“Ceguera”, “sordera” y recetas de un “nuevo revolucionario”

Un “nuevo revolucionario” como todos ellos “experto” en varias especialidades, desde un blog que hace tiempo dejó de pertenecer a la blogosfera cubana para pasar a ser una plataforma al servicio de los intereses de los enemigos de la Revolución, se regodea, vestido de “comunicador social” en criticar la forma en que se ha manejado por nuestro gobierno y medios el tema de la Covid-19.

En un texto que pretende ser una disertación sobre la comunicación y que termina siendo un incoherente desaguisado de contradicciones, su autor da consejos al

presidente, critica, traza su propia estrategia comunicacional, se cita, y “descubre” que el mundo ya no será el mismo después de la pandemia.

Llama a hacer una campaña orientada a persuadir para modificar los comportamientos riesgosos ante la Covid-19. Este planteamiento hace pensar que, en lo que va de año no ha estado residiendo en Cuba o que se encontraba en un coma más profundo que en el que estuvo sumido Ruperto el popular personaje humorístico del programa Vivir del Cuento”, pues resulta inexplicable que desconozca la intensa campaña desarrolla dirigida a este fin.

Uno de los mayores esfuerzos comunicacionales realizados por nuestro gobierno y medios ha estado dirigido precisamente a tratar de elevar la percepción de riesgo de la población.

Sistemáticamente en diferentes espacios se detallan las características altamente contagiosas de la enfermedad, se insiste en su letalidad y en las conductas que pueden favorecer el contagio de la misma, amén de los constantes recordatorios a cumplir las medidas higiénico sanitarias.

Considera desacertado que, dentro de un mismo espacio se plantee que la enfermedad mata y a la vez se informen los días que lleva Cuba sin fallecidos a causa de ella. Es un razonamiento simplista que intenta sustentar con argumentos teóricos de la comunicación que resultan inconsistentes y nada convincentes.

Cuando se señala su letalidad se está realizando una labor profiláctica para elevar la percepción de riesgo de las personas, algo que el “ilustrado crítico” pide que se haga, pero que, al parecer confundido y desorientado por su propio enrevesado texto termina por olvidar.

Publicar los días que llevamos sin fallecidos, forma parte de la información que se le aporta a la población y a la opinión pública internacional  sobre el comportamiento de la enfermedad en Cuba.

A esa información con los diferentes parámetros que refleja, se le contrasta con la de la región y la del mundo. Esto es utilizado para ilustrar al pueblo sobre la peligrosidad de la enfermedad e insistir en la necesidad de no descuidarnos para evitar caer en las situaciones desfavorables en que se encuentran muchos países del planeta.  Otro mensaje profiláctico que por ignoradas razones no ve.

Además, los especialistas sin comillas, insisten en los diferentes espacios en señalar que, a pesar de los cuidados y medicamentos que se utilizan, esa enfermedad no solo puede dar al traste con la vida, sino que deja secuelas que se convierten en problemas de salud, en muchos casos crónicos para los que la han padecido. Profiláctico elemento de comunicación que también obvia.

Lo anterior demuestra que no existe contradicción alguna y deja sin sustento la intención oculta de sugerir que informar los días que llevamos sin fallecidos baja la percepción de riesgo de la población.

Resultaría absurdo crear espacios para tratar por separado cada uno de los múltiples aspectos que comprende el tema, los cuales se interrelacionan y complementan entre sí, por lo que solo su evaluación integral puede dar una visión objetiva de la magnitud y las características de esta pandemia.

Puede que al “especialista” de reconocida aversión por el Estado y sus instituciones dada su ideología Libertaria no le agrade que se divulguen los éxitos de Cuba en el enfrentamiento a la Covid-19 y por eso llegue al ridículo de cuestionar lo incuestionable. Quizás tampoco desee que se recuerde el papelazo de su “mentor” el becario de Columbia que nos pronosticó más de 374 mil decesos.

Por esas razones no creo que valga la pena extenderme en analizar un texto que, si algo demuestra es la clara y penosa intención de su autor de tratar de desacreditar sin fundamento la manera en que ha sido tratado el tema de la Covid-19 por el gobierno y los medios cubanos, que en mi modesta opinión ha sido totalmente acertada.

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