El capitalismo nunca será la solución a nuestros problemas

El egoísmo y el ansia desmedida de ganancia reducen el modelo al absurdo

Autor: Jorge Casals Llano | internet@granma.cu

No son pocos los diletantes que, desde las redes sociales, nos pronostican el mejor de los mundos con el retorno del capitalismo a Cuba.

Su lógica es simple: la liberalización de la economía que, sin importar su costo político y social, más temprano que tarde pondrá a Cuba al nivel del mundo desarrollado.

Un análisis más serio señala las grandes paradojas del mundo, por ahora globalizado y «sujeto a reglas», y su realidad. Entre las más significativas pueden señalarse las siguientes:

  • El descomunal crecimiento de la riqueza acompañado de la marginación de cada vez mayores capas de la población dentro de los países.
  • Países y regiones convertidos en tributarios de los más «desarrollados».
  • Fabulosas cantidades de dinero circulando, aunque concentrado cada vez en menos países… y en menos manos.
  • Movimientos de capitales que, sin patria, sin bandera y aun sin dueños identificados, y en busca de ganancias especulativas, son capaces de hacer tambalear la economía de cualquier país del mundo.
  • Aceleración del proceso de concentración de capitales, esta vez a escala planetaria, con la aparición de las megafusiones, esto es, fusiones y absorciones entre las mayores empresas mundiales, hasta hacerlas más poderosas que muchos Estados nacionales, incluso que regiones y continentes enteros.
  • Preferencia de las inversiones de capital especulativo sobre el productivo.
  • Derroche y despilfarro, por lo menos, subconsumo en los más.
  • Contaminación y destrucción acelerada del medioambiente, desaparición de miles de especies como resultado de la destrucción de su hábitat y desastre ecológico en ciernes, solo comparable al que hiciera desaparecer a los dinosaurios del planeta, quizá como preludio de nuestra extinción como especie.

Lo anteriormente señalado apenas son botones de muestra, pues se trata de una relación muy incompleta de las contradicciones propias de un proceso sin retorno, al menos en los estrechos marcos del sistema que, según nos indicara, con su agudeza característica, Eduardo Galeano, «en otros tiempos se llamaba capitalismo y ahora luce el nombre artístico de economía de mercado», enmarcado todo ello en la pugna entre un viejo orden exclusivo y autodestructivo que se resiste a ser sustituido, y uno nuevo que no acaba de nacer.

El sistema es exclusivo porque toda la información disponible (incluyendo la de EE. UU., paradigma del sistema, y aun la ue y su «estado de bienestar») indica cómo se ha producido, en los ahora renombrados «países emergentes», una redistribución del ingreso que excluye cada vez más a los trabajadores.

Es exclusivo, además, porque los trabajadores desplazados pasan a formar parte del llamado sector informal de la economía que, por ejemplo, en América Latina, representan más del 50 % del total, y que no tienen, además, como regla, acceso a los sistemas de producción modernos, ni a los de educación, salud y seguridad social, lo que los condena a una vida indigna y sin posibilidades de ascenso en la escala social.

En lo que a los asalariados respecta, y salvo excepciones, la situación no es mucho mejor.

Basta solo señalar el dilema al que repetidamente deben enfrentarse: el miedo al empleo y el trabajo formal, con cada vez menos garantías, o el horror a la marginación definitiva de ese trabajo formal.

Resultaría aquí casi innecesario mencionar los efectos que el dilema planteado tiene sobre las condiciones de trabajo y su intensidad, aunque sí es necesario remitir a los lectores a los planteos teóricos de Carlos Marx con respecto a las funciones de lo que él llamó Ejército Industrial de Reserva, y su efecto depresivo sobre los salarios.

Solo que el sistema, además de exclusivo, es marginador, porque la transferencia total de riquezas de los países de la llamada Periferia hacia los del Centro se ha más que quintuplicado en los últimos decenios, al mismo tiempo que el pago por el servicio de la deuda se ha multiplicado, lo que ha hecho del tan anhelado desarrollo, en los países periféricos, una quimera.

Al mismo tiempo (importante para el sistema) reduce la condición de consumidores de lo que se produce en el Centro e incide por ello en la reproducción del sistema en su conjunto.

