Lezama Lima retoca por última vez el nudo de la corbata, toma la carpeta de documentos que descansa sobre la repisa de la sala, y sale a la calle Trocadero, donde un Chevrolet del año 57 lo espera. Antes de subir al vehículo ha respondido al «Buenas tardes» de dos milicianos que, armados de fusiles checos M-52, conversan en la acera, y luego también compra un periódico a un voceador vespertino que pasa.
Es martes 22 de agosto de 1961, y lo imagino rumbo al Teatro Chaplin, en Miramar, donde Fidel ha prometido clausurar el Primer Congreso de Escritores y Artistas de Cuba. Por el camino, va leyendo el periódico y una discordancia editorial llama su atención. Sigue leyendo
Debe estar conectado para enviar un comentario.