
José Antonio Echeverría, quien desde febrero había tomado posesión de la secretaría general de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), fue elegido presidente por sus indoblegables principios, férrea voluntad, hondo patriotismo y valor personal a toda prueba. En sus primeras declaraciones expresó que sus esfuerzos estarían encaminados a alertar al pueblo para que luchara, en masa, por reconquistar sus derechos. No eran meras palabras. En una acción encaminada a ajusticiar al tirano y promover la insurrección popular perdió la vida, señalando con su sangre el camino de la libertad.