Búsqueda e identificación de los desaparecidos en incendio en Matanzas: Halladas 14 agrupaciones óseas pero imposible identificación absoluta (+ Video)

Por: Oscar Figueredo ReinaldoAngélica Arce MonteroThalía Fuentes PueblaLissett Izquierdo FerrerLisandra Fariñas AcostaIsmael Francisco

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Foto: Ismael Francisco/Cubadebate.

El Doctor en Ciencias Jorge González Pérez, presidente de la Sociedad cubana de Medicina Legal, informó en conferencia de prensa sobre el proceso de búsqueda e identificación de las personas desaparecidas en el incendio de grandes proporciones en la base de supertanqueros de Matanzas, el pasado 5 de agosto.

En nombre de los peritos y científicos que trabajaron en la búsqueda de los restos, González Pérez transmitió condolencias a familiares y amigos de los 14 desaparecidos y dijo que hace poco minutos terminaron la última entrevista con todos los familiares, quienes fueron informados sobre este proceso de investigación. 

El experto, que dirigió a ese equipo, destacó los años de experiencia del sistema de trabajo de la criminalística cubana, con distintas actuaciones en eventos ocurridos en el país, y puntualizó que el órgano de instrucción penal es el encargado de dirigir el proceso que abarca a los peritos, entre los cuales se encuentran los especialistas de medicina legal.

Agregó que Cuba dispone de tecnología avanzada, acorde al desarrollo del momento actual, para cualquier tipo de investigación que se hubiese derivado de este proceso, y recordó que se ha trabajado en innumerables casos, aunque no con estas características, entre ellos la búsqueda de los restos de la Guerrilla del Che en Bolivia y en la llamada Operación Tributo de repatriación de más de 2 000 cubanos que fallecieron cumpliendo misión en distintos países del mundo.

Precisiones del incendio y la labor pericial

Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate.

Sobre el siniestro en la occidental provincia cubana, explicó que se trata de un incendio de grandes proporciones y que la labor pericial se concentró alrededor del tanque 51. 

Se estima que la temperatura en el centro del incendio fue de más de mil o dos mil grados centígrados, lo cual —dijo– se probará criminalísticamente.

González Pérez comentó que como parte de la preparación de los trabajos previos a la búsqueda se realizó una modelación de lo que se podía encontrar.

“En un horno incinerador de cadáveres como los que hay en Cuba o en cualquier país del mundo, en dos horas, a 800 grados centígrados, se convierte en ceniza un cuerpo. De forma tal que, partiendo de este concepto, la primera modelación que hicimos era que si las condiciones ahí fueron por el efecto de las llamas podía haberse desaparecido todo”. 

O sea, prosiguió, “la primera modelación era que no íbamos a encontrar nada y que todo era ceniza disuelta en el combustible que se había derramado”.

La segunda modelación tuvo en cuenta un posible derrumbe sobre algún cuerpo, la caída de tubos o el desprendimiento de algún elemento metálico que pudiese haber caído sobre algún cuerpo e impedir una carbonización, o sea, una incineración total de ese cuerpo. 

De acuerdo con el Doctor en Ciencias, los especialistas también tuvieron en cuenta que, debido al derrame de combustible, el cuerpo podría estar debajo del líquido y la combustión no sería total según el momento en el que se extinguió el incendio. 

Puntualizó que, aunque los peritos ya se encontraban listos en Matanzas, fue necesario esperar a que se extinguiera el área para comenzar la investigación en el terreno.  

“Tuvimos que entrar cuando todavía había áreas incendiadas. Había humo, tuvimos que entrar y salir. Hubo compañeros a los que los zapatos se les derritieron producto al calor intenso que había en el suelo. Hubo dificultades que se fueron superando en la medida en que fue pasando el tiempo y por la acción del equipo de extinción que estaba constantemente ahí, además para protegernos a nosotros”.

El experto forense detalló que la investigación arrojó que alrededor del tanque 51 se encontraban 30 personas, lo cual se supo a partir de videos realizados por periodistas y por los órganos del Minint y las FAR, con el empleo de drones. 

De esas 30 personas, uno es el joven bombero de Bayamo fallecido recientemente, y de los 29 restantes, 15 fueron entrevistados por los órganos de la instrucción penal y los médicos forenses de Matanzas durante el trabajo inicial para restablecer las fichas de identificación, quedando 14 desaparecidos.

