La indecencia

Reconocen los odiadores de Miami que fracasaron con su agresión, para avergonzar al Gobierno cubano durante el Clásico de Beisbol

Autor: Alfonso Nacianceno | nacianceno@granma.cu

«¡Team Asere, bienvenido a la Patria!»
Foto: Roberto Morejón

«No estoy para la política», decía en su espalda la camiseta que usaron los odiadores, en la indecente provocación armada previa al partido de Cuba y Estados Unidos, en el Clásico Mundial de Beisbol. Tal acción fue una vergonzosa muestra de brutalidad, intrínseca del sistema imperante en el poderoso país.

 Anunciada días antes, la exacerbada agresión a los peloteros del Team Asere se tornó peligrosa dentro del estadio, cuando en tres ocasiones los atacantes se lanzaron al terreno, en provocación que intentaron eliminar con el personal dispuesto por los organizadores, cuando en realidad debía estar activada la policía para que contuviera a los nefastos autores.

 Pero, ese cuerpo carga con demasiados descréditos de brutalidad policial, y tal vez le quisieron evitar que incurriera en uno más, o la administración de Joe Biden se hizo de la vista gorda ante lo llevado a cabo, porque seguro debieron tener permiso de las autoridades políticas para tal provocación en un lugar tan céntrico de la ciudad.

 «Anote uno para los exiliados cubanos en Miami», acotaba la prensa allí, preguntándose de manera «ingenua» que, «al parecer, ellos no conocían que en Cuba son conocidos como odiadores». Le reclaman a fox Network, por «mantenernos a todos en la oscuridad, alejándose de esa acción política» –recordemos la frase «no estoy para la política»– y le protestan a esa empresa por tomar esa decisión de no ponerlos en pantalla.

 No tenemos acciones en la mencionada televisora, pero, tal vez, con acierto, lo catalogaron como un bochornoso acto agresivo contra un equipo de beisbol que, aun en medio de tan difícil situación, peleó hasta el final, en desventaja cualitativa frente al elenco de casa, lo cual deslució la valía de sus estrellas de Grandes Ligas, ganadores del encuentro.

 Después del juego, última parada del indecente episodio, varios participantes –según confesión hecha de mala gana por ellos mismos– dijeron que «estaban desalentados por haber sido amordazados», pues no cumplieron su propósito «porque tenían la esperanza de avergonzar al Gobierno cubano en un escenario mundial, durante el Clásico».

 Como siempre ocurre, hoy sus periódicos en Miami, ni en otras partes de Estados Unidos, no hacen alusión a que es el segundo mejor resultado de Cuba en estos eventos, con el cuarto lugar entre 20 países. Lejos de reconocer a los cubanos de la mlb que se unieron en el gran Team Asere, los criticaron. Y mucho menos mencionaron el recibimiento que les dedicó el pueblo cubano –a lo largo de toda la Isla– con su máxima expresión en la bienvenida, a coliseo desbordado, en la Ciudad Deportiva.

Cuba denuncia actos de hostilidad contra el equipo Cuba incitados por las autoridades de Miami

Declaración del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba

Autor: Granma | internet@granma.cu

22 de marzo de 2023 10:03:30

Partido semifinal entre las selecciones de Cuba y Estados Unidos, en el Quinto Clásico Mundial de Beisbol
Foto: Roberto Morejón

El 19 de marzo de 2023, durante el juego semifinal del V Clásico Mundial de Béisbol entre los equipos Cuba y los Estados Unidos, celebrado en el estadio LoanDepot Park de la ciudad de Miami, Florida, se produjeron lamentables y peligrosos incidentes en contra del equipo cubano que participó en certamen, que Cuba denuncia de forma enérgica.

Fue un juego difícil. El equipo cubano fue allí a defender dignamente sus colores, tras haber llegado a la etapa semifinal por méritos ganados en el terreno. Enfrentó a un conjunto reconocido por su superioridad técnica y que resultó claramente ganador. La conducta del equipo estadounidense y su dirección fueron respetuosas y conforme al espíritu deportivo que debe prevalecer en estos eventos. Su triunfo es merecido.

Pero el equipo cubano tuvo que enfrentar allí también una agresividad vil y organizada, que contrastó con los múltiples mensajes de respaldo, reconocimiento y solidaridad que recibió de muchísimas personas en los Estados Unidos, en su mayoría cubanos o descendientes de cubanos, una buena parte de ellos de la propia ciudad de Miami.

Con el claro propósito de desestabilizar a nuestros jugadores, se realizaron actos reiterados de diversa naturaleza contra ellos, contra la delegación que los acompañó y contra los seguidores de la escuadra cubana en el estadio. Estos incluyeron agresiones directas, amenazas, uso de lenguaje ofensivo y vulgar, ataques lesivos a la moral del equipo de Cuba y otros incidentes dirigidos a menoscabar el ánimo de los atletas y perjudicar el espectáculo. Se trató de sucesos contrarios a la concepción de este tipo de eventos deportivos.

No se hicieron cumplir las reglas de orden y conducta establecidas por el estadio, en lo que hubo aparente complicidad de ciertos representantes y personal de esa instalación deportiva y de autoridades locales, en particular, de los encargados del orden y la seguridad.

Se lanzaron objetos contra los peloteros y sus familiares, entre los que se encontraban mujeres, niños y ancianos, así como contra miembros de la delegación y representantes de la prensa cubana, y también contra espectadores que apoyaban al equipo de Cuba. Supuestos espectadores ingresaron en tres ocasiones al terreno durante el partido e interrumpieron el juego, lo que puso en peligro la seguridad y estabilidad de los jugadores del equipo cubano. Se profirieron reiteradas ofensas y amenazas a los atletas, en alta voz, cuando a estos le correspondía su turno al bateo o cuando se preparaban para entrar en el juego, como le ocurrió al lanzador cubano Frank Abel Álvarez mientras calentaba en el bullpen, lo cual atenta contra las reglas de las Grandes Ligas de Béisbol (MLB) y cualquier noción de deporte limpio. Se mostraron constantemente carteles con consignas políticas, lenguaje obsceno y vulgar, irrespetuosos hacia atletas y público en general, que interfirieron en el disfrute del juego. De la misma forma, se utilizó ropa con frases e imágenes ofensivas, de contenido político, no permitidas por las reglas de la instalación deportiva.

