La política del gobierno de los Estados Unidos que preside el “Premio Nobel de la Paz” Barack Obama contra Cuba, es clara continuidad de su antecesor, el criminal de guerra George W. Bush. Algunos pocos datos bastan para entender la dinámica de su política exterior en ese período.
Bush, -desde que asumió la presidencia de la nación norteña en el 2001-, elevó el presupuesto para crear en Cuba una oposición subordinada a los intereses de los cubanoamericanos más reaccionarios de Miami y de la Casa Blanca. La cifra ascendió de 3,5 millones de dólares en el año 2000 a 45 millones en el 2008.
La comisión para “la asistencia de una Cuba democrática”, fundada por el ex presidente Bush establecía: “Identificar medios adecuados para poner fin rápidamente al régimen cubano y organizar la transición”. Barack Obama no difiere de esta práctica dándole continuidad a este programa. Cambió el inquilino la sede de la Casa Blanca, pero las acciones contra la Isla son de similares texturas y objetivos. Sigue leyendo
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