Tuvo, por encima de todo, un sentido elevado de la justicia, que la dotó de la capacidad para asumir un sagrado deber: la defensa de las causas nobles, el batallar incansable por la libertad y la soberanía de esta tierra
Si le pidieran a la madre patria nombrar a esos hijos e hijas que la han hecho enorgullecerse por su nobleza, sus virtudes y su ejemplo, estaría sin reparos, entre los iluminados nombres, el de Vilma Espín Guillois.
Cómo no hacer mención a esa mujer, excepcional por su sensibilidad y humanismo, humilde y sincera, fiel a Cuba, amante de la dignidad, poseedora de los más sólidos principios.
También podría la madre patria decir Déborah, y entonces la mención sería para la luchadora clandestina, para la guerrillera. De ambas nació la líder inolvidable, la voz de los derechos femeninos, la dirigente que supo ser al mismo tiempo amiga y hermana de tantas federadas cubanas en cuyos corazones es eterna.
Aquella joven de multifacéticas inspiraciones, que amó el canto y el ballet, que se desdoblaba incluso en el deporte, tuvo, por encima de todo, un sentido elevado de la justicia, que la dotó de la capacidad para asumir un sagrado deber: la defensa de las causas nobles, el batallar incansable por la libertad y la soberanía de esta tierra.
No es casual que las huellas de amor y entrega que plantó se mantengan intactas, a pesar de no estar físicamente. No es casual porque, cuando se actúa motivado por sentimientos verdaderos y profundos, por sueños que sobrepasan la individualidad para ser los sueños de muchos, por la esperanza inquebrantable en una sociedad donde la equidad y el respeto sean pilares esenciales, se inmortaliza, aun cuando su sencillez le impida pretenderlo.
Si invaluable fue su contribución al triunfo, igual de titánica fue la labor que desempeñó después de aquel 1ro. de Enero. Tanto es así que el propio Fidel reconoció muchas veces su valía, en el camino que siguió la Revolución para garantizar a las mujeres su plena realización dentro de todos los ámbitos de la sociedad.
A la Federación de Mujeres Cubanas, organización de la que fue ideóloga, fundadora y presidenta hasta su último aliento, dedicó todas sus energías, y junto a valiosas compañeras, y con el irrestricto apoyo del Comandante en Jefe, hizo de ella un ejemplo para el mundo, y en su nombre alzó la voz en los más disímiles escenarios internacionales, como muestra del papel protagónico de las mujeres en el socialismo cubano.
Por eso, aunque cada 7 abril recordamos el privilegio enorme de que naciera, en Cuba, una persona como ella, Vilma es la motivación del hacer diario, de las metas que construimos juntos, como el proyecto de Código de las Familias, también fruto de su ardua labor.
Vilma es la más alta expresión de que el heroísmo y la entrega sin límites a la Patria, son cualidades intrínsecas de la mujer cubana.
Resulta profundamente molesto volver a escuchar lo mismo cada vez que un representante gubernamental estadounidense habla sobre Cuba. “Están en una pésima situación de derechos humanos”, suelen decir. “No se respetan las libertades de los ciudadanos”, “viven en un país inseguro, donde son reprimidos”. “encarcelan niños”, “las cárceles están llenas de presos políticos”, repiten hasta el cansancio, junto a otras sandeces sin fundamento.
No somos perfectos, nadie lo es. Sin importar cuántas pruebas se presenten, la realidad cubana siempre será manipulada, torcida, hasta convertir el país en un “infierno sobre la Tierra” ante los ojos de la opinión pública internacional.
Se trata del mismo discurso hipócrita, de doble rasero, que ha permanecido durante más de 60 años. Pongamos, por ejemplo, la última entrevista ofrecida por el Encargado de Negocios de la Embajada de Estados Unidos a Cubanet, una de las plataformas contrarrevolucionarias en boga, financiadas por capital estadounidense. Allí trató temas tan manidos como la migración y los derechos humanos en Cuba, entre otros.
“Izquierdos” humanos en el país de la libertad
Habló, como siempre, del “deterioro” de la situación de derechos humanos en la Isla. Zúñiga-Brown, al parecer, no ve las noticias de su propio país. No sabe de la brutalidad policial que lacera la integridad física de millones. George Floyd, Breonna Taylor, Amir Locke…son demasiados los nombres de personas negras, asesinadas por quienes se suponía que deberían protegerlas, a causa del abuso de poder y el racismo sistémico. Como si arrastrar a un chofer parapléjico fuera de su auto, frente a su hijo de 3 años no fuera suficiente.
Otras minorías también son blanco de arbitrariedades. Según la propia CNN, un medio conocido por su reaccionario discurso hacia Cuba, más de 2600 latinos han perdido la vida a manos de fuerzas del orden. Un informe publicado por Unidos US refiere que entre 2014 y mayo de 2021, 15.085 personas murieron bajo custodia policial o en encuentros con agentes.
