
Muchísimos cubanos recordamos el enorme impacto, político y emocional, que provocaron en Cuba Los que se fueron (1980) y Los Marielitos (1983). Ambos documentales reconocían ciertos matices de la emigración que todavía, en aquellos años, aparecían excepcionalmente en los medios cubanos, ocupados en satanizar abiertamente a todo aquel que decidiera vivir en el extranjero. Desde entonces, Estela Bravo se transformó, mediante un cine documental afianzado en la entrevista inteligente y el ennoblecimiento del reportaje televisivo, en testigo excepcional de grandes acontecimientos históricos sobre todo en Cuba; pero también atendió la proyección de tales sucesos en Estados Unidos, América Latina y África.
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