Igualmente, se violó repetidamente el Código de Conducta para Huéspedes establecido para el estadio, a partir del consumo de bebidas alcohólicas de manera irresponsable y la violación de los asientos asignados.

En la mayoría de las ocasiones en que representantes de la delegación cubana o de las Grandes Ligas de Béisbol se dirigieron a agentes de la policía para denunciar las transgresiones antes descritas, estos no actuaron sobre los transgresores.

Todas estas acciones eran causas suficientes para la expulsión inmediata, citación, arresto u otras consecuencias legales, que en esta ocasión no se produjeron. Estos hechos desnaturalizaron un evento de profundas raíces culturales para ambos países.

El Ministerio denuncia la complicidad demostrada por las autoridades locales, que permitieron y crearon las condiciones para que estos actos tuvieran lugar, de manera abierta y con impunidad. Al mismo tiempo, denuncia enérgicamente la incitación por parte de políticos locales y figuras que ostentan cargos públicos a la indisciplina, la agresión y el asedio a los deportistas. La tolerancia de las fuerzas del orden, violando sus obligaciones, estimuló la comisión de sucesivas agresiones.

Estos mismos sectores fueron los que en 2018 sabotearon el acuerdo entre la Federación Cubana de Béisbol y las Grandes Ligas de Béisbol, que habría sido beneficioso para todas las partes involucradas y hubiese contribuido a poner fin al trato discriminatorio al que se somete a los atletas cubanos.

El Gobierno de Cuba alertó con suficiente tiempo al Gobierno de los Estados Unidos, por los canales diplomáticos, sobre las amenazas públicas y abiertas que se concebían para empañar la participación del equipo cubano en el segmento del campeonato que tendría lugar en la ciudad de Miami y acerca de la trayectoria corrupta e irresponsable de las autoridades de esa ciudad.

El Equipo Cuba no participó en el evento en condiciones de igualdad.  Desde mucho antes del inicio del campeonato, el conjunto cubano tuvo que enfrentar un complejo y discriminatorio proceso en el que las autoridades de las Grandes Ligas del Béisbol debieron solicitar y recibir, con demora, la autorización de licencias de la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro de Estados Unidos. Este proceso incluyó un permiso especial para que Cuba participara en el evento, otro posterior para que se incorporaran jugadores cubanos del circuito de las Grandes Ligas y otro aún más tarde para concretar su integración temprana con el resto del equipo. Los permisos otorgados prohibieron explícitamente a varios de los integrantes del equipo a viajar a Cuba con sus compañeros al terminar el certamen. Todo ello puso en peligro la participación cubana en el Clásico de Béisbol e implicó desventajas extraordinarias.

Los atletas cubanos han participado en eventos deportivos en múltiples ciudades de los Estados Unidos y otros países sin enfrentar este clima de agresividad que parece singular de la ciudad de Miami. Cuba no renunciará al derecho de competir en igualdad de condiciones en territorio estadounidense. En contraste, Cuba continuará honrando sus compromisos como anfitrión en todos los certámenes internacionales que se celebren en nuestro país, en los que siempre se ha respetado y acogido con entusiasmo a los atletas de todo el mundo, incluyendo a los de los Estados Unidos.

Hechos como los anteriormente denunciados, ratifican, una vez más, que la ciudad de Miami no reúne las condiciones mínimas para ser sede de un evento internacional y que sus autoridades tienen una responsabilidad fundamental en esta despreciable realidad.

Cuba agradece a la numerosa afición y a todos aquellos que dentro y fuera del estadio en Miami acogieron con alegría y espíritu deportivo la participación de Cuba en el Clásico y su clasificación para las semifinales con un equipo de cubanos residentes en Cuba y en el exterior. Muchos se acercaron al equipo para ofrecer su apoyo y solidaridad. 

El pueblo de Cuba vivió días de emoción siguiendo al equipo desde los primeros juegos y sufrió también como propio el vejamen protagonizado por sectores extremistas que agredieron al equipo y se ensañaron con aquellos que hicieron realidad, en el Team Asere, el sueño de un equipo Cuba con participación de jugadores cubanos de las Grandes Ligas y de ligas de otros países. Cuba seguirá abierta a reeditar esta experiencia.

Por encima del odio, siempre prevalecerá el amor a Cuba y el amor al deporte.

La Habana, 22 de marzo de 2023

Declaración del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba

El odio no acaba, se multiplica

Por Arthur González

Imagen de Razones de Cuba

Han transcurrido 64 años del triunfo de la Revolución cubana, que Estados Unidos no pudo impedir, y el odio que sienten no se acaba, se multiplica cada vez más, con el marcado deseo de derrocar el proceso socialista, algo que no han podido lograr.

El asunto no se inició a partir de la nacionalización y confiscación de las propiedades de empresas estadounidenses, como quieren hacer ver desde Washington para justificar su criminal guerra económica, comercial y financiera, la más larga en la historia humana.

La verdad está recogida en los propios documentos del régimen yanqui, donde se demuestra que el odio hacia la Revolución comenzó antes del triunfo de enero de 1959, demostrado en las palabras del director de la CIA, Allen Dulles, durante la reunión del Consejo de Seguridad Nacional celebrada el 23 de diciembre de 1958, cuando expresó:

“Es necesario evitar la victoria de Fidel Castro”. Y agregaba el presidente Dwight Eisenhower:

“Tengo la esperanza de lograr una tercera fuerza que crezca en fortaleza e influencia, si se organiza alrededor de un hombre capaz, equipado con armamentos y financiamiento”.

