Para devolverle a la ciudad su natural apariencia, se trabaja permanentemente. Foto: Ricardo López Hevia
Pronto volverá al trabajo, en el que es barman en un restaurante, a menos de una cuadra del Saratoga. El mismo uniforme que llevaba aquel día y el mismo delantal esperan listos la orden de regresar a la faena diaria; sin embargo, él no es el mismo.
No es tan fácil para Aramís olvidar. Una hora antes había pasado frente a los portales del hotel, de prisa, para llegar temprano. Tras dejar todo listo y en minutos abrir, se dispuso –junto con Guillermo, el dependiente, y los demás– a almorzar. Poner el plato en la mesa y sentir un estruendo, que no pudieron en ese instante definir como una explosión, fue la misma cosa. Sin luz ya en la instalación, bajaron las escaleras. A la vista todo era humo.
Corrieron. El instinto los llevó a la escuela. ¡Mamá, mamá, mamá!, era lo que se oía entre el llanto de los pequeños. Guillermo cargó a dos niños con las cabezas partidas; Aramís llevó a unos cuantos para las puertas del restaurante.
Recuerda con persistencia a la muchachita con uniforme de tecnológico, en shock, la nariz, la blusa y las piernas ensangrentadas, llorando y preguntando por sus amigas, con las que pasaba cuando se desplomó el hotel.
Los ojos alcanzaron a ver lo que jamás habían visto: cadáveres de seres que un instante antes caminaban por la zona. El desastre apoderándose irremediablemente de un entorno siempre colorido y animado por voces cotidianas y serenas, dispersas en la multitud, denotando la vida.
Al restaurante se le desprendió una puerta; sobre las mesas cayeron lámparas; las copas se hicieron trizas; sus trabajadores, alterados unos, sin palabras los otros, fueron a un tiempo testigos, socorristas, marcados por una experiencia sin precedentes, en extremo dolorosa.
Sin apartarse de las noticias, ni del impacto que por mucho tiempo les habrá de durar, los muchachos del restaurante esperan el llamado para regresar al trabajo. Saben que se han reparado los daños de su inmueble, que pronto todo estará listo.
Pero algo no es igual. La porción de ciudad donde trabajan, la que quieren, y de la que son parte, aún supura. Volverán pronto al trabajo, con el mismo uniforme y el mismo delantal que empolvaron en su afán de salvar niños. El Saratoga resurgirá de sus cenizas. Ellos, testigos del dolor, lo serán también del nuevo colorido, sin que sean nunca más los mismos.
Ha concluido la dolorosa búsqueda de las víctimas del accidente en el Hotel Saratoga. Han sido seis días en que toda Cuba fue una sola en el dolor. De nuevo, y como tantas veces en nuestra historia, la solidaridad marcó cada segundo en torno a las víctimas y a sus queridos familiares.
Para que la luz de ninguno de ellos se apague, haremos una vigilia este viernes 13 de mayo, a partir de las 7:00 p.m., en el Parque de la Fraternidad. A quienes no puedan llegar, les pedimos que a las 9:00 p.m. nos acompañen desde sus casas en un sentido minuto de silencio y prendan una luz por las 45 víctimas del Hotel Saratoga, para que estén siempre con nosotros.
Hotel Saratoga. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate.
Primero, la explosión. El edificio, de seis pisos, vibró, se saltaron unos cables después, con la fuerza de un latigazo. Acto seguido, se desplomó más de la mitad de la fachada sin dar tiempo, sin anunciar nada, cada pedazo de piso tragándose al de arriba, aplastados techo contra piso y piso contra techo, en medio de un estrépito y una nube de polvo que ocultaba todo, menos los gritos desesperados. Parecía como si acabara de abrirse y cerrarse la tierra, cuando otros dos edificios se vinieron abajo.
