A tiro limpio le tomamos la delantera en Girón

/ web.radiorebelde@icrt.cu / Teresa Valenzuela García


La batalla de Playa Girón será recordada siempre como una de las hazañas más importantes libradas por el pueblo de Cuba a favor de su independencia. En menos de 72 horas fueron derrotadas las tropas mercenarias pagadas por los Estados Unidos.

Fue un momento difícil para la joven Revolución cubana que recién llegada al poder se enfrentaba al feroz imperialismo yanqui que no le perdonaba existir sólo a 90 millas de sus costas.

Bullía el pueblo de efervescencia revolucionaria y ante el peligro de una agresión todos querían se los primeros en combatir.

Corría el años 1961 y aunque transcurrieron 61 años del ataque mercenario por la ciénaga de Zapata, provincia de Matanzas, el coronel de la reserva Antonio Catalá Verdecia, uno de los combatientes que los enfrentó, recuerda con claridad aquellos días en que  fue protagonista.

 “Yo integré el batallón de combate de la Policía Nacional Revolucionaria, era el jefe del cuarto pelotón de la cuarta compañía”.

“El día 15 se produce el ametrallamiento de los aeropuertos y pudimos ver los aviones enemigos volando por Ciudad Escolar Libertad, por lo que nos pusimos en alerta rápidamente a partir de ese momento hasta que partimos hacia Playa Girón el día 18” -agregó el combatiente.

Con  voz firme Catalá Verdecia señaló también que el 19 de abril se encontraron en el lugar de las acciones y a partir de ese momento comenzaron el traslado hacia Playa Girón para cumplir la misión asignada..

“Con agrado supimos que estábamos acompañados por la artillería antiaérea conocida por las cuatro bocas, que manejaban aquellos valientes adolescentes de 14 y 15 años de edad. Con su apoyo, iniciamos el lento movimiento porque la aviación enemiga nos estaba fustigando con un fuego violento”.

Agregó que a partir del kilómetro 11 no tuvieron un minuto de sociego: “nos movíamos unas veces por la cuneta derecha donde estaban los arrecifes y el mar, y otras por la izquierda  cercano a la maleza, e imaginábamos la presencia de cocodrilos.Nosotros les respondimos con igual intensidad para neutralizarlos, por lo que los fusiles se tornaron rojos, y a tiro limpio le tomamos la delantera”.

Se entristece al recordar los 18 compañeros del batallón caídos heroicamente en combate, así como, trece de una compañía de milicia que se les unieron.

Señaló que el gran honor que tienen los integrantes del batallón es que fueron los primeros que pisaron las arenas de Playa Girón. Busca en sus recuerdos las últimas horas del día 19 de abril y dice: “fueron muy intensas porque el enemigo se agolpaba en la playa y tenían aún un gran volumen de fuego, sin embargo, no aguantaron nuestro avance”.

“Ellos decidieron tirarse al agua para abordar las lanchas de goma que tenían y huir precipitadamente de manos de la derrota. Lo demás fue coger muchos prisioneros, tomar las armas y ocupar el territorio; inmediatamente entraron los batallones de milicias y le siguieron otros”.

Visiblemente emocionado continúa el hilo de sus pensamientos: “la toma de Playa Girón fue un momento glorioso para nosotros, de mucha honra, porque cumplimos antes de las 72 horas, la orden de nuestro comandante en jefe Fidel Castro de ocupar la playa, además de constituir la primera gran derrota del imperialismo en América en la que tuve el honor de participar”.

Catalá Verdecia es uno de los héroes de Playa Girón, que como tantos otros, viven con modestia en nuestros barrios rodeados de la admiración y el agradecimiento de sus vecinos.

Conversando con Díaz Canel: “Vamos a vencer”

CubaPolítica

Manolo De los Santos – Cubaperiodistas – Publicado originalmente en The Peoples Dispatch.- En 1994, Miguel Díaz-Canel asumió un nuevo cargo en Santa Clara, no lejos de su lugar de nacimiento, Placetas, como secretario provincial del Partido Comunista de Cuba.


