Los más de mil participantes en el “Encuentro Internacional de Solidaridad con Cuba y el Antiimperialismo, a 200 años de la doctrina Monroe”, con mucho orgullo nos reunimos de nuevo en la Isla de la Dignidad, para ratificar nuestro firme apoyo a la Revolución y al pueblo cubano.
En un mundo extremadamente complejo donde está en peligro la existencia de la humanidad, esta hermana nación resiste con estoicismo el recrudecido bloqueo, impuesto hasta niveles inconcebibles, por el gobierno de los Estados Unidos, en el intento imperialista de destruir el proyecto de justicia social que, con sacrificio, valentía, unidad y creatividad se construye en Cuba.
Representantes de 271 organizaciones políticas, sindicales y sociales de 58 países hemos compartido intensas jornadas e intercambios de experiencias con obreros, jóvenes y pueblo en centros de trabajo y barrios en transformación social, donde apreciamos la capacidad de resistencia y el potencial creativo que existe para vencer enormes obstáculos y carencias.
El pasado año, Cuba sufrió tres eventos adversos con pérdidas de vidas humanas y un alto costo material: la explosión en el Hotel Saratoga, el incendio en la base de super tanqueros en la Zona Industrial de Matanzas, y el devastador Huracán Ian, que movilizaron gran cantidad de recursos y una ola solidaria de miles de cubanos y amigos de numerosos países, reafirmando que Cuba no está sola.
El pueblo cubano nos agradece, y nosotros agradecemos a Cuba por sus vacunas contra la Covid-19, por sus brigadas médicas que salvan vidas en cualquier parte del mundo, existir, resistir y crear; por ser ese faro de compromiso y lealtad, legado de Fidel, Raúl y la generación continuadora que nos convoca; por permanecer erguida y en pie de lucha; por ser una tierra de paz y amistad, por abrazar la idea de que un Mundo mejor es posible y, más aún, necesario.
El imperialismo norteamericano y la OTAN desencadenan agresiones militares, no cesan en sus intentos de injerencia en los asuntos internos de otros países para derrocar legítimos gobiernos progresistas; imponer bloqueos, medidas coercitivas unilaterales, chantaje político, amenaza y uso de la fuerza que pone en grave peligro la paz mundial, la posibilidad real de una guerra nuclear y la reencarnación del fascismo.
Ante estas pretensiones de internacionalizar la Doctrina Monroe, en sus 200 años para apoderarse de los recursos naturales y someter a los pueblos del mundo, llamamos a todas las fuerzas democráticas, progresistas y revolucionarias a:
Crear un amplio frente nacional e internacional en la lucha por la paz y contra la guerra. Realizar una masiva movilización el 21 de septiembre de 2023, Día Mundial de la Paz, apoyar el proceso de paz en Colombia y defender la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz.
Promover ideas y crear conciencia de la necesidad de la unidad en la diversidad en defensa de la soberanía, los derechos de los trabajadores y los pueblos y la preservación del medio ambiente.
Fortalecer la solidaridad con la lucha por sus derechos sociales y laborales de los trabajadores y trabajadoras y los pueblos de Europa, América, África, Asía y Oceanía.
Expresar e incrementar las acciones de solidaridad con las causas justas de los pueblos de Venezuela, Nicaragua, Palestina, Puerto Rico, República Árabe Saharaui Democrática y otros.
Multiplicar la batalla en las redes sociales y espacios digitales para enfrentar las campañas de mentiras de los emporios mediáticos del imperialismo y defender la identidad de nuestros pueblos contra el neocolonialismo cultural que se nos quiere imponer.
Exigir la inmediata exclusión de Cuba de la ilegítima lista de Estados patrocinadores del terrorismo, impuesta de manera unilateral, ilegal e inmoral por el gobierno de EE.UU, arbitraria decisión que carece de justificación alguna.
Movilizar y articularnos en defensa de la Revolución Cubana, a realizar acciones en los cinco continentes para que el gobierno de los Estados Unidos ponga fin al recrudecido bloqueo económico, comercial y financiero, que daña el desarrollo y bienestar del pueblo cubano.
¡Con el ejemplo de Cuba, construyamos una amplia unidad antimperialista para resistir, crear y vencer las adversidades, único camino que hará realidad nuestros sueños de que un mundo mejor es posible y necesario!
