Ricardo Estévez
Hoy no es un día normal para los cubanos, a pesar de que algún visitante, en nuestro país, no aprecie en nuestro accionar alguna diferencia. Precisamente nuestro mal estar mayor se refleja en el pensamiento y el corazón de cada uno de nosotros, algo un poco imperceptible para aquellos que no conocen nuestra historia ni saben todo lo que hemos sufrido por mantenernos leales a nuestros principios.
Hace hoy 39 años, el 6 de octubre de 1976, el vuelo CU-455 de Cubana de Aviación fue interrumpido por una explosión en el aire cuando apenas había despegado de Barbados con destino a Jamaica. Murieron las 73 personas abordo, 74 si contamos la criatura que se gestaba en el vientre de una de las deportistas, de los cuales 57 eran hijos de este pueblo.
Bajo la lupa de la CIA, con Freddy Lugo y Hernán Ricardo como asesinos materiales, fueron los terroristas Orlando Bosch y Luis Posada Carriles los responsables de este crimen.
Estos personajes fueron detenidos y procesados por las autoridades venezolanas, las que sentenciaron a los autores materiales a 20 años de prisión, mientras que Orlando Bosch fue detenido inicialmente pero tras presuntos defectos técnicos quedó absuelto, detrás estuvo la intermediación de la congresista Ileana Ros-Lehtinen; posteriormente falleció, en el 2011, disfrutando de su libertad en Miami, sin pagar los crímenes cometidos, al auspicio de las autoridades norteamericanas.
Por su parte, Posada Carriles estuvo detenido durante ocho años mientras aguardaba una sentencia definitiva, pero logró huir de la prisión con el apoyo de la FNCA y la CIA. Actualmente vive en Miami, donde se regocija de haber sido el autor intelectual del hecho, con una vida llena de lujos sin siquiera ser molestado por las autoridades a pesar de que sobre él pesan varios atentados terroristas contra Cuba.
Una vez más la CIA, apoyada por el gobierno de los EE.UU., hacía uso del terrorismo para intentar derrocar a la Revolución Cubana, esta vez atacando directamente a su corazón, el pueblo. Una vez más el efecto creado fue contraproducente, el dolor no hizo más que fortalecer la Revolución sustentada, principalmente, en la unión del pueblo.
El propio 15 de octubre, en el sepelio de las víctimas, se congregaron más de un millón de personas en representación del pueblo para rendirles homenaje. En esta velada estuvo presente nuestro Comandante en Jefe, Fidel Castro, quien pronunció un enérgico discurso donde destaca el coraje del pueblo cubano y su dolor ante esta perdida:
¡Nuestros atletas sacrificados en la flor de su vida y de sus facultades serán campeones eternos en nuestros corazones!
¡Nuestros tripulantes, nuestros heroicos trabajadores del aire y todos nuestros abnegados compatriotas sacrificados cobardemente ese día, vivirán eternamente en el recuerdo, en el cariño y la admiración de nuestro pueblo! ¡Una patria cada vez más revolucionaria, más digna, más socialista y más internacionalista será el grandioso monumento que nuestro pueblo erija a su memoria y a la de todos los que han caído o hayan de caer por la Revolución!
No podemos decir que el dolor se comparte. El dolor se multiplica. Millones de cubanos lloramos hoy junto a los seres queridos de las víctimas del abominable crimen ¡Y cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla!
Parte de nuestra historia ha sido del enfrentamiento a esos lacayos mercenarios, capaces de enlutar al pueblo de la Patria que los vió nacer con el fin de someternos a los intereses de un potencia extranjera, en este caso EE.UU. Nuestras conquistas tienen doble mérito porque se han conseguido bajo la amenaza y la agresión de personajes como esos. Para cometer sus crímenes han contado con el apoyo o el silencio cómplice de aquellos que debían impedirle actuar contra las propias leyes norteamericanas.
Nuestro pueblo no olvida y seguiremos exigiendo !Justicia!
Tomado de miradas encontradas