Una victoria de Fidel no era la mejor opción para los intereses yanquis, después de conocer sus posiciones nacionalistas expuestas durante el juicio por el asalto al Cuartel Moncada, en 1953.

Esto prueba que el odio hacia Cuba comenzó mucho antes y crece con cada revés que sufre la política criminal y subversiva diseñada por Estados Unidos.

Según datos desclasificados, en los años 50 del siglo XX, la Estación de la CIA y el FBI en Cuba, ya utilizaban agentes encubiertos bajo la fachada de comerciantes, sumado a los oficiales designados como “diplomáticos” en la embajada y el consulado en la ciudad de Santiago de Cuba, quienes desde enero de 1959 incrementaron su trabajo para socavar a la Revolución, mediante la organización de redes de agentes que buscaban información para facilitar los planes de hacer fracasar los programas revolucionarios.

El gobierno cubano no tuvo alternativas para defenderse y ante cada acción yanqui se vio obligado a tomar medidas de respuesta, entre ellas la nacionalización y expropiación de sus propiedades.

Los cubanos que abandonaron el país y dejaron atrás sus bienes, incluidas industrias y centros de servicio, los perdieron. Quienes permanecieron en Cuba recibieron la indemnización correspondiente y ahí están los documentos que lo avalan.    

Sin embargo, desde Miami, aquellos que viven del cuento del “exilio”, que les permitió enriquecerse y hasta hacer carreras políticas, no cesan de destilar su odio enfermizo que corroe hasta la política exterior de Estados Unidos.

Ejemplo de ello es el recién proyecto de ley sobre marcas nacionalizadas en Cuba, presentado el 9 de marzo 2023 por un grupo de legisladores, denominado «No Stolen Trademarks Honored in America», que procura prohibir a los tribunales yanquis, validar cualquier derecho sobre negocios o activos que fueron nacionalizados por el Gobierno revolucionario, con el objetivo de evitar que Cuba pueda vender en un futuro, sus productos en el mercado norteamericano.

Dicho proyecto es promovido por congresistas miembros de la mafia anticubana y como es habitual en esas acciones contra Cuba, está encabezado por el corrupto senador Bob Menéndez, presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado y Marco Rubio, miembro del Subcomité de Relaciones Exteriores del Senado para el hemisferio occidental, quienes constantemente chantajean al presidente Joe Biden, para evitar que mejore las relaciones con La Habana.

Para esos mafiosos, que no soportan la victoria de Cuba ante los 64 años de agresiones yanquis, cualquier confiscación o incautación de activos por parte del régimen cubano, es y será siempre un “acto criminal” que no debe ser recompensado por el Gobierno de los Estados Unidos”.

De ser aprobada esa ley, “prohibiría el uso de las marcas comerciales, cuando quien las utilice haya conocido en el momento de adquirirlas, que el nombre de las mismas es igual o similar al de las que fueron confiscadas por el Gobierno revolucionario cubano”.

Una de las marcas que más persiguen es la de los rones cubanos, principalmente el afamado Habana Club, porque detrás está el consorcio Bacardí, debido a que ese ron es muy superior al de ellos, al alcanzar desde hace años altos niveles de venta en el mundo.

Es conocido que la compañía Bacardí sufraga planes subversivos contra Cuba desde la creación de la Fundación Nacional Cubano Americana, que presidió el terrorista Jorge Más Canosa, y aporta sumas millonarias a las campañas electorales de esos senadores y otros, incluidos varios representantes que hacen carrera gracias al dinero que reciben de dicha compañía.

Cuba Ron, con su socio el grupo francés Pernod Ricard, logró registrar en Estados Unidos la marca Havana Club, que lleva el nombre de una marca nacionalizada en la Isla, pero que su registro original estaba vencido y por tanto, no era legalmente propiedad de sus antiguos dueños, situación que ocultan los enemigos de la Revolución, pero sí reconocido por los tribunales estadounidenses al fallar a favor de Cuba, en abril del año 2022, en sentencia firme ante demanda impuesta por la compañía Bacardí, que expresa: “La marca Havana Club, es una propiedad totalmente cubana”.

La verdadera historia que manipulan desde Estados Unidos, es que en 1960 el gobierno cubano confiscó legalmente la marca Havana Club, junto con otros activos de la empresa de José Arechabala S.A., grupo productor de bebidas alcohólicas y azúcar. En esa fecha Arechabala ya no vendía esa marca y había dejado de pagar su registro.

Ante el incremento de las ventas cubanas del ron Habana Club y la fama alcanzada a nivel mundial, Bacardí oportunistamente compró en 1995 la marca que fuera de José Arechabala, aprovechándose de que, por las leyes del bloqueo impuestas desde 1962 por Estados Unidos contra Cuba, no se podía comercializar ningún producto cubano en ese mercado.

Bacardí inició las ventas de un ron producido fuera de Cuba, bajo la marca Habana Club, engañando a los compradores que suponían era un producto netamente cubano.

Sin embargo, la marca del ron Bacardí sí estaba vigente cuando sus propietarios abandonaron la Isla después de 1959 y por eso, aunque la fábrica en Santiago de Cuba fue expropiada, Cuba no continuó utilizándola.

Su odio hacia Cuba no tiene fin, porque como afirma el plan de Acciones Encubiertas de la CIA, aprobado en marzo de 1960: “El objetivo es provocar la sustitución del régimen de Castro por uno que sea más aceptable para Estados Unidos”.

Exacto fue José Martí al decir:

“El odio no construye”.