Dijo que sobre la base de esa información se hizo un primer plano de ubicación de todos los que supuestamente estaban en el lugar, así como de los equipos de extinción de incendios, los carros cisternas, los vehículos civiles y las pipas de abastecimiento de agua de las constructoras militares que estaban en aquel momento apoyando.

Explicó que cuando los especialistas entraron al área trataron de situar el lugar donde se encontraban los 14 desaparecidos, según los testigos, y supieron que en el primer tanque incendiado se había roto un muro de contención, derramándose líquido de un cubeto.

Desde el primer momento se percataron de que el cubeto tenía un ligero plano inclinado, con áreas más húmedas que otras.   

Según González Pérez, esto se consultó con los especialistas del Instituto Nacional de Investigaciones del Petróleo, quienes explicaron que “en la medida que pasa el efecto del calor y del incendio el crudo original va perdiendo las sustancias volátiles que lo componen. 

“El líquido se va convirtiendo en una pasta y, si el efecto del calor continúa, se convierte en lo que se denomina coque, que ya es una piedra”.

El Doctor en Ciencias precisó que en la exploración se observó que en el área del fondo el suelo está “coquificado”. 

Sobre la base de esa información y con el empleo de los drones de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, se trató de establecer el movimiento del flujo de los líquidos. 

La lógica de la física indicó que se había producido un desplazamiento hacia el fondo, lo cual se confirmaba porque “uno de los carros cisternas donde se rompió la pared fue desplazado y el líquido se movió hacia la derecha e incluso penetró por un registro eléctrico”.

González Pérez aclaró que esos datos deben ser verificados posteriormente por los expertos en criminalística que se dedican a este tema. 

“Todo eso se hizo para saber la dinámica de lo que estaba pasando en el lugar y para saber qué pudo haber sucedido con los cuerpos de los que estaban ahí en el momento del incidente”.

Otro dato brindado por González Pérez indica que uno de los vehículos de extinción que se encontraba delante del tanque número 51, había sido desplazado hacia ese lugar. 

Con esos elementos, los peritos comenzaron el rastreo entendiendo que aún cuando los testigos dijeran que las personas las habían dejado en un lugar determinado, “no necesariamente tenía que estar allí”.

De acuerdo con el experto, los peritos fueron barriendo de manera homogénea y organizada un área dividida en cuatro cuadrantes, con sectores que tenían una cuadrícula de 5 x 5 metros. 

Para realizar la búsqueda, los especialistas tuvieron que solicitar a las Fuerzas Armadas picos y palas, cuyos cabos se partieron debido a la fortaleza que tenían los “coques”. En esas condiciones hubo que emplear además un martillo neumático y se logró levantar 1 679 metros cuadrados.

Jorge González: Lo que encontramos fue una identidad relativa

Foto: Ismael Francisco/Cubadebate.

De acuerdo con los parámetros internacionales, la identificación absoluta puede establecerse cuando existe una correspondencia entre el fragmento y la identidad de la persona; mientras la identificación relativa o parcial no define que sea una persona específica, sólo estima si es un hombre o a una mujer, su edad, estatura.

“Estábamos buscando una identidad absoluta y lo que encontramos fue una identidad relativa”, sostuvo.

En el mundo, para establecer una identidad absoluta se necesitan tres elementos:

  • Empleo de la deca dactilar, “que en este caso aunque tengamos ficha no tenemos contra qué comparar”.
  • Estudio de la dentadura, que producto del fuego no queda rastro.
  • Estudios de biología forense (ADN).

El Doctor en Ciencias informó que no fue posible aplicar la extracción de ADN, dado que los restos encontrados estuvieron sometidos a altas temperaturas durante mucho tiempo.

“Consultamos incluso con expertos internacionales de la Red Iberoamericana de Ciencias Forenses, de diversos países de Europa como España y Portugal, y estamos en disposición de recibir cualquier tipo de información relacionada con este asunto.

“Los expertos coinciden con nosotros que en las condiciones del siniestro, que además le hemos descrito y enviado material fotográfico para su valoración, que es imposible aplicar en este caso ninguna técnica de biología forense que pueda identificar.

