Cuba contra viento y marea

Por Atilio A. Boron | 03/01/2022 | CubaFuentes: Rebelión

Cuando al anochecer del 31 de diciembre de 1958 la columna dirigida por el Che Guevara sometía en Santa Clara a la principal guarnición militar que aún respondía a Fulgencio Batista la suerte del régimen estaba echada.

Poco después de conocida la noticia el dictador huía -con sus cómplices y el dinero saqueado del erario público- con destino a la República Dominicana. Sus nueve hijos habían sido enviados, unos pocos días antes, a la ciudad de Nueva York con el pretexto de disfrutar de los inminentes festejos del New Year`s Eve en Times Square. Batista sabía que sus días estaban contados y que la victoria del Movimiento 26 de Julio era sólo cuestión de tiempo. Fidel había concebido su magistral estrategia insurreccional en torno a dos ejes. Por una parte, la capacidad militar del Ejército Rebelde fundada en su patriotismo y, precisamente, en su inteligencia estratégica, dado que su armamento era insignificante por comparación al del ejército batistiano, generosamente equipado por el gobierno de Estados Unidos. Y, por la otra, en la conformación de una amplia y heterogénea alianza de fuerzas sociales y políticas cuyo común denominador era su oposición a la dictadura de Fulgencio Batista. Por eso al día siguiente de la decisiva victoria de Santa Clara una huelga general y la multitudinaria movilización popular ocupando las calles y plazas de La Habna y otras ciudades signó el nacimiento de la Revolución Cubana.

Pasaron desde entonces sesenta y tres años y todos los esfuerzos y todas las estratagemas del imperialismo norteamericano para restaurar el “orden pre-revolucionario” (o sea, un régimen neocolonial al servicio de los oligopolios estadounidenses) terminaron en un rotundo fracaso. Debe señalarse un hecho que usualmente es pasado por alto, o pérfidamente soslayado: el acoso de la isla rebelde es un caso único en la historia universal. Repito: “único en la historia universal.” No existe un solo ejemplo comparable en donde la principal potencia del mundo se haya ensañado durante tantos años en contra de un país, una región, una ciudad que por su dignidad no estaba dispuesta a postrarse de rodillas ante la prepotencia imperial. Este hecho marca la excepcionalidad de la Revolución Cubana y su asombrosa victoria. Su sola sobrevivencia a más de seis décadas de hostigamiento, sabotajes, sanciones económicas y financieras, estigmatización mediática y aislamiento diplomático es signo elocuente de su victoria, conseguida a un precio exorbitante por la irracionalidad y maldad de la potencia agresora. Sobrevivió, y sobrevivirá, porque en el históricamente breve período de poco más de medio siglo Cuba contó con dos figuras de una talla excepcional como Martí y Fidel, que educaron a su pueblo y le enseñaron que el honor, la dignidad y la honra no son vacuas categorías de una ética libresca sino condiciones indispensables para la constitución de un pueblo libre y soberano, dueño de su destino.

La escalada criminal del gobierno de Estados Unidos en contra de Cuba, bajo gobiernos Republicanos o Demócratas por igual, es prueba elocuente de lo que decimos. La secuencia que va desde Eisenhower en 1959 a Biden en la actualidad es una escalera en donde cada peldaño es testigo de una nueva y más flagrante violación de los derechos humanos y la legalidad internacional. Con tal de someter a Cuba no ha habido atrocidad que no haya sido perpetrada. Nada más elocuente como crimen de lesa humanidad que la intensificación del bloqueo, incluyendo fármacos e insumos médicos de diverso tipo, en el marco de la mortífera pandemia del Covid-19. Esto retrata la perversión de una potencia en avanzado estado de putrefacción moral y la dignidad de un pueblo dispuesto a jugarse la vida para defender su derecho a la autodeterminación. Por eso viene a cuento parafrasear al gran Federico Fellini y decir, como la nave de aquel extraordinario film, que “Cuba va”. Y que seguirá yendo, sin dudas.

¡Feliz 63º aniversario, Cuba!