Dejó a un lado el auto con aire acondicionado que le dieron y fue a trabajar cada mañana en su bicicleta, su cabello largo y sus jeans. Díaz-Canel organizaba conciertos de rock, pasaba tiempo con su familia en El Mejunje, el centro cultural LGBTQ local, y deambulaba hablando con la gente en las calles. Esa cercanía con el pueblo definió su mandato en Santa Clara, que formó al hombre que ahora es el Presidente de Cuba.

En marzo pasé unas horas hablando con Díaz-Canel, quien —nacido en 1960— ha vivido toda su vida en una Cuba que ha luchado contra las políticas asfixiantes de Washington para forjar su camino socialista. Criado por una maestra y un trabajador de una fábrica, Díaz-Canel vio de primera mano el programa integral de justicia social de la Revolución cubana en el que millones de miembros de la clase obrera, campesinos, negros y mujeres comenzaron a acceder por primera vez en igualdad de condiciones a la justicia, al derecho a trabajar, estudiar y vivir con dignidad.

La generación de Díaz-Canel creció en un período bajo el liderazgo de Fidel Castro en el que, a pesar de la existencia de un bloqueo estadounidense, la mayoría de los cubanos vieron elevarse significativamente su nivel y calidad de vida debido a los planes de desarrollo nacional, relaciones comerciales favorables con la Unión Soviética y una creciente red de apoyo en el mundo no alineado.

Díaz-Canel estudió ingeniería eléctrica en la Universidad Central de Las Villas, y al principio de su carrera dio clases de ingeniería allí y dedicó gran parte de su tiempo al activismo local en la Unión de Jóvenes Comunistas. Eso lo llevó a una misión internacionalista en Nicaragua donde, junto a miles de médicos y maestros cubanos, trabajó entre los más pobres, muchas veces en rincones remotos de este país centroamericano que entonces estaban atrapados en una guerra de contrainsurgencia financiada por Estados Unidos.

Díaz-Canel regresó de Nicaragua en 1989 cuando la URSS se acercaba a sus últimos días y el gobierno de Estados Unidos aprovechó la oportunidad para endurecer las sanciones contra Cuba. En 1991, la isla entró en un Período Especial cuando el comercio cayó un 80 por ciento. Los cubanos comían menos (la ingesta calórica disminuyó en un 27 por ciento entre 1990 y 1996), las dificultades para obtener alimentos se volvieron comunes, la electricidad se convirtió en algo raro y millones comenzaron a andar en bicicleta, mientras la nación caribeña enfrentaba una grave escasez de petróleo con el bloqueo intensificado. Díaz-Canel era uno de los que iban en bicicleta. La resiliencia de Cuba durante el Período Especial moldeó su visión del mundo.

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Cuba rememora desembarco histórico de Martí y Gómez

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Monumento que recuerda el lugar del desembarco

La Habana, 11 abr (Prensa Latina) Cuba rememora el desembarco por el oriente, hace hoy 127 años, del Héroe Nacional José Martí y el General dominicano Máximo Gómez para incorporarse a la dirección de la guerra independentista contra España.

Ambos próceres llegaron a Playita de Cajobabo el 11 de abril de 1895 luego de una travesía difícil por el mar, un hecho que el líder histórico de la Revolución, Fidel Castro, calificó de proeza extraordinaria.

El 24 de febrero de 1895 los cubanos reanudaron sus luchas por la independencia de España, una contienda organizada por José Martí, al frente del Partido Revolucionario Cubano.

Sin embargo, el estallido ocurrió sin la presencia de los principales jefes, quienes debían llegar cuando antes en expediciones para comandar las fuerzas insurrectas.

El 1 de abril de 1895, Antonio Maceo, Flor Crombet, José Maceo y otros patriotas arribaron a costas cubanas por Duaba, en el oriente del país.

Gómez, Martí, Marcos del Rosario y otros llegaron 10 días después, luego de una travesía nocturna.