“Por tanto, en esas condiciones el equipo nuestro llegó a establecer que resulta imposible identificar de forma absoluta los restos. Lo que le hemos explicado a los familiares es que tenemos 14 agrupaciones de restos óseos que se corresponden con las 14 personas desaparecidas, pero que no podemos distinguir o diferenciar una de otra y ponerle nombre a estos restos”.

Interrogado por la prensa nacional y extranjera, el presidente de la Sociedad cubana de Medicina Legal explicó que los peritos y científicos tienen las listas de los desaparecidos, su edad, caracterización, “pero no me corresponde ni tengo autoridad para transmitir esa información. Corresponde a la familia”.

Dijo que en las próximas horas corresponde a las autoridades del país explicar cómo se harán las honras fúnebres.

Sobre hechos similares, recordó que cuando la caída de un avión en Cuba en el año 89 se logró identificar solo el 25% de las víctimas, incluso hay países con mausoleos comunes para las víctimas no identificadas. 

“Cuando existe una identidad absoluta, ahí puede quedar el derecho de la familia de disponer, cuando no hay una identidad absoluta son las autoridades correspondientes quienes determinan dónde se van a colocar los restos”.

Agregó que cuando se entierra un resto que no está identificado, “si existiese mañana una nueva tecnología, que no hubiésemos podido emplear, hacemos la exhumación y la investigación”. 

El presidente de la Sociedad cubana de Medicina Legal comentó que aunque se intentó contactar con expertos de Estados Unidos, lamentablemente no se pudo hacer una videoconferencia mediante la plataforma Zoom, pues su uso está restringido en Cuba debido al bloqueo.

Foto: Ismael Francisco/Cubadebate.

En video, la conferencia

Horas difíciles, héroes renacidos

Varios de los rescatistas observan el episodio desde una prudencial distancia. Es el instante más duro. Se niegan a aceptarlo. Darían cualquier cosa por cambiar los hechos

Autor: Ventura de Jesús | ventura@granma.cu

El rescatista Yoamel Santana Perdomo. Foto: Ventura de Jesús García

Matanzas.–Sí, no te preocupes, ya me afeité y me puse crema en la lesión de la cara, le decía a su esposa por teléfono, acodado en la tubería que delimita el acceso a la batería de tanques devastada por el siniestro.

Al notar nuestra presencia, cambió un tanto el tono de la voz: –«Mi mujer quiere venir hasta el Comando a traerme ropa fresca, pero le dije que de eso nada», se defendió.

Su nombre es Yoamel Santana Perdomo, rescatista del Comando 1 de Matanzas. Su carro, asegura, fue el segundo en llegar el viernes 5 de agosto, en la tarde-noche, al lugar del incendio en la Base de Supertanqueros.

«Pude escapar de varias explosiones, pero otros de mis compañeros no corrieron con la misma suerte», cuenta, al tiempo que dirige la mirada hacia los tanques arruinados por las llamas, donde el 12 de agosto inició una labor de dimensiones extraordinarias a cargo de un equipo de expertos cubanos.

«Están buscando los restos de nuestros compañeros, esto es muy fuerte», dice, y trae a colación un recuerdo muy reciente. «Yo ayudé a subir a nuestro carro al bombero Elier Correa. Venía todo cubierto de petróleo, embarrado por completo y ni siquiera podía abrir los ojos.

«Ya estaba a unos 300 metros de la explosión, y no me explico cómo logró llegar hasta allí, quizás porque tenía la adrenalina a full. Venía subiendo una cresta, cuando mi compañero lo reconoció. Estaba tambaleándose, y en cuanto lo pusimos dentro del camión, pidió un teléfono para llamar a su mamá.

«Denme un teléfono, dénmelo, nos reclamaba. Pero nosotros no teníamos el celular en ese momento. No chico, no, sé positivo, no va a pasar nada, fue lo único que se me ocurrió decirle».

El fuego en la Base de Supertanqueros ya está extinguido, no se divisa peligro, pero las horas siguen siendo difíciles, como parte de estas dramáticas jornadas.

Varios de los rescatistas observan el episodio desde una prudencial distancia. Todos están pendientes de lo que sucede en el sitio donde el incendio sepultó los cuerpos de aquellos valientes. Es el instante más duro. Se niegan a aceptarlo. Darían cualquier cosa por cambiar los hechos.

La certeza de las vidas salvadas es el único alivio.