Se trata de que el carácter exclusivo, y en buena medida precisamente por él, el capitalismo, en tanto que sistema productor de mercancías, necesita de quienes las consuman y, en la misma medida en que se reducen los consumidores, se reducen las posibilidades de reproducción del sistema mismo.

Y los consumidores se reducen, en términos absolutos y/o relativos, por partida doble: porque disminuyen los consumidores en los distintos países, por el abaratamiento del trabajo y la exclusión de trabajadores, y porque se reducen las posibilidades de crecimiento económico en los países tributarios del sistema.

Junto con lo anterior, los logros de la ciencia y la técnica contemporáneos (de la biotecnología, la cibernética… la llamada «cuarta revolución industrial»), que reducen extraordinariamente los tiempos de trabajo y que, por ello, deberían beneficiar al hombre, reduciendo su actividad laboral, lo que hacen es someterlo aún más en las condiciones del capitalismo.

Esto aumenta, en la práctica, su tiempo de trabajo y es capaz, incluso, de engendrar enfermedades desconocidas antes, como la del «exceso de trabajo», el famoso Karoshi japonés, o el más conocido multiempleo, casi siempre conducente al no menos conocido estrés.

Los datos son elocuentes y se expresan en el aumento de las «horas extra» y, paralelamente, también en la disminución del consumo como resultado de la reducción del tiempo libre.

El egoísmo y el ansia desmedida de ganancia reducen el modelo al absurdo. La profundización de la desigual distribución del ingreso –parafraseando a Galeano en la cita anterior, en otros tiempos se llamaba explotación– restringe la capacidad de consumo de grandes masas de la población y, con ello, la propia capacidad productiva del sistema, con lo que se reduce también su capacidad de producir ganancias (el consumo de lujo y de artículos innecesarios, propio de los sectores de mayores ingresos, no puede sustituir el de los artículos de amplio consumo).

La reducción de costos, también a expensas de la protección del medioambiente, hace además peligrar nuestro propio hábitat sin que las Naciones Unidas ni ninguno de sus organismos especializados sean capaces, porque carecen de los medios para imponerlo, de detener la depredación del ecosistema.

Tiempos hubo en que al menos algunos de los teóricos del capitalismo, en sus tratados, se ocupaban no solo de garantizar las ganancias de los capitalistas, sino, además, de garantizar la vigencia del capitalismo.

Hoy, sin embargo, el futuro parece llegar solo a mañana, y la historia del capitalismo se parece cada vez más a la fábula de la rana y el escorpión que nos contara Orson Welles en su película Mister Arkadin:

La lógica indicaba al escorpión que no podía aguijonear a la rana mientras esta cruzaba el río, pues la rana moriría y él se ahogaría; sin embargo, pudo más el instinto que la lógica del escorpión, y de ello se dieron cuenta ambos cuando la primera moría del aguijonazo y el asesino moría, junto a ella, ahogado al cruzar el río.

Socialismo

Por Soledad Cruz Guerra

Imagen: La Izquierda Socialista.

Dos factores se han erigido como decisivos obstáculos en el desarrollo del sistema socialista, desde su nacimiento, allí donde se ha intentado: la agresión implacable de las fuerzas contrarias globales y la incapacidad de transformar la mentalidad mayoritaria, regida por una cultura del vivir apegada al egoísmo, el individualismo, el consumo despilfarrador y depredador de la naturaleza, y el concepto de bienestar y felicidad diseñado por la propaganda, los medios comunicacionales, y más recientemente las muy extendidas plataformas de Internet.

Aunque Confucio, Jesucristo y Mahoma advirtieron desde tiempos remotos sobre los perjuicios de la opulencia a costa de la pobreza del prójimo, el establecimiento del capital y el mercado —su instrumento fundamental— como gran regidor del planeta propició el estudio de los terrícolas para convertirlos en meros consumidores, y el capitalismo convirtió los peores instintos humanos en categorías económicas funcionales.

El bienestar, la felicidad y hasta la belleza devinieron así bienes alcanzados con dinero que podría ser conseguido de manera individual, según la capacidad de emprendimiento y las habilidades para esquilmar a otros, sin descontar la laboriosidad para conseguirlo y la competitividad.