Senadores de EE. UU. presentan legislación contra restricciones a Cuba

Varios senadores estadounidenses reintrodujeron una legislación bipartidista que deroga las restricciones legales y otros estatutos que prohíben las transacciones y el comercio entre empresas estadounidenses y cubanas

Autor: Granma | internet@granma.cu

Las senadoras demócratas Amy Klobuchar y Elizabeth Warren están en el grupo de congresistas que ha presentado la ley para eliminar el bloqueo a Cuba. Foto: Tomada de CNN.
Las senadoras demócratas Amy Klobuchar y Elizabeth Warren están en el grupo de congresistas que ha presentado la ley para eliminar el bloqueo a Cuba. Foto: Tomada de CNN

Varios senadores estadounidenses reintrodujeron una legislación bipartidista que deroga las restricciones legales y otros estatutos que prohíben las transacciones y el comercio entre empresas estadounidenses y cubanas.

Según trascendió en el sitio web de Amy Klobuchar, esta propia senadora, junto a Jerry Moran, Chris Murphy, Roger Marshall y Elizabeth Warren presentaron la iniciativa, con el fin de crear «nuevas oportunidades económicas al impulsar las exportaciones y permitir a los cubanos un mayor acceso a los productos estadounidenses».

«He presionado durante mucho tiempo para reformar nuestra relación con Cuba, que durante décadas se ha definido por conflictos del pasado, en lugar de mirar hacia el futuro», dijo Klobuchar. Aseguró que «al poner fin al embargo comercial con Cuba de una vez por todas, nuestra legislación bipartidista pasará la página de la fallida política de aislamiento, mientras crea un nuevo mercado de exportación y genera oportunidades económicas para las empresas estadounidenses».

En este sentido, Murphy afirmó que esta legislación ampliará «las oportunidades para que las empresas y los agricultores estadounidenses comercien con Cuba» y sería «una solución inteligente que creará empleos estadounidenses y beneficiará al pueblo cubano».

Por otro lado, Warren subrayó que «ya es hora de que normalicemos las relaciones con Cuba», y precisó que la Ley de Libertad para Exportar a Cuba constituía un paso importante «para eliminar las barreras para el comercio y las relaciones de EE. UU. entre nuestros dos países, y nos mueve en la dirección correcta, al aumentar las oportunidades económicas para los estadounidenses y el pueblo cubano».

Con la llegada de la administración de Donald Trump se adoptaron 243 sanciones, que incluyen restricciones a quienes envían remesas a familias y negocios en Cuba; lo que no solo incrementó el cerco criminal y arcaico, sino que también revirtió los avances en el restablecimiento de las relaciones, alcanzados en el Gobierno de Barack Obama.

Al presentar el informe sobre el impacto del bloqueo a la Isla, el miembro del Buró Político y ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez Parrilla, denunció el pasado año que las pérdidas ascendieron a 3 806 millones de dólares, solo entre agosto de 2021 y febrero de 2022.

Golpes de Estado en el siglo XXI, el putsch de los conglomerados mediáticos

Los golpes del siglo XXI apelan al caos, a aplicar terapias de choque mediante la guerra económica, sicológica, cultural y si es necesario entran a desempeñar su papel las fuerzas armadas, siempre como libertadoras o tras el manto de la «ayuda humanitaria»

Autor: Raúl Antonio Capote | internacionales@granma.cu

La violencia contra el pueblo en los golpes de Estado se justifica como «estado de necesidad». foto: afp
La violencia contra el pueblo en los golpes de Estado se justifica como «estado de necesidad». Foto: AFP

En la madrugada del 10 de marzo, previo a las elecciones de 1952, un golpe de Estado perpetrado por Fulgencio Batista instauró una cruenta dictadura en Cuba.

El régimen implantado por el «hombre fuerte» de EE. UU. fue uno de las más bárbaros en el continente. Los órganos represivos articulados dentro del Ejército, la Policía y la Marina, bajo la asesoría directa del FBI y la CIA, sembraron el terror y la muerte en la Isla.

A partir de 1947, una ola de asonadas se había extendido por el continente americano.

No debemos olvidar que, en 1946, se creó el Western Hemisphere Institute for Security Cooperation, nombrado Escuela de las Américas a partir de 1963; se instituyó en 1948 la Organización de Estados Americanos (OEA), y el 2 de septiembre de 1947, en Río de Janeiro, se firmó el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR).

En los años 60 y 70, en el marco de la Estrategia de Contención de Washington, y de la Doctrina de Seguridad Nacional, se produjo, de nuevo, una constelación de cuartelazos en numerosas naciones latinoamericanas, entre ellas Brasil, Bolivia, Argentina, Uruguay, Paraguay y Chile.

Los regímenes creados a partir de las asonadas militares de esos años, bajo la fuerte presión de las denuncias internacionales sobre violaciones de Derechos Humanos, pero, sobre todo, por la resistencia cada vez más organizada de los pueblos, comenzaron en los 80 a dar paso a transiciones democráticas, muchas de ellas mediatizadas, para impedir el triunfo de procesos radicales que afectaran los intereses de Washington en la región.

Sin embargo, ¿el regreso de la «democracia» significó el fin de los golpes de Estado?

Si definimos estas acciones como «la toma ilegal del poder por parte de una facción política, una secta, un grupo rebelde o militar, por cualquier medio», como lo precisan varios manuales y especialistas del tema, pudiéramos llegar a la conclusión de que, lejos de desaparecer, las tomas violentas del poder solo han cambiado de matices.

¿Cómo definiríamos lo sucedido en Bolivia en 2019, o en Brasil, contra el gobierno de Dilma Rousseff; los intentos por derrocar a Hugo Chávez en Venezuela y a Daniel Ortega en Nicaragua?

Hoy las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones permiten trasladar las acciones a un terreno diferente y mucho más efectivo.

Los grandes conglomerados mediáticos, las redes sociales digitales y la ciberguerra entran a desempeñar un papel primordial en las asonadas actuales, elementos a los que se suman métodos más tradicionales, como el uso de paramilitares, grupos criminales, etc.

En el caso de América Latina y el Caribe, hay que tener en cuenta el papel que tienen el lawfare, las ong al servicio de la comunidad de inteligencia yanqui y los militares.

