De la retórica de Trump a la ofensiva de Biden contra Cuba

Contra Cuba Opinión Bloqueo

Gustavo Veiga – Página 12 – Foto: Página 12 / AFP.- La ofensiva contra Cuba recrudece en estas horas con el gobierno de Joe Biden. La retórica amenazante de Donald Trump abrió paso a políticas de Estados Unidos más agresivas y sostenidas que hoy están a la vista.


La exclusión de la isla en la próxima Cumbre de las Américas. El intento de expulsarla del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas. La inyección de cientos de miles de dólares para cambiar su sistema político y económico por agencias como la CIA, NED y USAID. La persistente negativa a cumplir con las cuotas de visas ya acordadas para cubanos que deben tramitarlas en Guyana. El apoyo de Washington a cualquier tipo de expresión artística disidente con fondos gubernamentales, un caso curioso ya que EE.UU no tiene ministerio de Cultura. Un combo de injerencias en esta época de guerra 2.0 al que se agrega una novedosa tesis sobre los problemas que afectan a la mayor de las Antillas. Hay ONG que operan desde Miami y dicen que existe un “bloqueo interno”, pero del Estado cubano a su población y no de Washington a La Habana que, como se sabe, rige hace poco más de sesenta años.

La campaña de medidas simultáneas para rendir a Cuba por la fuerza – algo que se probó ineficaz durante 63 años de Revolución – continúa con prisa y sin pausa desde que llegó Biden a la Casa Blanca. En el campo diplomático, el subsecretario de Estado Brian Nichols confirmó el 2 de mayo que el gobierno de La Habana, pero además los de Venezuela y Nicaragua, no serán invitados a la IX Cumbre de las Américas programada entre el 8 Y 10 de junio próximo en Los Ángeles. El argumento que esgrimió es que “no respetan la carta democrática”.

Cuba replicó en la voz de su canciller, Bruno Rodríguez Parrilla: “Sobre democracia poco podrá exhibir el gobierno de Estados Unidos en esa Cumbre incompleta”. Las críticas a EE.UU también llegaron desde países con mucho peso en la región. El presidente de México, Manuel López Obrador, le pidió a Biden que invitara a “todos los pueblos de América”. No hubo caso.

Las sanciones unilaterales propuestas por organizaciones de la sociedad civil, y ejecutadas por el gobierno de Estados Unidos después, tampoco son originales. Al bloqueo que se extiende hace seis décadas, sistemáticamente rechazado por una abrumadora mayoría de países en votaciones de Naciones Unidas – con la excepción de EE.UU y su socio, el estado de Israel-, se suma ahora la intención de expulsar a Cuba del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, lugar al que llegó junto a Rusia, China y Pakistán en 2020.

Este propósito venía madurando y tomó impulso en julio de 2021. Una comitiva de las organizaciones Cuba Decide y el Centro para una Cuba Libre se reunió en Washington con Juan González, director de Asuntos del Hemisferio Occidental del Consejo Nacional de Seguridad. Los activistas que proponen desestabilizar a la isla desde Miami, John Suárez, Rosa María Payá y el cantante Jen Carlos Canela, fueron recibidos por el funcionario.

Le pidieron a González que “denuncie al gobierno cubano en los foros internacionales, que aplique sanciones a individuos y sus familiares en la isla, que inste a Europa y a los demás países a copiarlos, que planifique el acceso a Internet del pueblo cubano y que someta todas las opciones a discusión”, entre otras iniciativas. El director del Consejo Nacional de Seguridad les recordó palabras del presidente Biden sobre las protestas del 2021 en la isla: “Son el resultado directo de un gobierno comunista fallido”.

La maniobra para intentar la expulsión de Cuba consistió en el envío de una carta a un puñado de presidentes y foros internacionales. La firmaron – aducen sus organizadores – “más de 600 personalidades” que respaldan la medida. Pero no dieron a conocer sus nombres. La solicitud fue entregada en el despacho de Biden, los primeros ministros de Canadá, Justin Trudeau y de Suecia, Magdalena Andersson, y también se la hicieron llegar a la Alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet.