El éxito, la fama, los lujos de todo tipo a costa de la salud planetaria y el ocio de los pudientes —glorificados en filmes, series televisivas y revistas— se convirtieron en los elementos del código de la gloria, soñado por mayorías y conseguido por minorías. Todo ello con eslóganes como “hay otras vidas más baratas, pero no son vidas”, los cuales han estimulado las mafias, las drogas y la venta ilícita de todo lo imaginable para acumular dinero a cualquier precio.

Esa mentalidad irracional diariamente fomentada obliga al socialismo a propiciar otra cultura de vida, otra cultura del disfrute y de la saciedad de las necesidades, otra espiritualidad; una relación equilibrada entre la plenitud individual y la labor en favor del bien común. Se trata de valores que promueven la sustentabilidad en el progreso económico y el ejemplo de quienes proponen y guían esa transformación humana y social trascendental.

Esos propósitos humanizadores, en pos de la dignidad de los terrícolas, son esenciales en el socialismo, y requieren de creatividad y capacidad de invención para estructurar un nuevo régimen económico, político y social que a la larga dependerá —como ha demostrado la historia en el Este europeo— no solo del apoyo popular y de la justeza de las ventajas colectivas conseguidas, sino del empoderamiento real de los trabajadores en todas las esferas de la sociedad y de su participación en la toma de decisiones. Ello requiere de un fuerte proceso educativo para eliminar las trampas del confort que suponen la mentalidad de rebaño y el autoritarismo de la burocracia. Acá se explica lo impensable de la desintegración de la Unión Soviética.

Lamentablemente el socialismo no avanzó lo suficiente en la transformación del tradicional concepto de verticalidad de los poderes hacia la horizontalidad. Este debe ser el principio renovador para evitar la dependencia cómoda hacia lo que viene de arriba; tributo inconsciente a las concepciones patriarcales que han regido y rigen el mundo desde el mismo concepto de Dios, varón en las alturas. Tampoco satisfizo a plenitud la máxima de “a cada cual según su capacidad, a cada quien según su trabajo”, que puede ser un estímulo productivo al propiciar que los niveles de vida de los que más aportan gocen de las ventajas materiales según su aporte. Los héroes del trabajo, los vanguardias nacionales, los inventores y los científicos que crean productos de gran valor deberían tener las mejores condiciones de vida, y ese debería ser un signo concreto del valor que se concede al trabajo y a la entrega al bien común.

Sí, el socialismo, luego de un siglo de intentos por establecerse como alternativa, en el más somero análisis muestra fragilidades, asuntos que quedaron pendientes y necesidad de transformaciones en sus enfoques para conseguir la mayor justicia posible. Sin embargo, continúa siendo una oportunidad frente al capitalismo depredador, no únicamente de la naturaleza, sino de la propia especie humana.

A más de 60 años de proclamado el socialismo, el 16 de abril de 1961, luego de los bombardeos que preludiaban la invasión a Bahía de Cochinos, Cuba sigue empeñada en rectificar errores y deformaciones, y debe aprender las lecciones que deja la historia del Este europeo en circunstancias excepcionalmente adversas tanto en el país como en el exterior.

Se han incrementado los ataques de su histórico enemigo voluntario, al que secundan lo peor del exilio en Miami y una pléyade de analistas aparecidos en las redes sociales, quienes culpan al sistema político de penurias, carencias, frustraciones e ineficiencias que, según  argumentan,  no caracterizaban al país antes de 1959 y tampoco, al parecer, a la mayoría de los países empobrecidos del mundo, donde ni la presunta democracia ni las cacareadas libertades individuales y de expresión han producido garantías para los fundamentales derechos humanos y bienestar material, ni se ha impedido el éxodo de naciones con grandes recursos naturales que no benefician a la población autóctona.