De inmediato se conocieron las causas del siniestro en el Hotel Saratoga, de La Habana Vieja, aunque está abierta la investigación: fue un escape de gas, mientras un camión cisterna habilitaba al edificio que se preparaba para reabrir esta semana. Sin huéspedes, las habitaciones permanecían cerradas a cal y canto, y puede que un simple clic del interruptor de la luz fuera suficiente para que la masa de gas acumulado provocara la onda expansiva que hizo añicos los cristales, la marquetería y la fachada ligera con adornos de estuco verde y blanco, original del siglo XIX.
No es la primera vez que Cuba se enluta. Podría parecer hasta menor un accidente como este en un país que ha padecido en medio siglo más de 30 huracanes de gran magnitud, decenas de muertos durante el sabotaje de la CIA al vapor La Coubre en el puerto de La Habana en 1960, la voladura de un avión civil con 73 pasajeros en 1976, una cadena de bombas en hoteles y restaurantes en la década del 90, el bloqueo sempiterno del gobierno de Estados Unidos –“acción canallesca”, lo llama el Presidente Andrés Manuel López Obrador– que ha naturalizado la escasez de casi todo y que hizo más desesperante la pandemia, por citar algunos ejemplos dramáticos.
Pero no. La explosión en el Hotel Saratoga, con casi un centenar de lesionados -de ellos 44 muertes hasta el miércoles-, es otra cosa. Lo que hizo de esta historia en particular la Gran Historia no fue la explosión que se sintió en La Habana, ni el humo denso que se podía ver desde las zonas altas, ni la sensación de vulnerabilidad que nos dejó a todos, sino la solidaridad de la ciudadanía que se apiñaba en los alrededores exigiendo un lugar para rescatar a las víctimas de los escombros, donar su sangre para los heridos o aliviar la angustia de los damnificados. Dos horas después del accidente, la fila de voluntarios y voluntarias frente a los bancos de sangre, los policlínicos y los hospitales superaban los miles, y la mayoría eran jóvenes, esos mismos que la propaganda de Miami dice que se están yendo en masa de Cuba.
Mientras el gobierno actúa y la prensa pública da lecciones de inmediatez y sensibilidad, personas de la calle, con todo tipo de profesiones, siguen ayudando a sus compatriotas. No sabemos los nombres de todos los rescatistas -muchos de ellos bomberos voluntarios-, de los maestros de la escuela “Concepción Arenal” que colinda con el hotel y protegieron a sus alumnos, de los niños que salvaron a otros niños, de los transeúntes que socorrieron a los trabajadores del Saratoga y a las familias de los dos edificios que implosionaron en la vecindad, ni de los perros rastreadores que todavía buscan las huellas de un desaparecido entre los escombros.
Al romperse, los edificios mostraron sus vísceras, sus arterias, sus nervios y su fragilidad, que es la nuestra. Pero también expusieron a esa especie de sentimentales decentes que no está en peligro de extinción y que son los mejores de todos nosotros, los héroes que se lanzaron a salvar a los demás, sin reparar en que otra explosión y otro derrumbe habrían podido convertirlos en víctimas. Y, a la par, hay un ejército anónimo de trabajadores de la salud que no ha descansado en más de 100 horas desde el accidente.
En Los soldados de Salamina, el novelista español Javier Cercas nos recuerda que “en el comportamiento de un héroe hay casi siempre algo ciego, irracional, instintivo, algo que está en su naturaleza y a lo que no puede escapar”. Es el que mira de frente el absurdo y la crueldad de la vida para hacernos más humanos, el que nos advierte que de la desesperación nace la lucha.
Washington, 11 may (Prensa Latina) Grupos de odio contra Cuba y su pueblo tratan de sabotear la ola de solidaridad que surgió fuera de la isla para apoyar las labores humanitarias luego del accidente del hotel Saratoga, denunció hoy Puentes de Amor.
Una declaración del grupo firmada por su creador y organizador, Carlos Lazo, denunció que cuando aún se desarrollan en La Habana labores de rescate en el hotel Saratoga, cuando aún se recuperan cuerpos sin vida bajo los escombros y se trabaja infatigablemente con la esperanza de encontrar sobrevivientes, grupos de odio empeñan esfuerzos en causar dolor al pueblo.