Una fuente especializada en relaciones internacionales le dijo a este diario que la intención de expulsar a Cuba del Consejo de DDHH “no va a prosperar. La única que puede adoptar una medida así es la Asamblea de Naciones Unidas y es prácticamente imposible que tome una decisión de esas características. Las únicas dos veces que pasó algo semejante fue con Libia y ahora con Rusia después de que la propia Asamblea sacó una resolución diciendo que había violado el principio de no uso de la fuerza invadiendo a otro país. No creo seriamente que ningún estado tome esa bandera sencillamente porque perdería. No hay ninguna probabilidad”.

Las ONG de la diáspora cubana son tantas como las que promueve y financia Estados Unidos para que operen como ariete contra Cuba. Sin ese respaldo su incidencia sería relativa. El Foro Transatlántico por una Cuba Libre, liderado por John Suárez, sostiene sin disimulo que se debe “cambiar el actual sistema político y económico hacia la democracia y el estado de derecho”. Su propósito ignora la votación que se ratifica todos los años en Naciones Unidas. En ese ámbito Cuba impulsa resoluciones continuas contra el bloqueo unilateral de EEUU que repudia la comunidad internacional. La tesis del grupo que ahora pide la expulsión de La Habana del Consejo de DDHH sostiene lo contrario.

Dice que “los cubanos huyen de Cuba por el bloqueo económico interno impuesto por el régimen de la Isla que impide el desarrollo individual y la autosuficiencia económica, ya que los militares controlan los medios de producción y la economía…”. También responsabiliza al gobierno de Miguel Díaz Canel por la problemática migratoria que Estados Unidos no resuelve pese a las medidas draconianas que toma: “el régimen en estos momentos está utilizando a los miles de cubanos que huyen de la isla a través de vuelos a Nicaragua y otros países de Centroamérica para crear una crisis y provocar un cambio en la política norteamericana hacia Cuba”.

En la economía, los derechos Humanos, la migración, la cultura, EEUU apela a las más variadas estrategias para provocar en Cuba un cambio de gobierno. Eso que los estados independientes llaman injerencia. La carta magna con que se rige el estado cubano dice en el artículo 4: “El sistema socialista que refrenda esta Constitución, es irrevocable. Los ciudadanos tienen el derecho de combatir por todos los medios, incluyendo la lucha armada, cuando no fuera posible otro recurso, contra cualquiera que intente derribar el orden político, social y económico establecido por esta Constitución”.

Por si quedaran dudas, el artículo 16 sostiene: “La República de Cuba basa las relaciones internacionales en el ejercicio de su soberanía y los principios antiimperialistas e internacionalistas, en función de los intereses del pueblo y, en consecuencia: a) reafirma que las relaciones económicas, diplomáticas y políticas con cualquier otro Estado no podrán ser jamás negociadas bajo agresión, amenaza o coerción”.

Es apenas una parte de la Constitución actualizada y reformada el 10 de abril de 2019.

CON FILO | De lo ridículo a lo repulsivo

De los trágicos sucesos del #HotelSaratoga y la burda manera en que los odiadores manipularon el dolor, de la supuesta travesía de Annie Gracés por el Río Bravo y del reciente Congreso de Estudios Latinoamericanos LASA hablaremos en #ConFilo esta noche.

El Mayor cabalga en la memoria de Cuba

Fue Agramonte el hombre que no abandonó al Brigadier Sanguily, y para rescatarlo, protagonizó una de las más grandes proezas militares que guarda con celo la historia de Cuba, y que le ganó, incluso, la admiración de sus enemigos

Autor: Leidys María Labrador Herrera | leidys@granma.cu

«Agramonte se dispuso a morir en Jimaguayú por salvar a sus compañeros fugitivos», escribió Martí.
«Agramonte se dispuso a morir en Jimaguayú por salvar a sus compañeros fugitivos», escribió Martí. Foto: Miguel Febles Hernández

¡Con la verguenza¡ sí, también de esa manera lucha un revolucionario, aun cuando el enemigo lo crea vencido. Eso nos enseñó Ignacio Agramonte y Loynaz, y fue solo una de las incontables lecciones de coraje, moral, y dignidad que nos legó quien fuera uno de los más grandes jefes militares de nuestras luchas por la independencia.

El Mayor General que condujo con maestría y brazo firme a la caballería camagüeyana, temida por el enemigo español, ganó, por su lealtad a la Patria, el respeto no solo de todos aquellos que tuvo bajo su mando, sino de los más insignes patriotas con los que coincidió en el tiempo.