En sus rostros se refleja el respeto y la admiración por sus compañeros, capaces de sobreponerse al mayor de los peligros por salvar la vida de los demás.

Yoamel, quien también participó en las labores de rescate en el hotel Saratoga, muestra la foto de pantalla de su celular. «Miren, este es mi hijo, tiene 13 años de edad, y creo que heredó el carácter de su padre. Lo estoy preparando para que sea un buen rescatista».

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Los buenos

Por: Michel E Torres Corona

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Caminan en fila, uniformados de las botas al casco, hacia el incendio. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

En un principio fue el fuego, el gran estallido. Un rayo surcó, sangriento, la noche matancera. Uno de los enormes tanques que almacenaba combustible se incendió. Hombres y mujeres, personas bravas, fueron al encuentro de las llamas, a contener a aquel monstruo ígneo para que no terminara devorando todo a su paso. En las primeras batallas fueron derrotados; varios de ellos murieron. Los que, a la distancia, íbamos conociendo de aquel feroz combate, empezábamos a caer en la cuenta de que aquel no era un fuego común. Corrían las primeras horas de uno de los peores desastres que haya sufrido nuestro país en su historia.

En Matanzas fue a congregarse lo mejor de Cuba: bomberos de todo el país, decididos a vengar a sus compañeros caídos con la irreversible muerte de las llamaradas; periodistas que nos llevaron de la mano entre el hollín, el miedo y el humo; el invaluable ejército de batas blancas, curando al herido, calmando a los familiares, poniendo el hombro para los que lloraban a las víctimas del siniestro. También estuvo en Matanzas algo de lo mejor de nuestra porción de humanidad: hermanos de México y de Venezuela que acudieron prestos al llamado de Cuba.

Varios días duró la guerra contra el fuego, pero finalmente el humo se hizo gris y luego blanco, las altas llamas fueron extinguiéndose. Los que amamos a Cuba nos permitimos un minuto de felicidad en medio del dolor por los fallecidos, en medio de la certeza de que, con el combustible perdido, todo sería en lo adelante aún más difícil. Fue una victoria, sí, otra más, aunque no la celebremos en solemne respeto a los que perecieron, aunque sepamos que nos quedan muchos retos y dificultades por superar.

Amén de su signo político aparente, los odiadores, los que nos agreden o son cómplices de nuestros agresores, no pueden reconocer siquiera esa victoria. Son personas de mala entraña que, en secreto o a voces, se alegraron por la potencia del incendio, por la estridencia de las explosiones; gente que invocaron al karma o a un supuesto castigo divino, merecido, ya sea por el proyecto de Código de las Familias o por las décadas del socialismo; frustrados y perdedores que vieron en la fuerza de la Naturaleza la única opción de obtener ese «cambio» para el que carecían de valentía e inteligencia.

Incapaces de celebrar el coraje de nuestros bomberos, dadores de azul, trataron de convertir el triunfo sobre la adversidad en Matanzas en una campaña contra el servicio militar obligatorio. Y sí, es cierto que luchando contra el fuego murieron excelentes hombres, de distintas edades y procedencias. Y también es cierto que, en estos tiempos, debemos repensar el servicio militar, no solo en su contenido, sino también en su carácter voluntario u obligatorio, tanto para hombres como para mujeres: no es lógico que seamos paladines de la equidad y sigamos validando ese tipo de distinciones. Pero lanzarse a esa campaña en estos precisos momentos no es otra cosa que abyecto oportunismo.

Cuando se escriba la historia de ese rayo que surcó sangriento la noche matancera, cuando se recuerde la terrible batalla entre la vida y la muerte, se leerá muy claro que no fuimos nosotros los ponzoñosos, los intrigantes, los tergiversadores; se verá, con perfecta nitidez, todo lo que nos distingue. No se puede ser bueno si se desea el mal para Cuba y a mí, aunque sea por un minuto en medio del luto, me alegra reconocerme en el bando correcto.

Fuerzas especializadas trabajan sin descanso para controlar el incendio. Foto: Irene Pérez/ Cubadebate.

(Tomado de Granma)

¡Cuba no está sola!

Por: Karima Oliva Bello

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El cuerpo de bomberos trabaja sin descanso. Foto: Revista Bohemia.