¡Trabajadores de todos los países, uníos!
¡Cuba socialista tiene derecho a existir!
¡Viva el internacionalismo y la paz!
¡Viva la Solidaridad internacional con Cuba y los pueblos en lucha!
El Presidente de la República compartió con unos 300 activistas norteamericanos –la mayoría muy jóvenes– que están en Cuba para las celebraciones del 1ro. de Mayo con nuestro pueblo
Les puedo asegurar, dijo el Jefe de Estado, que lo que hacen por nosotros está en «lo más hondo de nuestro corazón, en lo más profundo de nuestro sentimiento». Foto: Estudios Revolución
Con ustedes aquí se demuestra, una vez más, que desde Estados Unidos, y con lo que ustedes hacen todos los días a favor de Cuba, también «nos llega amistad, solidaridad, apoyo, esperanza y confianza».
Con esas palabras dio la bienvenida, en el Palacio de la Revolución, el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, a casi 300 activistas norteamericanos –la mayoría de ellos muy jóvenes– que se encuentran en Cuba para compartir las jornadas de celebraciones del 1ro. de Mayo con nuestro pueblo.
De esperanza y solidaridad fue esta mañana de lunes, en la cual una docena de representantes de delegaciones norteamericanas de solidaridad con Cuba compartió ideas acerca de lo que para ellos significa apoyar la causa cubana, y la trascendencia que tiene la Revolución.
Les puedo asegurar, dijo el Jefe de Estado, que lo que hacen por nosotros está en «lo más hondo de nuestro corazón, en lo más profundo de nuestro sentimiento».
En sus palabras compartió cuánto significa llevar a cabo encuentros como este «con representantes del pueblo norteamericano, con representantes de los trabajadores norteamericanos, con representantes de los jóvenes norteamericanos, que llegan con este mensaje de aliento y de apoyo, que sabemos requiere también de un esfuerzo y que tiene un precio para ustedes, porque deben enfrentar entonces el odio de los que están contra Cuba, el odio de los que están contra las ideas más progresistas en Estados Unidos».
Por eso, dijo el Presidente cubano, «queremos agradecerles; por eso nos apoyamos y aprendemos mutuamente».
«Cuando vienen a Cuba y ven nuestras realidades, las palpan, las entienden, las comprenden, saben cuáles son las causas de nuestros problemas sin falsos idealismos, sin sobredimensionar lo que puede ser Cuba como ejemplo o como referente, porque nos queda mucho por hacer», destacó el mandatario.
De eso que tanto nos falta por hacer todavía habló también Díaz-Canel ayer, porque mucho de lo que no hemos podido lograr –aseveró– tiene que ver con ese «bloqueo que ustedes están tratando, junto a nosotros, de levantar, de aplastar, para que no vuelvan a existir soluciones como esa para resolver los problemas en el mundo».
El bloqueo, ante todo, subrayó, es una «violación de los derechos humanos de los cubanos y condena a un pueblo a vicisitudes solo teniendo la explicación de la arrogancia y la prepotencia de la política del Gobierno de Estados Unidos».
«Ustedes pueden tener la certeza de que están apoyando la causa de un pueblo noble, de un pueblo humilde, de un pueblo laborioso y de un pueblo que sencillamente tiene convicciones y defiende esas convicciones hasta las últimas consecuencias», refirió el Presidente.
En sus palabras, el mandatario aseguró, además, que «este es un pueblo que ha tenido la capacidad, en medio de tanta agresión, de no confundir nunca la política genocida, la política criminal, la política agresiva del Gobierno de Estados Unidos, con la bondad, la amistad, los valores, la cultura y la historia del pueblo norteamericano.
«Y es por eso que ustedes, cuando llegan a Cuba, tienen todo el cariño, todo el amor, toda la amistad y también todo el apoyo posibles», enfatizó.
Nosotros tenemos un sueño –explicó– y ese sueño es el de lograr, con solidaridad, un mundo mejor, que sabemos que es posible; y «es posible porque nosotros lo soñamos y porque ustedes también lo sueñan; y es posible porque juntos estamos trabajando porque ese mundo mejor sea posible, que necesariamente tiene que ser un mundo sin bloqueo; no puede ser un mundo donde se construyan muros, tiene que ser un mundo de solidaridad, de paz, de amistad, de inclusión, de emancipación y, además, de puentes y por eso ustedes están aquí».