Esas personas inescrupulosas tratan de aprovechar este momento de infortunio nacional para arreciar en su guerra contra el pueblo cubano, subraya el activista.
En el colmo de la maldad y el cinismo, dijo, intentan torpedear las campañas de donaciones a la Isla organizadas por emigrados cubanos.
Algunos de los que urden estos sabotajes lo hacen camuflados detrás de fotos de Fidel Castro. ¡Inaudito! ¡Para confundir, usan fotos del líder histórico de la revolución cubana como trasfondo, mientras, al mismo tiempo, desde Miami, incitan a sus seguidores a delatar y denunciar las iniciativas solidarias de donaciones que se hacen a través de PayPal!, aseveró.
“¡Cuánta perversidad! Cubanos solidarios crean campañas para recoger fondos y comprar insumos médicos y las plataformas de odio, puntualizó, azuzan a sus hordas para que contacten a PayPal y se inhabiliten las cuentas con que se comprarán los insumos médicos”.
Denunció Lazo que eso es criminal y no es la primera vez que pasa. En el pasado, esas mismas plataformas de odio trataron de sembrar dudas acerca de los envíos de jeringuillas y de leche en polvo para Cuba.
Estas acciones tienen lugar mientras miles de cubanos juntan sus hombros para socorrer y apoyar a las víctimas del accidente, agregó.
También en la emigración, cientos de emigrados se movilizan para aportar su granito de arena y enviar medicinas y alimentos a sus hermanos en la Isla, aseveró Lazo.
Se han creado iniciativas para recoger fondos y comprar sutura de cirugía. Estas donaciones que están bajo ataque hoy, se usarán para llevar algodón, guantes y material sanitario a la Isla, indicó.
Incluso algunos cubanos, desde Miami y otras partes del mundo, viajaron a Cuba y entregaron material sanitario en hospitales y vecindarios.
Por un lado, los que aman y fundan tienden la mano, por otro lado, lo que odian y deshacen tratan de seguir causando sufrimiento y dolor, denunció el dirigente de Puentes de Amor, la iniciativa que busca internacionalizar entre los pueblos la demanda del fin del bloqueo de Estados Unidos a Cuba.
¡No nos confundirán! ¡Nadie detendrá este tsunami de amor! ¡Seguiremos ayudando a nuestros hermanos en la Isla! ¡Seguiremos participando en cada iniciativa para auxiliar a las víctimas de este desastre! ¡Seguiremos alzando la voz para que se levanten las sanciones que castigan al pueblo cubano!, remarcó el comunicado.
El año pasado un lamentable accidente destruía completamente, en un condominio de Miami, 55 apartamentos del ala de un edificio. Murieron 98 personas de 12 países distintos, entre ellos cuatro cubanos. También murieron cinco niños.
Respuesta a todo arpía oportunista que vean por las redes sociales
El año pasado un lamentable accidente destruía completamente, en un condominio de Miami, 55 apartamentos del ala de un edificio. Murieron 98 personas de 12 países distintos, entre ellos cuatro cubanos. También murieron cinco niños.
Los resultados concluyeron que el edificio era muy antiguo, más de 40 años sin repararse y algunos inspectores ya lo habían dado como peligroso. Se hundía dos milímetros por año y una firma de ingenieros había declarado: “Si no se reemplaza la impermeabilización en un futuro próximo, la extensión del deterioro del concreto se expandirá exponencialmente”. Todo esto se comprobó el propio año cuando las autoridades decidieron demoler el resto del edificio por peligro de derrumbe.
Sin embargo, no viste a ningún cubano en aquel momento aprovecharse de esa situación para decir que era “culpa del capitalismo”. No nos viste deseándole mal al pueblo norteamericano o a la comunidad de Miami. No dijimos que Estados Unidos no era un país seguro. No hicimos directas para, desde lejos y sin poder aportar, criticarlos. No lo hicimos. No era el momento. Hasta las autoridades cubanos mostraron sensibilidad y se solidarizaron con varios tweets. Sin embargo, las autoridades de Estados Unidos no han tenido la decencia y el coraje de hacerlo en este momento para con Cuba. He aquí muchas diferencias.