No es el “karma”, ni la mano de Dios (con disculpa de los religiosos, que mucho están orando por el bien de la nacion), ni los shakras, ni la ubicación de los astros, ni la constelación que rige, ni una maldición. Fue un accidente provocado por un fenómeno natural.

No está “salao”. No tiene nada que ver con él. La única fatalidad que tenemos es la de estar a 90 millas de una superpotencia abusiva y hostil que desea dominarnos. Si no fuera por esto y tuviésemos un desarrollo económico como el de un pueblo que no estuviese bloqueado, todos los reveses vividos se sortearían de manera menos traumática, a pesar del dolor tan grande que siempre supondrá la pérdida de vidas humanas. No significarían en el plano económico, la afectación tan grande que significa cualquier desastre para una economía tan dañada.

No tiene “osogbo”. Está al pie del cañón poniendo el pecho a las balas siempre que hace falta, sin ápice de desmoralización. Hay que ver cuántos «sabelotodo», críticos del Washington Post, Sherlock Holmes caribeños, estadistas improvisados y etcs hubiesen hecho lo mismo en semejantes circunstancias.

El Gobierno no tiene un plan macabro para exterminar el país, no es un negligente irresponsable que no le importa cuántos cubanos mueran. No anda ocultando la bola sobre las causas de los siniestros. Lo que todos vemos es que se ocupa a brazo partido de dar la cara ante los problemas y hasta encontrar soluciones no para.

Los desastres no son muestra de que el sistema no da más. Ponen en evidencia su resiliencia. Habría que ver cuantas naciones del mundo aguantarían un bloqueo de Estados Unidos, no 63 años, una semana, sin colapsar y, además, sobreponerse a todas los trágicos eventos por los que ha atravesado el país en los últimos tiempos.

No se perdió la mística ni la épica de la Revolución cubana. Ni hay que fabricarlas de manera forzada. Épica y mística nacen orgánicamente del pueblo, como un gesto dramático pero auténtico y sin alarde, justificado por las circunstancias, cada vez que Cuba lo necesita, como siempre ha sido.

El pueblo de Cuba es heroico en su devenir colectivo y ha sido y seguirá siendo el protagonista principal de los momentos más trascendentes de nuestra historia y en el marco de ese esfuerzo colectivo nacen héroes entre los mejores de sus hijos que pueden ser de cualquier barrio, profesión, edad…

La unidad se produce por y se encarna en todos los buenos hijos de la nación en situaciones concretas, para salvar la patria. Y justamente es más fuerte cuando a nadie se le ocurre caer en individualismos. Ojalá ese sentido de lo que es útil y de lo que sobra nos guiara siempre.

La juventud no está perdida. Hay jóvenes, tanto entre los que se quedaron como entre los que se fueron, que se han desentendido del presente de la nación, pero hay otros, dentro y fuera de Cuba, capaces de arriesgar la vida por ella.

México y Venezuela han dado una muestra estremecedora de valor y solidaridad. No merecen menos que nuestro amor.

A Cuba la amamos mucho sus hijos, pero también muchas personas, colectivos, movimientos y naciones alrededor del mundo. ¡Cuba no está sola!

Mientras haya fuego se redoblarán los esfuerzos. Foto: Tomada del perfil de Facebook de la autora.

(Tomado del perfil de Facebook de la autora)

Encontrar vida, lo más importante en el Saratoga

Por: Ismael Francisco, Claudia González Corrales

En este artículo: BomberosCubaDolorexplosiónExplosión en el hotel SaratogaFotografíagasHéroesLa HabanaTragedia

La esperanza de encontrar vida debajo de los escombros mueve a cada uno de estos seres. Sin pensarlo dos veces, salieron a aliviar las heridas de La Habana y su gente. Y, aunque el dolor se asome de vez en vez, tienen claro que su misión finaliza con el último desaparecido encontrado, con el último escombro removido.

Hotel Saratoga. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate
Hotel Saratoga. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate
Hotel Saratoga. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate
Hotel Saratoga. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate
Hotel Saratoga. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate
Hotel Saratoga. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate
Hotel Saratoga. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate
Hotel Saratoga. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate
Hotel Saratoga. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate
Foto: Ismael Francisco/Cubadebate.
Hotel Saratoga. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate
Hotel Saratoga. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate
Hotel Saratoga. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate
Hotel Saratoga. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate
Hotel Saratoga. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate
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