Sería ingenuo creer que la arremetida de Jair Bolsonaro contra los médicos cubanos para que abandonaran Brasil, no sea parte de un plan mayor, cuyos tentáculos van saliendo a la luz, aun cuando no ha asumido la presidencia.
Pero ya va quedando muy claro hasta dónde es capaz de llegar con sus intrigas contra la Isla que salvó la vida a miles de sus compatriotas y atendió con esmerada profesionalidad a millones de ellos.
Bolsonaro tiene la mirada puesta en Washington y en la administración Trump, que ya acude a su ayuda, no solo con consejos, sino facilitando su andamiaje político anticubano y antivenezolano para asesorar al binomio Jair-Eduardo, padre e hijo.
Todos los días aparece un nuevo eslabón: la efusiva reunión de Jair con el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Bolton, donde el tema principal fue Venezuela y Cuba y no precisamente para reconocer los logros de ambas naciones en los sectores de la salud, la educación, el trabajo, y otros beneficios con impacto directo en la población o su solidaridad comprobada.
En Miami, el hijo del nuevo mandatario, Eduardo Bolsonaro, sostuvo un amistoso encuentro con Orlando Gutiérrez, uno de los peores
representantes de la mafia cubanoamericana, vinculado a terroristas y asalariados de la Usaid. Es la cabeza principal en Miami de la campaña de oposición contra la más mínima apertura de relaciones, como ocurrió durante la presidencia de Barack Obama.
Para dejar constancia gráfica de su posición, en la mencionada visita Eduardo Bolsonaro posó ante las cámaras con el terrorista de origen cubano Orlando Gutiérrez.
En un tuit el hijo del mandatario brasileño enfatizó: «la izquierda se unió y generó una dictadura sangrienta en Cuba. Llegó la hora de unirnos para deshacer la bestia que ellos hicieron».
Para mostrarse tal y lo que es, Bolsonaro junior exhibió en Miami una camiseta con la inscripción: «sé bueno, no seas comunista».
En el caso de su anfitrión, Orlando Gutiérrez, en nombre de una llamada Asamblea de la Resistencia Cubana, ha encabezado en los últimos tiempos, desde el rechazo al viaje de cruceros a la Isla, hasta el llamado al «exilio» para emprender acciones a favor de crear una nueva República.
Nota: esto último no lo explica pero me imagino que esa «nueva República» sea la de una estrella más en la bandera de Estados Unidos.
Como «tarjeta de crédito» ante la nueva administración estadounidense, Gutiérrez y otros trasnochados de los que viven del miserable negocio de la contrarrevolución, dirigieron un mensaje a Donald Trump para «agradecerle por las nuevas medidas implementadas contra Cuba».
Ese señor y otros latinoamericanos de su estirpe han sido convocados por el diputado ultraderechista hijo del presidente, Eduardo Bolsonaro, a la que ellos mismos llaman una «Cumbre Conservadora de las Américas», que tendrá lugar este 8 de diciembre en Foz de Iguazú, ciudad situada en la triple frontera entre Brasil, Argentina y Paraguay. Entre los participantes confirmados están José Antonio Kast, el ultraderechista que alcanzó el 8 % de los sufragios en las presidenciales chilenas; Orlando Gutiérrez, en representación de la mafia cubanoamericana de Miami; Jorge Jérez Cuéllar, general colombiano de la reserva, y el opositor venezolano, Miguel Ángel Martín. Está invitado también el expresidente colombiano Álvaro Uribe.
Si Jair Bolsonaro y su hijo Eduardo han fomentado alianzas con personajes como Orlando Gutiérrez y otros terroristas en Estados Unidos, ¿cómo creer que la campaña contra los médicos cubanos en Brasil haya sido solo una iniciativa del nuevo mandatario y no un plan asesorado desde Washington dirigido contra Cuba y Venezuela, fundamentalmente?
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