«Bajan el bote. Llueve grueso al arrancar. Rumbamos mal. Ideas diversas y revueltas en el bote (…) Arribamos a una playa de piedras, la playita al pie del Cajobabo, me quedo en el bote el último vaciándolo. Salto. Dicha grande.», escribió el Héroe Nacional en su diario de campaña.

Según documentos históricos, los expedicionarios salieron de Montecristi, en República Dominicana, rumbo a Cuba el 1 de abril a bordo de la goleta Brothers y una jornada después llegaron a la isla de Gran Inagua, donde descubrieron que los marineros habían desertado.

El 5 de abril, después de la búsqueda infructuosa de una nueva tripulación, abordaron al carguero alemán Nordstrand que se dirigía a Cabo Haitiano, Haití, y luego a Puerto Antonio, en la costa norte de Jamaica.

El capitán del navío simpatizaba con la causa de los cubanos y aceptó a los expedicionarios como pasajeros encubiertos.

Llegaron a Cabo Haitiano el día 6, reembarcaron el 9 y en la madrugada del 11 de abril arribaron a Matheu Town, capital de Gran Inagua.

Allí subieron al vapor el bote que los llevaría hasta la playita de Cajobabo, después que el Nordstrand los acercara a la costa sur de Cuba.

La noche del 11 de abril de 1995 Fidel Castro rindió homenaje a los expedicionarios y caminó con una bandera cubana por aquel lugar a la misma hora en la cual 100 años antes Martí y Gómez desembarcaron.

jf/idm

Jesús Suárez Gayol: “Cuando el dolor sea muy fuerte, piensa en tu hijo”

Por: Andy Jorge Blanco

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Jesús Suárez Gayol. Foto: Archivo.

Desde el río Ñacahuasú, el guerrillero era un blanco fácil para el enemigo. Ante la proximidad de quince soldados, el Che había ordenado una emboscada con once combatientes, pero “El Rubio”, como le llamaban, estaba mal ubicado. Y en la guerra –ya se sabe– unos centímetros pueden decidir quién vive y quién muere.

Combatía con un fusil garand que se le trabó en medio del tiroteo. Quitó la espoleta de una granada que no tuvo tiempo de explotar porque antes –segundos antes– una bala lo alcanzó.

En carta a su madre Aurora le había escrito unos meses atrás: “Cuando el dolor sea muy fuerte, piensa en tu hijo que es feliz combatiendo por la revolución, aunque ello implique ciertos riesgos”. El riesgo final duró lo que demoró en llegar el balazo a la cabeza de Jesús Suárez Gayol.

“Junto a un soldado herido encontraron al Rubio ya agonizante, su garand estaba trabado y una granada con la espoleta suelta, pero sin estallar, estaba a su lado”, escribió Ernesto Guevara en su diario. Era el amanecer del 10 de abril de 1967 en la selva boliviana. Allí había llegado en diciembre de 1966 para unirse como combatiente internacionalista a la guerrilla del Che, con quien ya había luchado en la región central de Cuba, como rebelde de la Columna “Ciro Redondo”.

Suárez Gayol, primero de derecha a izquierda, en uno de los recorridos realizados por el Che en sectores de la industria. Foto: Archivo.

Desde la etapa de la guerra de liberación nacional en la Isla, Suárez Gayol había estado en la primera línea de combate por la independencia de Cuba. Primero en Camagüey –donde fundó el Movimiento 26 de Julio en la provincia–, y luego en La Habana, el joven revolucionario era perseguido por la policía batistiana por sus acciones contra la dictadura y por su liderazgo.

Cuentan que era amigo de José Antonio Echeverría, que era un tipo audaz, que siempre estaba en los lugares difíciles, que lo encarcelaron en marzo de 1957 y su madre logró enviarlo hacia Estados Unidos para que no lo mataran en Cuba. Desde Miami viajó a México, se enroló en la expedición de “El Corojo” y desembarcó en Pinar del Río en abril de 1958. Luego lo ubicaron como miembro de la Columna 8.

“Combatí  en Fomento, Cabaiguán, Jatibonico y Placetas, y cuando el Che me da la misión de tomar el cuartel de Ciego de Ávila, me informa de mi ascenso con una sencilla frase de despedida…”, dijo en una ocasión.