No exentos de violencia, a pesar del apellido impostado de «suaves», los golpes del siglo XXI apelan al caos, a aplicar terapias de choque mediante la guerra económica, sicológica, cultural y si es necesario entran a desempeñar su papel las fuerzas armadas, siempre como libertadoras o tras el manto de la «ayuda humanitaria».

El terrorismo y las paradojas del neolenguaje del imperio

El concepto de terrorismo adquiere diferentes significados para Estados Unidos

Autor: Raúl Antonio Capote | internacionales@granma.cu

Resulta curioso que cuando se ataca a Cuba, los autores son considerados «luchadores por la libertad». foto: pl
Resulta curioso que cuando se ataca a Cuba, los autores son considerados «luchadores por la libertad». Foto: Prensa Latina

Las autoridades de la ciudad de Atlanta, ee. uu., acusaron de terrorismo a 23 manifestantes que lanzaron piedras y cocteles Molotov a las fuerzas del orden en esa ciudad.

Como resultado del incidente, fueron detenidas 35 personas, a 23 de las cuales se les presentaron cargos por terrorismo doméstico, imputación que, según el jefe de Policía de la ciudad, Darin Schierbaum, refleja la naturaleza «muy violenta» del episodio.

En una conferencia de prensa posterior al incidente, el funcionario acusó a los arrestados de «desestabilizadores», y agregó que «cuando arrojas cocteles Molotov, piedras, ladrillos y objetos contundentes a los oficiales, no se puede hablar de otra cosa».

Las 23 personas querelladas se opusieron violentamente a la construcción de un centro de entrenamiento policial en una zona verde. De acuerdo con las autoridades, los «agitadores» se acercaron a los oficiales presentes en la zona y lanzaron un «ataque coordinado», refiere RT.

Resulta curioso que, más allá de las razones que podrían tener o no los manifestantes estadounidenses, cuando acciones como estas ocurren en territorio de ese país, encuentran todos los argumentos del mundo para condenar el uso de la violencia, y los responsables son tildados de terroristas, desestabilizadores, etc.

Sin embargo, cuando en Cuba, grupos violentos, organizados, estimulados y pagados desde ee. uu., destruyen instalaciones, saquean tiendas, lanzan cocteles Molotov, piedras y otros objetos, queman, golpean y amenazan de muerte, para Washington son «manifestantes pacíficos».

Como «luchadores por la libertad» fueron calificados por la Casa Blanca los terroristas de Alpha 66, Omega 7, coru, Comandos l, etc., culpables de múltiples crímenes contra el pueblo cubano, como son signados hoy los que claman por la guerra y pagan acciones violentas contra la Isla.

Es larga la lista de organizaciones e individuos patrocinados por el Gobierno estadounidense, responsables de sembrar la muerte en la Mayor de las Antillas.

Contradictoriamente, Cuba, con una conducta ejemplar en materia de enfrentamiento a este flagelo, es colocada en una lista negra y calificada como país que patrocina el terrorismo.

¿Acaso lo que tipifica el delito es el lugar donde ocurre? ¿Se es víctima o verdugo según el criterio de Washington?

Nada, paradojas de los tiempos que vivimos, cuando el neolenguaje del imperio califica a su arbitrio quiénes son buenos y quiénes son malos, quiénes son pacíficos manifestantes y quiénes terroristas violentos.

El capitalismo nunca será la solución a nuestros problemas

El egoísmo y el ansia desmedida de ganancia reducen el modelo al absurdo

Autor: Jorge Casals Llano | internet@granma.cu

No son pocos los diletantes que, desde las redes sociales, nos pronostican el mejor de los mundos con el retorno del capitalismo a Cuba.

Su lógica es simple: la liberalización de la economía que, sin importar su costo político y social, más temprano que tarde pondrá a Cuba al nivel del mundo desarrollado.

Un análisis más serio señala las grandes paradojas del mundo, por ahora globalizado y «sujeto a reglas», y su realidad. Entre las más significativas pueden señalarse las siguientes:

  • El descomunal crecimiento de la riqueza acompañado de la marginación de cada vez mayores capas de la población dentro de los países.
  • Países y regiones convertidos en tributarios de los más «desarrollados».
  • Fabulosas cantidades de dinero circulando, aunque concentrado cada vez en menos países… y en menos manos.
  • Movimientos de capitales que, sin patria, sin bandera y aun sin dueños identificados, y en busca de ganancias especulativas, son capaces de hacer tambalear la economía de cualquier país del mundo.
  • Aceleración del proceso de concentración de capitales, esta vez a escala planetaria, con la aparición de las megafusiones, esto es, fusiones y absorciones entre las mayores empresas mundiales, hasta hacerlas más poderosas que muchos Estados nacionales, incluso que regiones y continentes enteros.
  • Preferencia de las inversiones de capital especulativo sobre el productivo.
  • Derroche y despilfarro, por lo menos, subconsumo en los más.
  • Contaminación y destrucción acelerada del medioambiente, desaparición de miles de especies como resultado de la destrucción de su hábitat y desastre ecológico en ciernes, solo comparable al que hiciera desaparecer a los dinosaurios del planeta, quizá como preludio de nuestra extinción como especie.

Lo anteriormente señalado apenas son botones de muestra, pues se trata de una relación muy incompleta de las contradicciones propias de un proceso sin retorno, al menos en los estrechos marcos del sistema que, según nos indicara, con su agudeza característica, Eduardo Galeano, «en otros tiempos se llamaba capitalismo y ahora luce el nombre artístico de economía de mercado», enmarcado todo ello en la pugna entre un viejo orden exclusivo y autodestructivo que se resiste a ser sustituido, y uno nuevo que no acaba de nacer.

El sistema es exclusivo porque toda la información disponible (incluyendo la de EE. UU., paradigma del sistema, y aun la ue y su «estado de bienestar») indica cómo se ha producido, en los ahora renombrados «países emergentes», una redistribución del ingreso que excluye cada vez más a los trabajadores.

