A fines del siglo XX, el polaco Lech Walesa y el sindicato Solidaridad fueron factores bastante influyentes en el giro histórico de su país. Al colapsar el campo socialista y con las primeras elecciones de la “Polonia libre”, Walesa se convirtió en presidente y llevó a su nación a la ruina, aplicando recetas neoliberales. Años después, nuestros enemigos intentan colocarnos en esa misma senda, con mayor o menor disimulo. De ello y de algunas otras cosas hablamos en esta emisión. No te la pierdas.
Reinaldo Cedeño Pineda – Alma Mater.-Las Cubas invisibles, las Cubas reales, las Cubas profundas. Familia(s) que requieren ser felices, ser reparadas, ser amparadas. Familia(s) que necesitan justicia, derechos, respeto.
I
María Luisa está sola, está sola meciendo la tarde. Renquea la madera al balancearse. Su rostro enrojecido la denuncia. No quiere que nadie la vea, por eso da la espalda a la calle y se concentra en las paredes de su casa, como si fuese una pantalla.
Esa casa un día fue su felicidad, fue su martirio.
¡Tú aquí eres una extraña… no te llevarás ni un alfiler!… le dijeron cuando falleció Dulce, su compañera de casi cuarenta años. ¡Tú eres una…! y sobrevino la palabra terrible, mascada con odio, como quien lanza un dardo directo al centro, como un zarpazo.
Somos una familia… lo somos, porque tu hermana está viva en mí, lo estará para siempre… nada me interesa sin ella, le respondió casi sin aire, casi sin vida. Una risa malévola, encendida, fue la respuesta.
La risa puede ser un disparo.
Nunca se escondió, nunca lo negó, que amaba a otra mujer. No podía esperar que el mundo se enmendara. Todos sabían que María Luisa y Dulce eran una sola, pero nada las respaldaba. ¡Era una extraña, era la última! Y si finalmente se quedó en la pequeña vivienda, fue porque otros familiares supieron ver las mil angustias con que fueron construyéndolo todo, porque supieron ver aquella mirada hermosa que una dejaba caer en la otra. Había que ser ciego…
Estás aquí por lástima, volvió a decirle una tarde la hermana de Dulce… total, esta casa es una m…, ese amor era una m…
María Luisa se contuvo, rechinó los dientes. El portazo se escuchó en tres cuadras a la redonda. Y una vez sola, buscó su foto favorita de Dulce y la estrechó contra sí. No había vergüenza alguna. Ella sabía bien la limpieza de sus besos, sabía muy bien que argamasa sostenía cada ladrillo de su casa.
II
Yaremis corrió a los brazos de su esposo. Casi lo derriba. Se aferró a él como su tabla de salvación, sin decir una palabra. Un mutismo desesperante. Un lagrimón rodó por su mejilla hasta que llegó el sosiego, lento, como un susurro.
Me han dicho que lo nuestro es un castigo de Dios…
Yaremis y Eduardo se habían casado con una ceremonia sencilla y la fiesta de la boda también fue modesta, con los familiares y amigos más allegados. La única abundancia de aquella maestra y aquel obrero agrícola, era el amor. En eso sí no escatimaban. Ella tenía para él la mejor lección y él, los frutos más hermosos para ella.
Al tercer año de intentar tener un hijo sin éxito, asistieron a la consulta de infertilidad de mutuo acuerdo, sin culpas, sin culparse. Los exámenes resultaron esperanzadores y justo cuando regresaban de una de las sesiones, aquel joven volvió a martillarles:
Sin hijos, ustedes no son una verdadera familia… Busquen a Dios, les dijo, mientras señalaba una iglesia de cuatro pisos al final de la esquina.
Mientras la escucho, la mente se me inunda, la mente se me va hacia aquella imprecación de la Loynaz, hacia el Canto a la mujer estéril “¡Púdrale Dios la lengua al que la mueva / contra ti; clave tieso a una pared /el brazo que se atreva / a señalarte; la mano obscura de cueva /que eche una gota más de vinagre en tu sed! (…) no saben que tú eres / Eva… Eva sin maldición (…)”
III
Cuca está lenta, lerda. Está perdiendo la memoria, está perdiéndose. A sus ochenta y cuatro años ha quedado baldada en una silla de ruedas y solo tiene a su hija para ayudarla. Letty es buena, es buenísima, mas la chica ha requerido necesidades educativas especiales. Tal vez no esté lista.
“Que desgracia de hija le ha tocado”, comentaron algunos.
Nunca imaginaron su fuerza. Se asombraron cuando la vieron echarse a la vida, saltar sus limitaciones, empinarse. Su madre es su escudo, es su fuerza, y ella insiste, insiste, insiste… hasta lograr lo que quiere. Cuando algo se le resiste, Letty esgrime la frase infalible: “Cuca me lo pidió”. Y no se levanta hasta que pone en manos de su madre aquello que requiere.
Letty se acurruca al final de la tarde en el regazo de su madre y aquella le desensortija el cabello y le pregunta por las cosas del día. Y allí caen, lo que el destino quebró en una desde temprano, lo que el destino desgastó en otra en el ocaso.
