Por Miguel Angel García Alzugaray
Famélicos, desarrapados, con huellas de recientes lágrimas en sus demacradas caritas sucias, en las que se reflejan el miedo, la tristeza y la desesperación, miles de niños y adolescentes de ambos sexos, se apiñan en estrechos y malolientes calabozos, en espera que se decida su incierto destino por autoridades crueles y corruptas. Sigue leyendo
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