Es exclusivo, además, porque los trabajadores desplazados pasan a formar parte del llamado sector informal de la economía que, por ejemplo, en América Latina, representan más del 50 % del total, y que no tienen, además, como regla, acceso a los sistemas de producción modernos, ni a los de educación, salud y seguridad social, lo que los condena a una vida indigna y sin posibilidades de ascenso en la escala social.

En lo que a los asalariados respecta, y salvo excepciones, la situación no es mucho mejor.

Basta solo señalar el dilema al que repetidamente deben enfrentarse: el miedo al empleo y el trabajo formal, con cada vez menos garantías, o el horror a la marginación definitiva de ese trabajo formal.

Resultaría aquí casi innecesario mencionar los efectos que el dilema planteado tiene sobre las condiciones de trabajo y su intensidad, aunque sí es necesario remitir a los lectores a los planteos teóricos de Carlos Marx con respecto a las funciones de lo que él llamó Ejército Industrial de Reserva, y su efecto depresivo sobre los salarios.

Solo que el sistema, además de exclusivo, es marginador, porque la transferencia total de riquezas de los países de la llamada Periferia hacia los del Centro se ha más que quintuplicado en los últimos decenios, al mismo tiempo que el pago por el servicio de la deuda se ha multiplicado, lo que ha hecho del tan anhelado desarrollo, en los países periféricos, una quimera.

Al mismo tiempo (importante para el sistema) reduce la condición de consumidores de lo que se produce en el Centro e incide por ello en la reproducción del sistema en su conjunto.

Se trata de que el carácter exclusivo, y en buena medida precisamente por él, el capitalismo, en tanto que sistema productor de mercancías, necesita de quienes las consuman y, en la misma medida en que se reducen los consumidores, se reducen las posibilidades de reproducción del sistema mismo.

Y los consumidores se reducen, en términos absolutos y/o relativos, por partida doble: porque disminuyen los consumidores en los distintos países, por el abaratamiento del trabajo y la exclusión de trabajadores, y porque se reducen las posibilidades de crecimiento económico en los países tributarios del sistema.

Junto con lo anterior, los logros de la ciencia y la técnica contemporáneos (de la biotecnología, la cibernética… la llamada «cuarta revolución industrial»), que reducen extraordinariamente los tiempos de trabajo y que, por ello, deberían beneficiar al hombre, reduciendo su actividad laboral, lo que hacen es someterlo aún más en las condiciones del capitalismo.

Esto aumenta, en la práctica, su tiempo de trabajo y es capaz, incluso, de engendrar enfermedades desconocidas antes, como la del «exceso de trabajo», el famoso Karoshi japonés, o el más conocido multiempleo, casi siempre conducente al no menos conocido estrés.

Los datos son elocuentes y se expresan en el aumento de las «horas extra» y, paralelamente, también en la disminución del consumo como resultado de la reducción del tiempo libre.

El egoísmo y el ansia desmedida de ganancia reducen el modelo al absurdo. La profundización de la desigual distribución del ingreso –parafraseando a Galeano en la cita anterior, en otros tiempos se llamaba explotación– restringe la capacidad de consumo de grandes masas de la población y, con ello, la propia capacidad productiva del sistema, con lo que se reduce también su capacidad de producir ganancias (el consumo de lujo y de artículos innecesarios, propio de los sectores de mayores ingresos, no puede sustituir el de los artículos de amplio consumo).

La reducción de costos, también a expensas de la protección del medioambiente, hace además peligrar nuestro propio hábitat sin que las Naciones Unidas ni ninguno de sus organismos especializados sean capaces, porque carecen de los medios para imponerlo, de detener la depredación del ecosistema.

Tiempos hubo en que al menos algunos de los teóricos del capitalismo, en sus tratados, se ocupaban no solo de garantizar las ganancias de los capitalistas, sino, además, de garantizar la vigencia del capitalismo.

Hoy, sin embargo, el futuro parece llegar solo a mañana, y la historia del capitalismo se parece cada vez más a la fábula de la rana y el escorpión que nos contara Orson Welles en su película Mister Arkadin:

La lógica indicaba al escorpión que no podía aguijonear a la rana mientras esta cruzaba el río, pues la rana moriría y él se ahogaría; sin embargo, pudo más el instinto que la lógica del escorpión, y de ello se dieron cuenta ambos cuando la primera moría del aguijonazo y el asesino moría, junto a ella, ahogado al cruzar el río.

Marco Rubio, EEUU y el enemigo inexistente

Por Redacción Razones de Cuba

Imagen de Razones de Cuba

Cinco agencias de inteligencia de Estados Unidos descartaron un ataque o cualquier teoría conspirativa respecto a síntomas de salud anómalos reportados por diplomáticos del país, pero el senador republicano Marco Rubio se opone a esa conclusión.

“Algo ocurrió aquí”, insistió el legislador de origen cubano de Florida, vicepresidente del Comité de Inteligencia del Senado, al rechazar el veredicto de que las afectaciones, registradas por primera vez en 2016 en funcionarios de la embajada de Washington en La Habana, no puede vincularse a un adversario extranjero.

Según Rubio, el hecho de que las agencias de inteligencia no puedan vincular de forma concluyente los dolores de cabeza, mareos y otros síntomas asociados al mal de salud con ningún arma de última generación en poder de “agentes extranjeros no descarta necesariamente esa posibilidad”.

Para el senador «algo ocurrió aquí y el hecho de no tener todas las respuestas no significa que no haya ocurrido”, por lo que en un desafío dijo que seguirá “trabajando en este asunto» hasta recibir lo que a juicio suyo serían «explicaciones reales».

Rubio hizo sus comentarios después de que el Comité de Inteligencia de la Cámara Alta recibiera la víspera la evaluación sobre lo que ha denominado «incidentes sanitarios anómalos».

