En sólo 30 años de vida creó una obra en verso y prosa que influyó en la mayoría de los poetas de vanguardia en América. A pesar del tormento de la tuberculosis, que segaría tempranamente su existencia, Julian del Casal no sólo fue genuino representante del romanticismo, sino uno de los iniciadores del modernismo. En fecha muy temprana de su vida perdió a sus padres y esa pena la reflejó en sus versos. Su iniciación en las letras se produjo entre 1885 y 1887, cuando siguiendo la costumbre de la época, comenzó a escribir utilizando el seudónimo de “Conde Camors”. Conoció a Antonio Maceo, a quien dedicó un soneto en 1892. Sostuvo una entrañable amistad con la poetisa y pintora Juana Borrero y con el bardo nicaragüense Rubén Darío. Julián del Casal dejó al morir tres libros de poesía, en los que sobresale un gran sentido del color y el gusto por la cultura oriental, con mención frecuente a las piedras preciosas, los cisnes y los lagos, lo que vincula su obra con la del nicaragüense Rubén Darío.
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