Sus hazañas militares, su concepto de la guerra y la defensa de sus ideales y principios, consolidaron al hombre que muy pronto dejó de ser solo un héroe del Camagüey, para serlo de Cuba toda.

Fue una estrella cuyo brillo no tardó en iluminar las esperanzas de libertad que latían en el corazón de los cubanos.

Desde que se incorporó a la Guerra de los Diez Años, en Las Clavellinas, puso la vida a los pies de su tierra. Cada una de las responsabilidades que ocupó desde entonces, manifestaron la grandeza de quien pudo preferir la vida reposada de un abogado, el calor hogareño junto a la mujer amada, pero eligió la del mambí, aunque eso implicara constantes privaciones y sacrificios.

Fue Agramonte el hombre que no abandonó al Brigadier Sanguily, y para rescatarlo, protagonizó una de las más grandes proezas militares que guarda con celo la historia de Cuba, y que le ganó, incluso, la admiración de sus enemigos.

Estaba hecho de una fibra que lo convirtió en leyenda, porque hombres de su estirpe dejan huellas que el tiempo no puede borrar.

La muerte lo sorprendió el 11 de mayo de 1873 en Jimaguayú, en un momento en que mucho podía hacer aún por la causa de su tierra, y su pérdida dejó un innegable vacío en las filas del Ejército Libertador, aunque ya su ejemplo estaba destinado a perdurar.

Sus enemigos pensaron que, al desaparecer su cadáver, desaparecería con él la impronta de aquel mambí excepcional, pero la memoria de los pueblos nada ni nadie puede borrarla, y allí, en ese espacio sagrado del homenaje y el respeto, cabalgará eternamente El Mayor.

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En espera de un beso más

La vela por Susel está encendida todavía. Su hija, con quien comparte el nombre, sigue esperando para darle un beso a su madre. Mientras ella espera, 12 millones le hacemos compañía y la abrazamos desde la distancia aunque jamás la hayamos visto

Autor: Susana Besteiro Fornet | internet@granma.cu

Accidente trágico en el hotel Saratoga, motivo de escape de gas licuado mientras de descargaba una Bala movil sobre un camión, 5to día de búsqueda y escombreo
Desde el 6 de mayo no han cesado las acciones de rescate y salvamento en el hotel Saratoga. Foto: José M. Correa

Pasó el día de las madres y Susel no le pudo dar un beso a su hija. Salió de casa el viernes, como un día cualquiera, hacia el hotel Saratoga, donde trabajaba como camarera. Probablemente haya sido un día normal, con la rutina de siempre, hasta que el mundo entero se vino abajo alrededor de las 11 de la mañana. Eso es lo único que sabemos, de ahí en adelante todo parece perderse en el viento, como lo hizo el polvo después del derrumbe de la emblemática edificación.

Siendo honestos, da igual qué edificio fue el que explotó; da igual cuántos años de historia tenía, cuánta gente famosa se hospedó en él, o cuántos miles se gastaron en su remodelación. Lo único que importa, o al menos a su familia, es que Susel no está, sigue perdida en algún lugar de esos escombros, hasta el mediodía de ayer no la habían encontrado.

Hay una idea popular que plantea que todos en el planeta estamos conectados unos con otros por una cadena de conocidos de no más de seis personas. Eso significa que todos estamos conectados con Susel, con ella y con cada una de las víctimas del fatal accidente que estremeció a Cuba el pasado 6 de mayo.

¿Se imaginan entonces que la familia de esa mujer, con la que todos tenemos un vínculo, lleva casi cinco días sin saber su paradero? Nos tiene que doler, nos tiene que hacer llorar; porque Susel pudo haber sido cualquiera de nosotros.

Toda Cuba está pendiente de las noticias del Saratoga, mantenemos la esperanza de que, por alguna milagrosa coincidencia, encuentren a los desaparecidos. Las horas siguen pasando y mil razones nos llevan a pensar que las posibilidades son cada vez menores, pero igual encendemos una vela a quien sea en quien creamos, para que les iluminen el camino de regreso.

La vela por Susel está encendida todavía. Su hija, con quien comparte el nombre, sigue esperando para darle un beso a su madre. Mientras ella espera, millones le hacemos compañía y la abrazamos desde la distancia, aunque jamás la hayamos visto. La cicatriz del Saratoga nos va a marcar para siempre, pero mientras quede alguien por encontrar, la herida sigue abierta, cada hora más profunda.

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