“Las palabras, pocas. Los discursos están en el timbre y el espíritu”. José Martí. Esta culta y certera aseveración de José Martí es tan solo un fragmento de las “Crónicas de las conferencias de Washington”, publicadas en el diario La Nación, de Buenos Aires, el 31 de mayo de 1890.
Y es que el más ilustre intelectual y revolucionario de Cuba, dejó un vasto reservorio de lecciones e ideas de gran sabiduría para el devenir de sucesivas generaciones. También nos enseñó los erguidos trazos de un camino por el que debemos de andar, para avanzar por la paz y la unidad de América toda. Su obra ha de ser permanentemente visitada, pues sus esencias nos dan luz ante los desafíos que nos acechan en tiempos donde la guerra se disfraza “humanitaria”.
Igualmente nos dejó una ruta donde los argumentos –los nuestros-, son las armas que hemos de tomar para preservar las conquistas y los valores de la Revolución cubana. Nos sobran elevadas fortalezas para hacernos entender y que nos respeten, ante un mundo cada vez más divido. Habitamos en un planeta que sufre de heridas mortales. Han de curarse con la hermandad de todos los que moramos en ella. Sigue leyendo
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