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Mi médico, el tuyo, el de la familia (+Video)

Lo que comenzó por un programa de 120 familias, hoy se materializa en la existencia de más de 11 000 consultorios y alrededor de 449 policlínicos, para un promedio de 122 habitantes por médico y 128 por enfermera

Autor: Granma | internet@granma.cu

Segunda prueba de la segunda fase del ensayo clínico de la Vacuna Soberana 2, en el policlínico 19 de Abril
Foto: José Manuel Correa

Poder contar con un sistema de Salud que garantiza la atención primaria «a la puerta de la casa», como primer eslabón del bienestar humano, o con una estrategia de vacunación organizada que ha permitido llevar la inmunización contra la covid-19 a cada rincón del territorio nacional, se debe, en buena medida, a la existencia del Programa del Médico y la Enfermera de la Familia, creado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz hace 38 años, el 4 de enero de 1984.

De aquella iniciativa surgida en la barriada habanera de Lawton, vale destacar sus antecedentes y vigencia en el tiempo. Como evocó la entrañable periodista del Moncada, Marta Rojas –autora del libro El médico de la familia en la Sierra Maestra– al referirse a los pioneros del Programa, «andar por terrenos difíciles, en su mayoría montañosos, donde habrían de ejercer su profesión, fue una práctica sui géneris entre los jóvenes recién graduados que formaron parte de la noble institución del médico de la familia en la Sierra Maestra; el propio Fidel indicó, incluso, la ubicación, en los inicios, en territorios de las provincias de Santiago de Cuba y Granma y, de aquellos, los de más difícil acceso geográficamente».

Lo que comenzó por un programa de 120 familias, hoy se materializa en la existencia de más de 11 000 consultorios y alrededor de 449 policlínicos, para un promedio de 122 habitantes por médico y 128 por enfermera.

En tiempos tan complejos como los que ha significado la covid-19, los médicos y enfermeras de la familia han mantenido una atención individualizada.

Además, han atendido los casos sospechosos o contactos de infectados en los diferentes centros de aislamiento, y han cumplido su labor en las áreas y comunidades sometidas a cuarentena. Otros especialistas han asistido o trasladado enfermos, o dado seguimiento a los que recibieron alta médica, entre otras acciones.

A pesar de las dificultades, el Programa no se detuvo en el tiempo. Muestra de ello fue la inauguración reciente, en la provincia de Cienfuegos, del Centro de Salud de Montaña de Crucesitas, que contó con la presencia del Comandante José Ramón Machado Ventura.

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La persistente deformación de atacar los síntomas y no las causas

Opinión

Ernesto Estévez Rams – La pupila insomne – Foto: Radio Reloj.- Recuerdo no hace muchos años, un funcionario en cargo de dirección que se molestaba porque los estudiantes universitarios ya no le dedicaban en igual número que antes, la tesis de graduación a la Revolución.


Su solución, insinuada sin mucha sutileza, era que los tutores debían asegurarse que sus supervisados hicieran tal referencia. Si tal cosa hubiera ocurrido, y por suerte el claustro ignoró olímpicamente la sugerencia, la recuperación numérica de dedicatorias “revolucionarias” se hubiera tomado por “éxito” en el trabajo político-ideológico, el cuadro hubiera sido felicitado por ello, y nadie se hubiera detenido a pensar en el impacto enajenante y contrarevolucionario de la medida, totalmente opuesta a la labor ideológica que necesitamos.

Cada acto simbólico que se convierte en liturgia termina vaciándose de contenido, ya sea desde la mención del bloqueo como figura retórica, hasta la entrega del día de haber para la patria como reflejo automático. Todo acto revolucionario ha de ser singularidad consciente. Cada acto simbólico de la Revolución ha de ser revolucionario.

La práctica de juzgar a los jóvenes por su parecido formal a las generaciones que le preceden es una liturgia vaciadora. Claro está, hacer que sean calco de los que le antecedieron es imposible y por tanto, el resultado es un Frankestein grotesco: los enajenan de su edad y les abortan el potencial de liderazgo. Agunos que siguen ese camino alegran a los mayores, pero en el mejor de los casos son ignorados, o en el peor, detestado por sus coetáneos. Un joven que defendiendo a la Revolución no sea contestario y rebelde, no es un buen revolucionario.

Me da tristeza ver esa forma de alienación que es poner la mayor cantidad de adjetivos al lado del nombre de Fidel como si con eso lo hicieran más grande y a ellos, más revolucionarios. Fidel no necesita liturgias. Fue más explícito, pidió contra ellas como voluntad última. Los que invocan a Fidel como quien cae en trance por tocar el manto de Turin, poco favor se hacen como revolucionario. El Che los hubiera llamado guatacones. Pero ese discurso levanta sonrisas y hacen ganar palmaditas en los hombros, muchos lo hacen ingenuamente y de buena voluntad, pero no por ello menos equivocados. Ese discurso que nada tiene que ver con el de revolucionario es un discurso enajenante, pero lo aplaudimos y lo alentamos.

