
La insurrección que estalló en esta fecha en el ingenio La Demajagua, encabezada por Carlos Manuel de Céspedes, no sólo constituye el primer gran empeño libertario, sino que también dio inicio al proceso de formación de nuestra nacionalidad, ya que sus protagonistas nos enseñaron a pensar como cubanos, nos legaron una tradición de lucha y una voluntad acrisolada que se prolongaría casi un siglo. La contienda del 68 no condujo al triunfo de los ideales, pues frente a la virtud de los patriotas floreció la discordia, el regionalismo y el caudillismo, que dieron al traste con el empeño emancipador. Pero fructificó la semilla y nuevas generaciones de combatientes, inspirados en los mambises de 1868 y 1895, continuaron la obra hasta culminarla, hasta hacer de Cuba en 1959 una nación libre y soberana.