Desde la primera notificación de esos presuntos daños hace siete años en funcionarios que trabajaban en Cuba, se registraron unos mil 500 casos similares en todo el mundo.

Pero lo cierto es que lo supuestamente acontecido en la capital cubana sirvió al entonces presidente Donald Trump (2017-2021) para desmantelar la embajada en La Habana y endurecer el bloqueo económico, comercial y financiero que gravita sobre el pueblo de la isla hace más de seis décadas.

Trump adoptó 243 medidas coercitivas que todavía se mantienen vigentes en la administración de su sucesor demócrata, Joe Biden.

En enero del pasado año la Agencia Central de Inteligencia (CIA) también concluyó que lo que ellos han dado en llamar «síndrome de La Habana» no fue causado por una potencia extranjera.

Antes un grupo de expertos de la Academia de Ciencias de Cuba presentó en septiembre de 2021 el resultado del estudio más completo y exhaustivo que sobre el tema se haya publicado en la nación caribeña.

En ese momento, al dar a conocer el documento el doctor en Ciencias Fisiológicas y director general del Centro de Neurociencias de Cuba, Mitchell Valdés-Sosa, advirtió que «el término ‘síndrome de La Habana’ no es válido».

“No se puede nombrar lo que no existe”, enfatizó al recalcar que una variedad tan heterogénea de síntomas no podía atribuirse a una causa común, algo que incluso reconocían todos los informes oficiales divulgados en Estados Unidos.

EE.UU.: La mentira como excusa.

Por Redacción Razones de Cuba

Por Arnaldo Musa

La historia de Estados Unidos muestra el trasfondo mas odioso de la mentira utilizada por quienes controlan el poder para lograr sus designios, y los acontecimientos que rodean a la operación militar especial de Rusia en Ucrania, impulsada por la agresividad imperial, deja conocer muchos hechos relativos a esa costumbre enraizada profundamente en los medios occidentales de tergiversar la realidad en aras de espurios intereses.

Parecería una palabrería si no conociéramos y practicáramos el andar casi cotidiano en Internet, principalmente en medios que alegan objetividad, pero no la practican, teniendo como ejemplos menos deleznables en apariencia, pero igualmente mentirosos, a Miscrosoft News, The New York Times, The Washington Post, Los Angeles Times y La Opinión, este último descrito como la publicación más responsable y multipremiada en idioma español en Estados Unidos.

Pero de una manera u otra estos medios se ponen de acuerdo y aceptan mentir, al tergiversar el mensaje del presidente ruso, Vladimir Putin, al informar sobre la suspensión de la participación de su país en el tratado Start III sobre armas estratégicas firmado con Estados Unidos.

Ya a los pocos minutos hacían correr informaciones acerca de supuestos fallos de la misilística rusa, de actitudes de otros dirigentes locales opuestos al mandatario y las posibilidades de que se le estuviera acercando la salida del alto cargo.

Nada de lo anterior era cierto, pero ya quedaba en la mente de muchos como si fuera una realidad, algo que logran taimadamente.

Con anterioridad habían especulado sobre la salud de Putin, si cuando caminaba hacia algún gesto de dolor, si tenía que apoyarse, en fin, algo aborrecible que forma parte del entretenimiento y simplezas que engrosan la mente de millones de lectores en Occidente.

Es bueno recordar que en Estados Unidos, los medios esconden la verdad cuando se trata de preparativos de agresión a otra nación, siempre más pequeña y mal armada; o acerca de los detalles relativos a  la destrucción de las Torres Gemelas neoyorquinas, donde existen muchos lunares por la falta o el ocultamiento de información, pero que no impidieron que se aprobaran leyes disfrazadas con el manto de patriotismo para demonizar a todo lo que el establishment gobernante endilgara el epíteto de terrorista.

Nadie explica por qué más de 200 funcionarios israelíes fueron liberados de sus trabajos dos días antes de los hechos, o como el choque de los aviones pudo destruir zonas donde sólo podían hacerlo explosivos colocados con anterioridad.

EJEMPLOS VIEJOS Y NO TANTO

1861 – La Batalla de Fort Sumter fue llevada a cabo por el ejército de los Estados Confederados de América, con la intención de expulsar a las tropas federales que ocupaban el fuerte, situado en la Bahía de Charleston, en Carolina del Sur. Ambos bandos, el federal y el confederado, querían convencer a los estados todavía indecisos de unirse a su causa, intentando hacer parecer al adversario como el agresor. Finalmente fue el bando confederado quien atacó primero, y aunque se negoció la rendición, que terminó sin bajas, la pérdida del puerto supuso la movilización meses después del ejército federal de Abraham Lincoln para declarar la Guerra de Secesión.

1898 – El 15 de febrero de ese año voló misteriosamente la proa del acorazado USS Maine, donde se encontraba la santabárbara del navío, cuando estaba anclado en las costas de Cuba. Fueron acusados insurgentes cubanos y españoles del ataque, lo que propició la declaración de guerra contra España, que perdió las colonias de ultramar que todavía poseía, tales como Cuba, Puerto Rico, Filipinas, varios archipiélagos en el Océano Pacífico y pequeños enclaves en la costa africana, que pasaron a manos norteamericanas.

1915 – En plena Primera Guerra Mundial, los alemanes anunciaron que las aguas cercanas a las islas británicas serían consideradas como zona de guerra, y que tratarían de hundir cualquier embarcación que navegara por las mismas. De esa forma, el 7 de mayo el crucero de pasajeros Lusitania fue torpedeado y hundido. Estados Unidos alegó que 1 198 civiles perdieron la vida en el suceso, y por esa razón decidió entrar en la gran guerra. Años más tarde se reveló que el buque transportaba tropas, armamento y municiones, no alimentos y materias primas como se apuntó desde Washington.