Es esencial despojarnos de todo lo que no funciona en un ejercicio a fondo. Desterrar esa inclinación por el facilismo que no es solo resultado del desconocimiento del problema, es, en mayor grado, resultado de una mentalidad aldeana incapaz de ver lo que trasciende y solo reducida a lo inmediato. Súmale el sentido de tribu que enfoca en lo que abarca la vista, y tiende a desechar lo que trasciende el alcance de los sentidos más inmediatos. Agrégale la presión interior por un actuar que conlleve el reconocimiento individual y de lo que se deriva de tal reconocimiento. En ese fermento nace y crece la mentalidad de feudo, donde el interés más abarcador de la nación se sacrifica en la cotidianeidad de “defender” a como de lugar, la pequeña parcela al alcance de la mano. Cuando esa mentalidad de feudo se generaliza, entonces se enquista la Revolución.

La incultura política, la superficialidad, unida a la búsqueda en la inmediatez de los resultados, son vicios enraizados que no apuntan a pensar como país. El hecho de que tal actitud sea, en no pocos casos, recompensada socialmente, en primer lugar por las propias estructuras sociales, instituciones y organizaciones, apunta a que el problema no es de individuos, es estructural. Derrotémoslo.

Nuestro sectarismo ha de ser uno solo: no permitimos espacios como caminos para regresar al capitalismo. No nos dividamos en como imaginamos la utopía poscapitalista, ni siquiera en definir un camino único, unámonos en combatir al enemigo de la humanidad.

El imperialismo no perdona, pero piensa. Disfraza desde la izquierda su propuesta de retroceso, impostando un discurso de diversidad y de cambio. Nada hay más sectario que pedir rendir las armas en nombre de la tolerancia. No hay discurso superador que parta de la ucronía, toda acción política está asentada en sus circunstancias sociales, por necesidad en el tiempo. Fidel la definía como sentido del momento histórico. Toda propuesta debe ser por tanto analizada desde las circunstancias en que se proclama. En la Cuba de ahora, el signo de toda acción política se define en términos de como se posiciona en la práctica, en la guerra entre Cuba y el imperialismo, que es decir en la guerra entre Cuba socialista y la hegemonía del capitalismo-mundo. Ellos no nos dan tregua, nosotros no la pedimos.

Nuestra mayor fortaleza política es la base socialista de nuestra democracia. Y esa democracia se defiende en la cotidianidad de nuestras vidas, desde nuestras casas, nuestros centros laborales, nuestras organizaciones. A la posverdad se le derrota con la verdad tangible de transformar nuestra realidad día a día, a fondo, buscando conquistar el cielo por asalto.

Enseñanza Especial de Cuba cumple 60 años

Cuba Sociedad

Canal Caribe.- La Enseñanza Especial de Cuba cumple hoy 60 años de creada, brindando una atención organizada, masiva y sistemática a los niños y niñas que la necesitan.


A 60 eneros de un sueño: Reconocen labor de trabajadores de la Educación Especial

Cubadebate.- La ministra de Educación de Cuba, Ena Elsa Velázquez Cobiella, destacó este martes la labor de los trabajadores de la Educación Especial en el país, en ocasión de conmemorarse el aniversario 60 de esa enseñanza.

Así publicó Velázquez Cobiella en su cuenta en Twitter: “Hoy celebramos el 60 aniversario de la Educación Especial en Cuba, una enseñanza en la que sus trabajadores, con infinito amor, sensibilidad y entrega diaria educan a niños, adolescentes y jóvenes con discapacidad. Felicidades”.

Previo al triunfo revolucionario de enero de 1959, esta enseñanza apenas contaba en toda la nación con 14 instituciones. Allí eran atendidos 134 niños con disímiles necesidades especiales de atención.

La historia cambió con la Revolución en 1959, gracias a que comenzó a ofrecerse una atención organizada, masiva y sistemática a los niños con estas necesidades educativas especiales.

Hoy existen 344 escuelas de este tipo que benefician a más de 32 000 educandos y donde laboran 14 000 docentes.

Este jueves, 6 de enero, tendrá lugar el acto central por las seis décadas de la Educación Especial en Cuba, con sede en la Escuela Dora Alonso para niños con espectros de autismo, de la capitalina Ciudad Escolar Libertad.

(Con información de ACN)