“Qué suerte de hija te ha tocado”, le dijo un día Julia, su vecina de toda la vida. Mírame a mí, mi nieta no conversa conmigo un minuto. Hablo con el televisor, me voy a quedar muda de no hablar. Y no le digas a nadie por favor, a nadie: la otra noche me amarró cuando le reclamé que había estado el día entero sin comer, que me sentía mal…la otra noche…
IV
Las Cubas invisibles, las Cubas reales, las Cubas profundas. Familia(s) que requieren ser felices, ser reparadas, ser amparadas. Familia(s) que necesitan justicia, derechos, respeto. Escrutando hacia adentro, donde el niño y el anciano cuenten, donde cada miembro cuente. Sin fanatismos anclados, sin recetas de felicidad. Familia(s) donde la tradición sea el amor, jamás el prejuicio. Familia(s), ese lugar de los abrazos. Yo digo sí.
Laura Serguera Lio – Bohemia / Ilustrador: César Mejías / Tomada de El Definido.- Después dirán que era sabido que se aprobaría, pero la implementación deja mucho que desear; o tal vez que se están haciendo las cosas bien “solo para distraer”; quizás afirmen que la palabra de Dios fue ignorada,o que se hizo sentir; después dirán, en el contexto más temible, que no se aprobó porque el gobierno cubano no respeta los derechos humanos, minimiza a la comunidad LGBTIQ+, nunca tuvo interés real en el Código y por eso lo llevó a referéndum.
El próximo 25 de septiembre votaremos por el proyecto de Código de las Familias y, desde ahora, desde antes, hay tantos dando posibles escenarios cual certezas, que parece ignoraran su responsabilidad en los resultados de las urnas. Entre descreídos, hastiados, opositores y fundamentalistas religiosos hay miles de personas que decidieron lavarse las manos o directamente manifestarse en contra por motivos de diferente naturaleza, razones todas, en el fondo, egoístas.
Nos decimos una y otra vez —quienes creemos que el “sí” es la única opción viable—, que el Código vencerá, que la consulta popular lo avala, que la más básica humanidad lo impulsa, pero lo cierto es que dar por sentada la victoria es una variante, apenas más ingenua, del “eso ya está aprobado” que algunos llegan a esgrimir como justificación para no votar.
Excluyendo a quienes no apoyan el nuevo Código por razones de fe y que, en primera instancia, fueron las voces más altas por el “no”, hay al menos otros dos grupos cuya posición alarma. Por una parte, aquellos que consideran que ejercer el derecho al voto por un documento con el visto bueno de la Asamblea Nacional del Poder Popular, los consejos de Estado y de Ministros e instituciones de la sociedad civil con respaldo gubernamental es equivalente a legitimar un ejecutivo que rechazan. Por otra, los que aducen la existencia de asuntos“más importantes” y, de esa forma, dan por cerrado el tema, estableciendo una escala de prioridades en la que los derechos —ajenos— llevan las de perder.
Y es que sí, el Código es para todos, pero mientras a algunos les amplía y asegura derechos, a otros les garantiza los que hasta ahora les han sido negados. Por tanto, la elección del “no” desde ciertos privilegios se trata de una actitud mezquina.
Privilegios de quienes, viviendo fuera de Cuba, pueden casarse con personas de su mismo sexo, adoptar de manera más expedita, recibir remuneración por realizar trabajos de cuidado dentro de su familia, acceder a variantes de reproducción asistida como la gestación subrogada, por solo poner algunos ejemplos fuera del territorio nacional. Privilegios de quienes, viviendo en el país, mantienen relaciones heterosexuales; viven en zonas urbanas, alejados de las realidades más discriminatorias o de vulnerabilidad.
En un país en profunda crisis económica, la mujer soltera o unida a otra mujer que desea tener hijos biológicos por inseminación artificial sufre los mismos apagones, la abuela que no ha podido comunicarse con sus nietas después del divorcio de los padres hace la misma cola para comprar alimentos, el viudo de una relación homosexual de más de 15 años al que expulsaron del hogar común tras la muerte de su pareja se traslada en el mismo transporte público, la persona en situación de discapacidad que ve disminuida su autonomía también se afecta por la escasez… Todos ellos lidian con los problemas comunes del día a día y, además, con vulnerabilidades adicionales en materia jurídica. ¿De verdad consideramos la posibilidad de mantener estas desprotecciones por más tiempo?
Hay un deber ciudadano que trasciende el extremo del espectro político en el que se sitúa cada uno, sus causas y militancias, que apela al sujeto social como actor de cambio, de progreso;al sentido más esencial de la justicia que impide quedar impasible ante las penurias del vecino.
No existen derechos más urgentes que otros cuando se trata de bienestar social, no existen derechos aplazables, prorrogables en su implementación, cuando hay personas padeciendo su ausencia. ¿Que hay mucho por hacer, mil frentes en los que trabajar? Es cierto. Mas, llamemos las cosas por su nombre: tras la enumeración de las dificultades que enfrenta la sociedad cubana como excusa para mirar a otra parte, tras la abstención como expresión de disidencia, se travisten, nada menos, la homofobia, la transfobia, la insensibilidad.
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