Cuando se lee o escucha a esos “influencers” en las plataformas de Internet —algunos con ínfulas académicas, y otros haciendo gala de sus conocimientos históricos, filosóficos y sociológicos—, sobresale la propuesta abierta o solapada de la continuidad de la seudorrepública anterior a 1959, como si no conocieran las estadísticas de aquellos tiempos, como si no existieran los periódicos y revistas que testimonian la corrupción, la extrema pobreza, el hambre pura y dura a pesar de los mercados abarrotados y los niños muertos por enfermedades evitables, como ocurre ahora mismo en tantos lugares del planeta que no tienen que soportar un férreo bloqueo incrementado por sanciones de todo tipo.

“SE EQUIVOCA QUIEN CREE QUE LA NACIÓN SERÁ ENTREGADA MANSAMENTE”.

Sorprende en los alegatos de los “continuistas” el ensañamiento evidente con la apuesta al socialismo y la salvaguarda de la independencia, como si no supieran que si se destruye el sistema, Cuba sería presa de los intereses espurios de los herederos de la burguesía y de las empresas que antes poseyeron sus fundamentales riquezas, luego de un derramamiento de sangre sin precedentes, porque se equivoca quien cree que la nación será entregada mansamente.

Nadie con un mínimo de conocimientos puede ignorar que Estados Unidos hace todo a su alcance para que la añorada “fruta madura” caiga, y ha extremado su asedio para asfixiar, para agudizar los problemas en la Isla, para provocar desesperación y desesperanza, para luego declarar impúdico un Estado fallido.

A pesar de que no quieran reconocerlo los que pretenden que se abandone el empeño socialista, la política prepotente y agresiva de Estados Unidos hacia Cuba contribuyó a su definición socialista aquel 16 de abril de 1961, aunque la vocación por la justicia social de la revolución triunfante la situaba en ese camino.

La democracia que se glorifica por parte de los oponentes nunca ha tenido compromiso real con la justicia. El multipartidismo, las elecciones periódicas y la presunta libertad de expresión, si bien en lo formal parecen una posibilidad de gestión ciudadana, allí donde han triunfado tendencias progresistas el gran capital se ha encargado de obstaculizar las medidas económicas favorables a los pueblos, como ocurrió con el gobierno de Jacobo Árbenz en Guatemala, de Salvador Allende en Chile, y luego en Ecuador, Argentina, Brasil, Bolivia, Venezuela y Nicaragua en el siglo XXI; lo cual no niega el imperativo de una efectiva democracia socialista y más audaz eficacia en la economía.

Las imperfecciones democráticas y las ineficacias económicas que fustigan los que atacan al socialismo cubano no han impedido los beneficios palpables disfrutados por la población desde la atención en el útero materno, las vacunas desde el nacimiento, la asistencia a la escuela hasta completar estudios universitarios, la atención a cualquier tipo de minusvalía, los tratamientos costosos para enfermedades complejas, la ayuda económica a los imposibilitados por edad o enfermedad, la garantía de una mínima cantidad de alimentos normados, la protección en casos de desastres naturales, el acceso a la cultura artística y el deporte, las escuelas especializadas y una expectativa de vida larga.

Ventajas que no pueden exhibir muchos países y que en verdad han sido afectadas desde la crisis de los 90, pero que no han desaparecido ni con la intensificación del cruel cerco estadounidense ni con la pandemia; factores agravantes que no han impedido la creación de vacunas para evitar el desastre vivido en potencias económicas con la Covid-19. Todo ello ha sido posible gracias a la concepción socialista que da prioridad al ser humano.

Las experiencias en Irak, Libia, Siria y Afganistán —invadidos en nombre de la libertad, la democracia, y en contra de las dictaduras— demuestran que únicamente han conseguido destruir las estructuras existentes para establecer el caos, y en nada han mejorado la vida de la población. Por eso no resultan fiables los entusiastas que sirven al mismo diseño propugnado por Estados Unidos, el cual pretende únicamente acabar con la soberanía nacional.

A Cuba se ajusta la alerta de Rosa Luxemburgo de manera particular: socialismo o barbarie.

Tomado de La Jiribilla.

Desalojan a un escritor cubano de un apartamento en Miami

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A Ismael Lorenzo le deben el depósito de su apartamento y el último mes, que no pudo vivirlo porque lo desalojaron del apartamento. Ahora está en un cuarto en Hialeah con sus gatos. Foto: David Santiago DSANTIAGO@MIAMIHERALD.COM

Tres gatos, 16 libros publicados, un colchón en el piso y una computadora sin monitor podrían parecer el resumen de los 76 años de vida del escritor cubano Ismael Lorenzo, 42 de ellos en Estados Unidos.

