Estados Unidos arde en llamas desde hace una semana, y la razón es el brutal asesinato del afroamericano George Floyd a manos de un agente de policía.
Las imágenes que inundan estos últimos días las redes sociales muestran la habitual conducta policial en EE.UU., lo que pone en evidencia que la muerte de Floyd es solo la punta del iceberg.
Para dispersar a los iracundos estadounidenses que piden justicia para George Floyd, el Gobierno ha recurrido incluso a francotiradores. Es más, el presidente Donald Trump ha amenazado a los manifestantes con atacarlos con “perros viciosos” y “armas siniestras” nunca antes vistos.
El mandatario norteamericano, además de considerar todo este suceso como una campaña “FAKE NEWS”, culpa al movimiento antifascista, conocido como Antifa, de organizar las protestas y tacha de “criminales y matones” a los manifestantes que pretende incluir en la lista de terroristas de ese país.
Mientras tanto, la llama de la indignación contra el racismo policial de EE.UU. se ha extendido hasta Europa y en todo el continente verde se oyen gritos que condenan al unísono el racismo en el país que aboga por defender los derechos humanos a nivel internacional.