Niegan la brecha de desigualdad social, ahora ensanchada por la pandemia y la crisis económica. Los culpables siempre serán los pobres y los negros, claro, por “vagos y delincuentes”. Sí, en este siglo todavía persisten estas formas de discriminación, incluso en el aclamado “país de la libertad”.
La desigualdad racial, la violencia del extremismo blanco, las violaciones de los derechos de inmigrantes y solicitantes de asilo, así como las disparidades económicas y el cambio climático, se encontraban entre los principales ámbitos de incumplimiento de garantías fundamentales en Estados Unidos, según el Informe de Human Rights Watch.
Con esta situación interna, ¿quién tendría tiempo para mirar hacia otro lugar? El gobierno estadounidense, al parecer, no acaba de concentrarse en su propia agenda.
Politización del tema migratorio
El Encargado de Negocios también se refirió a la preocupación de su gobierno por el aumento del flujo migratorio. En sus palabras, “es importante darles a ellos, al público cubano, una manera de poder tener salidas legales, ordenadas y seguras hacia los Estados Unidos desde La Habana”. Cuánta hipocresía.
En primer lugar, ellos mismos dejaron inoperantes los servicios consulares en la capital cubana, con el pretexto de los ataques sónicos. A estas alturas, no han logrado encontrar una sola evidencia sobre las pretendidas agresiones. Además de incumplir los acuerdos migratorios suscritos con Cuba, ejercen presión a gobiernos latinoamericanos para cerrar los canales de emigración “segura y ordenada” que tanto claman defender.
Según las declaraciones de Zúñiga-Brown, tras la reapertura de los procesos consulares solo se otorgarían visas de inmigrante, no turísticas y de estadía corta. Ahí se constata la intención de asociar la emigración con un proceso definitivo, condicionado políticamente.
El entrevistado afirma querer mandar un mensaje “claro y contundente”: “serán regresados si tratan de ir de una forma que no es ordenada, segura y formal”. Resulta sumamente contradictorio, cuando el gobierno mantiene una política de incitación a la emigración ilegal, con la permanencia de la Ley de Ajuste Cubano.
Identifica como causas de las salidas masivas a la “falta de oportunidades económicas, de seguridad ciudadana y de respeto por los derechos humanos y las libertades fundamentales”. El mismo estribillo, de nuevo.
El impacto de más de medio siglo de persecución económica resulta notable en las diferentes esferas de desarrollo nacional. Sobre el gobierno de Estados Unidos y su bloqueo recae gran parte de la responsabilidad de las carencias internas. Ellos mismos tienen su #BareShelvesBiden, pero se hacen los de la vista gorda al apuntar el dedo hacia Cuba.
Inseguridad ciudadana, 11 de julio y Biden
Si Cuba es un país tan inseguro, como afirma el líder de la diplomacia estadounidense en Cuba, ¿cómo él mismo puede circular por la nación sin guardaespaldas ni autos blindados? Eso es mucho más de lo que pueden decir representantes extranjeros en su propia patria.
Además del ya mencionado tema de la brutalidad policial, más de un presidente norteño ha sido asesinado. En Cuba nunca ha sucedido algo así, y la lista de atentados al Comandante en Jefe es bien extensa, con preponderancia de acciones de la CIA.
Como parte de un guion bien asumido, vuelve a la retórica de las “protestas pacíficas” del 11 de julio y la detención de “presos políticos”. Se ha demostrado hasta el cansancio que existió violencia, robo y vandalismo en los disturbios. Por tanto, de paz, nada. Además, según criterios del derecho internacional, quienes delinquieron en este contexto no puede ser considerados en esta categoría.
Otra discordancia en las declaraciones del representante estadounidense es la supuesta “posición consecuente” de la administración de Joe Biden hacia el Estado caribeño. Lo que inició con la declarada intención de retomar la política de Obama, durante la campaña presidencial, paso a sacar a Cuba de las prioridades del gobierno, en sus inicios. Luego, de manera súbita, tras los acontecimientos del julio de 2021, parecieron volver su vista nuevamente hacia la Isla.
Sin embargo, ha quedado clara la continuidad de la política hostil hacia la república antillana. El financiamiento de programas subversivos nunca se detuvo, ni las recrudecidas presiones económicas que tanto impactan en el día a día de los cubanos.
A nadie le gusta escuchar un disco rayado. Aturde, causa molestia y repulsión. Pasan los años, pero el discurso de descrédito sigue intacto, a veces con diferentes palabras, pero con una esencia inalterable. Sin van a hablar mal de nosotros, lo menos que podemos esperar es un poco de creatividad.
¿Quieren bienestar para el pueblo? Déjennos vivir en paz. Ni más ni menos.