Eso es todo lo que tiene ahora Lorenzo en un pequeño cuarto de Hialeah por el que paga $1,100, después de ser desalojado de su anterior vivienda hace una semana.

“Me engañaron”, dice Lorenzo, en medio del polvo y el ruido de la construcción en el efficiency que consiguió luego de una carrera desenfrenada para no quedarse sin techo en Miami, donde el promedio de los alquileres de un cuarto está en más de 2 000 dólares y él solo recibe 900 de retiro.

Lorenzo se había mudado en septiembre para un apartamento de un cuarto, mucho más espacioso que el de ahora, en la parte trasera de un dúplex, en Biscayne Park, al norte de Miami, desde donde podía caminar a la avenida para tomar el transporte público, una de las pocas cosas que es gratis para los adultos mayores.

Pagó entonces $3 300, por el primer mes, el depósito de seguridad y el último mes, solo que nadie le dijo cuando firmó el contrato de arrendamiento que la propiedad en el 1257 NE 110 Terrace estaba en foreclosure.

A pesar de que el baño estaba constantemente tupido, y que cuando llovía caían goteras en la sala y el cuarto, Lorenzo pagó el alquiler a tiempo todos los meses.

El último pago de 1 100 dólares fue el 15 de enero, con un cheque a nombre de la propietaria, Irlande Joseph, a través de un intermediario, que tampoco le dijo que el juicio hipotecario ya estaba muy avanzado en la corte.

El 21 de enero llegó una notificación de la corte de que la propiedad iba ser reposeída y que lo iban a desalojar. Unos días después irrumpieron en el apartamento sin avisarle.

“A mi edad, no había vivido un momento tan terrible”, dice Lorenzo, que estaba trabajando en la computadora en su programa de radio digital cuando llegaron dos policías, abrieron con una llave y se pararon en la puerta de su cuarto.

“Me tiraron las cosas para afuera. Estoy un poco desorientado”, dice.

En el apuro para salvar algunas de sus pertenencias y proteger a sus gatos, perdió su teléfono, con los contactos que le sirven para organizar sus programas y llevar adelante su espacio cultural, Creatividad Internacional, donde publica sobre literatura y cine. También se le rompió el monitor de su computadora Mac, que le permite seguir escribiendo sus libros y complementar en algo sus ingresos mensuales.

Cuando lo expulsaron de su apartamento en Biscayne Park, Lorenzo tuvo que dejar uno de los dos colchones que ponía doble para llegar a la altura necesaria para sentarse con comodidad. “Para levantarme es de madre, ya a cierta edad no se tiene la misma agilidad y tengo un poco de artritis”, dijo Lorenzo, que tuvo que hacer malabares para conseguir el dinero para el fondo para mudarse al nuevo apartamento.

Del dúplex de Biscayne Park le deben todavía el depósito y el último mes de alquiler. El Nuevo Herald trató de comunicarse con la propietaria, Irlande Joseph, con quien Lorenzo hizo el contrato de arrendamiento, y el teléfono que aparece en los récords público está desconectado.

El proceso de juicio hipotecario contra Joseph fue emprendido por el banco HSBC Bank USA como fideicomisario de Rennaisance Home Equity Loan, y venía caminando desde el 2015, según documentos de la corte civil y de familia de Miami-Dade.

Después de un hiato, los juicios hipotecarios se reiniciaron el año pasado, y en enero alcanzaron la cifra más alta desde el comienzo de pandemia de la covid-19 en el 2020. “Estoy casi en la calle”, dijo Lorenzo, que este año le aumentaron la pensión $40 y le rebajaron la misma cantidad en los cupones de alimentos.

“Estaba cogiendo $160 y ahora en este mes cojo $119”, detalló Lorenzo, que se decidió a contar su caso públicamente porque es la “situación que están viviendo muchos en Miami, especialmente los adultos mayores que tienen ingresos limitados”.

