente al análisis de la situación cubana en los inicios de los años 90 del siglo XX, refleja los propósitos que se proponen los yanquis con el mantenimiento de esa cruel y despiadada guerra económica, que tal parecen escritos en el 2022, pues en aquel documento sus analistas decían:
“EXISTE UNA OPORTUNIDAD MEJOR QUE NUNCA, PARA QUE EL GOBIERNO DE FIDEL CASTRO CAIGA DENTRO LOS PRÓXIMOS POCOS AÑOS…CUANDO LAS CONDICIONES EN LA ISLA SE DETERIOREN MÁS, ES MÁS PROBABLE QUE LOS INCIDENTES VIOLENTOS SE EXTIENDAN POR LA CRECIENTE FRUSTRACIÓN SOBRE LOS CORTES EN LA ELECTRICIDAD, LOS PROBLEMAS DEL TRANSPORTE Y LOS ALIMENTOS”.
“SI ESTADOS UNIDOS LEVANTARA EL EMBARGO, UNILATERALMENTE O COMO RESULTADO DE NEGOCIACIONES, CUBA SE BENEFICIARÍA NOTABLEMENTE…LOS BENEFICIOS PROBABLEMENTE GENERARÍAN UN CRECIMIENTO ECONÓMICO MÍNIMO, PERO ALIVIARÍAN MUCHAS DE LAS PEORES CARENCIAS Y OTRAS PRESIONES QUE ENFRENTA EL RÉGIMEN”.
30 años después de aquel análisis, los cubanos continúan resistiendo pues saben perfectamente lo que pueden perder, al constatar las protestas actuales en Ecuador, Colombia, Panamá y otros países del mundo capitalista, para reclamar un sistema de salud y educación gratuitos, empleo, igualdad de las mujeres con los hombres en cuanto salarios y oportunidades laborales, cese de la discriminación racial y de género, rebaja del precio de la gasolina, del transporte público y otros más, que los cubanos tienen gracias al socialismo que Estados Unidos quiere satanizar.
La matriz de opinión que Estados Unidos y sus aliados imponen contra Cuba es brutal y se comprueba con solo leer lo que publica la CNN, donde mantienen diariamente desde hace un año, imágenes del 11 de julio 2021, con 12 artículos referente a esos sucesos con informaciones tergiversadas, algo que no hacen con las verdaderas protestas del pueblo colombiano, la represión de que fueron víctimas y las decenas de muertos causados por las fuerzas policiales, más los centenares de detenidos.
Tampoco la CNN mantienen fotos ni información de los 18 días de manifestaciones en Ecuador, contra las malas prácticas del gobierno actual y la brutal represión que sufrió ese pueblo, ni dice una sola palabra de las cuentas bancarias del presidente en paraísos fiscales y la amplia corrupción que se vive desde el gobierno de Lenin Moreno.
Respecto a las actuales protestas masivas en Panamá, que duran más de una semana, el tratamiento es diametralmente opuesto a lo que hacen contra Cuba por un solo día de protestas y actos vandálicos estimulados desde Estados Unidos, con amplio financiamiento entregado por la USAID y la NED, unido al accionar subversivo de la embajada yanqui en La Habana.
¿Por qué esas organizaciones pantallas de la CIA no financian a los indígenas en Ecuador, los sindicatos de Colombia y Panamá, u ofrecen becas para formar líderes comunitarios entre los jóvenes para que reclamen sus derechos?
Un simple vistazo a lo hacen los yanquis contra Cuba a través de Internet, permite conocer su empeño en ofrecer una imagen irreal de la Revolución, mediante la subversión política e ideológica, como parte de la doctrina de guerra no convencional desarrollada por el gobierno de Estados Unidos, de conjunto con sus servicios especiales.
Ese accionar pretende provocar el reblandecimiento del carácter y la capacidad de resistencia del pueblo cubano, imponer los valores y símbolos yanquis, e incluso modificar la historia de Cuba.
En el 2011, a solicitud del senador republicano Richard Lugar, del Comité de Relaciones Exteriores de Senado, Carl Meacham, encargado de América Latina en el equipo de dicho senador y actualmente director del Americas Program en el think tank estadounidense CSIS (Center for Strategic and International Studies) se reunió con personal del Departamento de Estado, altos diplomáticos extranjeros y funcionarios de la industria, para investigar cómo los medios sociales y la tecnología podían utilizarse en promover y fortalecer la “democracia” en América Latina.
El informe de Meacham, reconoce las acciones y planes subversivos que acomete el gobierno de Estados Unidos contra Cuba, al señalar:
“EL DEPARTAMENTO DE ESTADO HA ENTRENADO A PERIODISTAS EN VARIOS PAÍSES, PARA QUE AUMENTEN SU CAPACIDAD DE DISEMINAR RÁPIDAMENTE LA INFORMACIÓN PRECISA SOBRE ACONTECIMIENTOS Y ASUNTOS IMPORTANTES. SE HAN INVERTIDO GRANDES ESFUERZOS EN CUBA, EL ÚNICO PAÍS QUE EN ESTOS MOMENTOS CENSURA ACTIVAMENTE EL CONTENIDO DE LA POLÍTICA DE ESTADOS UNIDOS”.
“…NUESTRO EQUIPO REPARÓ EN EL CRECIENTE INTERÉS QUE TIENEN LOS FUNCIONARIOS DEL DEPARTAMENTO DE ESTADO, EN INCREMENTAR LAS CAPACIDADES BÁSICAS DE COMPUTACIÓN Y ALFABETIZACIÓN DEL PUEBLO CUBANO, COMO MEDIO DE FACULTARLO PARA LLEVAR A CABO CAMBIOS POSITIVOS EN SU PROPIA SOCIEDAD.”
El Senador Marco Rubio aseguró en el 2012:
“EL SISTEMA TOTALITARIO CUBANO PODRÍA DERRUMBARSE, SI TODOS LOS CUBANOS TUVIERAN LIBRE ACCESO A INTERNET, PUES CUBA SEGUIRÍA LA MISMA SUERTE DE AQUELLOS PAÍSES QUE PASARON LA PRIMAVERA ÁRABE”.
El 23 de enero del 2018 el Departamento de Estado creó el “Grupo Operativo de Internet para la subversión en Cuba”, a fin de alterar el orden interno, siguiendo las directrices planteadas por el presidente Donald Trump, en su memorando presidencial del 16 de junio del 2017.
Ese grupo lo integran representantes del gobierno y entidades “No Gubernamentales” como la USAID, Freedom House, y el Buró de transmisiones hacia Cuba, responsable de Radio y TV Martí.
Lo que les duele es que ninguno de sus pronósticos, ni de los grupos de trabajo creados, han tenido resultados. Cuba sigue en pie resistiendo, a pesar del incremento de la guerra económica e incluso pudo fabricar tres vacunas que han controlado la pandemia de la Covid-19, como ningún país del mundo.
Por eso afirmó José Martí:
“Trincheras de ideas valen más que trinchera de piedras”
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