El Doble Estándar en DDHH y la Izquierda «Nice»: nieto de Salvador Allende informa sobre Venezuela y Cuba a Gabriel Boric

Opinión

Pablo Sepúlveda Allende*.- Diputado, me atrevo a responderte porque veo el peligro que significa que importantes líderes como tú, jóvenes referentes de esa «nueva izquierda» que ha surgido en el Frente Amplio, hagan simplonas, absurdas y desinformadas comparaciones en temas tan delicados como lo son los DDHH.


Es muy sesgado y grosero que equipares -sin el más mínimo argumento- el supuesto «debilitamiento de las condiciones básicas de la democracia en Venezuela», la «permanente restricción de libertades en Cuba» y «la represión del gobierno de Ortega en Nicaragua» con las sí comprobadas atrocidades de la dictadura militar en Chile, el evidente intervencionismo criminal de los EEUU alrededor de todo el mundo y el terrorismo de Estado de Israel contra el Pueblo de Palestina.

El que escribas semejante insensatez no «significa transformarse en un pseudo agente de la CIA» pero sí denota una importante irresponsabilidad e inmadurez política que puede transformarte en un elemento útil para la derecha, o peor aún, terminar siendo esa «izquierda» que la derecha ansía; una izquierda sonsa, ambigua, una izquierda inofensiva, que por oportunismo prefiere parecer «políticamente correcta», esa izquierda que no es «ni chicha ni limonada», esa que no quiere quedar mal con nadie.

Una izquierda así, confunde, pues no se atreve a señalar y enfrentar con coraje a los verdaderos enemigos de los pueblos. Ahí el peligro de emitir opiniones políticamente inmaduras.

¿Acaso te has preguntado por qué Venezuela está siendo tan vilipendiada y atacada mediáticamente? ¿Por qué es noticia todos los días en prácticamente todos los países del mundo occidental donde dominan los grandes medios de comunicación? ¿Por qué es atacada por todos los flancos y en patota? ¿Por qué esos grandes noticieros callan las continuas masacres en Colombia y México? ¿Por qué los que se rasgan las vestiduras preocupándose por un diputado venezolano, confeso de participar en un intento de magnicidio, no tienen el valor de exigir a Israel que cese el genocidio contra el Pueblo Palestino?

El mundo al revés. Ese es el mundo de la política sin corazón y sin coraje.

Ya Margarita Labarca Goddard te argumentó de forma clara y contundente por qué te equivocas en tus juicios hacia Cuba, Venezuela y Nicaragua. Yo solo agregaré que Venezuela tiene una democracia mucho más saludable y transparente que la que hay en Chile, cuando quieras te lo puedo argumentar y lo podemos debatir, si es que te interesa.

También resulta fácil argumentarte por qué es una falacia la «permanente restricción de las libertades en Cuba». Eso sin mencionar que la palabra «libertad» está tan manoseada, que a estas alturas su verdadero significado resulta ambiguo, y una definición sensata requiere de un debate hasta filosófico. O dime tú, ¿qué es la libertad?

Te nombro estos dos países porque los conozco bastante bien. En Cuba viví 9 años y en Venezuela llevo viviendo otros 9 años. A Nicaragua no la conozco de primera mano, pero te invito a preguntarte cómo habría sido la reacción de un gobierno de derecha ante la acción de bandas criminales pagadas y fuertemente armadas, que llegan a tomar sectores de las más importantes ciudades del país; y donde además, dichas bandas mercenarias se instalan a cometer hechos abominables como secuestrar, torturar, mutilar, violar y hasta quemar vivos, a decenas de seres humanos, por el solo hecho de ser militantes de una causa -en este caso, militantes sandinistas-, donde la persecución llegó al punto de asesinar a familias enteras en sus propios hogares.

El gobierno legítimamente electo en Nicaragua, aun teniendo los recursos, el marco jurídico y la fuerza para accionar contundentemente de forma inmediata contra semejante desestabilización fascista, bastante se contuvo. ¿Crees que la derecha en el poder habría tenido esa visión pacífica y de llamado a diálogo para la resolución del conflicto?

La historia nos responde.