Antes de Biscayne Park el escritor tuvo que mudarse a la carrera en agosto del apartamento en que vivía hacía varios años en North Miami porque 12 edificios que ocupaban toda una manzana fueron vendidos a un urbanizador para construir un nuevo proyecto.

El alquiler en Miami subió un 34 por ciento desde el año 2020, y la situación de la vivienda asequible se ha convertido en un problema grave, al punto que hay familias que están pagando $1 100 por un espacio de 250 pies cuadrados en Liberty City.

Recientemente, vecinos de un complejo de apartamentos de Hialeah, en el 1501 W 42 St, organizaron una protesta porque los nuevos propietarios, la empresa inmobiliaria Eco Stone Group, planea subir el alquiler mensual en $650 de una vez.

La Comisión de la ciudad de Miami Beach aprobó a principios de febrero una ley que los propietarios tienen que avisar a los inquilinos de un aumento en el alquiler con 60 días de antelación.

Los eficientes en Miami por los aires

Los precios de los efficiencies también se han disparado. En el 2018 el Nuevo Herald publicó un artículo sobre esas habitaciones tipo studio que durante un tiempo fueron una tabla de salvación para quienes llegaban a la ciudad.

Entonces costaban alrededor de $800 y ya eran considerados caros por los residentes de Miami, que no ganan salarios altos. Hoy es una suerte encontrar alguno por menos de $1 000.

Lorenzo, ganador de la prestigiosa beca CINTAS a mediados de los 1980, se mantiene lleno de energías para seguir escribiendo. El ex profesor, que enseñó español en California y Nueva Orleans antes de retirarse, habla de sus gatos. Felipito, que ya tiene 15 años, le inspiró dos libros, Soy Felipito y Felipito busca novia. “Ellos ahora están meditando en la cama”, dice optimista, mientras espera a un amigo que le ha prometido una plataforma para subir el colchón.

Lorenzo ha tenido tres ataques al corazón, el primero a los 52 años; es diabético y asmático, pero no pierde el sentido del humor.

“El comandante Hugo Chávez me salvó la vida”, dice, mientras del otro lado del teléfono esta periodista se queda en suspenso.

Resulta que el escritor se casó con una venezolana y se fue a vivir a su país, hasta que vio el peligro que representaba el chavismo y decidió venir para Miami.

Unos días después de volver, saliendo del Publix, le dieron los primeros síntomas del ataque al corazón, y llamó a un amigo, el fotógrafo Carlos Licea, y al 911. “Lo único que funciona bien en Miami”, dice sobre el servicio de emergencias.

Lorenzo tendrá solo unas cuantas bolsas de nylon y un colchón en el suelo, pero la vida de un escritor no se resume en sus pertenencias. El sentido del humor y de la crítica los conserva intactos. “Sata siempre está conmigo”, dice maldito. Sí, se refiere a Satanás, y como ya está bromeando, se va pasando la tristeza de verlo frágil y solo en espera de que su hija, también venezolana, pueda emigrar de Grecia.

(Tomado de El Nuevo Herald)

Freedom Inc.

Contra Cuba Opinión Contrarrevolución

Michel E Torres Corona – Granma – Tomado de Cubadebate.- Un buen capitalista halla en todo un negocio rentable. Es la máxima del burgués exitoso: make profit. Con esa lógica liberal, no lo dudemos, la civilización humana avanzó considerablemente, aunque ese avance no haya sido homogéneo. No se puede cuestionar que dejar atrás la esclavitud o el vasallaje fueron mejoras sustanciales para la humanidad en su conjunto, aunque siguieran existiendo (lógicamente) oprimidos y opresores, personas que tenían muy poco y personas que tenían too much. Y personas que, aun teniendo too much, querían todavía más.


Los campeones del capitalismo nunca han cesado en su afán de acumular propiedades y riquezas, envueltos en una trama ideológica en la que se sienten dueños de tierras, recursos, bienes inmuebles, trabajo ajeno… Pero encontrando como límite no solo el desarrollo mismo de las fuerzas productivas, sino a la naturaleza y el mundo real en sí, buscaron hacer dinero a partir de símbolos. Lucrar a partir de imaginarios fue el nuevo horizonte del liberalismo mercantil.

