Como es costumbre en la “democracia” liberal, tras el cómputo del último voto, la campaña electoral y lo dicho en ella queda atrás. Aunque en sus mítines y entrevistas Biden haya prometido con desgano un cambio de política hacia Cuba y el retorno de lo adelantado por Barack Obama, lo cierto es que respecto a Cuba lo que verdaderamente cuenta son la coyuntura, los intereses políticos y los cálculos de gobernabilidad, sobre todo en el congreso, a lo que se suma el histórico encono de ambos partidos por la rebeldía de la Isla.
Cuando las cortinas de la era Trump comenzaban a cerrarse, ya se vislumbraban los obstáculos que la derecha más reaccionaria de Estados Unidos comenzaba a interponer para evitar un giro de Washington hacia La Habana.
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