Entiendo que puedas estar confundido por los grandes «medios de comunicación» que se encargaron de victimizar a los victimarios; igualito a como lo hicieron hace un año en Venezuela durante las llamadas guarimbas.

Por tanto, Gabriel, hablando objetivamente, con argumentos serios -sin opiniones formadas y modeladas mediáticamente a base de tergiversaciones y mentiras repetidas a diario-, no existe doble estándar en los que defendemos a Cuba, Venezuela y Nicaragua.

No tenemos desaparecidos ni torturados, no metemos presos a quienes piensan u opinan distinto, sí a criminales; sean estos diputados, políticos o supuestos estudiantes. Más bien me parece ver ese «doble estándar» en ti mismo, al emitir cómodos juicios de valor desde la manipulación y el desconocimiento.

Sobre medios de comunicación, democracia y libertades, podemos discutir comparando a Chile con estos países. Te aseguro que lamentablemente Chile no saldría muy bien parado, más aún, si incluimos los derechos humanos, económicos y sociales que allá no son más que mercancías.

«Una persona alcanza su nivel más alto de ignorancia cuando rechaza algo de lo cual no sabe nada».

Salud.

(*) Médico, Coordinador de la Red de Intelectuales en Defensa de la Humanidad, nieto del Presidente Salvador Allende Gossens.

La verdad no merece oídos sordos

Que la propia Agencia Central de Inteligencia (CIA) reconozca ahora que los «misteriosos dolores de cabeza y náuseas, un fenómeno bautizado manipuladoramente como síndrome de La Habana, no fueron blanco de una operación organizada por agentes extranjeros» no tiene nada de revelador

Autor: Elson Concepción Pérez | internet@granma.cu

Ilustración tomada de Dominio Cuba
Foto: Ilustración tomada de Dominio Cuba

Que la propia Agencia Central de Inteligencia (CIA) reconozca ahora que los «misteriosos dolores de cabeza y náuseas, un fenómeno bautizado manipuladoramente como síndrome de La Habana, no fueron blanco de una operación organizada por agentes extranjeros» no tiene nada de revelador y sí mucho como confirmación de ese refrán que es, para el ente de espionaje, como una perogrullada: la mentira tiene patas cortas.

Eso fue el prefabricado «síndrome», una gran mentira para justificar más odio, más sanciones, nulas relaciones diplomáticas, y otros etcéteras del zafarrancho contra Cuba.

NBC News, The New York Times y otros monopolios de la información estuvieron entre los que magnificaron los reportes de «ciertos incidentes» en la capital cubana, en 2016, cuyas supuestas víctimas, alegaron, eran diplomáticos estadounidenses y canadienses, aunque luego aparecieron reportes similares de sus colegas emplazados en otros países.

Según un despacho de Prensa Latina, la investigación de la CIA concluyó que la mayoría de los mil casos denunciados pueden explicarse por causas ambientales, condiciones médicas no diagnosticadas o estrés, más que por una campaña mundial sostenida por una potencia extranjera, dijeron funcionarios.

Vaya tiempo el que necesitaron para reconocer, con ínfulas de peritos, la inconsistencia de una falacia que, reiteradamente, científicos cubanos denunciaron como manipulación política, a partir de un «suceso» sin un solo fundamento de la ciencia.

Vale recordar que, en octubre del año pasado, un documento desclasificado del Departamento de Estado de EE. UU. descartó la teoría de que microondas o rayos de ultrasonido causaran el «síndrome», detallando que lo más probable es que los ruidos hayan sido provocados por grillos.

Como mentira al fin, no pudo demostrarse ni una sola de las causas alegadas; sin embargo, sus efectos contra el pueblo cubano sí han podido contabilizarse; pues haber sido pretexto para suspender los servicios consulares en La Habana obligó a los familiares con interés de viajar a moverse a terceros países, sin la certeza absoluta de que serían aceptados. Todo esto no ha hecho más que justificar su absurda hostilidad contra Cuba.

Que donde dijo síndrome, ya no, ese no es un problema para el Gobierno de EE. UU. Servirse de la mentira en política exterior nunca ha sido cosa que lo sonroje.