Foto: Estudios Revolución
De la significación de este encuentro habló entonces el Presidente, pues entre otros muchos caminos para la unidad que se han ido abriendo, el intercambio de este lunes da continuidad a otros que han sucedido en los últimos años con múltiples delegaciones norteamericanas.
Además, dijo, este encuentro tiene lugar en un momento particularmente difícil para nosotros, en el cual el recrudecimiento del bloqueo económico, comercial y financiero del Gobierno de Estados Unidos ha provocado mayores limitaciones al pueblo cubano. «Que ustedes vengan en un momento como este es también un gesto de solidaridad y de amistad inmensas, y sobre todo de apoyo».
Acerca de la resistencia creativa del pueblo cubano para enfrentar esas tantas carencias y amenazas explicó el mandatario, quien detalló a los presentes varios elementos que distinguen los actuales desafíos de Cuba, así como «los principios y convicciones que nos permiten a nosotros, como dicen algunos, tan testarudos, seguir defendiendo a capa y espada, a ultranza, hasta las últimas consecuencias, la construcción socialista».
Agradeció Díaz-Canel la presencia de tantos jóvenes como parte de estas delegaciones. Son jóvenes, refirió, «comprometidos con una visión diferente de la que tiene el Gobierno de Estados Unidos, son jóvenes anticapitalistas, son jóvenes antimperialistas, y muchos de ustedes han abrazado las ideas del Socialismo y están profundizando en el estudio de las ideas socialistas, tienen una visión de lo que puede ser la construcción del Socialismo para un mundo mejor».
Al hacer referencia a las afectaciones del bloqueo, el Presidente recordó cómo en los últimos tres años fue cruelmente recrudecido durante el enfrentamiento a la covid-19, lo cual hizo más difícil aún para Cuba superar la epidemia. Pero Cuba, aseveró, demostró en todo momento su «voluntad de resistir, de no rendirnos y de perfeccionar la construcción socialista».
El futuro de Cuba, ratificó, se basa en «la construcción socialista, que es la que nos garantiza soberanía, independencia, prosperidad, igualdad, emancipación y toda la justicia social posible», esa misma justicia social que, recordó el Presidente de la República, defendió siempre Fidel y nos legó en sus ideas.
VOCES AMIGAS PARA CUBA
Desde las voces de activistas sindicales norteamericanos –la mayoría de ellos muy jóvenes– el emblemático salón Portocarrero del Palacio de la Revolución fue testigo, este lunes, de la solidaridad, la resistencia y el compromiso con que ellos han asumido la defensa de Cuba, desde el propio corazón del pueblo estadounidense.
Son representantes de más de 35 organizaciones políticas y movimientos sociales de Estados Unidos, cohesionados bajo el lema Construir el futuro y romper el bloqueo, porque tal como dijo Manolo de los Santos, codirector ejecutivo de The People’s Forum e investigador de Tricontinental: Institute for Social Research, la lucha del pueblo cubano y norteamericano es la misma, «es la lucha contra el imperialismo, es la lucha contra la dominación del capital sobre las vidas y el planeta; y es la lucha por ese futuro que todos queremos construir, en el que quepamos todos, en el que se respete la diversidad, y haya justicia social».
Como un «maravilloso encuentro con la verdad del pueblo cubano», consideró los días que han vivido en Cuba desde su llegada: «nos hemos dado cuenta de las dificultades del pueblo cubano, y también de sus fortalezas».
Tengan nuestro compromiso, aseguró, de que estaremos al lado del pueblo de Cuba, y de que seguiremos profundizando esta comunidad que hemos formado.
De continuar divulgando mensajes contra el bloqueo y apoyando la lucha en contra de esa cruel política habló luego Chris Smalls, reconocido sindicalista norteamericano y fundador del primer Sindicato de Amazon. Hemos demostrado, aseveró, que cuando los jóvenes se unen es imposible impedir la voluntad de los pueblos.
Aun cuando reconoció estar consciente de que al regresar a su país van a enfrentar muchas acusaciones por estar hoy aquí, en sus palabras quedó muy claro su mensaje para Cuba: «Te amamos, y vamos a luchar contigo hasta que se levante el bloqueo».