1941 – El presidente Franklin Deslano Roosevelt necesitaba una excusa para convencer al Congreso y a la población de que Estados Unidos debía entrar en la II Guerra Mundial, apoyando a sus aliados europeos contra Alemania, y expandiéndose en el Pacífico haciendo frente al Japón. Alemanes, italianos y japoneses se aliaron (tripartito), China, Francia y Gran Bretaña estaban a punto de sucumbir, y el gobierno norteamericano necesitaba un pretexto para justificar sus ansias de expansión. Provocando a Japón económicamente con embargos de crédito y petróleo, el General Marshall elaboró un plan detallado gracias al espionaje y descifrado de las comunicaciones japonesas. Y así la flota estadounidense se dispuso de una forma atípica, alejando sin pretexto de Pearl Harbor a sus portaaviones, mientras dejaba expuesta y sin cobertura aérea una parte de su flota. Los nipones finalmente atacaron el 7 de diciembre, hundiendo nueve buques y dañando a otros diez. Al otro día, Roosevelt firmó la declaración de guerra.

1945-1992 – La Operación Gladio consistió en una red coordinada por la CIA y el MI6 (servicio de inteligencia británico) organizando múltiples atentados de falsa bandera en toda Europa, desde secuestros hasta fusilamientos en masa, y cuyo objetivo consistía en culpar a la izquierda europea de los actos con el fin de desacreditarla. Vinculados a la masonería italiana LODE, la mafia y la banca local, en 1978 secuestraron y asesinaron al primer ministro italiano, Aldo Moro, justo después de que éste desoyera a Henry Kissinger permitiendo formar coalición con el Partido Comunista.

1950-1970 – Un comité del Congreso de Estados Unidos admitió que provocó actos de falsa bandera como parte de su programa de contrainteligencia COINTELPRO, en el que el FBI utilizó agentes que llevaron a cabo actos violentos con el fin de culpar falsamente a diversos activistas políticos, principalmente de corte izquierdista, justificando así un gobierno de represión.

1953 – Varios agentes de la CIA se hicieron pasar por comunistas en Irán con la idea de cometer atentados y amenazar a la población para no apoyar a Mohamed Mossadeg, primer ministro persa elegido democráticamente. La situación desembocó en un golpe militar que terminó imponiendo a Shah Mohamed Reza Pahlevi como presidente títere de los intereses estadounidenses.

1957 – El presidente estadounidense, Dwight Eisenhower, y el primer ministro británico, Harold Mamullan, aprobaron un plan para llevar a cabo ataques e incidentes de falsa bandera en la frontera de Siria para tratar de derrocar a su gobierno y provocar un cambio de régimen. Revelado por el inglés a su Secretario de Defensa, éste lo admitiría públicamente años después.

Quedan muchos, muchos ejemplos más, algunos de los cuales, diría que bastante, atañen a los ataques imperialistas contra nuestra Revolución.

Tomado de Cubasí.

Terrorismo de Estado, el techo de vidrio de un Gobierno sin moral

El Departamento de Estado publicó ayer el informe sobre el terrorismo, y mantuvo a Cuba en la espuria lista de naciones que lo patrocinan

Autor: Redacción Internacional | internacionales@granma.cu

Conmemoran 46 ANV del crimen de Barbados.
El pueblo cubano ha sido víctima del terrorismo de los sucesivos gobiernos estadounidenses, que ha incluido la explosión de un avión en pleno vuelo. Foto: Ricardo López Hevia

La administración de Joe Biden publicó este martes el Informe de Estados Unidos sobre el terrorismo y mantuvo, en la espuria lista, la designación de Cuba como Estado patrocinador del terrorismo.

El verdadero propósito de calumniar a la Isla como «terrorista es justificar el bloqueo ilegal de Estados Unidos contra Cuba», condenó la Red Nacional sobre Cuba, en su cuenta en Twitter, en la que afirma que esa política es cada vez más rechazada en ese país.

Fue el gobierno de Ronald Reagan, en 1982, el que incluyó, por primera vez, a la Mayor de las Antillas en esa relación; en 2015, la administración de Barack Obama la excluyó, y luego, en su última semana en el cargo, y días antes de que Joe Biden asumiera, el expresidente Donald Trump volvió a poner a Cuba en ese catálogo imperial, el 12 de enero de 2021.

Biden ha ratificado esa condición y ahora vuelve a hacerlo, a pesar de que dijo, en su campaña electoral, que revertiría las sanciones más severas de Trump y volvería a las políticas de normalización de la administración de Obama, pero no ha cumplido.

Ni el gobierno de Reagan ni los que vinieron después, y tampoco el de ahora, mostraron evidencias sobre esos «actos». Cuba no tiene un ápice de política terrorista, ha tenido una posición frontal contra a ese flagelo. Lo que sí le ha sobrado son los efectos del terrorismo, auspiciado, justamente, por el Gobierno que se abroga el derecho de acusarla.

Desde 1959, el pueblo cubano ha sido víctima del terrorismo de Estado de los sucesivos gobiernos estadounidenses, que ha incluido la explosión de un avión en pleno vuelo, invasión a su territorio, objeto de guerra biológica y del acto más flagrante de violación de los derechos humanos, un bloqueo que intenta matar por hambre y desasosiego a la población de una nación.

Cuba, en lugar de exportar armas a todo el mundo, tiene una larga historia de internacionalismo de salud en todos los confines del mundo. ¿Por qué un país que esparce salud por todo el planeta es señalado como patrocinador estatal del terrorismo? ¿No es un acto de terror negarle a un pueblo la posibilidad de comprar el oxígeno en plena pandemia de la COVID-19, como hizo Estados Unidos con Cuba?

La verdad se las dijo el líder histórico de la Revolución Cubana Fidel Castro Ruz, el 17 de mayo de 2005: «El terrorismo en el más moderno y dramático concepto, con el apoyo de sofisticados medios técnicos y explosivos de gran potencia, fue creado y desarrollado por los propios gobernantes de Estados Unidos para destruir nuestra Revolución».

Estados Unidos no tiene moral para acusar a Cuba. Tiene el tejado de vidrio.