Hoy, cuando personas en muchos países celebran la Navidad, no podemos pasar por alto que el 25 de diciembre se alega que es la fecha del nacimiento de Jesús, un hombre que murió crucificado por propugnar un ideal de hombre y sociedad distinto, basado en valores como la misericordia, la austeridad, el amor. Sin embargo, la fecha se ha vuelto ocasión para comprar regalos, gastar dinero en frivolidades y premiar el consumismo. Lo simbólico-religioso trastocado en simbólico-mercantil.

No sorprende entonces que los más acérrimos detractores del socialismo practiquen lo mismo, en tanto van promoviendo al sistema capitalista como non plus ultra del desarrollo social. Y hallando que hay demanda solvente para financiar su cruzada anticomunista, convirtieron en lucro lo que alguna vez, quizá, fue un compromiso honesto, aunque desacertado. Es difícil ser honrado cuando se rinde pleitesía a Don dinero.

Batallando por fondos federales o por sumas que se «lavan» a través de terceros, que pueden ser fundaciones u organizaciones de otro tipo, los adalides de la restauración capitalista en Cuba no escatiman esfuerzos en mostrarse como «la mejor apuesta». Han hecho del símbolo de la libertad su negocio más rentable.

Según discurra la corriente, van mutando su discurso, para mostrarse más duros o más pacíficos. El que paga, manda: ellos solo ofertan un servicio. Con canales en YouTube, donde se habla de freedom, justice and the american way, mientras te venden la mejor hamburguesa de Miami o el mejor salón de belleza en toda la Florida, o sitios que discursan sobre la emancipación nacional y la transparencia mientras reciben por PayPal dinero que viene del exterior, sin mecenas declarado; la contrarrevolución ha hecho que predicar contra el Gobierno cubano sea una opción muy atractiva desde el punto de vista financiero.

Los mismos que tanto critican las desigualdades que no hemos erradicado en nuestro país, o que viven publicando cualquier exceso o lujo que tenga un familiar de un dirigente cubano, se hacen de miles e incluso millones de dólares, con los que se compran apartamentos, casas, dan viajes por el mundo, son publicados en los sitios y medios más famosos, reciben premios y dádivas por el hecho de seguir respirando (antes, durante o después de sufrir la terrible dictadura castrocomunista)… Todo es posible si perteneces a esa corporación financiera y mediática que ha hallado en llevarle la contraria a la Revolución, una veta de oro inagotable.

Mientras, hay tontos útiles, que, envenenados por su discurso de odio, siguen aportando dinero, tiempo y esfuerzo a una causa estéril. Son los que fueron engañados por un personaje que decía que iba a venir a Cuba desde España, para liberarnos de la «tiranía» de Díaz-Canel, con la estrategia infalible de congelar los fondos de la «dictadura» en el exterior. O los que creyeron que cierto dramaturgo lucharía hasta las últimas consecuencias porque creía en aquello que predicaba, y que no era otro más de los que buscan facilitar una visa y una cómoda estancia en Europa o en EE. UU. Son los que aplauden, desmemoriados, cualquier iniciativa, por pueril e intrascendente que sea.

Importa más el gesto que cualquier otra cosa. Por eso no nos alarmamos al leer de la propuesta de crear una «República Libre de Cuba», nada más y nada menos que en la base naval en Guantánamo, un territorio ocupado ilegalmente por una potencia extranjera. Han mercantilizado tanto el símbolo de la libertad, que ya ni saben qué significa. Pero lo peor no es eso. Lo peor es que, consciente o inconscientemente, esa contrarrevolución mercantilizada se ha convertido en un «pilar» más del socialismo en Cuba. Porque si se cae la Revolución… ¿de qué diablos van a vivir?

Violencia estructural: ¡es el capitalismo, estúpido!»: Con Filo

Contra Cuba Manipulación Mediática

Con Filo.- Muchos países de la región son la viva estampa de ese destino que le hubiera deparado a Cuba de no haber triunfado la Revolución. De esa violencia estructural, que se manifiesta en todos los planos de la existencia social y que es un componente consustancial al “mundo moderno capitalista”.