Leo y escucho a muchos influencers anticubanos decir que la culpa es del comunismo. Duele que ni siquiera convoquen a hacer donaciones, o a ayudar del algún modo. Molesta que estén al borde del camino, criticándonos, sin implicarse, sin embarrarse con nosotros para hacerle frente a la adversidad.
Al parecer tienen la memoria muy corta y no se acuerdan de que el año pasado, en su propia ciudad, pasó algo peor y ellos nunca dijeron que fue culpa del sistema político. ¿Por qué ahora sí? Porque son unos oportunistas, porque no sirven, porque así pasarán a la historia, demolidos por la verdad y la hidalguía de un pueblo heroico.
De los trágicos sucesos del #HotelSaratoga y la burda manera en que los odiadores manipularon el dolor, de la supuesta travesía de Annie Gracés por el Río Bravo y del reciente Congreso de Estudios Latinoamericanos LASA hablaremos en #ConFilo esta noche.
La vela por Susel está encendida todavía. Su hija, con quien comparte el nombre, sigue esperando para darle un beso a su madre. Mientras ella espera, 12 millones le hacemos compañía y la abrazamos desde la distancia aunque jamás la hayamos visto
Desde el 6 de mayo no han cesado las acciones de rescate y salvamento en el hotel Saratoga. Foto: José M. Correa
Pasó el día de las madres y Susel no le pudo dar un beso a su hija. Salió de casa el viernes, como un día cualquiera, hacia el hotel Saratoga, donde trabajaba como camarera. Probablemente haya sido un día normal, con la rutina de siempre, hasta que el mundo entero se vino abajo alrededor de las 11 de la mañana. Eso es lo único que sabemos, de ahí en adelante todo parece perderse en el viento, como lo hizo el polvo después del derrumbe de la emblemática edificación.
Siendo honestos, da igual qué edificio fue el que explotó; da igual cuántos años de historia tenía, cuánta gente famosa se hospedó en él, o cuántos miles se gastaron en su remodelación. Lo único que importa, o al menos a su familia, es que Susel no está, sigue perdida en algún lugar de esos escombros, hasta el mediodía de ayer no la habían encontrado.
Hay una idea popular que plantea que todos en el planeta estamos conectados unos con otros por una cadena de conocidos de no más de seis personas. Eso significa que todos estamos conectados con Susel, con ella y con cada una de las víctimas del fatal accidente que estremeció a Cuba el pasado 6 de mayo.
¿Se imaginan entonces que la familia de esa mujer, con la que todos tenemos un vínculo, lleva casi cinco días sin saber su paradero? Nos tiene que doler, nos tiene que hacer llorar; porque Susel pudo haber sido cualquiera de nosotros.
Toda Cuba está pendiente de las noticias del Saratoga, mantenemos la esperanza de que, por alguna milagrosa coincidencia, encuentren a los desaparecidos. Las horas siguen pasando y mil razones nos llevan a pensar que las posibilidades son cada vez menores, pero igual encendemos una vela a quien sea en quien creamos, para que les iluminen el camino de regreso.
La vela por Susel está encendida todavía. Su hija, con quien comparte el nombre, sigue esperando para darle un beso a su madre. Mientras ella espera, millones le hacemos compañía y la abrazamos desde la distancia, aunque jamás la hayamos visto. La cicatriz del Saratoga nos va a marcar para siempre, pero mientras quede alguien por encontrar, la herida sigue abierta, cada hora más profunda.
Leticia Martínez – Cubadebate – Video: Canal Caribe / TV Cubana – Foto: Estudios Revolución.- Luego de tres días de arduo trabajo en el Hotel Saratoga, siniestrado al mediodía del 6 de mayo, la prioridad continúa siendo encontrar a las cinco personas que permanecen desaparecidas entre los escombros. Así se dejó claro en el Grupo Temporal del Gobierno que cada tarde, desde el fatídico accidente, chequea las acciones a seguir tras la explosión provocada por un escape de gas.