Al triunfar la Revolución Cubana, el capitán Suárez Gayol ocupó varios cargos en el Ejército Rebelde y en el joven gobierno revolucionario. Hacia 1966, el entonces ministro de Industrias, Orlando Borrego, le dio la noticia: unirse a la guerrilla del Che en Bolivia. “Su reacción fue como la de un niño al que se premia con el más preciado juguete. Daba saltos de alegría y me abrazaba”, contó.

Jesús Suárez Gayol. Foto: Archivo.

Sobre su niñez, un biógrafo de Suárez Gayol escribió: “Es de carácter explosivo, pero no para peleas inútiles”. Así murió en Bolivia, peleando por una causa que consideraba justa, útil, luchando por la unidad de un continente. Y justo donde confluyen los ríos Iripiti y Ñacahuasú, cayó la primera sangre cubana en Bolivia. El capitán tenía 30 años.

Los restos de Jesús Suárez Gayol no fueron encontrados. Dicen que Aurora era una mujer fuerte, “mi Mariana Grajales”, le decía El Rubio. Pero nadie sabe cuánto su madre se desmoronó al pensarlo, ni todo lo que lo extrañó, ni las veces que aquella frase le invadía el recuerdo: “Cuando el dolor sea muy fuerte, piensa en tu hijo”.

El nuestro: un Partido de unidad y continuidad (+ Video)

Al Partido nada le es ajeno, y ante su deber de ser lo más revolucionario dentro de la Revolución, todos los asuntos que hoy marcan el día a día de nuestra sociedad ocuparon espacio tanto en los informes presentados, como en la discusión y análisis de los mismos

Autor: Leidys María Labrador Herrera | leidys@granma.cu

Foto: Ricardo López Hevia

De mirar y analizar con ojo crítico y sin triunfalismos la labor del Partido, de reconocer también sus fortalezas y la permanencia de los principios que lo sostienen como proa del socialismo cubano, de eso se trató la continuidad del 8vo. Congreso en cada una de nuestras provincias.

Desde la base se removió la fibra militante, bajo el precepto de que es el núcleo el corazón de las estructuras partidistas. Nadie duda de que allí donde esa célula vital actúa con toda la seriedad y el compromiso a que se le ha llamado, se observan los resultados, sea cual sea el objeto social del centro al que pertenece o la comunidad en la que actúa.

Al Partido nada le es ajeno, y ante su deber de ser lo más revolucionario dentro de la Revolución, como expresara el Primer Secretario de su Comité Central, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, todos los asuntos que hoy marcan el día a día de nuestra sociedad ocuparon espacio tanto en los informes presentados, como en la discusión y análisis de los mismos. En esos debates quedó claro que el militante debe acompañar su desempeño laboral y social, con la ejemplaridad imprescindible para ser miembro de la organización.

La batalla económica e ideológica, y la producción azucarera y de alimentos constituyen hoy prioridades para la sostenibilidad del país y, por ende, para el hacer cotidiano del Partido. Sin embargo, prevalece la visión de que ante un bloqueo recrudecido, un mundo marcado por las desigualdades y secuelas pandémicas que persisten, se imponen la creatividad, la innovación y la utilización de la ciencia para sortear tan difíciles obstáculos y poder abrirnos paso hacia nuestras metas más acuciantes.

No podía faltar, lógicamente, en esta mirada a lo interno de la organización y a su proyección social, el contacto cada vez más cercano y necesario con la Unión de Jóvenes Comunistas, con las nuevas generaciones en sentido general, no solo como garantía de futuro, sino por esa misión ineludible, heredada de nuestra generación histórica, de servir de guía y ejemplo para los más bisoños continuadores de esta gigantesca obra.

Ha sido este un proceso del que nuestro único Partido sale fortalecido, con su capacidad de liderazgo intacta. Una vez más se ha manifestado la madurez política que vive en las filas de esta organización, cuya historia es también la historia de la Revolución Cubana. No hay dudas, el nuestro sigue siendo el Partido Comunista de la unidad y la continuidad.

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