Fueron una docena de intervenciones, en las cuales los representantes de las principales delegaciones asistentes hablaron sobre cuánto más pueden hacer aún para seguir demostrando al mundo lo injusto del bloqueo que el Gobierno estadounidense impone a la Mayor de las Antillas, y también sobre cómo el pueblo cubano se ha convertido en símbolo de resistencia e inspiración no solo para los pueblos de América Latina y el Caribe.
La mañana fue, además, un homenaje a Fidel, de quien los presentes admiraron su visión de que un mundo mejor es posible y la manera en que llevó a la práctica esas ideas en Cuba. El agradecimiento llegó entonces para la Revolución Cubana, que «ha demostrado que es posible ese mejor futuro».
Honramos el liderazgo de Cuba, aseveró Bill Camp, líder sindical en California, porque «ustedes han logrado el rumbo correcto y estamos muy contentos de estar aquí».
Muchos hablaron entonces de la esperanza que Cuba representa para las jóvenes generaciones; de este enriquecedor encuentro con el pueblo cubano; del honor de ser recibidos por el Presidente de la República, y de los tantos desafíos que siguen sumando de ahora en adelante.
El mandato a su regreso a Estados Unidos, coincidieron en expresar en la mañana de ayer, es seguir haciendo para defender a Cuba, sin importar cuán largo sea el camino ni cuántos obstáculos tengan que ser superados para ello.
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Saldrá publicado este comentario a varios días de la celebración del Día Internacional de los Trabajadores, en este 1º de Mayo del 2022. Han pasado 136 años desde aquel sábado de 1886 en que 200 000 trabajadores en Chicago fueron a la huelga en reclamo de la jornada de 8 horas; y siempre cada celebración de este día hace pensar.
Ya no era esa huelga, como en la historia precedente, una batalla por la soberanía de un estado-nación. Esta era una batalla por la justicia social.
En Cuba, muchos años después estamos dando la misma batalla. Pero la damos desde una Revolución en el poder, y se lucha por no perder la justicia social conquistada, y por conquistar más.
El riesgo de perderla viene de las dificultades económicas, y viene también de las posibles soluciones equivocadas a esas mismas dificultades.
Los trabajadores, los de 1886 y los de ahora, siempre han sabido (hemos sabido) que las verdaderas soluciones a los problemas económicos y sociales, son soluciones colectivas. Todos los que desfilaremos por las plazas este 1º de Mayo sabemos eso. Lo podremos explicar mejor o peor, según las capacidades expresivas de cada cual, pero todos lo sabemos. El camino de las soluciones individualistas (al que preocupantemente muchos miran) es el camino de la no-solución, de la expansión y perpetuación de las desigualdades sociales.
Por eso, sean cuales sean las soluciones que creativamente diseñemos, no podemos renunciar al objetivo de tener una economía con capacidad para redistribuir permanentemente la riqueza, e impedir la expansión de desigualdades. Y eso se llama Socialismo.
Por eso también, sea cual sea el paisaje de diversidad de actores económicos que (correctamente o casi) construyamos, y en el que caben muchos y diversos, el combatiente principal de la batalla tiene que ser la Empresa Estatal Socialista (incluida la Pequeña y Mediana Empresa Estatal).
No podemos analizar este tema con la superficialidad reduccionista de la tecnocracia económica, porque el problema tiene profundas raíces culturales. Enfrentamos un desafío económico, pero también, y diría que principalmente, un desafío cultural.
El régimen fiscal de impuestos, el régimen de propiedad, la política salarial y el sistema de protección social que una sociedad construye reflejan la parte del fruto del trabajo que los hombres están dispuestos a compartir con otros hombres. Compartir más allá de su retribución individual, más allá de su familia, más allá incluso de su pequeño colectivo laboral. Y esa voluntad de repartición es una construcción cultural.
Hay factores culturales y de valores que determinan que funcionen o no las estrategias económicas. Ellos determinarán si, en el proceso de transformaciones de la economía para adecuarla a las nuevas realidades tecnológicas, saldrán vencedoras la descentralización eficiente y la iniciativa emprendedora, o vencerán el egoísmo y la corrupción.