En la reunión de este lunes en el Palacio de la Revolución, dirigida por el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, se conoció que hasta el momento permanecen ingresadas 18 personas en los hospitales de La Habana, de los cuales seis están reportadas en estado crítico. Suman 93 los lesionados en el accidente; y hasta las siete de la noche habían fallecido 40 personas como consecuencia del terrible derrumbe.
Según explicó el primer secretario del Partido en la capital, Luis Antonio Torres Iríbar, se encuentran afectadas 38 viviendas, para un total de 95 personas. “Fueron evacuadas hacia la Villa Panamericana 22 núcleos familiares con 69 personas, y el resto se autoevacuó”.
Sobre las pertenencias de los damnificados del edificio 609 (ubicado al lado del Saratoga), informó que continúan en el lugar pues todavía no se puede acceder a la edificación, “se está trabajando en el escombreo del lateral que colinda con el hotel”. No obstante, aseguró que efectivos de la Policía Nacional Revolucionaria custodian el sitio. En cambio, los bienes materiales de las familias que viven en los números 512 y 508, por la calle Zulueta, fueron trasladados hacia la Villa Panamericana.
A las familias evacuadas, dijo Torres Iríbar, se les han entregado cocinas de inducción, módulos de aseo y alimentos, libretas de abastecimiento, uniformes escolares para los niños afectados, así como ayudas económicas por parte de la dirección de Trabajo y Seguridad Social.
Particularmente acerca del estado de los inmuebles cercanos al Hotel Saratoga, detalló el dirigente partidista que el edificio 609, con 27 apartamentos, “se va a reconstruir en el lugar, se recuperará”. En el 512, ubicado al fondo, se realizó también un dictamen técnico y se procederá a su demolición. Ya se localizó otro lugar, en Vives y Figuras, donde se levantará una edificación de cinco plantas con diez apartamentos. En tanto, el 508 igualmente será reparado en el mismo sitio. Quedan dos viviendas en la calle Dragones a las que se les hará el dictamen técnico cuando las labores en el Hotel lo permitan.
Torres Iríbar precisó que se trabaja además en el Capitolio, que debe estar listo en junio. En el caso del Teatro Martí las tareas de reparación permitirán que en septiembre reabra sus puertas. En la escuela Concepción Arenal, también afectada por la explosión de gas, se labora con intensidad. Y en el Hotel, apuntó luego, nos estamos concentrando en la búsqueda de las personas desaparecidas y el escombreo.
En esta reunión —que también estuvo encabezada por el ministro del Interior, el general de división Lázaro Alberto Álvarez Casas; y el viceministro primero de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, general de cuerpo de ejército, Ramón Espinosa Martín, ambos miembros del Buró Político del Partido— se precisaron las acciones que deberán comenzar este martes en el Hotel Saratoga.
El ministro de la Construcción, René Mesa Villafaña, informó que entre las tareas inmediatas están el achique del agua acumulada en el sótano de la instalación lo que permitirá entrar más en profundidad al sitio; asimismo se preparan condiciones para bajar con toda la seguridad los sistemas de clima, el grupo electrógeno y dos balas de gas, así como vaciar la piscina, lo cual se realizará en tres fases por su complejidad.
El Presidente cubano insistió en la atención al detalle de las víctimas del siniestro y de sus familiares, en todos los sentidos. Habló particularmente del necesario sostén sicológico tras un “hecho que han consternado a todo el mundo”. Y del reconocimiento a las personas que desde el mismo 6 de mayo trabajan sin descanso para encontrar a las víctimas: una prioridad que se mantiene hasta hallar al último desaparecido.
CUBA No Es Miami.- Con el dolor atragantado y el pecho comprimido por la desgracia del Saratoga, los cubanos no podíamos creer la bajeza moral y la miseria humana de los que nos adversan. La vida y este pueblo les cobrará semejante dosis de anti humanismo.
Debe estar conectado para enviar un comentario.