De tanto repetir esa escaramuza en que una supuesta articulación de foros mundiales condena hechos específicos –mientras silencian bajos sus faldas mediáticas la basura propia, generalmente más alevosa, horrenda y escandalosa que el asunto que atacan– ya no pueden esconderla como herramienta promotora de esos golpes blandos con que lograron destruir la estabilidad de varios países, y que hace rato ensayan contra Cuba, sin otros resultados que el fracaso y el ridículo.
De las más recientes campañas subversivas contra la Revolución Cubana, un reportaje investigativo del portal Misión Verdad, titulado Mapa de acciones y actores en la guerra blanda contra Cuba, desenmascaró cómo, además de la Unión Europea, organizaciones mundiales como Amnistía Internacional y Pen International han exigido durante meses la liberación de los detenidos por los hechos vandálicos del 11 y 12 de julio de 2021.
En una investigación anterior había sido develado cómo la Fundación Cadal estimuló económicamente las protestas, y sus recursos llegaron «de manos de las sucursales de la CIA para la región, la Fundación Atlas (vinculada a los hermanos Koch), la Fupad (Fundación Panamericana para el Desarrollo), la Usaid y la NED».
Hay otros actores, precisó el reportaje: el Instituto de Periodismo de Paz y Guerra, Factual, Distintas Latitudes, Fundación Sueca de Derechos Humanos, Editorial Hipermedia, Diario de Cuba, Cubanet, la Universidad Sergio Arboleda (núcleo tecnocrático del uribismo, de donde proviene Iván Duque), además de captadores de fondos desde las distintas agencias y fundaciones, junto a otras ong registradas en distintos países que enmascaran a medios como CiberCuba, ADN Cuba, Cubanos por el Mundo, Cubita Now, Cubanet, Periodismo de Barrio, El Toque, El Estornudo y YucaByte.
El portal destacó que el entramado de medios, influencers y agentes mediáticos que dan respaldo a los actores comprados para el cambio de régimen en Cuba, se ha movido con fuerte financiamiento, hasta la actualidad, en redes y medios digitales.
Recordó Misión Verdad que, durante las protestas de julio pasado en Cuba, fue detenido Luis Manuel Otero Alcántara, el coordinador del llamado Movimiento San Isidro (MSI), y quien, desde entonces, ha dicho realizar varias huelgas de hambre.
Uno de sus patrocinadores, la Fundación Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (Cadal), con sede en Argentina, solicitó a la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, que intercediera por Otero, y lo mismo pidieron para Maykel Castillo Pérez «Osorbo», detenido desde mayo de 2021 por los delitos de resistencia y desacato.
El pasado 30 de marzo, el Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, emitió un comunicado en el que calificó aquellas protestas vandálicas de «manifestaciones espontáneas» que fueron «un reflejo de las reivindicaciones legítimas de la población, pero fueron recibidas con represión».
En claro acto de injerencia, también valoró de «desproporcionadas» las 128 sentencias aplicadas a los operadores de la escalada violenta que buscaba llevar a cabo un golpe blando.
Además, hizo un llamado a las autoridades cubanas para que permitieran a la comunidad diplomática asistir a los juicios e instó a liberar a todos los implicados que son sujetos de justicia y derecho, según la legislación cubana.
El ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez Parrilla, respondió contundente: «Solo nuestros tribunales, y no ninguna autoridad europea, están facultados para emitir sentencias en apego estricto al debido proceso», y añadió que no le asiste derecho alguno o autoridad moral a la UE para intervenir en cuestiones que solo competen al Estado cubano.
El Canciller manifestó que la ue debería ocuparse de los episodios de represión que se producen en sus Estados miembros y de los menores detenidos en sus cárceles.
El comunicado de Borrell hacía referencia a condenas de 30 años. Se trata de dos casos que se corresponden con el delito de sedición (desestabilizar al Estado y subvertir el orden legalmente establecido en Cuba) porque se armaron de piedras, botellas y otros objetos para la agresión, que fueron lanzando al cordón de agentes públicos, mientras avanzaban hacia ellos.
Los condenados buscaban tomar una estación policial, uno de ellos reincidente en la comisión de hechos delictivos, y quien se encontraba de licencia extrapenal; el otro, multirreincidente y antes sancionado a 12 años de privación de libertad por robo con fuerza, y a tres meses de privación de libertad por hurto.
Sobre los que alegan como menores de edad: fueron sancionados 31 acusados entre 16 y 20 años, a quienes se les aplicó la reducción de los marcos mínimos y máximos de las penas. A los de 16 a 18 años se les pueden reducir hasta la mitad, y a los de 18 a 20, hasta un tercio. A 22 de ellos se les probó mala conducta social, además de estar sin vínculos laborales o estudiantiles.
Aunque también subrayado por Misión Verdad, sobran las evidencias públicas de la intervención flagrante del Gobierno de Estados Unidos y de varias de sus administraciones aliadas, en la escalada desestabilizadora desarrollada el año pasado, en el marco de una agudización de las medidas coercitivas unilaterales y de los efectos de la pandemia de la COVID-19.
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