Igualmente importante entre los determinantes culturales de las estrategias económicas es la capacidad de todos para comprender las consecuencias distales de cada decisión del momento. Esa visión distal en cada uno de nosotros determina también las actitudes que tomamos ante los problemas y las opciones de hoy. Hay que saber posicionarse, ante cada opción, no solamente en función de sus consecuencias para el día de hoy, sino también de sus efectos para la sociedad en plazos más distantes, y de los riesgos de irreversibilidades, si nuestra cultura nos permite verlos. Quien no logre verlos, lamentablemente quedará como rehén de los vientos de ideas de cada momento. Conocemos de otras sociedades que han cometido ese error colectivo, y conocemos también lo que pasó después.
Al preguntarnos si los valores de la cultura cubana conducen o no a querer una sociedad equitativa y solidaria, nos respondemos, basados en nuestra historia, enfáticamente que SI, que es eso lo que quiere el pueblo cubano.
A esa sociedad equitativa y solidaria no podemos pretender llegar solamente con una buena política de impuestos, la cual es imprescindible, pero no suficiente. Los recursos derivados de los impuestos sobre las ganancias nunca han sido suficientes. Intentar sostener la justicia social solamente con los impuestos nos llevaría a una contradicción insalvable: para colectar más impuestos podríamos necesitar de un sector de la población que tenga mucha ganancia, mucha más que otros, lo cual es lo contrario de lo que se quiere. Mantener en manos de la propiedad socialista de todo el pueblo las palancas de la economía y los canales de la redistribución es la única garantía posible de la justicia social.
Este razonamiento vale para cualquier sector de la economía, pero especialmente vale para la economía de mayor contenido tecnológico, basada en la gestión del conocimiento, porque ese conocimiento surgió de la inversión social en educación y ciencia, que proviene a su vez de la riqueza colectiva de todos los cubanos.
Eso (y más) es lo que vamos a decir los científicos y tecnólogos al participar en las marchas del 1º de mayo, como parte de la clase trabajadora que somos.
Conciliar los objetivos de eficiencia económica con los de justicia distributiva es la tarea estratégica principal. Ello incluye la justicia distributiva entre los trabajadores del sector no estatal y el estatal; y también la justicia distributiva entre los trabajadores de diferentes empresas y sectores dentro de la propiedad estatal. La expansión de desigualdades más allá de determinado umbral (culturalmente determinado) no genera más motivación al trabajo, sino menos. Las desigualdades sociales, todas ellas, engendran distorsiones de la conducta y fragmentación de la conciencia social.
De que conduzcamos bien este delicado balance entre equidad y estimulación económica, depende la motivación alcanzable para la iniciativa emprendedora y para el trabajo. Iniciativa emprendedora que, en las nuevas realidades tecnológicas mundiales, tiene que ser una iniciativa distribuida en toda la economía, y en todas las formas de propiedad. La fórmula socialista “a cada cual según su trabajo”, infinitamente más justa que la del capitalismo, contiene sin embargo su cuota de injusticia, porque los hombres no están todos en igual posibilidad de ser productivos en cada momento concreto.
En Cuba la distribución a los ciudadanos de los beneficios de la educación y la salud (entre otros) no sigue una fórmula socialista. Va más allá de eso y sigue una fórmula comunista: “a cada cual según sus necesidades”. Y nuestra cultura, muy mayoritariamente, abraza ese ideal.
Los retos de la construcción del Socialismo siempre han estado en las relaciones entre la economía, la ciencia y la cultura.
Conocemos, sin ingenuidades, las enormes complejidades de la tarea, pero estamos convencidos de que lo podemos lograr, porque confiamos en los valores del ser humano. También sabemos, igualmente sin ingenuidades, que hay muchos que no confían en esos valores, o peor aún, que dejaron de confiar, doblándose ante el peso de las dificultades materiales o atraídos por las soluciones individuales, aquí o afuera. Allá ellos con sus amarguras intelectuales.
Nosotros los trabajadores, los de la producción y los de la ciencia, vamos a seguir luchando por los objetivos simultáneos e interdependientes de justicia social, soberanía nacional, socialismo y prosperidad. José de la Luz y Caballero definió la justicia como “el sol del mundo moral”. Y no vamos a pelear a la sombra.
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